Lucas 1:67-75

67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: 68 Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, 69 Y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, 70 Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;71 Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;72 Para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto 73 Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de conceder 74 que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos 75 En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.

67. Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo. Dijimos hace poco lo que significa esta frase, a saber, que la gracia del Espíritu Santo es difundida más abundantemente en los servidores de Dios, de la cual, no obstante, no estaban desprovistos anteriormente. En este sentido leemos que el Espíritu fue dado a los profetas, no que a veces fueran privados de él, sino que la virtud del Espíritu se ejercía más plenamente en ellos, cuando la mano de Dios, por así decirlo, los traía a la luz pública para el desempeño de su cargo. Debemos observar por lo tanto, la manera en que Lucas conecta las dos frases: fue llenó del Espíritu Santo, y profetizó. Con esto Lucas quiere decir que Zacarías fue inspirado por  Dios más que de costumbre, tanto que no habló en absoluto como hombre o  individuo particular, sino que lo que salió de su boca fue una doctrina totalmente celeste. Así también Pablo conecta la profecía con el Espíritu: "No apaguéis el Espíritu, no desprecien las profecías," (1 Tesalonicenses 5:19), con el fin de que sepamos que despreciando la doctrina apagamos la iluminación del Espíritu. Este fue un notable ejemplo de la bondad de Dios, pues no solamente Zacarías recuperó el poder de la palabra, la cual no había disfrutado durante nueve meses, sino que su lengua se convirtió en el órgano del Espíritu Santo.

68. Bendito el Señor. Zacarías comienza con acción de gracias, y en el espíritu profético canta el cumplimiento de la redención prometida anteriormente en Cristo, de la que dependía  la seguridad y la prosperidad de la iglesia. La razón por la cual el Señor, a cuyo gobierno todo el mundo está sujeto, se llama aquí el Dios de Israel, aparece en lo que sigue en el texto, que de una manera peculiar, la promesa del Redentor fue hecha a la simiente de Abraham.  Dado que, Dios había escogido a una sola nación para hacer allí la alianza de la cual Zacarías quería hablar, no es asombroso si expresa el nombre del pueblo al cual la gracia de salvación estuvo especialmente destinada, o por lo menos en primer lugar. La palabra visitado lleva tácitamente una antítesis. Como si Zacarías hubiera querido decir que Dios había tenido su rostro apartado por un tiempo de los pobres hijos de Abraham. Porque habían caído en tal miseria, y habían sido colmados de tantos dolores que no podían pensar que Dios los miraba. Entonces esta visitación de la que Zacarías habla, es considerada la causa y origen de la redención. Habrá que resolver esta sentencia así: Dios miró a su pueblo para rescatarle. Además, ya que Dios no rescata en absoluto sino solo a los cautivos y presos, y puesto que también esta redención es espiritual, concluiremos de este paso que hasta los santos Padres no pudieron ser librados en absoluto del yugo de pecado y de la tiranía de la muerte, sino por la gracia de Cristo. Por eso se dice que Cristo fue enviado como Redentor al pueblo santo y elegido de Dios. Pero (dirá alguien), si la redención fue traída por Cristo en ese momento cuando apareció vestido de carne, entonces se sigue que los creyentes que murieron antes de que él entrara en el mundo fueron "durante toda la vida" esclavos del pecado y la muerte, lo cual sería una cosa muy extraña. Yo respondo: El poder y la eficacia de la redención que se exhibió una vez en Cristo, han sido las mismas en todas las edades.

69. Y nos levantó un poderoso Salvador1 . Es decir una virtud y una potencia llena de salvación. Porque cuando el trono de David fue echado por tierra y el pueblo dispersado, la esperanza de salvación se había disipado en toda apariencia. Zacarías hace alusión a las predicciones de los profetas, que sostenían el resurgimiento repentino que se llevaría a cabo, cuando el estado de los asuntos estuviesen convertidos en melancolía y  desesperación. Este modo de expresión es tomado del pasaje: “Allí haré reverdecer el cuerno de David: He prevenido lámpara a mi ungido”.  Salmo 132:172. Pero si es sólo en Cristo que Dios ha presentado su poder para salvarnos, no estamos en libertad para apartarnos de esta manera si deseamos obtener la salvación de Dios. Hay que también anotar que este cuerno aporta salvación a los fieles, pero es espantoso a los inicuos, a los cuales destruye o vuelca y rompe.

El nombre David su siervo, es mencionado aquí no solamente porque él sirvió a Dios como los otros fieles, sino por otro punto de vista, que él era el siervo elegido de Dios para gobernar y salvar a su pueblo y por lo tanto representar junto con sus sucesores, la persona y el oficio de Cristo. Aunque no quedaba ni un rastro de un reino entre los Judíos en ese momento, Zacarías, descansando en las promesas de Dios, no dudó en llamar a David siervo de Dios porque Dios lo había levantado como figura y testimonio de la salvación que estaba por venir. Y de allí resulta que entonces verdaderamente Cristo se nos es presentado como el autor de la salvación, cuando su asiento es levantado en medio de nosotros con el fin de que nos gobierne.

70. Como habló por boca de sus santos profetas. A fin de que la salvación, de la cual se dice, es aportada por Cristo, no sea tenida como cosa dudosa a causa de la novedad, Zacarías trae por testigos a todos los profetas. Todos estos, aunque fueron suscitados por Dios en diversos tiempos, tuvieron sin embargo, un acuerdo de enseñanza: que debíamos esperar la salvación solamente en Cristo. La intención de Zacarías no era únicamente alabar la fidelidad y constancia de Dios al dar y cumplir lo que Él había prometido, sino más bien, él deseaba llevar a los fieles a las antiguas profecías, en orden de que ellos, con mucha más seguridad y energía, abrazaran la salvación que desde el principio los profetas habían testificado. Y de hecho, cuando Cristo viene adornado con el testimonio de todos los profetas, nuestra fe en él descansa en un fundamento verdaderamente sólido. Zacarías llama a los profetas santos, con el fin de que sus declaraciones tengan más autoridad y sean recibidas con reverencia, como si él quisiera decir que los profetas son testigos, no de dudosa o baja calidad sino de una buena, suficiente y sin reproche. Incluso, hasta autorizarlos con un ordenamiento auténtico, a saber, al ubicarlos dentro de aquellos a los que Dios ha separado del rango común de los hombres. Investigar minuciosamente cómo cada uno de los profetas dio testimonio de Cristo, nos llevaría a una larga disertación. Baste por ahora decir, que todos de manera uniforme no dieron al pueblo esperanza de manera distinta que no tuviera a Dios como propicio y favorable, sino proponiéndoles la alianza fundada en Cristo, y al hacerlo, hablaron con suficiente claridad de la redención que estaba por venir, la cual se manifestó en Cristo. Hay también varios pasajes excelentes que contienen profecías totalmente evidentes de Cristo mostrado por Dios3,  a los que si se descuidan, nunca se podrá entender los libros de los Profetas. Como lo que vemos en los Judíos, que solo se inquietan y se atormentan sin provecho toda su vida leyendo la Escritura, pero solo fijándose en las palabras y desvían la vista del principal propósito que ya hemos mencionado.

71. Salvación de nuestros enemigos. Zacarías explica más claramente el poder y el oficio de Cristo. Y ciertamente sería de poca o ninguna ventaja saber que Cristo fue entregado a nosotros, a menos que también supiéramos lo que otorga. Por esta razón, él afirma más completamente el propósito por el cual el cuerno de la salvación fue levantado: Que los creyentes pudieran obtener su salvación de sus enemigos. Sin lugar a dudas, Zacarías era muy consciente, que la guerra principal de la iglesia de Dios, no es contra sangre y carne, sino contra Satanás y todo su armamento, por el cual trabaja para llevar a cabo nuestra ruina eterna. Aunque la Iglesia es también atacada por enemigos exteriores, de los cuales es librada por Cristo, no obstante, como el reino de Cristo es espiritual, es principalmente a Satanás, el príncipe de este mundo y a todas sus legiones a las que el discurso se refiere. También se nos muestra cuán miserable es la condición de los hombres fuera de Cristo: a saber, que se encuentran agobiados bajo la tiranía del diablo, porque de otro modo no sería dicho que Cristo libra a los suyos de su mano, es decir de la fuerza de este. Este pasaje nos recuerda que, mientras la Iglesia continúa su peregrinación en el mundo, vive entre sus enemigos y estaría expuesta a la violencia, si Cristo no estuviera siempre listo para asistirla y socorrerla. Pero tal es la gracia inestimable de Cristo, que, aunque estamos rodeados por todas partes de enemigos, nosotros disfrutamos una segura e indudable salvación. Además, aunque este modo de hablar parece un poco duro y extraño, cuando Zacarías dice salvación de nuestros enemigos, el sentido, no obstante, es muy claro, de allí que nuestros enemigos con todas sus maquinaciones, fuerzas, trampas, y esfuerzos; no podrán impedir que Dios, nos libre de sus manos, salvándonos eternamente.

72. Para hacer misericordia. Zacarías señala una vez más la fuente de la cual fluyó la redención, la misericordia y el pacto de gracia de Dios. Él asigna la razón por la cual Dios se agradó en salvar a su pueblo. Esta razón es porque siendo Dios consciente de su promesa, Él desplegó su misericordia.

También se dice que se acordó de su Santo Pacto, porque parece haber alguna apariencia de olvido durante todo ese largo retraso, en el que permitió a su pueblo languidecer bajo el peso de las  grandes calamidades. Debemos prestar atención al orden que tiene Zacarías aquí: Primero, Dios fue movido por pura misericordia a hacer un pacto con los Padres. En segundo lugar, ha vinculado la salvación de los hombres con su propia palabra. En tercer lugar, Dios ha expuesto en Cristo toda clase de bendiciones, a fin de ratificar  todas sus promesas: como, de hecho, su verdad es sólo confirmada a nosotros cuando vemos su cumplimiento en Cristo. El perdón de los pecados es prometido en el pacto, pero es en la sangre de Cristo. La justicia es prometida, pero se ofrece a través de la expiación de Cristo. Vida es prometida, pero esta debe buscarse solo en la muerte y resurrección de Cristo. Y ese es el porqué en el tiempo pasado Dios mandaba que hasta el libro de la ley fuese rociado con la sangre de la hostia4. Tenemos que observar aquí también una cosa muy notable: El hecho de que Zacarías extiende hasta los Padres que habían fallecido, la misericordia de Dios manifestada en su tiempo,  el fruto es común tanto como para los que vivieron en el pasado como para los que vivían entonces. De ahí se sigue que la gracia y la virtud de Cristo no están limitadas por los estrechos límites de esta vida fugaz, pues son eternos y no terminan con la muerte de la carne, las almas viven mientras los cuerpos están muertos. Visto de esta manera, la carne que será deshecha finalmente resucitará. Dado que ni Abraham, ni ninguno de los santos, pudo adquirir la salvación por su propia virtud o por sus propios méritos,  a todos los creyentes, tanto vivos como muertos, la misma salvación ha sido expuesta en Cristo.

73.  Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre. En el texto griego no hay en absoluto alguna partícula que signifique según; pero el uso corriente de la lengua es tal, que a menudo se entiende esta partícula o alguna otra semejante. Zacarías menciona el juramento para expresar mejor la verdad de cómo Dios es firme y santo. Porque Dios desciende hasta aquí para acomodarse a nosotros, pues no desdeña en absoluto emplear su nombre para aliviar nuestra imperfección. Porque si no nos contentamos en absoluto con promesas simples, por lo menos recordemos esta confirmación, la cual si no nos basta para ponernos totalmente fuera de duda,  manifiesta que somos demasiado ingratos hacia Dios y que hacemos una gran injuria a su santo Nombre.  Que nos había de conceder. Zacarías no declara en ningún sentido los diferentes puntos del menú que contiene la alianza de Dios. Él solamente se detiene para mostrar que el Señor fue tan misericordioso y que usó tal benignidad hacia este pueblo, que lo redimió: con el fin de que siendo rescatados, se desafíen y dediquen totalmente a servir y honrar al autor de su salvación. Como la bondad gratuita de Dios es la causa de la salvación de los hombres, así también, el fin y objetivo son que viviendo religiosamente y en santidad glorifiquemos su santo Nombre. Esto merece especial atención con el fin de poder recordar nuestra vocación, y así aprender a aplicar a la gracia de Dios su uso adecuado.  Hay que meditar cuidadosamente en estas oraciones: Que no somos llamados a inmundicia, sino a santificación, que somos redimidos con un gran precio, que no podemos servir a los deseos de la carne o caer en el libertinaje desbordado, con el fin de que Cristo reine en nosotros. Por la adopción nosotros somos introducidos en la casa de Dios, de esta misma forma, nuestra parte debe ser obedecerle como los hijos a su padre. Y esto porque aparecieron la bondad, la gracia y la dulzura de Dios hacia los hombres,  con el objeto de que renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos  santamente, religiosamente y honestamente. (Tito 2:12). Esta es la razón por la que San Pablo cuando vivamente quiere exhortar a los fieles que se dedican a Dios en novedad de vida,  que han quitado al viejo hombre y han sidos despojados de su propia razón y le prestan un servicio razonable, les propone las entrañas de la misericordia de Dios. (Romanos 12:1)5. La Escritura está llena de declaraciones de esta naturaleza, que demuestran que frustramos la gracia de Cristo, si no seguimos este diseño. Además, hay que notar lo que aquí está escrito: sin temor le serviríamos. Lo que Zacarías quiere decir es que no podemos servir debidamente a Dios, si no tenemos descanso y tranquilidad en nuestros espíritus. Y de hecho los que están en inquietud, los que dudan si Dios les es propicio o contrario, si acepta o rechaza su servicio, y para abreviar, los que están como flotando entre la esperanza y el temor podrán trabajar bien y atormentarse a servir a Dios, pero jamás se ordenarán con el afecto correcto y de buen corazón. Porque este temblor, esta ansiedad y esta incertidumbre que tienen los incita a hacerles odiar a Dios y horrorizarse de Él: tanto que si pudiera hacerlo, desearían que su majestad fuera destruida y abolida. Pero sabemos que ningún sacrificio es aceptable a Dios, a menos que se ofrezca voluntariamente y con un corazón alegre. Antes que los hombres verdaderamente puedan adorar a Dios, deben obtener una conciencia apacible y tranquila, como lo que David menciona: “Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado”. (Salmo 130:4). Porque Dios haciendo la paz con los hombres los convida amablemente a Él y los incita a acercarse de buena gana con pronto deseo de servirle.

Es de ahí que San Pablo tiene esta máxima: Que todo lo que es hecho sin fe es pecado. (Romanos 14:23). Por otra parte, ya que es en Cristo que Dios reconcilia a los hombres consigo mismo y que debido al poder de este, los mantiene exentos de todo temor,  pues puso su salvación entre sus manos con el fin de que sea el guardián, Zacarías tiene buena razón para decir que por la gracia de Cristo somos puestos fuera de temor. Con la misma razón los profetas también atribuyeron esto como propio de su reinado, que bajo este los hombres tendrían una paz firme y entera, gozarían de gran alegría y vivirían en descanso.

75. En santidad y en justicia. Como Dios ha comprimido en dos tablas la regla del buen vivir, así Zacarías aquí declara, que le rendimos a Dios un servicio legítimo, cuando nuestra vida se ha enmarcado en santidad y justicia. Porque no hay no duda (lo cual el mismo Platón no ignoró), que la palabra Santidad comprende todo aquello que nosotros debemos a Dios para adorar y honrar su majestad: así como es expresado en la primera Tabla de la ley. La palabra justicia se extiende a todos los deberes de la caridad: Porque Dios no requiere nada de nosotros en la segunda tabla de la ley, sino que le rindamos a cada uno lo que le corresponde. Lo que sigue delante de él: A fin de que todos los fieles sepan que no basta con conducirse bien delante de los hombres y con no aplicar ni pies ni manos, ni otra parte de sus cuerpos a cosa ilícita. Porque ellos deben regirse de acuerdo a la voluntad de Dios, que no se limita a una santidad externa sino que mira principalmente el corazón. Por conclusión, a fin de que ninguna persona piense que está a paz y que ha hecho bastante al servir a Dios por algún tiempo, Zacarías declara que los hombres han sido redimidos con la responsabilidad de que le sirvan a Dios todos sus días. Ciertamente como la redención es eterna nunca hace falta que ella sea puesta en olvido. Puesto que Dios adopta a los hombres en su familia para siempre, su gratitud no debe ser transitoria o solamente por algún tiempo. En resumen, dado que Cristo murió y se levantó, y revivió por ellos, es apropiado que Él deba ser el Señor tanto de la vida como de la muerte. Y en consecuencia, San Pablo en el pasaje que hace tiempo mencioné, nos advierte a proseguir a llevar una vida santa y honrada hasta el advenimiento  del gran Dios: "Esperando (dice él) la esperanza bienaventurada, etc.”.
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1 Literalmente la versión en griego dice: “y nos ha levantado un cuerno de salvación”.
2 Versión Reina Valera antigua.
3 le montrant pour de Dieu.
4 Hostia significa: Cosa que se ofrece en sacrificio. 
5 La traducción de las versiones inglesas es: Es por ello que San Pablo, cuando quiere exhortar enérgicamente a los fieles a que se consagren a Dios en una nueva vida, quitando el viejo hombre y despojando su propia razón, por medio de un servicio razonable, lo hace por la misericordia del Dios. (Romanos 12:1) No obstante, la versión francesa dice algo diferente: Et c'est pourquoi S. Paul, quand il veut vivement exhorter les fidèles qu'ils se consacrent à Dieu en nouveauté de vie, et qu'ayant ôté le vieil homme et dépouillé leur propre raison, ils lui rendent un service raisonnable, il leur propose les entrailles de la miséricorde de Dieu.

Lucas 1:76-80
76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; 77 Para dar conocimiento de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados, 78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, 79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz. 80 Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

76. Y tú, niño. Zacarías vuelve a magnificar otra vez la gracia de Cristo, pero lo hace, por así decirlo, en la persona de su hijo, al declarar brevemente el oficio de enseñar para el que había sido destinado. Y aunque Zacarías no percibe todavía en absoluto las gracias requeridas en un profeta en este niño que tenía sólo ocho días, no obstante él considera el consejo del Dios y lo pronuncia como una cosa cierta y totalmente notoria.

Profeta del Altísimo serás llamado. Se toma aquí por obligado, confesado y públicamente reconocido1. Ya había habido una vocación secreta de Dios; quedaba solamente que los hombres vinieran a conocerla. Pero porque el título de profeta es general, Zacarías, según lo que el Ángel le había revelado, le nombra heraldo de Cristo. Irás delante de la presencia del Señor: es decir, Tendrás el cargo de convertir a los hombres por tu predicación, con el fin de que ellos le hagan audiencia2  al Señor. Por otra parte, en relación con lo que Juan dijo casi al fin de su tiempo, al declarar que no era en absoluto profeta, debemos encontrar la razón en el lugar apropiado en el Evangelio según San Juan (Juan 1:21). Más tarde veremos de qué manera iba a preparar los caminos.

77. Para dar conocimiento de salvación. Zacarías toca ahora el principal punto del Evangelio cuando declara que el conocimiento de la salvación consiste en la remisión de pecados. Y de hecho, en vista de que todos nacemos hijos de la cólera, todos estamos,  como resultado, condenados y perdidos por naturaleza. Ahora bien, la causa de nuestra condenación es que todos nosotros somos culpables y convictos de injusticia. Por lo tanto, no existe otro remedio para escapar de la muerte eterna que este: A saber que Dios nos reconcilie con él, no imputándonos nuestros pecados. Y he aquí la única justicia que nos queda delante de Dios, como es fácil de recoger por la declaración de Zacarías. Porque ¿de dónde viene la salvación sino de la justicia? Porque si los hijos de Dios no tienen otra forma de obtener el conocimiento de la salvación, sino por el perdón de los pecados, se deduce, que la justicia no debe buscarse en cualquier otra fuente. Por consiguiente, la justicia (en lugar de que los hombres presuntuosos la edifiquen o la forjen  y compongan méritos por sus obras) no es otra cosa más que imputación de la justicia, cuando Dios gratuitamente nos absuelve de la condena debida a nuestros pecados. Además, hay que anotar que Zacarías no habla aquí de extraños, sino del pobre3  pueblo de Dios. De lo que se sigue que la remisión de los pecados no es solamente el origen y la fuente de justicia, sino que todo fiel hasta el fin de su vida es justo delante del Dios sólo por imputación: es decir, cuando la justicia de Cristo les es imputada. Porque ellos no pueden en absoluto subsistir delante del juicio del Dios, si no recurren siempre a esta reconciliación gratuita.

78. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios. En tan gran beneficio Zacarías magnifica la misericordia de Dios como la razón lo requiere. Y no contento consigo mismo, con simplemente llamarla la salvación que fue aportada por Cristo, dice que esta procedió desde las entrañas de la misericordia de Dios, lo cual es un término más significativo. Luego después por una metáfora o una traducción Zacarías dice que la gran misericordia de Dios hizo lucir el día sobre los que estaban sentados en tinieblas. Zacarías en consecuencia celebra la misericordia de Dios en que las tinieblas de la muerte han sido expulsadas y la luz de vida restituida al pueblo de Dios. De esta manera, cada vez que nuestra salvación es la cuestión al hablar, debemos levantar nuestros espíritus a la consideración de la misericordia de Dios. Parece ahora que hay aquí una alusión al pasaje del cuarto capítulo de Malaquías, versículo dos, donde Cristo es llamado el Sol de Justicia, llevando la salvación en sus alas: es decir en sus rayos. En cuanto a estos dos términos, luz y tinieblas, existe una locución semejante en Isaías 9:2: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”, al igual que en otros pasajes. Por lo demás, nosotros somos enseñados aquí que fuera de Cristo no hay en absoluto luz vivificante en el mundo, sino que las tinieblas de la muerte, profundas y horribles, dominan por todas partes. Así es como en el capítulo sexagésimo de Isaías, versículo dos, se demuestra que este privilegio es propio y particular de la iglesia: “La tierra está cubierta de tinieblas, y una densa oscuridad envuelve a las naciones; pero sobre ti brilla el Señor, como la aurora; sobre ti se puede contemplar su gloria”. Sin embargo cabe preguntarse cómo es que los israelitas estaban sentados a la sombra de la muerte, dado que el Señor brillaba en sus corazones por la fe. Yo respondo que los fieles que vivieron bajo la Ley, estando rodeados por todas partes de las tinieblas de la muerte, contemplaron de lejos la luz en el advenimiento de Cristo, la cual les alivió y preservó con el fin de que no fueran colmados de la muerte que les estaba presente. Tal vez, en la misma medida como Zacarías veía el pobre estado de su tiempo, así hablaba. No obstante en general sigue siendo cierto, que a la llegada de Cristo la luz apareció en todos los fieles para vivificarles, tanto a los que ya habían sido como a los que debían nacer más tarde. Porque él vertió y hace derramar su misma vida incluso sobre los muertos.

Estar sentado, se entiende por estar un tanto acostado o revolcado. Y es por eso que Isaías ordena a la Iglesia levantarse cuando el día da su claridad. Isaías: 60:1.

79. Para encaminar nuestros pies por camino de paz. Con estas palabras Zacarías muestra que solamente en Cristo está la realización de la perfección de todo bien y felicidad. Es verdad que se podría tomar bien el nombre de Paz en su propio significado, y convendría allí bastante, porque la iluminación que aportó Cristo tiene esta virtud de pacificar los espíritus de los hombres. No obstante, ya que la palabra paz significa para los Hebreos toda prosperidad o buena salida en los asuntos, no dudo en absoluto que Zacarías quisiera4  decir aquí que Cristo es autor de la perfecta felicidad, con el fin de que nosotros no busquemos en otra parte ni una sola gota del bien, sino que al estar completamente asegurados en Cristo, seamos en total y por todas partes verdaderamente felices al detenernos en él5. Y a propósito de eso deben ser traídas de nuevo las palabras de Isaías cuando él dice: El sol no volverá a ser tu luz durante el día, ni te alumbrará más el resplandor de la luna, porque el Señor será para ti una luz perdurable; tu Dios será tu gloria. (Isaías 60:19). Además, si Zacarías viendo solamente a su hijo todavía niño, fue incitado a hablar tan magníficamente de la gracia y la virtud de Cristo antes de que él naciera, ahora que él ha muerto, resucitado, montado al cielo y sentado a la derecha del Padre, ¿no hay que decir bien que esos son tanto más ingratos, que  hablan de él tan pobremente, o lo tienen en menor estima y bajan su virtud, la virtud (digo) de la cual el Espíritu Santo le dio testimonio cuando todavía estaba en el vientre de su madre? Porque debemos recordar lo que dije antes, que Zacarías no hablaba por sí mismo, sino que el Espíritu Santo regía su lengua.

80. Y el niño crecía. San Lucas añade esto para continuar el hilo de la historia. Primero él cuenta que Juan se fortalecía en espíritu: y con esto él magnifica que había en el niño una apariencia de virtud rara y excelente, que daba a entender que el Espíritu Santo vivía a él. No obstante Lucas dice simultáneamente que Juan vivió aparte en los desiertos como un hombre desconocido, hasta el día de su manifestación; es decir, el día en que el Señor había deliberado establecerle para que le representara delante del pueblo. Del que recogemos que Juan, aunque era muy consciente de su vocación, sin embargo, no emprendió nada antes del tiempo sino que obedeció a Dios quién lo llamaba.
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1 Se prend ici pour être tenu, avoué et publiquement reconnu. Esta expresión puede ser traducida  de múltiples maneras. Lo que Zacarías quiso decir fue que Juan sería ampliamente conocido, admitido y tenido como un profeta de Dios que estaba en la responsabilidad de cumplir con su ministerio, del cual gozaría reconocimiento.
2 afin qu'ils fassent audience au Seigneur.
3 La versión en francés exactamente dice: mais du pauvre peuple de Dieu. Es decir, el pobre pueblo de Dios. No se entiende por qué el pueblo de Dios es pobre. Las versiones inglesas han eliminado este adjetivo. En esta versión hemos traducido tal cual está en el texto francés.
4 Je ne doute point que Zacharie ne veuille ici dire que Christ est auteur de parfaite félicité. Literalmente: No dudo en absoluto que Zacarías no quiera aquí decir que Cristo es autor de la perfecta felicidad.
5 nous nous arrêtions à lui seul. Frase de difícil traducción y que no aparece en las versiones inglesas.

Mateo 1: 1-17, Lucas 3: 23-38
1 Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2 Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos.
3 Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom, y Esrom a Aram.
4 Aram engendró a Aminadab, Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón.
5 Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí.
6 Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías.
7 Salomón engendró a Roboam, Roboam a Abías, y Abías a Asa.
8 Asa engendró a Josafat, Josafat a Joram, y Joram a Uzías.
9 Uzías engendró a Jotam, Jotam a Acaz, y Acaz a Ezequías.
10 Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amón, y Amón a Josías.
11 Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, en el tiempo de la deportación a Babilonia.(A)
12 Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel a Zorobabel.
13 Zorobabel engendró a Abiud, Abiud a Eliaquim, y Eliaquim a Azor.
14 Azor engendró a Sadoc, Sadoc a Aquim, y Aquim a Eliud.
15 Eliud engendró a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob;
16 y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
17 De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce.
23 Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí,
24 hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melqui, hijo de Jana, hijo de José,
25 hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahum, hijo de Esli, hijo de Nagai,
26 hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semei, hijo de José, hijo de Judá,
27 hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri,
28 hijo de Melqui, hijo de Adi, hijo de Cosam, hijo de Elmodam, hijo de Er,
29 hijo de Josué, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat,
30 hijo de Leví, hijo de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonán, hijo de Eliaquim,
31 hijo de Melea, hijo de Mainán, hijo de Matata, hijo de Natán,
32 hijo de David, hijo de Isaí, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Salmón, hijo de Naasón,
33 hijo de Aminadab, hijo de Aram, hijo de Esrom, hijo de Fares, hijo de Judá,
34 hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Taré, hijo de Nacor,
35 hijo de Serug, hijo de Ragau, hijo de Peleg, hijo de Heber, hijo de Sala,
36 hijo de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lamec,
37 hijo de Matusalén, hijo de Enoc, hijo de Jared, hijo de Mahalaleel, hijo de Cainán,
38 hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.


Parece que no todos están de acuerdo acerca de estas dos genealogías que vienen dadas por San Mateo y San Lucas. Debemos ver primero si ambos pretendieron mostrar la genealogía de Cristo desde José, o si solo San Mateo la hubiera querido hacer y San Lucas se hubiera propuesto hacerla desde la perspectiva de María. Los que son de esta última opinión tienen un bello color al decir que ambos evangelistas no tuvieron el mismo fin, dado que hay gran diversidad entre los nombres de ambas genealogías. Y de hecho, nunca diríamos a primera vista que son la misma genealogía, al ver a San Lucas diferir de San Mateo. Porque desde David hasta Salatiel y desde Zorobabel hasta José, él les pone a todos, los nombres de otros. Además, ellos dicen que no había en absoluto razón  para divertirse tanto en una cosa que no era necesaria en absoluto y sin la que se hubiera pasado bien: Esto es a saber, el recitar dos veces el linaje de José, el cual, no obstante, no era en absoluto padre de Cristo. ¿A qué esta repetición (dicen), la cual no prueba cosa alguna que sirva mucho para la edificación de la fe? Porque si no se tiene otra cosa, sino que José, fue uno de la descendencia y de la casa de David, el linaje de Cristo permanecería, sin embargo, dudoso e incierto. Conque a su juicio, hubiera sido una cosa superflua si ambos evangelistas se hubieran detenido a mostrar la misma cosa.  Ellos excusan a Mateo por desplegar la ascendencia de José en el suelo, al decir que lo hizo por el bien de muchas personas, que seguían la opinión de que él era el padre de Cristo. Pero habría sido una locura resistir dicha forma de incentivo con un error peligroso: y lo que sigue está en contradicción total con la suposición. Pues tan pronto como llega al final de la genealogía, Mateo señala que Cristo fue concebido en el vientre de la virgen, no de la semilla de José, sino por el poder secreto del Espíritu. Si sus argumentos fueran buenos, Mateo podría ser acusado de locura o descuido, al trabajar sin ningún propósito, en establecer la genealogía de José. Pero todavía no hemos respondido a su objeción, que los antepasados de José no tienen nada que ver con Cristo.

La común y bien conocida respuesta es que en la persona de José, la genealogía de María también se incluye, ya que la ley ordena a todo hombre contraer matrimonio dentro de su propia tribu. Se objeta, por otra parte, que en casi ningún período se observó la ley, pero los argumentos en que se basa la afirmación son frívolos. Ellos alegan este ejemplo, cuando las once tribus hicieron un juramento solemne de no dar jamás mujeres al linaje de Benjamín, como está escrito en el último capítulo de los Jueces. Si este asunto, dicen, se había establecido por la ley, no había necesidad de hacer un nuevo decreto. Entonces respondo que está mal reflejado de su parte querer inferir y establecer una regla común a partir de un hecho particular y extraordinario. Porque entonces necesariamente un linaje hubiera sido suprimido, y así el cuerpo del pueblo hubiera sido imperfecto, si no se hubiera remediado por este medio en el extremo necesitado. No hay que, en absoluto, tomar este paso para saber cual era la ley común. También alegan en contra de que María, la madre de Cristo, era la prima de Isabel, a pesar de que Lucas había declarado antes que ella era de las hijas de Aarón, pero es fácil responder a eso, a saber que las mujeres de la descendencia de Judá, o de otra tribu, podían casarse con la descendencia de los sacerdotes, porque en ese caso no podía efectuarse la razón que está expresada en la Ley “Por temor de que el bien de la mujer pasara a otros que no fueran de su descendencia”. Por ejemplo vemos que la mujer de Joiada, el sumo sacerdote, es declarada que perteneció a la familia real por el historiador sagrado . (2 Crónicas 22:11). No era por tanto cosa extraña o sorprendente que la madre de Elisabet se hubiera casado con un sacerdote. Si alguien quiere decir que no es un argumento suficiente para probar que María tenía la misma línea de José, al alegar que ella era su esposa, confieso que la evidencia no es suficiente si tomamos la narrativa evangelista que simplemente yace aquí, sin tener en cuenta otras circunstancias. Sin embargo, debemos señalar en primer lugar que los evangelistas hablaron de las cosas que fueron completamente notorias en aquellos tiempos.  De esta manera, después de haber hecho de grado en grado una genealogía de José hasta David, no había ninguno entonces que no pudiera oír también de ahí, el linaje de María. Y no hay punto de duda de que los evangelistas, sabiendo que en su tiempo todo el mundo entendía, no tenían curiosidad de deducir en el menú, porque si alguien tenía dudas, era fácil mostrar con el dedo y sin palabras largas. Por otra parte, ellos han presupuesto que se da por sentado que José, como un hombre de bien, modesto y temeroso de Dios, no había tomado esposa sino solo de su linaje, tal como la Ley lo mandaba. Sin embargo, esta ley común, hemos dicho en cuanto a matrimonio, no sería suficiente para demostrar que María era de la casa real; porque podría ser del linaje de Judá, pero no de la raza de David. Aquí está lo que pienso:  Que los evangelistas al escribir así, tomaron en consideración a los fieles, los cuales, ellos sabían bien, no se emocionarían al punto de polémicas controversias, pues en la persona de José, reconocían también el linaje de María, tal cual como ya lo hemos dicho, era un punto completamente aceptado en aquellos tiempos.

Hay solamente un punto que podría parecer increíble: A saber, que José con su mujer, gente pobre, despreciada y casi desconocida, hubieran sido descendientes de David y fueran esa semilla real de la que debía salir el Redentor. Y sin embargo los evangelistas en este paso se pararon principalmente a tocar esto. Si se pregunta ahora si la genealogía trazada por Mateo y Lucas demuestra de manera clara y más allá de la controversia que María era descendiente de la familia de David, confieso que no se puede inferir con certeza1, pero porque en ese entonces el parentesco de José y de María era bastante notorio, los evangelistas no se preocuparon por perder su tiempo ocupándose de eso. No obstante, ambos pretendían eliminar el escándalo que pudiera aportar el bajo nivel, la pobreza y el desprecio, tanto de José como de María, más aun cuando su baja condición impedía reconocer en ellos algo real. En cuanto a aquello de lo que hablamos de los que imaginan a San Lucas recitando la genealogía de María, dejando atrás la de José, es fácil demostrar lo contrario.

Porque he aquí cómo él dice de palabra a palabra: Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí, hijo de Matat, etc. Vemos que no habla ni del padre ni del abuelo de Cristo, pero el linaje de José mismo se explica con cuidado. Sé bien cual es la respuesta que ellos traen para escapar de este pasaje. Ellos dicen que la palabra hijo es puesta en vez de yerno, y así  exponen que José es nombrado hijo de Elí, porque se había casado con su hija. Pero esto no está de acuerdo con el orden de la naturaleza, y no es tolerado por ningún ejemplo en la Escritura. Entonces ahora lo que es presupuesto, que San Lucas informa la genealogía de José hasta David,  no presenta lugar a dudas de que María deba relacionarse con eso, porque si extraemos a Salomón de la genealogía de María, Cristo ya no será Cristo, considerado que todo lo que se trae para hablar del linaje de Cristo es fundado en esta promesa solemne: “Cuando tus días se cumplan y reposes con tus padres, levantaré a tu descendiente después de ti, el cual saldrá de tus entrañas, y estableceré su reino”. (2 Samuel 2.17). “El SEÑOR ha jurado a David una verdad de la cual no se retractará: De tu descendencia pondré sobre tu trono”.  (Salmo132:11)2.  Entonces es completamente seguro que Salomón fue la figura de este rey eterno que fue prometido a David, ni la promesa de ser aplicado a Cristo, y de hecho, la promesa no puede serle adjudicada a Cristo si no como la verdad que ha sido representada allí en la persona de Salomón. (1 Crónicas 28:5).  Ahora, si no relatamos la genealogía de Cristo desde Salomón ¿cómo o por qué sería nombrado hijo de David? Porque quienquiera excluir a Salomón del linaje de Cristo, ¿no borra al mismo tiempo y abole las promesas por cuáles debe ser reconocido hijo de David? En cuanto a lo que San Lucas deduce de la genealogía desde Natán, mostraremos a continuación que haciéndolo no aspira a rechazar a Salomón, y diremos cómo.

Y con el fin de que yo no sea demasiado largo, digo que estas dos genealogías en    esencia concuerdan bien juntas y no obstante, hay cuatro diferencias que debemos anotar. La primera es que San Lucas comienza con el último del linaje y sube hasta el primero. Mateo todo lo contrario, comienza con la fuente de la genealogía. La segunda diferencia es que San Mateo en su descripción no lleva su relato más allá de Abraham quien fue el padre del pueblo santo y elegido, mas San Lucas prosigue hasta Adán. La tercera es que San Mateo deduce el linaje legal y se toma la libertad de quitar algunos que estaban enumerados, porque él quería hacer las cosas más fáciles de recordar, él compendió todo en tres grupos de catorce, mientras que Lucas sigue la descendencia natural con mayor exactitud.  El cuarto y último es, cada vez que están hablando de las mismas personas, a veces les dan diferentes nombres. En cuanto a la primera diferencia, parece que no hay ninguna dificultad y sería algo superfluo de mí detenerme allí. La segunda está fundada en una buena razón, pues, como Dios había escogido para sí mismo la familia de Abraham, de la que el Redentor del mundo iba a nacer, y la promesa de la salvación había sido, en cierto modo, encerrada en esa familia hasta la venida de Cristo, Mateo no pasa más allá de los límites que Dios le había puesto. Hace falta que nos acordemos de lo que dice San Pablo, que Cristo fue ministro de la Circuncisión (Romanos 15:8), a fin de cumplir la salvación que había sido prometida a los santos Padres.  Y a esto está de acuerdo con la declaración de Cristo, al decir: "que la salvación viene de los Judíos" (Juan 4:22). Este es el porqué San Mateo lo presenta a nuestra contemplación como perteneciente a esa raza santa, a la que Él había sido expresamente destinado. Así, en el catálogo que hace San Mateo, debemos considerar la alianza de Dios por la cual tomó por su pueblo la semilla de Abraham, con el fin de que fuera separado de las otras naciones, como si hubiera existido una muralla entre los dos.  Mas San Lucas dirigió su vista a un punto más alto, porque si bien, desde el momento en que Dios había hecho su pacto con Abraham, fue prometido un Redentor de una manera peculiar, a su descendencia, sin embargo, sabemos que desde la transgresión del primer hombre, todos necesitábamos un Redentor, y también entonces fue ordenado para todo el mundo. Fue un propósito maravilloso de Dios, que Lucas nos exhibiera a Cristo como el hijo de Adán, mientras que Mateo lo confinó a la única familia de Abraham. Porque no sería de ninguna ventaja para nosotros, que Cristo fue dado por el Padre como "el autor de salvaciones eternas" si Él no se comunicara indiferentemente con todas las naciones. Por otra parte, el dicho del Apóstol, "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y para siempre" (Hebreos 13:8)  no sería verdadero, si su gracia y virtud no hubiera sido manifestada y presentada en todas las eras y siglos después de la creación del mundo. Sepamos pues que a toda la raza humana se ha manifestado y expuesto la salvación por medio de Cristo, pues no sin razón se le llama el hijo de Noé, y el hijo de Adán. Pero como hay que buscarlo en la palabra de Dios, el Espíritu nos dirige con sabiduría, a través de otro evangelista a la raza sagrada de Abraham, en cuyas manos el tesoro de la vida eterna con Cristo, fue guardado por un tiempo.

Venimos ahora al tercer punto de diferencia. No existe lugar para la duda de que San Mateo tiene un orden diferente al de San Lucas, porque inmediatamente después de David el uno pone Salomón y el otro Natán, lo que deja perfectamente claro que siguen líneas diferentes. Este tipo de contradicción se reconcilia con buenos y estudiados intérpretes de la siguiente manera. Mateo, partiendo desde el linaje natural, (el cual es seguido por Lucas), reconoce la genealogía legal. Me refiero a la genealogía legal a aquella mediante el cual el derecho de gobernar llegó a Salatiel. En cuanto a que Eusebio en su primer libro de la historia eclesiástica, siguiendo la opinión de Escipión3, prefiere aplicar el calificativo legal a la genealogía elaborada por Lucas,  viene al mismo fin, porque él no significa nada más que esto, que el reino, que había sido establecido en la persona de Salomón, había pasado de una manera legal a Salatiel. Sin embargo, es más correcto y apropiado decir, que San Mateo ha mostrado el ordenamiento legal, porque, al nombrar inmediatamente después de David a Salomón, no tiene en absoluto consideración de aquellos de los cuales Cristo fue engendrado según la carne de grado en grado, sino mas bien señala como descendió de Salomón y de otros reyes con el fin de ser el verdadero sucesor en cuya mano el reino debía ser establecido a perpetuidad según la promesa que Dios había hecho. Hay una gran verosimilitud en la opinión de los que creen que con la muerte de Ocozías la línea de los descendientes de Salomón falló y se acabó. Con respecto a lo que algunos informan de los comentaristas judíos, de que David había encomendado que si alguna vez la dinastía de Salomón fallaba, el derecho al trono debía ser devuelto a los descendientes de Natán (1 Reyes 9:27; 11:1), les dejo el juicio a otros. Yo sencillamente tomo lo que es seguro, que la sucesión del reino no estaba confusa sino regulada por grados fijos de parentesco. Ahora, visto que la historia santa cuenta que Atalía, después de que su hijo Ocozías fuera asesinado, ocupó el reino y puso a muerte a toda la sangre real, es más que probable que esta mujer que quería siempre dominar, cometiera estos homicidios malos y execrables, por temor de que el reino cayera en manos de otro y que viniera a perder su potencia y su autoridad. Si Ocozías hubiera dejado a algún hijo descendiente de su cuerpo para suceder la corona, ella, la que era abuela hubiera podido reinar indiscutiblemente sin peligro y apaciblemente, bajo el pretexto de tener la tutela del pequeño rey. Cuando se procede a crímenes tan enormes como para recurrir a la infamia y el odio a sí misma, es una prueba de desesperación que surge de su incapacidad por mantener por más tiempo la autoridad real en su casa. Por otra parte, en cuanto a que se llama el hijo de Ocozías a  Joás, la razón es, que estaba en el siguiente grado (2 Crónicas 22:9) a tal suerte que con buena razón, él era el verdadero y justo heredero del trono.  Porque además, si Atalía  hubiera sido la abuela de Joás, con mucho gusto habría usado voluntariamente el derecho del niño para mantener su dominio. ¿Qué va a ser uno que tiene un poco de  juicio, encontrar probable decir que Joiada el sacerdote había podido esconder al hijo natural del rey,  para no excitar a la abuela a buscar más diligentemente? Si todo está sopesado cuidadosamente, no habrá ninguna duda en concluir, que el próximo heredero de la corona pertenecía a una línea diferente. Y este es el significado de las palabras de Joiada: “He aquí, el hijo del rey reinará, como el SEÑOR ha hablado respecto a los hijos de David”. (2 Crónicas 23:3). Él consideraba que era vergonzoso e intolerable que una mujer, que era un extraña por la sangre, recurriera a la violencia para tomarse el cetro que Dios había ordenado permanecer en la casa de David. No hay absurdo en suponer que Lucas sigue la ascendencia de Cristo a partir de Natán, porque es posible que la línea de Salomón, por lo que se refiere a la sucesión del trono, pudo haber sido rota. Se puede objetar, que Jesús no puede ser reconocido como el Mesías prometido, si no fue un descendiente de Salomón, que era una figura indudable de Cristo, pero la respuesta es fácil. A pesar de que no era descendiente natural de Salomón, sin embargo, fue reconocido su hijo por sucesión legal, porque él era descendiente de los reyes de Judá.

La cuarta diferencia consiste en la gran diversidad de los nombres de las genealogías. Porque desde David hasta José, con la excepción de Salatiel y Zorobabel, ninguno de los nombres son iguales en los dos evangelistas. La excusa que se ofrece habitualmente es que la diversidad surge del hecho de ser muy habitual entre los Judíos tener dos nombres, aparece para muchas personas no del todo satisfactoria. Pero como ahora estamos familiarizados con el método, que fue seguido por Mateo en la elaboración y organización de la genealogía, no hay razón para preguntarse si no somos capaces de determinar hasta qué punto los dos están de acuerdo o si difieren en cuanto a los nombres individuales. No cabe duda de que después de la cautividad de Babilonia, las mismas personas son mencionadas con diferentes nombres. En el caso de Salatiel y Zorobabel, creo que el mismo nombre se mantuvo a propósito, a causa de los cambios que habían tenido lugar en la nación: porque la autoridad real se había extinguido entonces. Incluso mientras que una débil sombra del poder se mantenía, un cambio notable fue visible, que advirtió a los creyentes, que debían esperar otro reino y uno más excelente que el de Salomón el cual había florecido, pero por un corto tiempo. También es digno de notarse que el número adicional en el catálogo de San Lucas es  más que el de San Mateo, lo cual no es nada extraño, porque el número de personas en la línea natural de descenso es normalmente mayor que el de la línea legal. Además, Mateo optó por dividir la genealogía de Cristo en tres bandas, con el objeto de que meter en cada banda catorce personas. De esta manera, se sintió en libertad de pasar por alto algunos nombres, que Lucas no podía omitir con propiedad, no habiéndose limitado por esa división de San Mateo.
Hasta aquí he tratado la genealogía de Cristo en general, tal como me pareció útil. Si alguien es cosquilleado por la curiosidad para pedir más, en cuanto a mí, teniendo remembranza de la advertencia que fue hecha por San Pablo, aprecio más la sobriedad y modestia que las sutilezas frívolas y vanas. Es un pasaje bastante común en la primera carta de Timoteo 1:4 y Tito 3:9, donde prohíbe las disputa de genealogías por curiosidad.

Ahora queda por preguntar, por último la razón al porqué Mateo incluye la genealogía de Cristo entera en tres órdenes o series, y asigna a cada serie catorce personas. Aquellos que piensan que lo hizo, con el fin de ayudar a la memoria de sus lectores, en  parte tienen la razón, pero no el todo. Es cierto, en efecto, que un catálogo dividido en tres partes iguales, es más fácil de recordar. Pero también es evidente que esta división tenía la intención de señalar tres diversos diversos gobiernos del pueblo que fueron desde que Cristo fue prometido a Abraham hasta el tiempo de plenitud, cuando había de ser manifestado en carne. Porque hasta David, la tribu de Judá, a pesar de que ocupaba un rango superior entre las otras tribus, no tenía ningún poder. En la persona de David repentinamente contra la expectativa de todos, se establecieron el poder y la majestad real, que continuó hasta Jeconías. Después de ese período, todavía quedaba en la tribu de Judá, una parte de su rango y gobierno, los cuales mantuvieron las expectativas de los justos hasta la venida del Mesías.

1. Libro de la genealogía. Algunos comentaristas se esfuerzan por excusar a Mateo de dar a toda su historia este título, que se aplica sólo a la mitad de un solo capítulo. Pero es sin razón. Porque este título no pertenece a todo el libro, y la palabra libro que es puesta aquí se toma para catálogo o enumeración; como si San Mateo hubiera dicho: "Esto es seguido por el catálogo de la generación de Cristo". Ahora llama a Cristo hijo de Abraham y de David, a causa de las promesas: porque Dios había prometido que de Abraham iba a salir una descendencia en la cual serían benditas todas las naciones (Génesis 22:18). Y a David la promesa todavía se hizo más clara: a saber,  que el reino seguiría siendo firme y estable en su casa hasta el final del siglo (Salmos 72: 5, 7), y que habría un rey de su linaje, sentado en el trono mientras el sol y la luna dieran claridad al cielo (Salmos 89:29). Y es por eso que era un modo de hablar frecuente entre los Judíos, llamar a Cristo hijo de David.

2.  Jacob a Judá. Como Mateo pasa en silencio a Ismael, primogénito de Abraham, y Esaú, que según el orden natural precedía a Jacob, no es sin razón que ahora él inserta en la genealogía a los doce patriarcas, como a todos los que Dios le había concedido ese favor de la adopción. Él quiso significar pues que la bendición prometida en Cristo no se refiere solamente a la tribu de Judá, sino que pertenece por igual a todos los hijos de Jacob, a quien Dios reunió en la Iglesia, mientras que Ismael y Esaú fueron tratados como extranjeros.

3. Judá engendró de Tamar a Fares. Este hecho fue como una entrada o algún pequeño comienzo de la destrucción del que hablara San Pablo. El Hijo de Dios pudo haber mantenido su descenso sin mancha y puro de todos los reproches o marcas de la infamia.  Pero más aun, como él venía a este mundo para desvanecerse,  y tomar forma de servidor (Filipenses, cabo. 2:7) para ser hecho gusano y no hombre, oprobio de los hombres y menospreciado del pueblo (Salmo 22:6) y para finalmente sufrir la muerte maldita de la cruz, él no se negó en absoluto a llevar todavía esta nota en su linaje, que el que era uno de los que sus antepasados había nacido de incesto. A pesar de que Tamar no fue impulsada por el deseo de adulterar y tener la compañía de su suegro, sin embargo, fue de manera ilegal que trató de vengar la herida que había recibido. Judá, queriendo una prostituta, cometió su infamia con su nuera, creyendo que era otra. Pero la bondad de Dios singularmente e inestimablemente batalló contra el crimen de ambos, con el fin de que esta semilla bastarda, llegara a disfrutar de tener en mano el cetro real.

6.  Engendró al rey David. En esta genealogía, solo David  tiene el nombre de rey, porque en su persona Dios había propuesto la figura del Mesías que debía ser el gobernador de su pueblo. Es verdad que el reinado había empezado anteriormente con Saúl, pero, como se llegó a él a través de un tumulto y los deseos impíos de la gente, la posesión legal del oficio se supone que comenzó con David. Lo mismo ocurre en cuanto a la alianza de Dios, por la cual había prometido ser para siempre protector y gobernador de los suyos. Porque, cuando el pueblo rechazó el yugo del Dios y se propuso con maldad y desgraciadamente pedir a un rey, Saúl les fue otorgado para un tiempo, pero pronto después, Dios estableció en la mano de David su reino, con el fin de que fuera la prenda de la verdadera beatitud. (1 Samuel 8:4). Sepamos pues que el evangelista quiso anotar aquí el segundo estado y el gobierno que estuvo en este pueblo por la disposición de Dios. Sin embargo, él toca también un ajuste execrable, que era bastante para desfigurar toda la excelencia de esta bendición de Dios: Es que David engendró a Salomón de Betsabé, a quién perversamente había arrancado de su marido, y para tener el disfrute, había hecho matar vilmente al pobre inocente por los enemigos. Esta mancha, en el comienzo del reino, debería haber enseñado a los Judíos a no gloriarse en la carne. Era el designio de Dios mostrar que, en el establecimiento de este reino, nada dependía de los méritos humanos. Al comparar la historia santa con la sucesión descrita por San Mateo, es evidente que ha omitido tres reyes: a saber: Ocozías hijo de Joram, Joás, y Amasías. (2 Crónicas 22, 23, 24, 25). En cuanto a aquellos que dicen que esto se hizo por olvido, no existe razón de ser para hablar así. Tampoco es probable que fueran expulsados porque eran indignos de ocupar un lugar en la genealogía de Cristo, pues entonces, la misma razón se aplicaría igualmente a muchos otros, que son indiscriminadamente presentados por Mateo, junto con personas piadosas y santas. Una descripción más correcta es, que San Matero decidió limitar cada lista de serie a catorce reyes, y entregó poco interés en hacer la selección, porque había una sucesión adecuada de la genealogía para poner ante los ojos de sus lectores hasta al cierre del reino. En cuanto a la existencia de sólo trece en la lista, se debe probablemente a los errores y descuidos de los que copiaban y escribían el libro. Epifanio, en su primer libro contra las herejías, asigna esta razón a que el nombre de Joaquín había sido puesta dos veces y   personas que no entendieron la expresión se atrevieron a quitar el segundo como si fuera superfluo, lo cual, nos dice, no deberían haber hecho, ya que Joaquín, el padre del rey Joacim, tenía el nombre de Jeconías, en común con su hijo, (1 Crónicas 3:17, 2 Reyes 24:15; Jeremías 27:20;. 28:4) Robert Stephens cita un manuscrito griego, donde el nombre de Joacim se introduce así: “Josías engendró a Joacim y Joacim engendró a Jeconías, etc.”.

12. Después de la deportación a Babilonia. Es decir, después que  los Judíos fueron llevados cautivos, pues el evangelista quiere decir, que los descendientes de David, luego de ser reyes, se convirtieron en exiliados y esclavos. Como que el cautiverio era una especie de destrucción, que llegó a ser maravillosamente organizada por la divina providencia, no sólo que los Judíos se unieron de nuevo en un solo cuerpo, sino que aún así algunos rastros de principado se mantuvieron en la familia de David, porque los que regresaron a su tierra, por su propia voluntad se sometieron a la autoridad de Zorobabel. De esta manera, los fragmentos del cetro real duraron hasta que la venida de Cristo estuvo a la mano, en concordancia con la profecía de Jacob, "El cetro no se apartará de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh" (Génesis 49:10). E incluso durante la dispersión miserable y triste, nunca la nación dejó de ser iluminada por algunos rayos de la gracia de Dios. La palabra griega que usa aquí el evangelista había sido traducida, transmigración, por el antiguo traductor latino. Erasmo la traduce exilio o destierro, que literalmente significa un cambio de habitación. El significado es, que los Judíos se vieron obligados a abandonar su país, y vivir como extranjeros en una tierra que no era suya.

16. Jesús, llamado el Cristo. Con el sobrenombre, Mateo denota el oficio de Jesús, para informar a los lectores que esta no era una persona privada, sino divinamente inspirada para llevar a cabo el oficio del Redentor. Sin embargo para el presente, me niego a tratar más ampliamente cual fue esta unción. En cuanto a la palabra Cristo, debemos saber que después de que el reino fuera abolido, esta comenzó a usarse exclusivamente a Él, de quien fue enseñado, esperar una recuperación completa de la salvación perdida. Porque cada vez que cualquiera con esplendor de la realeza florecía en la familia de David, la costumbre era llamar a los reyes Cristo. Pero después, con el fin de que la decadencia lastimosa que resultó de eso pusiera en desesperación a los fieles que vivían entonces,  agradó a Dios apropiarse solo de Redentor, como se desprende de Daniel. La historia evangélica en todas partes muestra que esta fue una forma ordinaria de hablar, en el tiempo en el que el Hijo de Dios fue manifestado en la carne.
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1 El texto en francés dice: Je réponds qu'on ne le peut pas certainement recueillir pour le toucher au doigt.
2Tanto el texto de Samuel como el de los Salmos son de la Biblia de las Américas.
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Una Harmonía  Sobre los Evangelios
de Mateo, Marcos, y Lucas

Por Juan Calvino
Traducida por Abiel Sneyder

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