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EL ESTANDAR


La Autoridad de la Ley

de Dios para Hoy

por

Greg L. Bahnsen


Instituto para la Economía Cristiana


Tyler, Texas



TABLA DE CONTENIDO
29


ARGUMENTOS EN CONTRA

DE LA VALIDEZ GENERAL DE LA LEY

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"Insistir que somos creyentes del Nuevo Pacto o que los mandamientos mosaicos deben llegar a nosotros por medio de Cristo no sustrae nada de nuestra obligación a la Ley del Antiguo Testamento.'‛
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Estos estudios han encontrado evidencia bíblica extensa para la postura que sostiene que la Ley de Dios es plenamente vigente en la ética moderna (a no ser que se hayan revelado alteraciones). Hemos visto que uno debe presumir la continuidad de los principios morales con el Antiguo Testamento, y esta presunción es valida tanto para las porciones socio políticas de la Ley como para las  porciones personales de la Ley. Solo la Palabra de Dios tiene suficiente autoridad para altera nuestra obligación a los mandamientos previamente revelados de Dios.



Algunos maestros o escritores cristianos sostiene sin embargo, que la Ley de Dios no tiene una vigencia general en la época del Nuevo Testamento, e intenta amasar argumentos contra las conclusiones a las cuales nuestro estudio de la Escritura nos ha llevado. Para que haya imparcialidad necesitamos examinar  algunas de la razones principales que se ofrecen para decir que la Ley de Dios no es generalmente valida en la dispensación del Nuevo Pacto, preguntando si tales consideraciones genuinamente refutan lo que hemos dicho hasta aquí. 

Mateo 5:17-19 Un pasaje de la Escritura que claramente parece enseñar la suposición de la continuidad moral de los mandamientos del Antiguo Testamento es Mateo 5:17-19. No obstante, algunos escriben como si este pasaje no dijese nada al respecto. Por ejemplo, sostienen que el versículo 17 no trata con la actitud de Cristo hacia la Ley del Antiguo Testamento, sino que con la vida de Cristo como la realización profética de todas las cosas en el canon del Antiguo Testamento.

Desde luego, es cierto que la extensión de la declaración de Cristo aquí es todo el Antiguo Testamento ("la ley y los profetas"). Sin embargo, no hay absolutamente nada en el contexto del versículo o sus términos tocante la vida de Cristo (a diferencia de Su enseñanza) o sobre la profesía-tipologia. Claramente el enfoque es los principios morales por los cuales Cristo quiere que vivamos, y en particular, trata con la cuestión de los mandamientos del Antiguo Testamento. El versículo 16 habla de nuestras "buenas ohras." El versículo l7 niega dos veces que Cristo abroga la revelación del Antiguo Testamento - en tal caso toda interpretación que sostiene que "cumplír" implique simultáneamente la anulación de la Ley conlleva a que el versículo sea auto-contradictorio.


El versículo 18 habla mas específicamente de "la ley," y en el versículo 19 Jesús se refiere al objeto de Sus observaciones en los versículos 17-18 como "estos mandamientos." Los versículos 20 y siguientes hablan acerca de la justicia y cómo los fariseos han distorsionado los requerimientos de los mandamientos de Dios.

Es bien evidente que encontrarnos en este pasaje una declaración directa hecha por Jesús sobre la validez de la Ley, y lo que Él dijo es que ni el mandamiento mas pequeño - ni el trazo mas pequeño de la Ley — había sido abrogado o pasaría hasta que llegase el fin del mundo espacial-temporal. Es posible que se sugiera que la palabra "sino" en Mateo 5:17 no tenga que indicar un contraste directo entre "abrogar" y "cumplir," Sin embargo, el griego tiene dos adversativos, y el que  aparece aquí es el mas fuerte de los dos. Jesús no habla aquí meramente de contraste general, sino de antítesis directa entre el abrogar y cumplir. Luego es posible que se sugiera que la negación (el "No") en el versículo 17 no es de carácter absoluto, ya que en otros lugares leemos frases en el Nuevo Testamento que tienen la misma forma ("no esto, sino lo otro") y el sentido obvio es uno de negación relativa (es decir, "no tanto esto como aquello").

Sin embargo, en tales casos tenemos una formula introductoria paradójica, donde después de afirmar y luego negar algo, se resuelve la contradicción por la negación relativa (por ejemplo, "y el que a mi me recibe, no me recibe a mi sino [aún mas] al que me envió," Marcos 9:37). Esto no es lo que encontrarnos en Mateo 5:17. En vez de tener algo afirmado y luego negado, tenemos aquí algo negado dos veces seguidas: "No penséis que he venido para abrogar la ley  o los profetas; no he venido para abrogar." ¡Esta no es una introducción paradójica sino una negación totalmente enfática! Mateo 5:17, juntamente con la gran mayoría de ejemplos de declaraciones "no esto, sino aquello" en el evangelio de Mateo, expresa fuerte contraste o antítesis, no negación relativa. Puede que otros que se oponen a la validez general de la Ley en el Nuevo Testamento procuren interpretar Mateo 5:17-19 sosteniendo que la cláusula subordinada "hasta que todo se haya cumplido" en el versículo 18 limita la validez de la Ley al ministerio obediente de Jesucristo en la tierra. Para hacer esto tienen que agregar mucho a una frase inexplícita con poco carácter distintivo; la frase en griego dice algo como "hasta que todo contezca."

La estructura del versículo parece hacer esta frase una contraparte del precedente que afirma específicamente "hasta que pasen el cielo y la tierra." Esa interpretación haría que el versículo fuese autocontradictorio por decir que la Ley era tanto válida hasta el fin del mundo como válida hasta que Jesús la hubo cumplirlo (en tal caso queda eliminada y no eliminada a la vez). Además, esta interpretación toma "todo" en la frase "hasta que todo se haya cumplido" como refiriéndose a todas las ‘jotas y tildes" de la Ley mencionadas en versículo 18. Pero esto es gramaticalmente incorecto, ya que "todo" y "jota y tilde" no coinciden en género ni númem según el texto griego. Parece que no hay escape alguno del acento de Mateo 5:17-19. Tenemos que asumir la validez general de la Ley del Antiguo Testamento hoy en día. Aunque alguien quisiera señalar (bien acertadamente) que la enseñanza aquí se debe condicionar por la revelación del Nuevo Testamento en otros lugares, nuestro argumento sería aún válido. Nuestra suposición es que la Ley del Antiguo Testamento es válida hasta que el Nuevo Testamento nos enseñe de otro modo. Si un mandamiento no es alterado o dejado a lado por el Nuevo Testamento, debemos presuponer una obligación de guardarlo.

Supuestas Destituciones de la Ley en el Nuevo Testamento

Aunque se pase por alto la evidencia positiva extensa que se ha presentado en este libro introductoria y en otro libro mas amplio, Theonomy in Christian Ethics (La teonomia en la ética cristiana) (segunda edición, l984), una forma de refutar la validez general de la Ley es señalar pasajes aislados del Nuevo Testamento que parecen invalidar la Ley del Antiguo Testamento para hoy. El tratamiento de esos versículos en otros capítulos de este libro demuestra que tales pasajes en realidad no contradicen la validez general de la Ley; por lo menos, se los puede comprender legítimamente en una manera no-contradictoria. Los que insisten en leerlos de otro modo — como en conflicto con las reafirmaciones claras de la validez de la Ley en el Nuevo Testamento — crean una tensión teológica donde no es necesario que la haya.

Hechos 15 Algunos pasajes del Nuevo Testamento suelen aparecer con frecuencia en las polémicas de los que se oponen a la validez general de la Ley para hoy. Comúnmente se cita Hechos l5, como si el decreto del concilio apostólico tuviese la intención de delinear aquellas leyes y solamente aquellas leyes del Antiguo Testamento que permanecen válidas. Pero tal perspectiva es increíble. Según ella, en vista de que el Concilio no prohibió la blasfemia y hurto, tal conducta se permitiría en la actualidad - ¡ya que la prohibición dc estas Cosas no pasa al Nuevo Testamento!

1a a los corintios 9:20-21 En la a los Corintios 9:20—21 Pablo dice que el "no estaba sujeto a la ley" y podía proceder como quien estuviera "sin ley." Sin embargo, el contexto de estas observaciones es que él se conducía de una manera entre los judíos y de otra entre los gentiles. La diferencia aquí seguramente no era una que era relativa a asuntos morales (¡como si Pablo fuera un ladrón entre una gente, pero no ladrón entre otra!), pero tenía que haber sido una diferencia relativa a las leyes que separaban a los judíos de los gentiles.


Por eso Pablo aqui se refería a las leyes ceremoniales que creaban una pared de partición (véase Efesios 2:13-16). A fin de ministrar a todos los hombres, Pablo observaba tales leyes entre los judíos, pero las descartaba entre los gentiles. Durante todo esto, el declara, que no estuvo "sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo." Es claro, entonces, que Pablo no esta deponiendo la Ley de Dios. Él guardaba la Ley bajo la autoridad de Cristo, y el mismo Cristo—como vemos en otros lugares (por ejemplo, Mateo 5:l7—19) - enseñó que cada mandamiento del Antiguo Testamento por mas pequeño que fuese era valido para hoy.


Gálatas 3 — 4   En Gálatas 3— 4, Pablo habla de una época histórica en donde la Ley servía como un guardia de esclavos y como ayo hasta que el objeto de la fe (Jesucristo) viniese e hiciese a los creyentes hijos maduros que ya no necesiten mas de un ayo. Algunos se han aferrado a tales metáforas y declaraciones y se han lanzado a la conclusión prematura que toda la Ley de Dios - a la que Pablo llamó "santa, justa, y buena" en Romanos 7:12 — no es sino "débiles y pobres rudimentos" (Gálatas 4:9) que ya han pasado. Sin embargo, una mejor lectura de Gálatas prestará atención al contexto histórico: Gálatas es una polémica en contra de los judaizantes que insisten en guardar la Ley ceremonial como una manera de justificación (véase Hechos 15:1, 5; Gálatas 5:1-6).


La porción de la Ley del Antiguo Testamento de que Pablo habla en Gálatas 3:23 - 4:10 era un "ayo para llevarnos a Cristo" el cual nos enseña que seamos "justificados por la fe" (v. 24). La ley moral (por ejemplo, "No hurtarás") no sirve esta función; nos muestra la demanda justa de Dios, pero no indica el camino de salvación por gracia para los que violan la demanda. Por otra parte, la ley ceremonial verdaderamente era un ayo de salvación por la gracia, que tipifica la obra redentora de Cristo. Puesto que el objeto de la fe ha venido, sin embargo, ya no estamos mas bajo este ayo (v. 25). Somos hijos maduros que disfrutamos la realidad que sólo era prefigurada previamente. Cuando éramos niños, estábamos bajo "los rudimentos" — "los débiles y pobres rudimentos," (4:3, 9). Pablo habló en Colosenses 2:16-23 de los "rudimentos " y "preceptos," explicando que ellos eran sólo una "sombra de  los bienes venideros," pero el cuerpo es de Cristo (véase Hebreos 10:1).


Pablo se refería a la ley ceremonial que prefiguraba la obra del Redentor, pero que era débil y empobrecida en comparación a la realidad llevada a cabo por Cristo. Si esto no es suficientemente evidente en el contexto histórico (la insistencia judaizante en la circuncisión), por los mismos términos elegidos por Pablo "rudimentos"), y por la función asignada a la ley específica que  Pablo tenía presente (la cual apunta instructivamente a Cristo y la justificación por la fe), debería ser obvio por el ejemplo que él inmediatamente ofrece al final del pasaje bíblico. En Gálatas 4:10, Pablo especifica qué es lo que quiere decir por la ilustración de observar el calendario ceremonial, pero apoya la demanda continua de la Ley moral del Antiguo Testamento, como vemos en 5:13-14, 23b, donde el amor y el fruto del Espíritu Santo se demandan a fin de ajustarse a la Ley.

Hebreos 7:11-25 Otro pasaje al que suelen llamar la atención los que se oponen a la validez general de la Ley para hoy es Hebreos 7:11- 25, porque habla en el versículo 12 de un "cambio de ley" necesario. Sin embargo, si examinamos al pasaje con atención, será claro que el cambio que está presente aquí es un cambio particular o singular relativo a un requisito del sacerdocio. El Sacerdocio se ha cambiado del orden levítico al orden de Melquisedec (vs.11—12), que apunta claramente al hecho que el sacerdote mencionado en Hebreos no necesita provenir de una tribu particular de Levi, elegido en la Ley mosaica para servir al altar (vs. 13-14). Mas bien, el gran sumo sacerdote, Jesucristo, vino en la semejanza de Melquisedec — "no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia [a saber, de origen familiar levítico]" — así que ha habido ‛‘una abrogación del mandamiento anteńor," a fin de que una esperanza mejor prometida en Salmos 110:4 sea realizada (vs. 15-21). Este cambio singular en la Ley es, primero, uno que tiene que ver con la ley ceremonial, y siendo así no contradice la validez general de la Ley del Antiguo Testamento como ya fué presentado en este libro. Segundo, este cambio se presenta como un cambio "necesario," surgiendo de su carácter ceremonial y de la enseñanza de la Escritura que el último sumo sacerdote vendría según el orden de Melquisedec. Esta clase de necesidad no prueba que otra Ley haya sido cambiada a no ser que ella también sea ceremonial por naturaleza y requerida por la misma Palabra de Dios. En consecuencia, Hebreos no se opone a la posición que la Ley del Antiguo Testamento es vigente hoy hasta que la Palabra de Dios lo cambie.

Consideraciones Teológicas Acerca de la Revelación y el Pacto

Si dejamos ahora los argumentos contra la validez general de la Ley que surgen de la consideración de pasajes específicos de la Escritura, queda una variedad de consideraciones teológicas que se oponen a la perspectiva que se ha tomado en estos estudios. Hay algunos que revelan que tienen conceptos erróneos en cuanto a nuestra posición diciendo que necesitamos tomar en cuenta el "progreso de la revelación" en cuanto a la historia redentora. La dificultad con eso es que nuestra posición se ha formulado estudiando lo que el Nuevo Testamento dice acerca de la Ley del Antiguo Testamento, junto con lo que la Biblia entera revela acerca del carácter de las normas éticas. Por ende, hemos sido muy atentos a la revelación progresiva que nos llevaba a la convicción que los mandamientos del Antiguo Testamento se deben aceptar como vigentes hasta que los cambios sean declarados por la misma Palabra de Dios. Los que recurren imprecisamente a la "revelación progresiva" como si fuera una refutación suficiente de la posición tomada en estés estudios parecen haber confundido el progreso de la revelación acerca de la Ley de Dios con la evolución ética de los principios mismos de Dios. Otra consideración teológica que se ha planteado en el debate sobre la validez general de la Ley de Dios es la observación que Jesucristo es el mediador del Nuevo Parto, el ápice de la obra reveladora de Dios, y el Señor de nuestras vidas ― en cuyo caso debernos oírlo y modelar nuestras vidas según Su vida si hemos de tener una ética cristiana. Desde luego, no hay nada que necesitemos contradecir en tales observaciones. En verdad nuestra obligación es a la palabra y ejemplo de Jesucristo. Sin embargo, la cuestión que queda es si Cristo por medio de Su Palabra y ejemplo nos enseñaba a honrar la autoridad de los mandamientos del Antiguo Testamento. Puesto que así lo hizo, como lo demuestra una abundante evidencia, entonces la sugerencia que debiéramos seguir a Jesús y no a Moisés es una antítesis engañadora y falsa. Puesto que el Nuevo Testamento apoya los principios morales del Antiguo Testamento, no nos vemos obligados a elegir entre la ética del Antiguo Testamento y la ética del Nuevo Testamento. Hemos de seguir los dos, porque constituyen un principio moral unificado.

¿Es cierto, como afirman algunos, que como vivimos bajo el Nueva Pacto, hemos de formular nuestra ética cristiana exclusivamente en base a las Escrituras del Nuevo Testamento, considerando los principios del Viejo Pacto como anticuados? Si prestamos atención a los términos mismos del Nuevo Pacto, nuestra respuesta debe ser No. Jeremías 31 :33 estipulaba que cuando Dios hiciera un Nuevo Parto Él escribiría Su Ley en los corazones de  Su pueblo - no que Él abrogaría o sustituiría Su Ley, ni que daría una Ley nueva. Por consiguiente, el vivir en sumisión al Nuevo Pacto es regocijarnos en la Ley del Viejo Pacto, porque está escrito sobre nuestros corazones, y del corazón manan los asuntos de la vida.

Promesas y Demandas

Los que sugieren que el establecimiento del Nuevo Pacto anula la validez general de la Ley del Antiguo Testamento parecen haber confundido el sentido en el cual lo antiguo ha desaparecido (Hebreos 8:13) y en el cual continúa lo mismo (Hebreos l0:l6).

Todos los pactos de Dios son unificados. Hacen las mismas demandas morales y se enfocan sobre las mismas promesas.


Sin embargo, las promesas exigen cumplimiento histórico―un cambio de la anticipación a la realización —de una manera que las demandas no lo hacen; hay una diferencia en perspectiva entre el Viego y Nuevo Pactos en cuanto a las promesas de Dios, mientras que los principios de los dos son absolutos e inalterables. Por eso la administración (los sacrificios, los señales basados en el pacto, el templo) del Viejo Pacto se puede dejar a un lado aceptando las realidades del Nuevo Pacto, aunque la Ley moral del Viejo Pacto permanece fundamentalmente la misma. Los eventos históricos son cruciales en cuanto a las promesas, pero son irrelevantes en cuanto a las demandas. Realmente, la necesidad que teníamos de que viniese Cristo y cumpliese históricamente las promesas redentoras de Dios surge precisamente a causa de que no se puede dejar a un lado los principios justos de Dios. Hebreos específicamente enseña que el Nuevo Pacto es un "mejor pacto" porque está encomendado sobre "mejores promesas".(8:6) — no una Ley mejor. Mas bien, la Ley del Viejo Pacto está escrita en el corazón del creyente del Nuevo Pacto (v. l0). Por lo tanto, vivimos bajo las promesa realizadas—las realidades cumplidas—del Nuevo Pacto, no las sombras de redención del Antiguo Testamento, y con todo vivimos bajo el mismo pacto esencial que los santos del Antiguo Testamento ya que todos los pactos de Dios son uno.


Estos constituyen "los pactos de la promesa" (Efesios 2:12), realizaciones progresivas de una sola promesa de salvación. Dentro de estas administraciones del Viejo Pacto, la Ley no está en contra de las promesas de Dios (Gálatas 3:21). Esta misma Ley está escrita en el corazón en cumplimiento que hace el Nuevo Pacto de la promesa (véase Hebreos 8:6-12).


Por lo tanto, el hecho que Jesucristo es Señor del Nuevo Pacto y que Su ejemplo es el modelo para la ética cristiana, y el hecho que el Nuevo Pacto es la administración de la única promesa de Dios bajo la cual tenemos el privilegio de vivir, no implica bíblica ni lógicamente que los principios morales del Antiguo Testamento han sido dejados a un lado como no vigentes en la actualidad. El insistir en que somos creyentes del Nuevo Pacto o que los mandamientos mosaicos deben llegar a nosotros por medio de Cristo no sustrae nada de nuestra obligación a la Ley del Antiguo Testamento, interpretada y condicionada por la mejor revelación del Nuevo Testamento.

Observaciones Pertinentes a las Categorías de la Ley



Finalmente, podemos repasar algunos argumentos populares  contra la validez general de la Ley del Antiguo Testamento, todos los cuales se relacionan con las categorías comúnmente reconocidas por los teólogos (a saber, la ley moral, la ley judicial, la ley ceremonial).

Primero , existe el argumento de que la Biblia nunca habla  de tales categorías, en tal caso se debe ver la Ley como una totalidad indivisible. Si se abandona la Ley en cualquier sentido dicen, entonces se abandona toda la Ley. Tal pensamiento es simplista y falaz.


Para comenzar, muchas veces se puede resumirá correctamente la Biblia de maneras que no se mencionan en la Biblia misma (como por ejemplo, en la doctrina de la "Trinidad"), y de esta manera la categorización conveniente de la Ley no es de por sí inaceptable. Todo depende de si las categorías y sus consecuencias son acertadas con la enseñanza de la Escritura. Segundo, hay un sentido en el cual la Ley subsiste verdaderamente como una unidad; la Biblia no clasifica cuidadosamente las leyes para nosotros según un esquema explícito. Debemos tener esta realidad en cuenta si nuestra tentación a priori es pasar por alto el segmento entero de la Ley del Antiguo Testamento como anulado en virtud de nuestros propios esquemas de clasificación; no se debe encasillar fácilmente a los mandamientos para deponerlos.



Tercero
, la enseñanza bíblica demanda sin embargo que reconozcamos diferencias fundamentales entre las leyes morales y las leyes cúlticas, simbólicas y redentoras. Dios insinuó esa diferenciación de categorías cuando Él declaro "Porque misericordia quiero, y no sacrifico" (Óseas 6:6); la diferenciación es clara también del manejo diferente que el Nuevo Testamento haré de los mandatos del Antiguo Testamento—algunos son reforzados como nuestro deber, mientras otros se dejan a un lado como sombras anticuadas.

Algunas leyes en el Antiguo Testamento tenían un propósito redentor, contemplando la obra del Salvador (por ejemplo, los códigos sacrifícales y sacerdotales), pero sería erróneo afirmar que todas las leyes (por ejemplo, "No hurtarás") tenía ese carácter o propósito. En este caso, no debiéramos repudiar la noción de que hay una división ceremonial dentro de la Ley (quizás mejor llamada, "las leyes restaurativas"). Además, las leyes ceremoniales, que en su misma naturaleza o propósito imponían una separación entre judíos y gentiles, eran designadas por Pablo "la ley de los mandamientos expresados en ordenanza" (Efesios 2:15; véase Colosenses 2;14, 17 en cuanto a "ordenanzas"), Él reconocía un sistema de leyes "en ordenanzas" (una categoría especial de mandamiento) que las obras rescatadoras de Cristo habían abolido.


Las leyes de juicio (las leyes mas detalladas

Otro argumento contra la validez general de la Ley del Antiguo Testamento relacionado con las categorías de la Ley mantiene hoy que las aplicaciones y corolarios del Decálogo que encontramos en las leyes de juicio (o "leyes judiciales" o las leyes mas detalladas) del Antiguo Testamento no son permanentemente aplicables. Algunos, al decir esto sólo quieren decir la verdad obvia de que los ejemplos y aplicaciones culturales de los principios de Dios son diferentes entre el lsrael antiguo y el mundo moderno. Sin embargo, otros parecen estar afirmando algo mas: a saber, que los principios revelados ilustrativamente en las leyes judiciales del AntiguoTestamento se deben reaplicar flexiblemente hoy en una manera diferente — en una manera que es personal o dirigida a la nueva forma eclesiástica del reino de Dios, y que su aplicación corriente se debe limitar sólo a esas esferas.


Esta última perspectiva es erronea

Considerese el ejemplo  siguiente. Guardar el Sexto Mandamiemo ("no mataras") una vez significó, entre otras cosas, que uno ne sea negligente donde la vida humana podría estar en peligro (por ejemplo, usando un hacha que tenía el mango flojo). Para decir que esta especificacion que define el Sexto Mandamiente ya no se aplica—es decir, que la negligencia cuando la vida está en peligro es ahora moralmente aceptable (por ejemplo, uno puede manejar legalmente con frenos desajustardos) — es en realidad altera el significado y el requisito mismo del Sexto Mandamiento. Es interferir con lo que Dios tenía en mente con Sus Mandamientos. Si cambiamios las explicacions y aplicaciones de las leyes judiciales de Dios (los principios que ilustran o ensenăm), seremos culpables de haber tergiversado el significado de Su Palabra. El decir que el Sexto Mandamiento es perpetuamente vigente, pero no lss leyes judiciales o de juicio relacionada con el, es convertir el "No Mataras" en un rótulo arbitario que cubre una clase de conducta en el Antiguo Testamento y que se pega a otra clase de conducta diferente en el Nuevo.


Puesto que los principios de las leyes judiciales definen al Decálogo, los principios de las leyes jurídicas (en su esfera de aplicación plena: personal y social, eclesiástica y civil) son tan perpetuas como el Decálogo mismo. En estos términos, la práctica del Nuevo Testamento que hemos observado previamente es repetir las leyes de juicio del Antiguo Testamento tan prontamente como ―y juntamente tron — los Diez Mandamientos (por ejemplo, la lista de deberes morales recitados al joven rico en Marcos l0:l9 incluye "No defraudes" juntamente con el Decálogo).



Conclusión

Hemos examinado textos específicos del Nuevo Testamento y hemos reflexionado sobre varios temas teológicos, pero ni en uno de ellos hemos encontrado evidencia convincente que contradiga la perspectiva formulada en este libro.

.Es posible que haya versículos biblicos que, cuando se los leen fuera del contexto teológico literario, den una impresión pasajera que "la Ley" ya no rige nuestra conducta. Al mirarlos mas detenidamente, sin embargo, ni un sólo texto dice que los prinćipíos de conducta enseñados en la Ley del Antiguo Testamento son actualmente inmorales, desactualizados, o incorrectos en la manera que definen la piedad. "Sabemos que la ley es buena," digo Pablo (1a a Timotco 1:8).

De una manera semejante, es posible que haya ciertos conceptos o consideraciones teológieas que sugieran inicialmente una desaparición de "la Ley" del Viejo Pacto.

Cuando se interpretan  correctamente y se analizan biblicamente, sin embargo, ninguno de estos temas teológicos lógicamente implica la abolición de los principios morales del Viejo Pacto. De no ser esto así, no tendríamos ninguna objeción de principio al situacionalismo o relativismo cultural y abandonariamos la autoridad objetiva, absoluta, universal de la moralidad biblica. La presuposición de Pahlo era clara: "Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios" (Romanos 3:19).

No hemos encontrado argumentos persuasivos contra la bondad y la validez universal de los principios morales enseñados en la Ley del Antiguo Testamento

Los críticos han dejado de ofrecernos un principio no-arbitrario, basado en las Escrituras, inambíguo por el cual puedan una vez para siempre descartar la definición de conducta o de actitudes buenas y malas del Antiguo Testamento  o (aun mas difícil) por el cual puedan distinguir entre porciones válidas e inválidas de la instrucción moral del Antiguo Testamento. No se puede evadir con éxito la validez general de la Ley de Dios para nuestra época, aparte de las modificaciones particulares de ella basadas biblicamente.