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EL ESTANDAR


La Autoridad de la Ley

de Dios para Hoy

por

Greg L. Bahnsen


Instituto para la Economía Cristiana


Tyler, Texas



TABLA DE CONTENIDO
23. LA LEY Y LA POLITICA EN EL ISRAEL DEL
ANTIGUO TESTAMENTO

"Cuando los que gobiernan por Dios se alejan de Sus

leyes, entonces tienen que Ser juzgados por Dios. La

fundación misma del orden civil queda minada cuando

los jueces no disciernen entre el bien y el mal."



Muchos Cristianos quieren tomar posiciones distintivas con

respecto a los asuntos de la moralidad sociopolítica. Sin embargo,

esto ha llegado a ser muy difícil una vez que se ha olvidado o

rechazado el uso político de la Ley de Dios. Desgraciadamente,

últimamente hasta los escritores en la tradición general de la

teología reformada han repudiado ese uso de la Ley de Dios.

Como respuesta, nosotros preguntamos si la Biblia enseña que los

magistrados civiles debieran obedecer y asegurar el cumplimiento

de las porciones pertinentes de la Ley del Antiguo Testamente.

En cierto sentido lo estudiado previamente ya nos ha brindado

una respuesta aparente a esta pregunta. Hemos visto que hoy día

la Biblia entera es nuestro estándar de moralidad, ya que Dios

no tiene un estándar doble de justicia. Mas bien, la Ley refleja la

santidad inmutable del Señor, habiendo sido obedecida perfecta―

mente por Cristo (nuestro ejemplo) y puesta en vigor dentro del

creyente por el Espíritu Santo (nuestro poder). Hemos visto que

tanto el Viejo como el Nuevo Pacto tienen una perspectiva uni—

179

180 He aquí el estándar

forme de la ley de Dios, y que Cristo Mismo declaró que cada

trazo del Antiguo Testamento continúa teniendo validez después

de Su venida a la tierra para salvar a los pecadores. Repetidas

veces los autores del Nuevo Testamento asumen el estándar de la

Ley en sus temas éticos y hacen aplicación de la Ley en sus

juicios morales. Cada escritura, cada punto, cada palabra, y ver-

daderamente cada letra de la Ley del Antiguo Testamento es

apoyada en el Nuevo Testamento.

Por lo tanto, pareciese obvio que los aspectos socio-políticos

de la Ley del Antiguo Testamento retendrían su vigencia ae-

tual ― que son autoritativos para los magistrados civiles de todas

las épocas y las culturas. Tal como los padres, agricultores, co

merciantes, y otros tienen deberes morales impuestos a ellos en la

Ley del Antiguo Testamento, así también los líderes civiles tienen

deberes obligatorios en la Ley del Señor para sus actividades

oficiales.

No obstante, no todos están dispuestos a apoyar la aplicabili-

dad corriente de la Ley del Antiguo Testamento en la esfera

particular de la política civil. Es posible que la Ley entera sea

apoyada en el Antiguo Testamento, se piensa, pero hay una

actitud diferente en el Nuevo Testamento hacia el magistrado

civil. La idea aceptada parece ser que a causa de que el magis-

trado del Israel del Antiguo Testamento era en varias maneras

particular — siendo elegido por Dios en una manera especial, siendo

una prefiguración de la persona de Cristo, etc.—la Ley por la

cual este magistrado había de gobernar la Sociedad debía haber

sido también única, aplicable solamente a Israel. En resumen,

Se dice que hubo una doctrina extraordinaria del oficio del magis-

trado civil en la revelación del Antiguo Testamento para Israel,

y siendo así, lo que era el deber moral para los líderes judíos del

Antiguo Testamento no debiera ser aceptado como un estándar

para la ética política hoy en día.

La falacia formulada en esta línea de pensamiento es la

suposición de que si dos entilarles son en alguna manera diferen-

tes, entonces son diferentes en todas las maneras. Lo que se ha

pasado por alto es la clara posibilidad de semejanza - ni una identi-

La Ley y la Política en el Israel del Antiguo Testamento 181

dad total ni tampoco una diferencia completa, con elementos

comunes y diferentes entre las dos cosas

. Un tanque y un

automóvil deportivo son parecidos con respecto a su marcha

sobrre ruedas, pero son diferentes en su velocidad, poder, y apa-

riencia. Además, es bien posible que los magistrados judíos del

Antiguo Testamento hayan sido diferentes a los magistrados gen-

tiles en algunos respectos, y con todo muy parecidos en otros

aspectos.

El Magistrado Civil

La Biblia parece enseñar que una manera en que todos los

magistrados son semejantes - ya sean judíos o gentiles, del Antiguo

Testamento o del Nuevo Testamento - es en los principios de justicia

que les son impuestos por el Creador.

Dios no tiene un estándar

doble de justicia. Por esto, las leyes que El estipulaba a los magis-

trados judíos del Antiguo Testamento para que las siguiesen son

tan aplicables a los problemas del crimen premeditado y su castigo

hoy en día como lo eran en el Israel del Antiguo Testamento. En

la actualidad como en aquel entonces, la sociedad necesita saber

como hacer frente a los ataques contra la dignidad humana, la

libertad, la seguridad, y el honor. Los magistrados de todas las

edades necesitan dirección para tratar con el homicidio, el se-

cuestro, la violación, el perjurio, y cosas semejantes. Y en este

respecto, el magistrado del Israel del Antiguo Testamento seria

exactamente como cualquier otro magistrado - sujeto a la justicia

inmutable y a la validez continua de la Ley revelada de Dios para

los asuntos socio―políticos.



Esto podemos ver al estudiar la enseñanza bíblica acerca de

los magistrados civiles de Israel y de las naciones gentiles a su

alrededor en el Antiguo Testamento, y luego del Nuevo Testa-

mento.

Desde luego, no solo vemos la vigencia continua de la

Ley del Antiguo 'Testamento en general, sino también vemos la

perspectiva básicamente uniforme sobre el gobierno civil que la

Palabra de Dios enseña. Las gobernantes tienen las mismas obli-

gaciones y tienen los mismos estándares del bien y el mal en todas

las culturas. Habiendo examinado esta situación en la Escritura,

182 He aquí el estándar

podemos dirigirnos a la cuestión de la separación Iglesia / Estado

y la penología, Nuestro examen comienza bosquejando los temas

básicos de la perspectiva bíblica del magistrado civil del Israel del

Antiguo Testamento.

1. No debemos resistir los lideres designados por Dios.

Dios fue reconocido en el Antiguo Testamento como Aquel

que ordenaba y quitaba los líderes de Israel. No había autoridad

alguna en la sociedad israelita sino por ordenación de Dios, y los

que gobernaban fueron ordenados a tal liderazgo por Dios. Por

un lado la gente seleccionaba y confirmaba sus líderes (como en

1a de Reyes 12:20 o 2a de Reyes 9:l3), y por el otro lado hubo

un decreto divino correspondiente que establecía soberanamente

al gobernante (como en 1a de Reyes 11:31 o 2a de Reyes 9:l-2).

El poder soberano de designación de Dios es aclarado bien en

Oseas 13:11, "'Te dí rey en mi furor, y te lo quite en mi ira." En el

Israel del Antiguo Testamento, los poderes reinantes eran ordena-

dos por Dios.

Por eso era estrictamente prohibido que la gente resistiese la

autoridad de sus líderes políticos. Había que dar honor al que se le

debía. Así, la ley de Dios prohibía toda denigración del gober-

nante (Éxodo 22:28), y Pablo mismo apelaba a este estándar en

su propio caso (Hechos 23:5). David no se atrevió a levantar su

mano en contra de Saúl porque el era el ungido del Señor (1a de

Samuel 24-:7,11, 26:23). La posición exaltada del rey era tal que

uno debía obedecer Su mandato, no oponerse a su repudio, no

contravenir su poder, ni renunciar a la lealtad (Eclesiastés 8:2-5).

De acuerdo a esto, los ciudadanos del Antiguo Testamento eran

enseñados a que debían someterse a las autoridades superiores,

no resistiendo a los poderes ordenados por Dios.

2. Llevando títulos religioso, los gobernantes eran los vengadores de la ira divina.

En el sistema político del Antiguo Testamento, los hijos del rey

solían ser los consejeros políticos a su lado (véase 1a de Crónicas

27:32-33). En 1a de Crónicas l8:l7 leemos del oficio político

La Ley y la Política en el Israel del Antigua Testamento 183

designado como "los príncipes cerca del rey," y el pasaje paralelo

en 2a de Samuel 8:18 nos informa que este oficio era llenado por

los hijos de David. Lo que nos interesa aquí es que en este ultimo

versículo, estos oficiales políticos se llaman "sacerdotes." La misma

palabra hebrea para el oficio cultito de sacerdote se usaba para

estos gobernantes políticos - así como era aplicado de manera se-

mejante al oficial de David, Ira jaireo (2a de Samuel 20:26; véase

2a de Samuel 23:38). En 1a de Reyes 4:2-6 encontramos una lista

de los oñeiales de Salomón, donde Zabud es llamado el "ministro

principal" (sacerdote) y el texto inmediatamente explica este

oficio como "amigo del rey" (su consejero continuo). La cabeza

de los "sacerdotes" políticos -el sacerdote principal (o primer ad-

ministrador del reino) — es llamado Azarias en el mismo pasaje.

Lo que aprendemos es que los gobernantes de Estado en el

Antiguo Testamento se veían tan íntimamente ocupados con los

asuntos de la Palabra de Dios y tan estrictamente sujetos a Su

mandamiento, que ellos pedían recibir títulos religiosos habituales

Los magistrados en Israel eran ministros genuinos de Dios, auto-

rizados a gobernar según Sus estándares justos como Sus represen-

tantes en la sociedad.

Los gobernadores civiles del Antiguo Testamento eran orde-

nados por Dios, no se les debía resistir, y llevaban títulos religiosos

como los representantes de Dios en la Sociedad.

Su función prin-

cipal era la de vengar la ira de Dios contra los violadores de Su

Ley para lograr la justicia social.

Una y Otra vez el Antiguo Testamento asocia la espada de

juicio con Dios, quien trajo castigo histórico sobre la rebelión

de les hombres. Hasta Israel era amenazado con el juicio de la

espada si ella quebrantaba la Ley del Señor (por ejemplo, Levítico

26:25, 33, 36-37) — una amenaza llevado a cabo en su clímax ocurrió

cuando Israel cayo a filo de espada según la palabra de Cristo

(Lucas 21:24). La espada de la venganza pertenece a Dios. Y sin

embargo, también se asocia la espada repetidamente con la volun-

tad de Dios para el dominio civil. El gobierno humano esta sim-

bolizado por la espada, ya sea que la maneje Faraón (Éxodo

18:14) o Saúl (2a de Samuel 1:22). La función correcta de la

184 He aquí el estándar

espada es la de ejecutar a los criminales violadores de la Ley de

Dios

(por ejemplo, 1a de Reyes 1:51; 2:8; etc.). Siempre que la

espada se usa autónomamente—siempre que los hombres usan

el poder político y el castigo ilícitamente - se usa en una manera

pecaminosa (por ejemplo, 1a de Samuel 22:19). El manejo de la

espada es vano en efecto, si no se usa en conformidad a la Ley

de Dios. El magistrado en Israel no tenia ningún derecho para

matar a los hombres independiente de la dirección y la palabra

de Dios.

Podemos ver además que la ira y la venganza son atribuidas constan-

temente a Dios en su pureza y justicia.

Ellas son la retribución expre-

sada contra los que se atreven a profanar el pacto del Señor

(Sa1mos 54:20·21), a violar Sus leyes (por ejemplo, Deuteronomio

11:7), o pecar (por ejemplo, Números 11:1). Entonces Cuando en

el Antiguo Testamento se diré que el magistrado civil expresa ira

y venganza es solamente natural esperar que el gobernante esta

expresado la ira de Dios en venganza contra los malhechores (por ejemplo,

Josué 7:25; 22:20; 2a de Reyes 12:5).

El Antiguo Testamento declaró que la venganza pertenecía

a Dios, que Él retribuiría (Deuteronomio 32:35, 41).

Sin embargo,

enseñaba que el magistrado civil estaba ordenado a llevar a cabo

la venganza contra los transgresores de la Ley de Dios en cuanto

a la conducta social (por ejemplo, Éxodo 21:20-21; Deuteronomio

18:19). La venganza, pues, se tiene que basar en la santidad de

Dios (Salmos 98:8); es ocasionada, por lo tanto, por el pecar

contra Su Ley (por ejemplo, Ezequiel 7:27; 9:1; 20:4; Óseas 1:4;

2:13; Zacarías 5:3). Como agente de la ira de Dios, el magistrado

civil fue visto en el Antiguo Testamento como el representante o

diputado de Dios en el Estado.

El Dios de la Biblia es un Dios de Ley y justicia (Isaías 33:22;

Deuteronomio 32:4), no es uno que actúa de manera caprichosa

o arbitraria, Él siempre juzga con justicia (Salmos 96:13), y espera

que lo hagan así los demás (Levítico 19: 15).

Para hacer justicia uno

tiene que guardar el camino de Jehová y seguir Sus ordenanzas

(Génesis 18:19; Deuteronomio 33:21). Moisés declaraba confiada-

mente a Israel: "¿Que nación grande hay que tenga estatutos y



La Ley y la Política en el Israel del Antiguo Testamento 185

juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de

vosotros?"

(Deuteronomio 4:8), Ahora bien, por sobre todas las

demas cosas, Dios requería que los gobernantes civiles de Israel

demostrasen justicia en todas sus decisiones. "No harás injusticia

en el juicio, . . . con justicia juzgares a tu prójimo" (Levítico

19:15; véase Deuteronomio 16:18). Amos el profeta clamé para

que el pueblo de Dios estableciese "la justicia en juicio" (5:15) y

de esta manera dejar "correr el juicio como las aguas, y la justicia

como impetuoso arroyo" (5:24).

Claramente

, si el Dos de justicia requiere que los gobernantes

terrenales gobiernen con justicia, entonces aquellos gobernantes

son obligados a observar la Ley de Dios en todos sus juicios. Así

como Dios no justifica al impío (Éxodo 23:7), elles no deben justifi-

car al culpable Deuteronomio 25:1). Ellos deben juzgar como El

juzga.

Dice el Antigua Testamento acerca de Dios, "Justicia y juicio

son el cimiento de tu trono" (Salmos 89:14). El trono del rey

terrenal había de establecerse de la misma manera, sobre la justi-

cia (Salmos 72:1-2), esto pasaría si el rey no se desviaba de los

mandamientos de Dios Deuteronomio 17:18-20). Como vemos,

el Señor erige los reyes sobre sus tronos ("como rey para Jehová

tu Dios. . , para que hagas justicia y justicia" 2a de Crónicas 9:8).

En sus decisiones, "el juicio es de Dios" (Deuteronomio 1:16-17),

y por esa razón los jueces civiles podían ser designadas como

"dioses" (Salmos 82:1, 6). Cuando castigaban a los malhechores

según las sanciones penales de la Ley de Dios, los jueces ponían

de manifiesto que imitaban a Dios (Génesis 9:5-6), Como diputa-

dos de Dios en la sociedad - a representantes de Su justicia y ven-

ganza—los magistrados civiles estaban obligados a desenvainar

la espada según la dirección y Ley del mismo Dios.

3. Los magistrados deben impedir la maldad gobernando según la Ley de Dios

,

En el Antiguo Testamento, los que se mostraban dignos esta-

ban a salvo, pero los malvados morían (por ejemplo, 1a de Reyes

1:52). Así que, "la ira del rey es mensajera de muerte" (Proverbios



186 He aquí el estándar

16:14). Por consiguiente, el magistrado civil es llamada a ser un

terror a los malhechores. Ahora, si los gobernantes civiles de

Israel eran ordenados por Dios como Sus diputados para ser un

terror a los malhechores (pero no amenaza a los justos), ¿no es

obvio que ellos habían de gobernar según la Ley de Dios? Si ellos

descansaban en su propia sabiduría y discernimiento moral, facil-

mente podían haber juzgado con parcialidad, indulgencia, y seve-

ridad en vez de la pureza de la justicia de Dios. Porque hasta los

gobernantes civiles entre el pueblo elegido de Dios eran pecadores

que necesitaban la dirección y corrección de la revelación de

Dios, especialmente en sus decisiones oficiales que afectaban a la

nacion y su rectitud.

De este modo,

el Antiguo Testamento enseñaba que la justicia

era pervertida siempre que se alejaba de la Ley de Dios (Habacuc 1:4).

Puesto que se requería a los jueces ejecutar justicia y rectitud

(Jeremías 22:3), Dios dijo: "En los casos de pleito ellos estarán para

juzgar; conforme a mis juicios juzgaran; y mis leyes y mis decretos

guardaran" (Ezequiel 44:24). Era prohibido a los reyes tramar el

mal por medio de la Ley (Salmos 94:20), estando bajo obligación

de "observar sus estatutos [de Dios], y mandamientos, sus decretos

y sus testimonios, de la manera que esta escrito en la ley de

Moisés" (la de Reyes 2:3).

Una y otra vez,

los gobernantes de Israel agradaban al Señor

al dedicarse a guardar Sus mandamientos (por ejemplo, las refor-

mas de Josias y Ezra). La razón por la cual los reyes habían de

permanecer sobrios era para que no se les olvidara "la ley, y

pervertirán el derecho" (Proverbios 31:5). Diariamente tenian

que leer la Ley de Dios (Deuteronomio 17:19), y mañana tras

mañana ellos tenar que castigar a los hacedores de iniquidad

(Salmos 101:8).

Es lógico

, desde luego, que aquellos gobernantes que re-

chazaban la Ley de Dios en su capacidad oficial como magistra-

dos civiles eran sujetos a la ira del juicio de Dios. Isaías clamo,

"¡Ay de los que dictan Leyes injustas, y prescriben tiranía" (10:1).

Salmos 82 enseña que Dios mismo se pone de pie en la corte de

ley de los "dioses" (jueces) para reprochar juicios injustos pasados



La Ley y la Política en el Israel del Antigua Testamento 187

allí. Cuando los que rigen por Dios se desvían de Sus leyes, enum-

ces Dios tiene que juzgarlos. La fundación misma del orden civil

queda minada cuando los jueces no disciernen entre el bien y el

mal (véase l° de Reyes 3:9).

El Antiguo Testamento abunda con ilustraciones del juicio

de Dios sobre los reyes, gobernantes, y jueces de Israel que se

desviaban de los principales justos de Su Ley en su gobierno sobre

la sociedad.

Señala especialmente al rey Acab, quien para sus

propios fines egoístas uso el falso testimonio, el robo, y hasta el

homicidio (1a de Reyes 21:1-22). Esas eran las cosas que quedaron

grabadas por los historiadores para la posteridad para que nos

sirvan como un ejemplo, ¡no los prodigios de Acab en batalla que

son conocidos en los relates seculares de la época! Era de impor-

tancia crucial en Israel que los gobernantes obedeciesen la Ley

del Señor. Los que, como Jeroboam y Jehu, se alejaban de los

mandamientos de Dios y hacían que la gente pecase, causaban

que la maldad cayese sobre sus propias casas, y fuesen destruidas

por Dios (1a de Reyes 14:8-10; 16;2-3). Cuando los príncipes se

hacían injustas y rebeldes, toda la ciudad se consideraba como

injusta (Isaías 1:21·28), y tarde o temprano Dios siempre juzgaba

la injusticia. Cuando los judíos volvieron de su exilio y cautiverio,

confesaron que sus reyes no habían guardado la Ley de Dios

(Nehemias 9:34-37), y en el Jerusalén restaurado los magistrados

determinaron dictar juicios verdaderos y pacíficos en las cortes de

Ley (Zacarías 8:16),

La Ley y la política en el Israel del Antiguo Testamento giraba

en torno a la Ley de Dios para el magistrado civil.

¿Pero qué

diremos de los gentiles? ¿Tenían sus gobiernos principios morales

diferentes que los de Israel? A esta pregunta hemos de dirigir ahora

nuestra atención.