10. LA ETICA CONSECUENCIAL APOYA LA LEY
"Seria para nuestro bien, el bien de nuestro prójimo, y el bien de nuestra sociedad, si todas nuestras actividades y actitudes fuesen gobernadas por un interés en el reino de Jesucristo."
Hemos dicho anteriormente que toda la vida esta basada en la ética: la gente toma decisiones morales constantemente, forman actitudes, y fijan metas. También hemos notado que hay muchas perspectivas de la ética que compiten. Vamos a delinear tres orientaciones básicas para la toma de decisiones éticas y la evaluación ética de nosotros mismos, nuestras actividades, y nuestras actitudes. En primer lugar, algunas personas evalúan todos los problemas éticos y toman decisiones según una norma o estándar del bien y del mal. Segundo, otros determinarán como se debe calificar moralmente las actividades y actitudes en base al carácter de uno - sus características, intenciones, o motivos. Tercero, habrán otros que ven las consecuencias que provocan la conducta de una persona como lo que mas vale en el planeamiento y evaluación ético; si los efectos que surgen de una activada ( o los resultados anticipados) son beneficiosos ( o mas beneficiosos que las opciones), entonces la activada se considera moralmente buena y aceptable.
En resumen nosotros llamamos a estas orientaciones la orienación normativa, motivacional, y consecuencial de la ética. (Aveces se los llama, técnicamente, orientaciones deontológica, existencial, y teleológica de la ética.)Así que, la Biblia enfoca la ética desde el principio hasta el fin. Este interés se expresa en el sentido de las tres perspectivas éticas que acabamos de bosquejar. Es decir, la Biblia se basa en un estándar que debemos seguir, crea una cierta clase de carácter y motivación en nosotros, y pone ante nosotros metas y consecuencias a las que debiéramos dedicamos. Ya hemos explorado un poco las perspectivas normativas y motivacionales. Hemos visto que Dios ha establecido en Su Palabra inspirada con amor y gracia un código de conducta moral para que Sus criaturas lo observen; los mandamientos o la Ley de Dios constituyen la norma de la ética para todos los hombres, la acepten o no la acepten. La Ley de Dios se encuentra a través de la Biblia y es plenamente válida como un estándar de moralidad para hoy. Este es un modelo uniforme, que obliga a todos los hombres en todas las edades, porque refleja la santidad inmutable de Dios. Fue esta Ley la que Cristo obedeció perfectamente como nuestro Salvador, dejándonos un ejemplo para imitar, y es esta Ley la que el Espíritu Santo cumple en nosotros al santificar nos diariamente. Así que la Biblia nos da la Ley de Dios como nuestra orientación normativa para la moralidad; cuando Dios, El Dador de la Ley habla, Su voz es de autoridad y tiene que ser obedecida, Su estándar es absoluto — incondicional, total, e indiscutible.
También hemos visto la clase de carácter que Dios requiere de aquellos que han alcanzado Su favor. El hombre moral se caracteriza por la santidad que refleja la naturaleza de Dios — tal como está expresada en Su Ley revelada. El discípulo de Cristo intentará emular las virtudes del Salvador—que corresponden a la Ley de Dios. El hombre genuinamente espiritual seguirá la guía del Espíritu de Dios, y así andará en los caminos de los mandamientos de Dios. Lo que hemos visto es que la orientación motivacional de la ética no debe estar separada, ni puesta en contraste con la orientación normativa de la ética. Los cristianos querrán que la gracia de Dios que les salvó sea manifestado en sus actividades y actitudes; ellos querrán vivir todos los momentos de la vida en una manera fiel y de amor para ser un testimonio a lo que el amor fiel de Dios ha hecho por ellos. Y otra vez, cuando observamos las Escrituras para ver las consecuencias de un estilo de vida que se caracteriza por la fe y el amor, aprendemos que la Ley de Dios nos muestra el camino. Las orientaciones motivacionales y normativas de la ética corres ponden perfectamente con la Palabra de Dios.
Los Beneficios de la justicia
Examinemos ahora el método consecuencial de la ética según la Biblia. Las consecuencias son importantes cuando evaluamos nuestras actividades pasadas o contemplamos las decisiones futuras. Pablo comunica esto claramente al decir que nos engañaríamos al pensar que uno puede burlarse de Dios. El vivir en el pecado no producirá la felicidad y bendición, porque entonces la justicia y santidad de nuestro Dios serían una burla. Mas bien, dice Pablo, "Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" (Gálatas 6:7). Los que viven según su naturaleza rebelde sufrirán la corrupción, mientras que los que viven según el Espíritu de Dios ganarán la vida eterna (v. 8). Y sobre esa base Pablo exhorta a los creyentes, "No nos cansemos, pues, de hacer el bien." ¿Por que? Porque "a su tiempo segaremos, si no desmayamos" (v. 9). Es notable en este pasaje que Pablo haya recalcado los beneficios que acumularemos si nos ocupamos de las buenas acciones. No es contrario a las versiones del ascetismo cristiano ―en ninguna manera innoble o sub-ético que un cristiano se motive con el pensamiento del premio por el justo vivir. Con frecuencia Dios pone ante nosotros la esperanza de beneficios divinamente otorgados como un incentivo para el vivir moral. Por ejemplo, Jesús dijo, "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas (las provisiones cotidianas de la vida) os serán añadidas" (Mateo 6:33). Pablo enseñó que "la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa en esta vida presente, y en la venidera " (1a a Timoteo 4:8). El profeta Malaquías en el Antiguo Testamento exhortó al pueblo de Dios a que si ellos obedecían los mandatos de Dios (en este caso, por entregar sus diezmos), Dios abriría las ventanas de los cielos y derramańa tal bendición que no habría lugar sufieiente para ponerla (Malaquías 3:10), Aun anterior a esto, el gran líder de los israelitas, Moisés, había escrito que la obediencia al Señor resultaría en endiciones para todos los ciudadanos, las cosechas, la lluvia, las manadas, las ciudades, y los campos; produciría paz al pueblo desde afuera y una economía próspera y salud desde adentro (Deuteronomio 7:12-15; 11:13-15; 28:1-14; 30:15,19; Levítico 26:3-12). En la toma de decisiones éticas, debiéramos considerar correctamente el fin, el objeto, las consecuencias de nuestra conducta, Haciendo lo correcto o teniendo una actitud correcta alcanzaremos los beneficios. ¿Pero beneficios para quién? ¿Debiera ser nuestro objeto beneficiarnos, beneficiar al prójimo, o la sociedad en general? La Biblia indica que cada uno de estos es un interés subordinado, pero vital que debiéramos tener. Por ejemplo, citando Cristo manda, "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:39), Él nos manda a buscar el beneficio del otro tal como buscamos nuestro beneficio propio. Así que, Pablo manda a los esposos a que amen a sus esposas (el prójimo) como sus propios cuerpos (sí mismo) precisamente a causa de que nadie se odia a si mismo (Efesios 5:28-29).
Tanto el egoísmo (note: no el egotismo) como el altruismo tienen un lugar en la ética cristiana, así como también lo tiene un interés colectivo. Es por esto que la Biblia exhorta frecuentemente que el interés del individuo solo se abandone a cambio de los muchos (por ejemplo, 2a a los Corintios 8:9; Filipenses 1:24). Sin embargo, todos estos intereses están subordinados a la meta suprema singular de nuestras actividades: el reino de Dios. Dentro de ese reino los varios intereses tanto propios, del prójimo, y de los demás se armonizan. Nuestro Señor declaró claramente que habíamos de "Buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia." El reino de Cristo ha de tener alta prioridad cuando contemplamos las consecuencias de nuestras actividades, porque Cristo tiene preeminencia en todo (Colosenses 1:18). Sería para nuestro bien, el bien de nuestro prójimo, y el bien de nuestra sociedad si todas nuestras actividades y actitudes son gobernados por un interés en el reino de Jesucristo, ¿Cómo nos dedicamos a ese reino? ¿Cómo ganamos los beneficios que Dios promete a los que viven conforme a Su justicia? Está claro, obedeciendo al Rey y manifestando Su justicia en nuestras vidas. La Palabra de Dios nos enseña exactamente cómo hacerlo cuando establece la Ley del Señor para nosotros. La Ley bíblica es un camino hacia los beneficios divinos— no una senda fea, trabajosa, dolorosa para los creyentes. No es solamente una demanda, ¡es algo deseable! Como Juan dijo, "Sus mandamientos no son gravosos" (la de Juan 5:3). Ellos son la delicía del hombre justo que recibe la bendición de Dios (Salmos 1). Si deseamos tener una moralidad con promesa de consecuencias benditas, entonces nuestra moralidad debe ser modelada según la Ley de Dios.
Consideremos lo que la Palabra de Dios dice acera: de los mandamientos de Dios.
Nos traen vida y bienestar (Deuteronomio 30:15-16), bendición y un corazón fuerte que no teme (Salmos 119:1-2; 112:5-7). La obediencia produce paz y seguridad (Salmos 119:28, 165, 175; Proverbios 13:6; Lucas 6:46-48). Las bondades del Señor reposan sobre los que obedecen Sus preceptos (Salmos 103:17-18), y ellos andan en libertad (Salmos 119:45; Santiago 2:25), Como fue indicado anteriormente, el guardar la Palabra de Dios resulta en la prosperidad con respecto a todas nuestras necesidades e intereses diarios (véase Josué 1:7). Además, la obediencia colectiva también traerá bendición sobre la sociedad. "La justicia engrandece a la nación" (Proverbios 14:34), y presta salud, alimento, bienestar económico, paz, e hijos gozosos. En breve, vemos que un método consecuente con la ética no puede ser funcional sin el método normativo; los dos trabajan juntos porque el camino de la bendición es la obediencia diligente a la ley de Dios. Buscar primeramente la justicia del reino de Dios requiere una obediencia de corazón a los dictámenes del Rey, y como respuesta a eso Él nos otorga todos las bendicionespara esta vida y la venidera . Vemos otra vez por qué la validez o autoridad de la Ley de Dios no se pueden descartar hoy en día. Sin esa Ley nosotros nos perderíamos cuando nos toca buscar las consecuencias beneficiosa para nosotros, los otros, y nuestra sociedad en todas nuestras actividades y actitudes morales. Como Dios dice claramente, Él nos ha revelados Su Ley para el bien nuestro (Deuteronomio 10:13). Por lo tanto, las antagonistas de la Ley de Dios, no pueden tener en sus mentes un interés genuino en nuestro bien. Ellos nos engañan consciente o inconscientemente y nos guían hacia la frustración personal y social; hacia la angustia y el juicio (Proverbios 14:12).