20 LO QUE LA LEY PUEDE Y DEBE HACER
"Dentro de la vida del l Ley recibe su tributo
debido; a la verdad, es establecida por la fe."
Nuestro estudie acerca de lo que la Ley no puede hacer ha
determinado que la Ley (1) no puede contribuir en nada a la
justificación del hombre, (2) no puede librar de la esclavitud del
pecado ni tampoco dar poder para obedecer, y (3) no puede
lograr realmente la plena salvación prefigurada por los ritos
ceremoniales
. Un estudio bien a fondo de la literatura del Nuevo
Testamento mostrará que cada una de las declaraciones negativas
acerca de la Ley de Dios se dirige a la negación de una de esas
tres debilidades de la Ley. Sin ver lo que la Ley no puede ni nunca
tuvo la intención de hacer, los hombres han intentado usar las
obras de la Ley para su justificación personal, han buscado
vanamente el obedecer los preceptos de la Ley sin el derrama-
miento de poder por la gracia de Dios, y han seguido bajo las
sombras anticuadas del rito mosaico después de la venida del
Salvador. Es ante esos usos ilegítimos de la Ley que el Nuevo
Testamento habla con una fuerte antipatía.
Sin embargo, ninguno de los pasajes bien conocidos del Nuevo
Testamento que habla del abuso de la Ley va al extremo al librar
a los creyentes de toda obligación moral hacia el modelo de
conducta justa revelado en la Ley. El estándar de la Ley perman-
153
154 He aquí el estándar
ece válido, mostrándonos lo que es bueno a los ojos de Dios. La
evaluación de Pablo ha probado ser muy útil en resolver el
conflicto aparente sobre la situación de la Ley dentro de las
páginas del Nuevo Testamento. Pablo explica, "Sabemos que la ley
es buena, si uno la usa legítimamente" (1a a Timoteo 1:8). ¿Cuáles
son los usos legítimos de la Ley?
Los Usos Correctos de la Ley
Antes que Adán cayese en pecado, la obediencia a la Ley le
traería vida y bienestar. Pero, desde la caída, la Ley se convirtió
en una forma de condenación y muerte para los pecadores; la
Ley no puede producir la obediencia en el pecador y no puede ser
usada como un medio de justificación. Las sombras ceremoniales
del Antiguo Testamento―el evangelio en figuras— prometieron
que Dios Mismo realizaría por medio de la gracia la salvación
plena para Su pueblo, les justificaría del pecado y rompería el
poder de la rebelión en sus vidas. La justicia de Dios es eficaz
en los que han experimentado una transición de la ira a la gracia
en sus vidas personales, y así la obediencia con gratitud a la Ley
buena de Dios se convierte en una forma de vida y bienestar. Ya
nunca mas se hace caso omiso a la Ley de Dios. Ya no es sus—
tituída por los mandamientos y la sabiduría de los hombres. Ya
no se le abusa para justificarse a uno mismo. Dentro de la vida
del creyente la Ley recibe su debido tributo; a la verdad, está
establecida por la fe (Romanos 3:31). Por medio de ella podemos
ser bendecidos.
Según la Escritura, la Ley tiene muchas funciones legítimas.
Nosotros trataremos de resumirlas en la lista siguiente.
(1)
La Ley declara el carácter de Dios y así revela Su gloria.
El estilo de vida y las actitudes que el Señor requiere de Su
pueblo nos revela, desde luego, la clase de Dios que Él es. Si quiere
uno ver el contraste entre las deidades paganas y el Dios viviente
y verdadero de la Biblia, debe simplemente observar la diferencia
entre las cosas que ellos mandan. Para tomar sólo un ejemplo,
Moloch demandaba el sacrificio de los hijos, mientras que Jehová
Lo Que la Ley Puede y Debe Hacer 155
mandaba el cuidado y la crianza de ellos. Salmos 119 aplica
extensamente los atributos de Dios (la perfección, la pureza, la
justicia, la verdad) a los preceptos de Dios. A través de la Ley,
Dios refuerza la autoridad de Sus mandamientos acompañándolos
con la declaración, "Yo soy el Señor."
Al revelar la demanda radical de los requisitos de la Ley
(Mateo 5:21-47), Cristo nos estuvo mostrando la perfección que
Dios desea en nosotros (v. 48). Juan Newton escribió:
Cuando nosotros usamos la Ley como un espejo para contemplar
la gloria de Dios, la usamos legítimamente. Su gloria es revelada
eminentemente en Cristo; pero mucho de ella es con una referencia
especial a la Ley, y no puede ser discernida de otro modo. No-
sotros vemos la perfección y la excelencia de la Ley en Su vida.
Jesús fue glorificado por su obediencia como hombre, ¡Que carácter
mas perfecto manifestó Él! no obstante, no era sino una copia de
la Ley
." 1
(2)
La Ley pone de manifiesto la demanda de Dios sobre nuestras
vidas como hombres. Al revelar el carácter de Dios, la Ley expresa
naturalmente lo que se requiere de los hombres si van a imitar a
su Creador. Los mandamientos de la Ley muestran cómo debe-
mos imitar a Dios proponiéndonos la voluntad de Dios para
nosotros. Antes de entregar el resumen de la Ley en el Decálogo,
Dios habló a Israel con estas palabras: "Ahora, pues, si diereis
oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial
tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y
vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa" (Éxodo
19:5-6). La obediencia a la Ley es obediencia a la voz del Rey,
Señor del pacto, y como tal nos muestra lo que significa ser Sus
súbditos y siervos. Para nosotros orar "Venga tu reino" es lo
mismo que orar "Hágase tu voluntad. . . en la tierra" (Mateo
6:10). Y la voluntad de Dios se comunica a través de Sus man-
damientos, los cuales nos dicen qué es lo que Su santidad significa
a nivel de creatura (Levítico 20:7-8).
__________________________________________________
1.
Letters of John Newton (London: Banner of Truth Trust, 1960), pág 47.
156 He aquí el Estándar
(3)
La Ley pronuncia bendición sobre la adherencia a sus de-
mandas, Los mandamientos de Dios fueron proclamados para
nuestro bien (Deuteronomio 10:13), y la obediencia a ellos es la
pura delicia del hombre justo (Salmos 1:1-2). Tal obediencia trae
la prosperidad (Salmos 1:3-4) y buen éxito (Josué 1:7). La miseri-
cordia de Jehová está sobre los que guardan Sus mandamientos
(Salmos 103:17-18), bendiciéndoles a ellos y sus culturas (véase
Deuteronomio 7,11, 28, 30). Por cierto, Pablo enseñó que "la
piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida
presente, y de la venidera" (1a a Timoteo 4:8). Buscar la justicia
del reino de Dios como meta principal será recompensado con la
añadidura para suplir toda necesidad (Mateo 6:33). La Ley asegura
que cuando los hombros son justos, ellos disfrutan la vida y
bendición que la imitación de Dios retribuyen. Por eso el man-
damiento fue ordenado para vida (Romanos 7:10), y el hombre
que hace las cosas de la Ley disfruta la vida dentro de su esfera
(Gálatas 3:12).
(4) La Ley proporciona una definición de pecado.
Al mostrarnos una semejanza de Dios y lo que Dios demanda,
la Ley nos proporciona al mismo tiempo un estándar de pecado.
El pecado es la infracción de la Ley (1a de Juan 3:4). Al describir
la justicia que agrada a Dios, la Ley simultáneamente proporciona
la norma de extravío y de rebelión contra Dios. Donde no hay
Ley, no puede haber trasgresión (Romanos 4:15: 5:13). Por
medio de la Ley los hombres llegan a saber lo que es el pecado
(Romanos 3:20; 7:7).
(5) La Ley expone infracciones y convence de pecado.
La Ley es mas que un simple código objetivo del bien y el
mal por el cual, si uno lo desea, puede juzgar su conducta. La
Ley, siendo espiritual (Romanos 7:14), es parte de esa Palabra
de Dios que es viva y eficaz―mas cortante que toda espada de
dos filos, que penetra profundamente en los lugares recónditos
del corazón del hombre y pone de manifiesto su carácter mas
obscuro. La Ley juzga los pensamientos e intenciones del co
razón (Hebreos 4:12) y produce un convencimiento de nuestra
Lo Que la Ley Puede y Debe hacer 157
pecaminosidad (por ejemplo, Romanos 7:9-13).
(6) Mas aún, la Ley funciona para incitar la rebelión en los
hombres pecaminosos.
No sólo debemos reconocer que la Ley no nos puede capaci-
tar para obedecer sus demandas, debemos ver también que la
Ley realmente funciona en una dirección contraria―excitando
dentro del rebelde, cada vez mas, expresiones de desobediencia.
Debido a que la mente carnal (la naturaleza pecaminosa) no es
capaz de sujetarse a la Ley de Dios (Romanos 8:7), la Ley de Dios
sirve para confirmar la esclavitud de uno al pecado provocando una rebelión
intensificada. Por eso, Pablo puede ver en la Ley el poder mismo
del pecado (1a a los Corintios 15:56). Para comprender ésto
solamente se necesita reflexionar sobre la triste realidad de que
la mejor manera para que el dueño de una ventana de vidrio
decoroso logre que se la rompan es poner un letrero que prohiba
tirar piedras. La prohibición misma incita a la rebelión en el
corazón. Por medio de los mandamientos entonces, la naturaleza
pecaminosa del hombre "llega a ser sobremanera pecaminosa"
(Romanos 7:13), produciendo en nosotros toda clase de pecado
(Romanos 7:8), haciendo que el pecado abunde (Romanos 5:20).
(7) Por lo tanto, la Ley condena toda trasgresión como mere-
cedora de la ira y maldición de Dios.
La declaración de Gálatas 3:10 es brusca y aterradora: ". . .
Maldito todo aquel que no permaneciera en todas las cosas escri-
tas en el libro de la ley, para hacerlas" (véase Deuteronomio
27:26). Santiago intensifica esa amenaza, diciendo "Porque
cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto,
se hace culpable de todos" (Santiago 2:10). Cada infracción de
la Ley trae la ira sobre el portador. 'Todos los hombres serán
juzgados por su impiedad (Judas 4), juzgados según sus obras ya
sean buenas o sean malas (2a a los Corintios 5:10), y si son
encontrados culpables, serán echados a la perdición eterna de la
muerte segunda (Apocalipsis 20:12-15). La paga del pecado es
muerte (Romanos 6:23). Por lo tanto, la Ley produce la ira (Ro-
manos 4:15) sobre los que son, por sus naturalezas pecaminosas,
158 He aquí el estándar
hijos de ira (Efesios 2:3).
(8) La Ley nos arrastra a Cristo para recibir salvación.
Hasta aquí hemos observado la demanda continua, absoluta,
inmutable de la Ley que refleja la Santidad de Dios y de este
modo revela la maldad del hombre en contraste patente. Les
demuestra a quienes hubiesen puesto su esperanza en su propia
justicia para Ser aceptados ante Dios la futilidad de esta esperanza
al contemplar el estándar superior de la Ley, La Ley habla, y esto
calla toda boca trayendo a todo el mundo bajo el juicio divino
(Romanos 3:19). Los pecadores separados de Cristo no tienen
ninguna esperanza en este mundo (Efesios 2:12). El único recurso
del pecador tiene que ser la misericordia gratuita de la promesa
de Dios. Iluminado en cuanto a su culpa, el pecador grita con
Pablo, "¡Miserable de mí! ¿quien me librará de este cuerpo de
muerte?" (Romanos 7:24). La respuesta de la gracia de Dios es
Jesucristo (3:25), quien manifiesta una justicia de Dios aparte de
nuestra obediencia a la Ley (v, 21) y quien nos justifica por el don
gratuito de la fe (Romanos 3:22-26; 5:18-2l; 6:23). De esta mane-
ra la Ley tiene una función importante en llevar a los hombres
a la salvación. Les demuestra su necesidad y no los deja ninguna
opción honesta salvo la oferta de salvación de Dios. "Pero antes
que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados
para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha
sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos
justificados por la fe’‛ (Gálatas 3:23-24). Este pasaje es repetido
comúnmente en las expresiones que sugieren que la Ley nos
arrastra a Cristo.
(9) La Ley guía la santificación del creyente
.
Como la Ley establece el modelo de la santidad de Dios para
nuestras vidas, como la Ley era nuestra obligación desde el
principio, y como es precisamente la violación de la Ley lo que
produjo la muerte de Jesucristo por los pecadores, es lógico que
los libertados de la culpa y esclavitud del pecado debieran desear
ahora seguir la Ley previamente rechazada. Los que han visto la
gloria de Dios en Su Ley y así han sido condenados de su propio
Lo Que la Ley Puede y Debe Hacer 159
pecado, siendo arrastrados a Cristo para recibir salvación, debieran
tratar de alinear sus pensamientos, palabras, y obras con el estándar
glorioso de la Ley. Dios dice, "Guardad mis estatutos, y ponedlos
por obra. Yo Jehová que os santifica" (Levítico 20:8).
Cristo da Su Espíritu a los creyentes "para que la justicia de la
ley se cumpliese en nosotros" (Romanos 8:4). La Ley ofrece
dirección y discernimiento al creyente (véase Salmos 119:24, 66,
105; Proverbios 6:23) de tal manera que él puede caminar en la
luz de la perfección moral de Dios en vez de las tinieblas (1a de
Juan l:5-7; 2:3-6; véase 3:4-10; 5:2-3). Los cristianos no deben
pecar, sino dar evidencia de amor hacia Dios y el prójimo. La
primera epístola de Juan nos dice que el pecado es una violación
de la Ley, y que el amor se manifiesta guardando los mandamien-
tos de Dios. Por lo tanto, los cristianos son correctamente guiados
en sus vidas por la Ley de Dios.
Juan Newton escribió:
Otro uso legítimo de la Ley es, consultarla como una regla y
modelo por la cual regular nuestro espíritu y nuestra conversación.
La gracia de Dios, recibida por la fe, nos dispondrá a obedecer en
general, pero a causa de la oscuridad e ignorancia restante en
nosotros, necesitamos más particularidades. Por lo tanto, Dios nos
dirige a la Ley, para que sepamos andar como es digno delante
de Dios, quien nos llamó
a su reino y gloria; y cada precepto tiem-
su lugar y uso correcto.2
Tal perspectiva llevaba a hombres como Newton a encontrar
otro uso de la Ley estrechamente asociada con su función de
santificación guiadora. Ellos solían decir que la Ley servía "como
una prueba con la cual juzgar el ejercicio de la gracia." 3 Tal
concepto, aunque impopular en nuestro día de "fe fácil," era cierta-
mente lo que el apóstol Juan tenía en mente cuando escribió "Y
en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus
mandamientos" (1a de Juan 2:3). Para Juan la obediencia a los
mandamientos era también una señal de que uno amaba a Dios
_______________________________________________
2. Juan Newton. obra citada, pág. 47.
3. Juan Newton, obra citada, pág. 47
160 He aquí el estándar
y amaba a los hijos de Dios (1a de Juan 5:2-5).
En este caso, parece que es apropiado que los creyentes usen
la Ley de Dios como una regla por la cual medir y evaluar su
crecimiento por la gracia de Dios en santidad de carácter. A causa
de que Bolton percibió la Ley como "una dirección de vida, una
regla de andar para creyentes," el continuó encontrando que la
Ley de Dios funciona "como un espejo para revelar las imper-
fecciones en nuestra actuación de deberes," "como amonestador
y corrector del pecado, aun para los santos," y como "una espuela
para apresurarnos a nuestros deberes," 4
(10) La Ley sirve también para restringir la maldad de los no
regenerados.
Aunque sólo los creyentes pueden correctamente apreciar la
gloria del carácter de Dios revelado en la Ley, ser convencidos en
comparación de su propia contaminación pecaminosa, y buscar
ser obedientes al estándar justo de la Ley, la Ley también tiene
una función en la vida y experiencia del incrédulo. Aun cuando
el incrédulo no esté debidamente empujado por el dedo condena-
dor de la Ley a los brazos del fiel Salvador, la Ley debiera ser
utilizada dentro de una sociedad civil para restringir la maldad
extena de los impíos.
En verdad, en el pasaje mismo donde Pablo nos cuenta que
la Ley es buena cuando es usada legítimamente, el uso legítimo
preciso de la Ley que el tiene en mente es su función que
restringe a los hombres rebeldes: "conociendo esto, que la ley no
fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes,
para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para
los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los forni-
carios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los men-
tirosos y perjuros. . (1a a Timoteo l:9—10). Es posible que esto
no sea un electo santificador en la vida del incrédulo, pero sin
embargo, es una función preservativa dentro de la sociedad que
Dios honra. Esta fue una de las funciones correctas de la Ley
4
. Samuel Bolton, The True Bounds of Christian Freedom (London: Banner of Truth Trust, 1964), pág. 83.
Lo Que la Ley Puede y Debe Hacer 161
cuando Dios la reveló — tanto por medir; del mundo creado como
por la legislación escrita.