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LOS MANDAMIENTOS DE DIOS SON UNA
REGLA NO-LEGALISTA DE OBEDIENCIA
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"La Ley nos envía al Evangelio para que seamos justi-
ficados; y el Evangelio nos retorna a la Ley para in-
quirir cual es nuestro deber como gente justificada."
La Ley es Valida desde Todo Angulo
Los capítulos previos han explorado el tema de la Ley de Dios
en la ética cristiana desde una gran variedad de perspectivas.
Nosotros hemos consentido que con toda certeza teológica hay
que afirmar que los creyentes siguen hoy en día obligados a obedc-
cer la Ley de Dios. Cuando nos preguntamos que dice la totidad
de la Biblia acerca del estándar, el motivo, y la meta de la morali-
dad cristiana, la respuesta es que la Escritura apunta consistente -
mente hacia la validez de la Ley de Dios en nuestras vidas.
Desde la perspectiva normativa la Biblia enseña que la totali-
dad de la Palabra escrita de Dios es nuestro estándar de conducta,
que el trato basado en el pacto de Dios con los hombres (incluso
Sus estipulaciones para Su pueblo) es esencialmente uno, que la
santidad inmutable de Dios esta transcrita para nosotros en Su
Ley, que el Hijo de Dios nos dio un ejemplo al guardar la Ley, y
que el Espíritu do Dios moldea a los creyentes según el modelo de
justicia que se encuentra en la Biblia.
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Las Mandamientos de Dios Son una Regla No-Legalista de Obediencia
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Desde la perspectiva personal o motivacional la Biblia nos
muestra que la gracia, la le, y el amor cooperan para producir
obediencia al modelo santo de los mandamientos de Dios.
Desde la perspectiva teleologíca o consecuencial la Biblia ex-
plica que la Ley del Señor fue revelada para el bien de Su pueblo,
y de este modo hay una bendición prometida para los individuos
y las Sociedades cuyas actitudes y acciones se someten a las
estipulaciones de Dios.
La conclusión teológica de que la Ley de Dios continúa
siendo hoy en día una regla valida
de vida cuenta con el apoyo
específico de los texto del Nuevo Testamento que tienen que ver con
el terna. Hemos explorado la manera en que los autores del Nuevo
Testamento tratan los requisitos legales del Antiguo Testamento,
sólo para encontrar que hoy en día se le da aún mas aprobación
a la vigencia de la Ley. Esto se ha observarlo en el uso de la Ley
contenido en la enseñanza de Jesús y Sus apóstoles, la autoridad
de la Ley implícita en los principales temas éticos del Nuevo
Testamento, y en la aplicación de la Ley incorporada en los
juicios morales del Nuevo Testamento.
Finalmente, una comparación extensa de lo que el Antiguo
Testamento
decía acerca de la Ley de Dios con los correspondien-
tes temas en el Nuevo Testamento, reveló que hay una aćtitud
común hacia la Ley y una continuidad asumida entré los pactos en cuanto
a los principios morales de Dios en la Ley—a pesar de que el
Nuevo Pacto presentó elementos importantes de discontinuidad
referente a la relación del creyente con la Ley. En la era del
Nuevo Pacto la Ley del Antiguo Pacto del Señor retiene su vigencia
obligatoria.
Así que, tanto el discernimiento teológico como la enseñanza
específica del Nuevo Testamento coinciden en apoyar la Ley de
Dios como estándar de conducta. Si una persona desea agradar
al Señor, entonces tiene que intentar ajustar sus pensamientos,
palabras, y obras con las normas proclamadas en la Ley de Dios.
Por cierto que la ética cristiana abarca mas que la Ley de Dios
(considerando por ejemplo, asuntos como la capacitación, moti-
vación, maduración, discernimiento, y la aplicación éticas), pero
138 He aquí el estándar
nunca puede estar satisfecho con algo menos que la Ley de Dios
— porque la Ley suple un modelo y criterio de vida que honra a
Dios.
La Ley Es Natural, Universal
Como ese modelo y criterio es inmutable, la Ley sigue siendo
hoy en día uno de los puntos principales de la ética cristiana. El
estándar de santidad revelado por la Ley no es particularmente
para los judíos del Antiguo Testamento, ni tampoco lo es úni-
camente para los redimidos por Dios. Ése modelo es univer-
salmente obligatorio para todos los hombres creados, ya que es
"natural" en el sentido de que es propio de la relación Creador-
creatura, y en el sentido de que es revelado como obligatorio para
toda la humanidad (ya sea por medio de la creación y la concien-
cia, o por medio de la revelación escrita especial).
El estándar de la Ley permanece en plena vigencia en su
demanda sobre nuestra conducta como criaturas de Dios. La falta
de obedecerla nos hace pecadores. Cristo no vino para quitar el
estándar que nos hace pecadores, sino para expiar por el pecado
que nosotros cometemos. El Espíritu que Él da a los creyentes
obra para producir obediencia al estándar de justicia anterior-
mente rechazado en la Ley. En el juicio final, se juzgará a todos
los hombres a luz de ese mismo estándar inmutable. En toda edad.
estado, o circunstancia que se encuentre el hombre, su norma de piedad sigue siendo la Ley revelada de Dios.
En conformidad, en l774 Juan Newton, el teólogo, autor de
himnos, y ex-dueño de barcos de esclavos convertido al abolicio-
nismo, escribió: "Es un uso ilícito de la ley, es decir, un abuso de
tanto la ley como el Evangelio, el pretender que su realización
por Cristo liberta a los creyentes de cualquier obligación hacia
ella como regla. Tal afirmación no solo es mala, sino absurda
e imposible en sumo grado: porque la ley está fundada en la
relación entre el Creador y la creatura, y debe permanecer
ineludiblemente en vigor por cuanto esa relación subsiste. Mien-
tras que Él sea Dios, y nosotros creaturas, en cada cambio de
estado o circunstancias posible o imaginable, Él debe tener un
Los Mandamiento de Dios Son una Regla No-legalista de Obediencia 139
derecho sin rival a nuestra reverencia, amor, confianza, servicio,
y sumisión."
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La Ley Afirmada en la Tradición de Westminster
Uno de los comisionados a la Asamblea de Westminster era
Samuel Bolton, un estudioso reformado reverente que se inquietó
por las declaraciones hechas en su tiempo por los que se llamaban
los "anti-nomianos" (los que estaban en contra de la Ley de Dios
como una regla de obediencia, sobre la alegada base de la gracia
gratuita de Dios en el Nuevo Testamento). En 1645, mientras la
Asamblea de Westminster estaba aún en sesión, Bolton publicó
un tratado titulado, Los Límites verdaderos de la libertad cristiana. 2 En él, él expuso argumento tras argumento tomados de la Escritura
para probar que no estamos libres hoy en día de las obligaciones
morales de la Ley de Dios y que la Ley era compatible con la
gracia de Dios. El meollo del tratado de Bolton se resume en estas
palabras: "Nosotros reprimimos la ley con respecto a la justi-
ficación, pero la elevamos como una regla de santificación. La
ley nos envía al Evangelio para que seamos justificados; y el
Evangelio nos retoma a la ley para inquirir cuál es nuestro deber
como gente justificada." 3
Hablando de Mateo 5:17-18, Bolton dijo, "esto parece indicar
muy completa y claramente la continuidad de la obligación de
la Ley," y el siguió fortaleciendo su observación apelando a
Romanos 3:31; 7:12, 22, 25: Stg. 2:8; y 1a Juan 2:4; 3:4. "Por lo
tanto, ya que Cristo, quien es el mejor exponente de la ley, tan
considerablemente la fortalece y confirma (véase el Sermón del
Monte, y también Marcos 10:19); ya que la fe no suplanta, sino
fortalece la ley; ya que el apóstol tan frecuentemente apremia y
urge los deberes mandados en la ley de Dios en su mente, y
recalca que él estaba bajo la ley de Cristo (1a Co. 9:21); yo puedo
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1. Letters of John Newton (London: Banner of Truth Trust, 1960, pág. 46).
2. The True Bounds of Christian Freedom, reprinted (London. Banner of Truth Trust, 1964).
3. Ibid., pág. 71
140 He aquí el estándar
deducir correctamente que la ley, por su misma esencia, es aún
una regla de vida para el pueblo de Dios .... Si Cristo y Sus
apóstoles mandaban los mismos que requería la ley, y prohibían
y condenaban lo mismo que la ley prohibía y condenaba, entonces
ellos no la abrogaron sino que la fortalecieron y la confirmaron.
Y esto es exactamente lo que ellos hicieron: véase Mt. 5:l9 ....
Pero el que viola la ley peca, como dice el apóstol; ‘El pecado es
infracción de la ley' (1a Juan 3:4), y donde no hay ley, tampoco
hay trasgresión’ (Ro. 4:15). Por lo tanto, los cristianos están
obligados, si van a evitar el pecado, a obedecer la ley."4
Desde luego, Bolton reconoció que el cuerpo de la Ley del
Antiguo Testamento fácilmente se categoriaza en leyes morales,
judiciales, y ceremoniales―es decir, principios generales, aplica
ciones ilustrativas, y el camino de la expiación, Bolton vió la
Ley ceremonial como el acto de proveer a los judíos con una forma
de adoración que anticipaba la obra salvadora de Cristo y es-
tablecía una separación entre el pueblo de Dios y el mundo (los
gentiles). La Ley judicial proporcionó "una regla de equidad común
y pública" en los asuntos civiles. 5
Es evidente en el capítulo 19 de la Confesión de Fe de West
minster—especialmente a luz de la exposición del Catequismo
Mayor de la Ley de Dios—que los autores de la Confesión esta-
ban totalmente de acuerdo con Bolton en estos asuntos. La Ley
de Dios como entregada a Moisés expresa la misma regla perfecta
de justicia que es obligatorio para el hombre creado, aun antes
de la caída (l9:l―2).
El cuerpo de la Ley contenía leyes ceremoniales que tipificaban
la obra salvadora de Cristo y ciertas instrucciones morales relativas
a la separación santa del pueblo de Dios del mundo incrédulo
(l9:3). También contenía leyes judiciales formuladas particularmente
para el antiguo estado civil judío, cuya equidad general siguen
siendo obligatoria para la humanidad (19:4). Aunque la Ley no es
una manera de justificación personal, continúa siendo una regla
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4. Ibid, págs. 61,62, 66.
5. lbid., pág. 56.
Los Mandamientos de Dios Son una Regla NO -Legalista de Obediencia 141
de vida tanto para los salvos como para los incrédulos; Cristo en
el Evangelio no abroga sino fortalece esta obligación (l9:5-7).
Esto NO Es "Legalismo"
Nos vemos forzados a concordar con la Introducción del
Editor de la reedición de la obra de Bolton contra el antinomia-
nismo: "El estigma del "legalismo" lanzado muchas veces contra los
que formularon la Confesión de Fe de Westminster no encuentra
justificación en esta obra instructiva y edificadora." 6 Mantener
la plena autoridad de la Ley de Dios ―—conclusión a la que cada
enfoque de estudio bíblico nos impulsa —― implica de alguna manera
impopularidad para con mucha gente en la actualidad, y será
tildadn como "legalismo." Juan Murray podía contestar simple-
mente a tal acusación: "De cierto es raro que esta clase de anti-
patía a la noción de guardar los mandamientos sea tomada en
serio por cualquier creyente que es un estudiante sincero del
Nuevo Testamento." 7
En vez de tratar con los numerosos argumentos textuales y
teológico; que apoyan la validez de la Ley hoy en día, algunos
prefieren tomar un camino mas fácil descartando tal idea y ponien-
dole la etiqueta de "legalismo." Pero la etiqueta no se adhiere. Ni
tampoco desaparecerá la esencia de nuestro deber moral ante
Dios por el mero conjuro de una palabra.
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6. Ibíd., pág. 12,
7. Principles of Conduct (Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 1957), pág. 182.