24 LA LEY Y LA POLITICA EN
LAS NACIONES CIRCUNDANTES DE ISRAEL
"Dios no eximió e las naciones vecinas de Israel de las
demandas de Su justicia, sino que las responsabilizó
por su degeneración moral."
La Ley y la política en el Israel del Antiguo Testamento giraban en torno a la Ley de Dios aplicable al magistrado civil. Virtualmente cualquier cristiano que ha leído la Biblia y que tiene interés en una postura política cristiana concordaría con esto. En la "teocracia" del Antiguo Testamento, Dios claramente da leyes a Su pueblo para ser obedecidas en el sector político de la vida.
Sin embargo, se suele pensar que aquellas leyes "teocraticas" dadas a Israel para su vida política son de poca utilidad a la teoría política cristiana actual. ¿Por que? ¿Eran las leyes del Antiguo Testamento acerca del crimen y el castigo menos inspiradas que la profecías acerca de Mesías venidero? Pues, no se nos dirá. ¿Eran las leyes del Antiguo Testamento acerca del crimen y el castigo un reflejo menor del carácter santo e inmutable de Dios que los mandamientos sobre la actitud del corazón de cada uno hacia su prójimo?
Pues, no, se nos contestara otra vez. ¿Eran las leyes del Antiguo Testamento acerca del crimen y el castigo ceremoniales (o restauradoras, redentoras) en carácter como el sistema sacrificial, meras sombras que serian sustituidas por la realidad del Mesías venidero y Su obra? Bueno, no, se nos responderá una vez mas. ¿Por qué entonces, se considera a las leyes "teocráticas" relativas a la esfera política como de escaso valor orientador para la teoría política cristiana contemporánea?
La respuesta que se ofrece con frecuencia en la actualidad es que las leyes políticas dadas por Dios a Israel como una "teocracia" eran únicamente para Israel. Por cierto sólo a Israel se le dio una revelación escrita de estas leyes. Todos concuerdan en eso. Pero ese solo hecho no implica que únicamente Israel estaba obligado a obedecer los principios morales expresados en tal revelación escrita.
Después de todo, Dios escribió a las iglesias de Efeso y Colosas por medio de Pablo que los hijos debieran obedecer a sus padres (Efesios 6:1; Colosenses 3:20), y nadie cree seriamente que esa realidad implique sólo que los hijos de padres cristianos están bajo la obligación moral de obedecer a sus padres. Por lo tanto, la realidad que sólo a Israel le fue entregada una revelación especial de ciertas leyes políticas no implica que sólo Israel estaba obligado a guardar tales leyes.
Los Gentiles Estaban Bajo la Ley de Dios
Lo que Dios revelaba por escrito a Su pueblo escogido y redimido acerca d e sus deberes morales era también revelado por Dios — sin palabra escrita ― a todas las demás personas en la creación.
Pese a no haber recibido la Ley los gentiles tienen la obra de la Ley escrita en sus corazones, lo que condena su conducta pecaminosa. Este es el testimonio de Pablo en Romanos 2:12-16, y es la verdad fundamental del evangelio universal de salvación que Pablo luego elabora en Romanos. Todo el mundo está bajo la obligación de los principios de la Ley de Dios- cualquiera sea la forma en que se los han recibido, escritos o no―y en estos términos todos pecaron, y tienen necesidad de la redención de Cristo (Romanos 3:23). Aquí no hay acepción de personas para con Dios. Él tiene el mismo estándar para todos los hombres que Él creó. Y todos los hombres conocen esos estándares en virtud de haber sido creados en la imagen de Dios, de vivir en el mundo creado por Dios, y de la obra clara de revelación general y especial de Dios. Sin embargo, hay cristianos que mantienen que con respecto a la subclase especial de las leyes reveladas a los judíos en el Antiguo Testamento, esas leyes se dirigían a Israel para que ellos solamente las guardasen. Estas leyes eran de carácter político. Los reyes y los jueces de Israel estaban obligadas a obedecerlas, se nos dice, pero no los gobernantes de otras nacientes. Todos los hijos —judíos o gentiles—estaban en la obligación moral de obedecer a sus padres, pero se dice que sola los gobernantes judíos (no los gentiles) tenían la obligación moral de castigar los crímenes (por ejemplo, el asalto violento a los propios padres) en la forma determinada por la Ley del Antiguo Testamento. Según esta perspectiva, algunas leyes de Dios eran universales en obligación, y otras eran leyes locales.
¿Es tal distinción de leyes universales y locales hecha en el inspirado texto del Antiguo Testamento?
Pues, no, se debe admitir. ¿Es tal delineación de las leyes universales y locales presentada hecha en la enseñanza de Pablo acerca de la revelación universal de los estándares morales de Dios? Pues no, se tiene que admitir una vez mas. En realidad, la epístola romana afirma bien claro que los que cometen delitos abominables así como la homo-sexualidad saben "que los que practican tales cosas son dignos de muerte"` (Romanos l:32).
No parece haber ninguna evidencia bíblica obvia para la opinión de que las leyes políticas del Antiguo Testamento eran destinadas sólo a Israel para obedecerlas.
Casi cada renglón de consideración teológica nos inclinaría a la conclusión opuesta:el Creador de todos los hombres, quien tiene un carácter inmutable,ha revelado los estándares de Su Ley a cada nación de hombres y responsabilizará a los hombres por su conducta en todas las áreas de la vida, incluso la política. Si Sus estándares han recibido una expresión clara, escrita a un grupo especial de hombres — los judíos — entonces parecería razonable que todos los hombres presten atención a esas leyes escritas y traten de atenerse a ellas.
Cuando cambiamos de temas teológicos a una lectura específica de la Escritura, esta es la perspectiva que encontramos definitivamente decretada. Como bendición especial, Dios dio a los judíos una expresión escrita de Su Ley (para todas las áreas de la vida), y aquella Ley escrita debía Servir como modelo para todos las naciones ―no solamente Israel. Al dar a Israel la Ley de Dios para guardarla en la tierra "teocrática," Moisés fue inspirado a decir: "Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es nuestra sabiduría y vuestra inteligencia antes los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta .... Y ¿que nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?" (Deuteronomio 4:5-8). La Ley de Israel era un modelo para todas las naciones circundantes. Y era un modelo con respecto a todos los estatutos entregados por Dios a través de Moisés — incluso, estatutos relacionados a los asuntos políticos como el crimen y el castigo.
Cuando consideramos la enseñanza bíblica acerca de la Ley y la política en el Israel del Antiguo Testamento, encontramos en resumen que : (1) No se debía resistir a los gobernantes designados por Dios; (2) los gobernantes eran vengadores de la ira divina y tenían títulos religiosos; y (3) los magistrados debían refrenar la maldad gobernando según la Ley de Dios. Un examen de lo que el Antiguo Testamento enseña acerca de los gobernantes de las naciones gentiles nos llevará a dar importancia a estos tres puntos acerca de los magistrados no judíos. Por lo tanto, la doctrina de los deberes morales del magistrado civil es uniforme en el Antiguo Testamento.
El hecho que Dios estaba tratando con Israel en una manera redentora y basada en el pacto, sin colocar Su amor electivo sobre ninguna otra nación (véase Amos 3:2), no presentaba una disparidad o diferencia en los principios morales entre Israel y las naciones. Todos los que se extravían de los estatutos de Dios — por cierto, todos los malos de la tierra—son condenados por Dios, según Salmos 119:118―119. En conformidad, no había ningún reconocimiento de leyes diferentes para distintas clases de gente (tales como judíos, gentiles) en el Antiguo Testamento, "Un mismo estatuto tendréis para el extranjero, como para el natural; porque yo soy Jehová vuestro Dios" (Levítico 24:22). Con respecto a la política, como en todo lo demás, Dios no tenía un estándar doble de moralidad. La justicia de Su Ley se había de establecer como una luz a los gentiles (Isaías 51:4). Verdaderamente, la esperanza profética era que todos las naciones fluirían a Sión, diciendo "Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de jacob; y nos enseñará sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra" (Isaías 2:2―3).
La perspectiva del Antiguo Testamento era que la Ley de Dios tenía pertinencia internacional y cívica.
Su carácter obligatorio no estaba limitado a las fronteras de Israel. En efecto, la literatura sapiencial del Antiguo Testamento (por ejemplo, el libro de Proverbios) aplicó sabia y prácticamente la Ley de Dios, y fue escrito para todo el mundo. La sabiduría de Proverbios tuvo importancia universal, y expresa verdades axiomáticas para todos, En vez de ser local y nacional, la literatura sapiencial fue destinada usarse en la relación cultural con los otros pueblos. La Ley de Dios ― la sabiduría de Israel ante los demás pueblos (véase Deuteronomio 4:6, 8) ― había de servir para el gobierno moral del mundo.
Los Magistrados Civiles de los Gentiles
La enseñanza bíblica acerca del magistrado en las naciones gentiles durante el período del Antiguo Testamento, reflejando un paralelo con la enseñanza acerca de los magistrados de Israel, comienza con la verdad que:
l. No debemos resistir a los gobernantes asignados por Dios
Los líderes de los poderes extranjeros entorno a Israel eran siervos de la voluntad de Dios. Faraón tenía que aprender la lección que Dios era insuperable en toda la tierra en términos de poder y autoridad (Éxodo 19:14-16). Los reyes gentiles estaban sujetos a la reprobación de Dios (Salmos 105:14). Todos los magistrados civiles debían su autoridad a la disposición soberana del Dios de la historia, y como tal ellos estaban sujetos a Su reinado, siendo elevados o derribados según Su decreto (Ezequiel 17:24).
Dios dio la tierra a los que a Él le pareció bien (Jeremías 27:5). Dios quebrantaría el yugo del rey de Babilonia o lo establecería como hierro (Jeremías 28:1-14). El era "Altísimo" sobre la tierra (Salmos 9:2; 83:18), estableciendo el curso de las naciones sujetas a Su reprensión (Salmos 9:4-8; 83:9-12). Aun los gobernantes "bestiales" han recibido su autoridad de parte de Dios (Daniel 7:6). Daniel, un judío en exilio quien obtendría honores políticos, escribió que Dios "quita reyes, y pone reyes" (2:21); "el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere" (4:25). Tanto Nabucodonosor como Belsasar, líderes gentiles, tenía que aprender esta verdad bajo la mano terrible del juicio de Dios (Daniel 4:28-34; 5:18-28). Las naciones entorno de Israel tenían que saber que Dios es quien soberanamente designa y quita a los gobernantes. Verdaderamente, habiendo aprendido esta lección, Nabucodonosor envió un decreto a todas las naciones para que ellos también reconociesen que Dios domina en los asuntos políticos de los hombres (Daniel 4:1-3). El Antiguo Testamento, entonces, enseñaba que con respecto a los magistrados gentiles "las autoridades superiores. . . por Dios han sido establecidas" (tal como lo hace Romanos 13:1).
Se había que dar sumisión y respeto a tales autoridades. Dios prohibía la resistencia en contra su legítima autoridad. Los que respetaban a Dios debían honrar también al rey (Proverbios 24:21).
La oposición a las reglas ordenadas por Dios traería tanto castigo por parte del gobernante como de Dios (vs. 21-22). Pedro aludía a estos versículos al escribir 1a de Pedro 2:13-14 para los Cristianos que vivían bajo gobernantes no-cristianos. Asimismo, en el Antiguo Testamento, la instrucción de buscar la paz política (Salmos 34:14) era ensenada como aplicable aun cuando los gobernantes gentiles ejercían el poder sobre el pueblo de Dios: "Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tenderéis vosotros paz" (Jeremías 29:7). Parcélelo a este mandato esta la instrucción de Pablo de ofrecer oraciones por reyes y oficiales superiores a fin de que fuese posible tener una vida reposada (1a a Timoteo 2:1-2). El pueblo de Dios en la "dispersión" (1a de Pedro 1:1) debía buscar la paz aun bajo la amenaza de persecución (1a de Pedro 3:10-14, repetido en Salmos 34:14).
Entonces, si Dios ha decretado que Nabucodonosor suba al poder, . . "a la nación y al reino que no sirviere a Nabucodonosor rey Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, castigare a tal nación. . . dice Jehová" (Jeremías 27:8), Los que resisten a los gobernantes designados por Dios recibirán juicio, aun como Pablo enseñaba en Romanos 13:2.
2. Llevando títulos religiosos, los gobernantes debían satisfacer la ira divina.
En Israel los títulos de "mi siervo" y "mi pastor" tenían insinuaciones religiosas claras a causa de su significado tipológico, apuntando al Mesías venidero (por ejemplo, Isaías 53:11; Ezequiel 34:23).
Lo que tiene interés para nosotros es que se usaban títulos de tal sentido religioso a los gobernantes políticos ajenos a Israel. Nabucodonosor fue llamado por Dios "mi siervo" (Jeremías 25:9, etc), y Ciro fue llamado ‛‘mi pastor" (Isaias 44:28). De hecho, Ciro incluso es designado por Jehová "su ungido" ("cristo" en la traducción griega) en Isaías 45:1. Estos títulos muestran cuán religiosamente importante era el oficio del magistrado en las tierras gentiles, según la Palabra de Dios.
Como representantes y siervos del Altísimo los magistrados gentiles estaban obligados a vengar la ira de Dios contra los malvados. Por ejemplo, el rey asirio era la "vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira" (Isaías 10:1). Dios "encargo" a Asiría hacer Su trabajo de venganza, y cuando Asiría cerraba sus ojos a su posición de siervo bajo Dios, fue castigada por su corazón duro y su arrogancia auto-suficiente cuando atacó a Israel (Isaías 1:12-13). En la perspectiva del Antiguo Testamento, por lo tanto, Dios era visto como entronizado sobre todos las naciones (Salmos 47:2, 7, 8), convirtiendo a todos los gobernantes gentiles en diputados de Dios. "De Dios son los escudos (gobernantes) de la tierra," declaró el salmista (47:9). La autoridad civil de todas las naciones es secundaria y subordinada a la autoridad de Dios, Dios rige de entre las naciones con justicia según el Antiguo Testamento (Salmos 93:l-2, etc.).
Como diputados designados por el Dios Altísimo, los gobernantees gentiles estaban bajo la obligación moral de gobernar según los estándares de Díos. Los proverbios indicaban, "con justicia será afirmado el trono," y "el rey con el juicio afirma la tierra"
(Proverbios 16:12; 29:4). Por eso, el trono de todo magistrado debe tener la semejanza del trono de Dios, fundado sobre justicia (Salmos 97:2). La dirección y las decisiones tomadas por los magistrados civiles ― aun entre los gentiles ― debían reflejar el concepto divino de la justicia para los asuntos sociales, y aquel concepto se encontraba en la Ley de Dios. Así pues, era una abominación para cualquier magistrado entre los hombres que justifîcase a los malos o condenase a los justos (Proverbios 17:15).
3. Siendo así, las magistrados deben detener la maldad y gobernar según la Ley de Dios.
En el Nuevo Testamento, Pablo enseñaba que los magistrados debían traer alabanza al que hace el bien y terror a los malos (Romanos 13:3). La misma perspectiva era expresada en el Proverbio del Antiguo Testamento: "Alegría es para el justo el hacer juicio; Mas destrucción a los que hacen iniquidad" (21:15). Pero ¿cómo puede esto ser cierto sin que el magistrado, ya sea de Israel o no, juzgue y castigue según los estándares de la Ley de Dios?
Cuando los tiranos gobiernan entre los hombres, aun los ciudadanos justos necesitan temer los juicios del gobernante, porque él no se adhiere a los principios correctos; igualmente pasa cuando un magistrado no honra la Ley de Dios; el malvado no teme necesariamente las decisiones del gobernante. El Antiguo Testamento requería a los magistrados gentiles guardar la Ley de Dios en los asuntos políticos.
Un Principio Moral
Dios no eximía a las naciones entorno a Israel de las demandas de Su justicia, sino que les responsabilizaba por la degeneración moral. Prueba suficiente de esta declaración se encuentra en las historias de Sodoma (negativamente) y Nínive (positivamente).
Pero la comprobación mas dramática de que la Ley de Dios era válida fuera de Israel se encuentra en Levítico 18:24-27. Allí Dios requirió que Su pueblo evitara las abominaciones contra Su Ley que eran practicadas por los canaanitas de la tierra, y Él amenazaba con castigar a Israel de la misma manera que castigaría a los gentiles por estas ofensas. Claramente Dios tenía un solo estándar moral para todas las Sociedades. Por esa razón la acusación, "ay de vosotros, que edificáis a Sión con sangre, y a Jerusalén con injusticia," era declarada contra Israel (Miqueas 3:10) como también contra los babilonios (Habacuc 2:12). Es obvio al seguir estas observaciones que Dios esperaba que los magistrados gentiles y los ciudadanos honrasen Sus principios de justicia tanto como Él lo esperaba de los magistrados y ciudadanos israelitas. Como el Proverbio enseñaba, "La justicia engrandece a la nación, mas el pecado es afrenta de las naciones" (14:34).
La verdad política axiomática ensenada por el Antiguo Testamento era que "abominación es a los reyes hacer impiedad"
(Proverbios 16:12) - ;todos los reyes! Análogamente, Ezra podía alabar a Dios por haber puesto en el corazón del Emperador pagano Atajetjes decretar el cumplimiento de la Ley de Dios (aun bajo pena de muerte) a través de la región entono a Israel (Ezra 7:11-28). Por cierto, David mismo declaró que el llevaría la Ley de Dios para Israel y hablaría ante los otros reyes (Salmos 119:46).
Y él advirtió que los reyes y juezas de la tierra que no temiesen a Jehová ni le sirviesen perecerían por el camino (Salmos 2:10-12).
La evidencia del Antiguo Testamento es bastante abundante, entonces, de que las expectaciones para los gobernantes civiles fuera de Israel solían ser iguales que las de los gobernantes de Israel. Eran designados por Dios para vengar Su ira, para asegurar el cumplimiento de la Ley del Señor. Los aspectos políticos de la Ley de Dios, por lo tanto, ciertamente no eran destinados para el uso exclusivo de los judíos en su situación "teocrática" La justicia política que Dios requería en Israel era requerida también de todas las naciones. No era étnica o geográficamente relativa.