Autobiografía de Juan Bunyan
GRACIA ABUNDANTE
Gracia en abundancia
para el mayor
de los pecadores
La conclusión
De todas las tentaciones que he sufrido en la vida, la peor es dudar de la existencia de Dios y de la verdad de su Evangelio, y ésta es la más difícil de sobrellevar. Cuando viene esta tentación, se me hunden los cimientos, y la tierra huye debajo de mis pies. He pensado con frecuencia en esta palabra: « Si se socavan los fundamentos, ¿qué podrá hacer el justo?» (Salmo 11:3).
Algunas veces, cuando he pecado y he esperado un gran castigo de la mano de Dios, en vez de ello he hecho nuevos descubrimientos de su gracia. Algunas veces, cuando he experimentado a paz de Dios, he visto que era un necio por haberme hundido en la tribulación. También, a veces, cuando me he hallado en medio de la tribulación, me he preguntado si debería dejar que se me consolara, porque estas dos cosas han sido una bendición para mí.
Me parece muy extraño que aunque Dios a veces visita mi alma con cosas verdaderamente benditas, con todo, a veces, después, durante horas, me he sentido rodeado por una oscuridad tal que no puedo ni aun recordar cuál era el consuelo que había sido refrigerio para mí un poco antes.
A veces, he sacado tanto de mi Biblia que apenas puedo sacar ni una gota de refrigerio de ella, aunque lo he buscado con afán.
De todos los temores, los mejores son los que son causados por la sangre de Cristo; y de todos los goces, los más dulces son los que se mezclan con lamentos sobre Cristo. Encuentro que hasta hoy, estos siete son los males de mi corazón:
1. Inclinarse a la incredulidad.
2. Olvidar repentinamente el amor y la misericordia que Cristo me ha mostrado.
3. Inclinarme hacia las obras de la Ley.
4. Distracción y frialdad en la oración.
5. Olvidar el vigilar si mis oraciones son contestadas.
6. Tendencia a murmurar por no tener más, y con todo estar dispuesto a abusar de lo que tengo.
7. No puedo hacer ninguna de las cosas que Dios me manda, sin que mis pecados interfieran. «Cuando quiero hacer el bien, el mal presente en mí» (Romanos 7:21).
Aquí hay siete cosas que continuamente me oprimen, y con todo veo que Dios en su sabiduría me las ha dado para mi bien. Estas cosas mencionadas antes:
1. Hacen que me deteste a mí mismo.
2. Me impiden confiar en mi propio corazón.
3. Me convencen de la insuficiencia de toda justificación inherente en mí.
4. Me muestran la necesidad de acogerme a Jesús.
5. Me impulsan a orar a Dios.
6. Me muestran la necesidad de velar y estar sobrios.
7. Me impulsan a orar a Dios, por medio de Cristo, para que me ayude Y me conduzca en este mundo.