SERMÓN N° 7
¿TENDRÁN FIN LAS PALABRAS VACIAS?*
"Respondió Job, y dijo: Muchas veces he oído cosas como estas; consoladores molestos sois todos vosotros. ¿Tendrán fin las palabras vacías? ¿O qué te anima a responder? También yo podría hablar como vosotros, si vuestra alma estuviera en lugar de la mía; yo podría hilvanar contra vosotros palabras, y sobre vosotros mover mi cabeza. Pero yo os alentaría con mis palabras, y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor. Si hablo mi dolor no cesa; y si dejo de hablar, no se aparta de mí. Pero ahora tú me has fatigado; has asolado toda mi compañía. Tú me has llenado de arrugas; testigo es mi flacura, que se levanta contra mí para testificar en mi rostro. Su furor me despedazó y me ha sido contrario; crujió sus dientes contra mí; contra mí aguzó sus ojos mi enemigo" (Job 16: 1-9).
Cuando Elifaz hubo dicho que los hombres malvados y aquellos que desafían a Dios tienen que ser turbados, y que su condición tiene que ser revertida, a modo de conclusión agrega, "concibieron dolor, dieron a luz iniquidad, y en sus entrañas traman engaño." Con ello indica que toda la apariencia que asuman los hombres malvados no les sirve de nada, sino que Dios revierte sus planes, de manera que sus esfuerzos son frustrados. Es cierto, esta declaración es interpretada como una razón presentada por Elifaz; es cierto que no es sin motivos que Dios aflige y turba a los hombres malvados e hipócritas. Y ¿por qué? Porque no hacen más que concebir el mal contra todo el mundo. Entonces, así como ellos son una carga para sus semejantes, se les devuelve con la misma moneda. En efecto, la Escritura frecuentemente usa esa manera de hablar, como en Salmo 7I15;1 lo mismo en Isaías 59:4.2 Entonces, el Espíritu cuando quiere declarar que todos los hombres en todos sus consejos, en todos sus pensamientos y emociones, están dados al mal y al pecado, utiliza esta comparación diciendo que son como una mujer que ha concebido para dar a luz un niño. Cuando han concebido castigo, es decir tormento contra sus semejantes, para hostigarlos, para oprimirlos de alguna manera, dan a luz iniquidad, es decir, ejecutan el mal que han pensado. Ahora bien, tal interpretación no sería adecuada para este pasaje. Ahora bien, tal interpretación no sería adecuada para este pasaje. Porque (como ya hemos dicho) Elifaz ya ha dado buenos motivos explicando por qué Dios era tan opuesto a los malvados; y ahora solamente quiere decir que, aunque en adelante sean guiados por buenos deseos y crean que por algún medio obtendrán recompensa por cuanto han emprendido, finalmente se encontrarán turbados. ¿Y por qué, puesto que solamente la bendición de Dios nos hace prosperar? Estos, entonces, no ganarán nada cuando hayan alentado alguna esperanza en su corazón. Porque Dios lo trastornará todo. Y no es solamente aquí que la Escritura hable de esa manera. En Isaías 26:18 dice: "Oh Jehová, concebimos, tuvimos dolores de parto, dimos a luz viento." Es cierto que estos son creyentes que hablan y se lamentan delante de Dios; pero reconocen sus pecados y los confiesan; porque todo el tiempo que ellos afirman haber estado en dolores como las mujeres, Dios los estaba persiguiendo por causa de sus faltas. Ahora afirman que han concebido viento, y lo han dado a luz, es decir, cuando esperaban algún alivio a sus dolores, todo se fue en viento y humo, y habiendo languidecido durante largo tiempo su problema no se ha corregido. Aquí Elifaz va más allá, es decir, que los malvados solamente conciben dolor, y únicamente dan a luz problemas para ellos mismos, que sus entrañas alimentan decepción, es decir, esperanzas vanas y frustraciones, cosas que al final serán puro engaño. Esa también es la amenaza de Dios en Isaías 33:11 contra los engañadores que no han tenido en cuenta su palabra, siendo incluso endurecidos contra ella. "Concebisteis (dice) hojarascas, rastrojos daréis a luz." Como si dijera, "Allí están ustedes obstinados contra mi palabra, puesto que no pueden reconocer el mal que han cometido y como han provocado mi ira contra ustedes. En vano se adulan a ustedes mismos; porque con todas sus adulaciones conocerán que solamente han concebido paja y hojarasca, y que el viento se lo llevará; y sabrán que todas sus adulaciones no les habrán servido de nada." En suma vemos la intención de Elifaz; es decir que por un tiempo los malvados estarán a sus anchas, y Dios no los presione tan severamente como para no alentar algún esfuerzo. Pero ¿luego qué? Dios - aunque ellos lo desprecian- los presionará; tendrán un gusano que los carcoma interiormente, siempre les molestará la conciencia, tendrán remordimientos y afiladas agujas que los atormentarán en secreto; en efecto, al final Dios les enviará agonías tan poderosas y excesivas que darán a luz lo que han alimentado en su interior. ¿Y por qué? Porque sus entrañas solamente concibieron decepción; es decir, aunque al principio quizá no hayan experimentado sus dolores, no obstante, solamente se están arruinando a sí mismos al no buscar el favor de Dios. Ellos mismos se prometen esto y aquello, pero cualquiera sea el caso solamente habrá desengaño. Ahora llegamos a la respuesta de Job. En primer lugar les dice que muchas veces ha escuchado cosas semejantes, y que además son consoladores molestos, tanto más diciendo palabras tan hirientes a Job. Al decir que muchas veces ha escuchado cosas similares indica que no le tienen que traer cosas comunes, remedios ordinarios, puesto que su enfermedad es tan grande y tan extremada que, sin duda, debían traerle algún alivio suavizante que le pudiera ayudar; además, no le debían presentar tales proposiciones, las mismas que usarían por formalidad con cualquier persona que no es tan gravemente afligida. Vemos entonces el propósito de Job al decir que muchas veces ha escuchado proposiciones semejantes. Ahora bien, es cierto que cuando alguien nos trae un alivio que ya conocemos no debiéramos despreciarlo. ¿Y por qué no? Porque si hoy se nos enseña acerca de la bondad de Dios, aceptemos la exhortación a la paciencia, nada nos exime de pensar en ello. Es cierto que no nos será una proposición oscura; pero si somos afligidos y alguien nos recuerda lo que se nos ha dicho, no pensemos que sus palabras son lenguaje superfluo. ¿Y por qué no? Porque es cuestión de practicar lo que ya hemos oído, lo que ya hemos entendido. Pero quizá la aflicción no nos ha tocado en lo más profundo; quizá la ocasión no sea la más adecuada. Pero si Dios nos presiona mediante alguien ha tomado y extraído de su palabra. En efecto, Job no era como estos aficionados que siempre quieren, no sé qué, con tal que sea algo nuevo, sin permitir que nadie les venga dos veces con la misma proposición. "Oh, ya escuché eso," dirán, o "No lo escuché antes," hasta aturdimos con sus respuestas. Efectivamente, es cierto que ellos tienen que meditar; si una persona nos repite algo será para gran provecho y progreso nuestro. Ahora bien, Job no era de esos, no era un provocador que no toma en cuenta una enseñanza por común que fuese, no era un simple cazador de curiosidades; simplemente (como ya lo hemos dicho) demuestra que su enfermedad era tan seria que necesitaba ser consolado en una forma extraordinaria. Como en el caso de una enfermedad ligera con la cual también se usa un remedio suave; pero si la enfermedad es dolorosa el médico tiene que investigar más a fondo. Porque si quisiera aplicar el mismo remedio a todas las enfermedades, ¿qué ocurriría? Así es con las aflicciones. Veremos a una persona que es afligida por la muerte de sus padres, o de su esposa o de sus hijos, y esto le causará cierta herida. Quizá alguien le acerque un moderado alivio, tal como Dios lo ha indicado. Pero si hay alguno que es atormentado no solamente de una manera, sino que experimenta cómo la mano de Dios lo persigue de todas partes -ocurriéndole un mal también le ocurre el segundo y tercero, y que no solamente es afligido en su cuerpo, en su persona, en sus bienes y en sus amigos, sino que quizá tenga (como lo hemos visto en Job) tentaciones espirituales, como que Dios quisiera arrojarlo al abismo- entonces será necesario proceder en forma más delicada. Porque si uno quiere molestar a un pobre individuo que tiene el corazón por el suelo, todo lo que uno le traiga, ¿de qué servirá? Mucho mejor es que usted controle su lengua y deje que Dios supla lo que falta a los hombres. Eso, entonces, es lo que Job quería decir.
Aquí está Elifaz sugiriendo a Job que Dios castiga a los malvados a efectos de revelarse como Juez del mundo, para demostrar al mundo que ellos se arman en vano, que no escaparán de su mano, Aunque quizá tengan un gran séquito y estén en gran compañía, Dios los destruirá a todos. ¿Pero por qué? Cuando esta proposición es aplicada a Job es para hacerle creer que Dios es su enemigo, porque él es un malvado, y que en él también no hay sino hipocresía. Entonces, esta proposición ha sido equivocadamente aplicada. Por eso, no es sin motivo que él diga, muy bien, estas son cosas conocidas para mí, y si las necesitara, ahora las aplicaría a mí mismo; pero son cosas que no van al grano." Job sabía que no estaba siendo afligido por causa de sus pecados, que no era ese el propósito de Dios; no es que no se haya considerado culpable y digno de soportar aun más, si Dios hubiera querido examinarlo estrictamente. Sin embargo, sabía que Dios no lo estaba tratando así por causa de sus pecados, sino que tenía algún otro propósito. Sabiendo esto Job rechaza las proposiciones que le son presentadas. ¿Y por qué? porque no van al grano. "Ustedes me son," dice, "consoladores molestos." ¿La razón? Es porque no le traen ningún remedio adecuado. De esta manera somos amonestados a que, cuando queremos consolar a nuestros semejantes en sus penas y pruebas, no hagamos conclusiones apresuradas; puesto que existen muchos que eternamente tocan en la misma cuerda sin considerar a la persona a la que hablan, porque a una persona tenemos que tratarla distinto que a otra. Porque cuando alguien es obstinado en cuanto a Dios, tenemos que hablarle en un estilo y lenguaje diferente que cuando nos dirigimos a una pobre criatura que se ha extraviado inocentemente. Y luego, de acuerdo al mal, también es preciso ver cómo proceder contra él. Por ejemplo, si los hombres son estúpidos tenemos que gritar y amonestar su indiferencia, para que puedan aprender acerca de la mano de Dios, a efectos de humillarse debajo de ella. Existe, entonces una necesidad de mucha prudencia si queremos consolar adecuadamente a los que son afligidos por Dios. Esto es lo que debemos recordar del pasaje, cuando se dice que quienes intentaron consolar a Job fueron molestos, puesto que no le llevaron nada que le hubiera servido. Esto es entonces, lo que debemos recordar en forma especial.
Ahora Job agrega, "Cuándo pondréis fin a las palabras vacías?" Las llama palabras vacías cuando carecen de sustancia, es decir, cuando no pueden edificar al hombre. Usa esa metáfora según la Sagrada Escritura porque cuando se trata de que una persona sea enseñada para salvación, se dice, "es edificada." ¿Cómo? Puesto que la persona es fundamentada, y luego sobreedificada por alguien, de manera de ser confirmada en la ley, y confirmada también en la paciencia para llevar con constancia sus aflicciones; luego resuelve orar e invocar a Dios, para tener sus recursos en él. Pero si contrariamente las proposiciones sólo son para agitar la mente, y para que una persona tenga ocasión de hablar y parlotear sin que nadie reciba instrucción alguna, aplicable a la salvación - entonces, todas esas palabras son vacías. Notemos también que cuando queramos exponer alguna exhortación o doctrina, debemos tener, sobre todo, esta convicción que quienes nos escuchen deben recibir una buena instrucción de manera que puedan acostumbrarse a andar conforme a Dios, y puedan ser afirmados en la confianza de sus misericordia para que puedan dedicarse a invocarle, no con dudas y en suspenso, sino sabiendo que serán oídos. Esto entonces, es lo que debemos estudiar a efectos de instruir a nuestros semejantes; se nos requiere tal constancia que lo aprendido no sea esparcido como por el viento. Además, cada uno de nosotros también debe aferrarse a una doctrina de modo que no tengamos deseos de ser llenos de viento, como vemos que hay muchas personas curiosas que quisieran que el predicador les diera su propio tipo de entretenimiento, agasajando sus oídos y satisfaciendo sus vanas fantasías. Imaginan esto y aquello, y quisieran que el predicador les ofrezca diversión de acuerdo a su propio agrado, para discutir cosas que no son edificantes. El espíritu humano está demasiado inclinado a este vicio, incluso está enteramente entregado a él. Porque si cada uno de nosotros quisiera seguir su apetito, ciertamente sólo sería asunto de sostener proposiciones inútiles sobre esto y aquello, proposiciones que carecerían de sustancia -serían nada más que viento. De manera que aprendamos a buscar lo que es bueno y adecuado para edificarnos en el temor de Dios, en la fe, en la paciencia, y en todas las cosas buenas y útiles. Esto es lo que debemos recordar en cuanto al pasaje en el cual Job menciona las palabras vacías.
Sin embargo, también es cierto que debemos considerarnos a nosotros mismos, a efectos de no rechazar toda proposición que nos sea presentada como si fuera viento; en cambio deberíamos aprender a distinguir entre algo vano y la buena instrucción, la cual deberíamos saber aplicar a nuestro uso. Entonces oremos a Dios que nos dé gracia para que, cuando alguien nos presente una buena doctrina, la misma no se evapore por causa de nuestra indiferencia, que la misma no se vaya con el viento. Porque si alguien viene para proponernos la palabra de Dios, deberíamos saber que siempre contiene alguna buena instrucción. Pero muchos apenas la aprovechan. ¿Y por qué? Porque no le dedican todos sus sentidos y toda su mente; su cerebro en cambio se atolondra y la palabra de Dios se va como con el viento; pero es así porque no hay sustancia sólida en ellos. Sin embargo, para aplicar mejor esta frase a nuestro uso, cada uno de nosotros, (tal como ya lo he dicho antes) tiene que mirarse cuidadosamente a sí mismo.
Ahora el libro de Job sigue así: "Si sus amigos estuvieran en la misma condición que él, él podría hablar como ellos, podría hacerles compañía en sus argumentos, podría debatir con ellos y menear su cabeza contra ellos. Es cierto que algunos exponen este pasaje como diciendo que Job no les haría lo mismo si los viera en semejante molestia, más bien trataría de suavizar su dolor y llevarles algún alivio, en vez de añadir a su tristeza, como ellos lo habían hecho con El. Hemos visto su crueldad, y hemos visto que no era cuestión de llevar a este santo hombre a la desesperación a menos que Dios lo hubiera querido. Los que interpretan así este pasaje lo hacen por la siguiente razón: no habría sido algo decente que Job quisiera vengarse una vez que Dios le hubiera quitado su mano de él; y que sintiéndose mejor quisiera burlarse de esta pobre gente al tocarles una calamidad similar; porque el solo hecho de soportar la aflicción, debiera enseñarles a tener piedad y compasión de aquellos que la necesitan. Pero cuando cada cosa es adecuadamente considerada, Job no quiere declarar aquí lo que haría, sino lo que una persona podría hacer estando en tal condición. Entonces, no está implicando que devolverá lo mismo a aquellos que premeditadamente lo están molestando, sino que simplemente podría regocijarse si su situación fuera como la de ellos. Entonces, en resumen, indica; "Ustedes hablan bien cuando se sienten cómodos, aquí ustedes menean la cabeza contra mí, no les cuesta nada condenarme, y aún de arrojarme a las profundidades, ustedes lo hacen como personas que no saben lo que es soportar el mal. ¿Acaso yo no podría hacer lo mismo si estuviera en la condición de ustedes? ¿Y cómo lo tomarían si yo viniera a menear la cabeza viendo su calamidad, viendo que la mano de Dios los ha presionado hasta el extremo? Si yo dijera, "Oh, es muy útil. Dios tiene que castigarlos y hacerles ver de qué manera aflige a los pecadores; si ustedes no tuvieran sino turbación y yo hablase de esa manera, ¿no podrían decir ustedes que soy un hombre escarnecedor? Entonces, piensen ahora qué harían en mi lugar." Esta es, en resumen, la intención de Job.
Pero ahora vemos aquí que Job no está buscando venganza como aquellos que no temen a Dios, quienes al enfurecerse quisieran disponer del poder para devolver duplicado el mal que les fue hecho a ellos. Job no era así. En efecto, los hijos de Dios ciertamente tienen que controlarse; aunque somos probados y atormentados no es propio dar coces contra aquellos que nos han perseguido injustamente, Dios podría enviarlos a ellos para humillarnos. Debemos saber que ellos son varas procedentes de la mano de Dios. Pero, ciertamente, podríamos seguir el ejemplo de Job y afirmar contra los que vienen a molestarnos sin causa, que podríamos hacerles lo mismo. ¿Y por qué? Porque una persona nunca conocerá adecuadamente su falta hasta que alguien la trate como ella ha tratado a otros. Pero cuando la persona percibe que el mal podría volver sobre su propia cabeza, quizá se contenga y diga, "¿Cómo es esto? ¿Qué estoy haciendo?" Aquí está Dios quien, para guiarnos a un sano juicio dice, "No hagas a tu semejante excepto lo que quieres que te haga a ti."3 En efecto, bien podría haber dicho, "Cuando estés tratando con tus semejantes, cuídate de tratarlos con toda equidad y rectitud, cuídate de entregarte a la malvada codicia y llevarte los bienes de otros, cuídate de querer enriquecerte a expensas de este o de aquel." Y, es cierto que así habla en las Escrituras; pero concluyendo ofrece esta declaración, "Haz aquello que quieres que te sea hecho a ti.'"* Porque no hay nadie que en beneficio propio no sería encargado principal. Entonces sabemos cómo argumentar, diciendo "¿Cómo es esto? Fulano de tal me ha injuriado. ¿Pero, proviene esto de un cristiano? ¿Acaso no hay equidad? ¿No proviene esto de una persona cobardemente cruel?" Cada uno sabrá cómo continuar sus razonamientos en cuanto a equidad y rectitud cuando es un asunto de su propio provecho. Y esto es lo que Job señala a sus amigos, ya que están ciegos; les dice que si estuvieran en una angustia como la suya seguramente desearían ser tratados con más amabilidad. No puede hacer otra cosa sino guiarlos a esta equidad natural, y que ellos mismos se comparen con él. De modo entonces, que les dice, "Vengan ahora, si ustedes estuvieran en la condición en que me ven a mí, ¿sería razonable que yo les echara en cara las proposiciones que ustedes me están haciendo a mí? Si alguien quisiera tratarlos de la manera en que ustedes están procediendo contra mí, ¿cómo lo tomarían?" Entonces ellos tendrían que ser tocados. Y ¿por qué? Porque (como ya lo he dicho) mientras estamos fuera de nosotros mismos, es decir, cuando algo no nos toca y realmente no nos pertenece, lo miramos desde una distancia. Pero si el caso nos concierne, ¡Oh! entonces aprendemos rápidamente cómo aconsejarnos mejor. Esto es, en resumen, lo que Job quería decir.
Ahora, de esto podemos deducir una buena doctrina, siguiendo la frase que he citado de nuestro Señor Jesucristo, que no debemos hacer a otros excepto aquello que querernos que nos hagan a nosotros. Porque tenemos la ley de Dios sellada sobre nuestro corazón, tenemos principios generales que permanecen en nosotros. ¿Por qué es entonces, que nuestro juicio es tan corrupto y pervertido y que siempre malinterpretamos las cosas? Es simplemente esto: Una vez que Dios nos ha dado una buena regla, somos motivados por la ambición, el odio, orgullo, avaricia. Y de esa manera cada cosa es pervertida. Entonces, si hay alguna ambición en nosotros, a efectos de sacarle el mayor provecho, llegamos a despreciar a nuestros semejantes. Si hay alguna precipitación somos capaces de decir rápidamente algo antes de haber considerado adecuadamente el mérito del caso; si somos guiados por el orgullo, tal vez queramos avanzar por nosotros mismos eliminando a los que vemos que se adelantan a nosotros. ¿Acaso no seremos ciegos en cuanto a lo que debemos hacer por amor o bondad, cuando nos incita el odio y la mala voluntad? Examinémonos a nosotros mismos y oremos a Dios que obre en nuestro corazón para que podamos juzgar con rectitud. ¿Qué pasaría ahora si el problema fuese tuyo, qué dirías?" Es así como deberíamos ser sabios, prudentes, es decir, cuando hayamos aplicado a nosotros mismos lo que hemos dicho a otro. Porque somos tan dados a nuestro apetito y beneficio (como ya lo he dicho), y también la naturaleza nos mantiene así, que en realidad cada uno se ama demasiado a sí mismo. Por eso seremos tanto más inexcusables cuando se halle este vicio en nosotros, a pesar de ser exhortados tantas veces a seguir la rectitud y equidad. Ahora oremos a Dios que obre de tal manera en nosotros que por medio de su Espíritu Santo este vicio sea convertido en virtud. Consideremos la implicancia de estas palabras, "Amarás a tu prójimos como a ti mismo." ¿Por qué es que cada uno se sale de sus límites? ¿Por qué nos amamos tanto nosotros mismos despreciando a nuestros semejantes? A menos que practiquemos con suficiente diligencia lo que se nos dice, es decir, que no debemos ser dados a nosotros mismos, al extremo de no amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Porque debemos considerar que Dios nos ha creado a todos a su imagen, en consecuencia somos de la misma naturaleza. Con ello también nos demuestra que debemos estar unidos en auténtica hermandad con aquellos que están con nosotros. Esto es lo que debemos recordar de este pasaje, cuando Job demuestra contra los que lo acusaban injustamente, que, puesto que ellos no aceptarían que alguien les hiciera lo que ellos hacían, no por eso debían abusar de su paciencia. Esto es, en resumen, lo que debemos deducir aquí.
Ahora se agrega, "Ahora yo controlaría mi lengua, pero,¿de qué me servirá? Si hablo, ¿qué alivio recibiré? Aquí Job anticipa la respuesta que podría recibir, porque sus amigos podrían decir, "Consuélate a ti mismo ahora, ya que eres un hombre tan entendido; y puesto que, si nosotros estuviésemos en tal condición, podrías obrar milagros, ven ahora, y muestra tus facultades para contigo mismo." Pero él dice, "Aquí estoy en una condición tan miserable que no podría ser peor. De modo entonces, no sé qué esperanza puedo alentar puesto que Dios me presiona en forma tan extraña; si hablo no hago sino incrementar mi dolor; y si domino mi lengua no tengo alivio. Considérenme entonces, como un hombre totalmente absorbido por las aflicciones." Esto, en resumen, es lo que Job quiere decir: ya sea que hable o que se refrene, de ninguna manera hay alivio para él. Es así también cómo David se lamenta en el Salmo 32:3 que su mal lo ha presionado tanto a la angustia que no sabe qué va a ser de él, ni qué remedio mirar. "Cuando," dice, "me ha lamentado suponiendo que de esta manera tendría algún alivio de mi dolor, el fuego se encendió aun más. Cuando he guardado silencio, aunque estaba dispuesto a ser abatido delante de Dios, mi corazón fue atormentado y cortado en pedazos; luego mi dolor me presionó tan agudamente que con esto no recibe alivio." Y en el otro pasaje (Salmo 39:2) afirma haber llegado a la conclusión de que mientras gobiernan los malvados no pronunciaría una sola palabra sino que sería como un nudo. ¿Pero por qué? El dice, "No puedo sujetarme a esta proposición; 5 porque cuando quiera restringirme así, al final brotarán palabras ardientes." Como una olla cuando el fuego arde, aunque esté tapada, por algún lado escapará el vapor. Ahora, esto bien vale la pena de ser notado. Porque cuando Dios nos manda alguna enfermedad o algún revés en nuestra fortuna creemos que nunca existió alguien que haya sido tratado tan severamente como nosotros. Y por eso somos llevados a la desesperación, o a incitarnos a toda impaciencia, y a venir también para levantarnos contra Dios, o quizá nos parezca que los creyentes antes de nosotros, aunque hayan sido afligidos por Dios, no fueron tan fluctuantes como nosotros, que incluso no tuvieron sufrimientos. Y esto también produce un mayor tormento en nosotros. Sin embargo, recordemos lo que se dice aquí; que así presionó Dios a los suyos, a aquellos (digo) a quienes amaba, y cuya salvación quería y consideraba preciosa; sin embargo, los ha conducido a tal extremo que ya no podían soportar más, no sabían qué decir ni cómo mantenerse quietos. No es sin causa que David haga tal confesión, al contrario, es para la enseñanza de todos los hijos de Dios, Porque cuando vemos que un hombre con semejante virtud, teniendo semejante constancia de Espíritu Santo es, no obstante, arrojado a las profundidades, de manera que ya no sabe qué hacer, pensando que ha llegado al final de sus recursos - aprendamos de ellos, y si Dios nos envía pruebas tan difíciles 6 y si estamos en el límite de modo que ya no soportamos más - muy bien - que no sea algo novedoso, porque no seremos los primeros. David nos muestra el camino, y él supo salir de semejante cieno; Dios le extendió la mano, y habiendo aumentado más y más su humildad fue ayudado por Dios. No obstante, no dudemos de que aun siendo postrados por un tiempo, él nos manifiesta su misericordia.
Esto es entonces, por qué es bueno y necesario que tengamos estos ejemplos ante nuestros ojos, y este también será el motivo por el cual nuestra debilidad no tendrá demasiado poder sobre nosotros. Porque si las tentaciones nos presionan, y no sabemos qué va a pasar, simplemente hemos de recordar esto: "Muy bien, aquí están los siervos de Dios que han sido antes de nosotros; aunque tuvieron grandes dones, no obstante, tuvieron que gemir bajo la mano de Dios, y no sabían qué resultaría de ello; de esta manera quiso Dios despojarlos de toda presunción, quiso enseñarles por experiencia cómo era preciso que inclinasen sus cabezas delante de él." Y si en el presente le agrada postrarnos usando los mismos medios, siempre y cuando ése sea el propósito, aunque tengamos que sufrir, no nos atormentemos la mente con ello, puesto que cada cosa se tornará para nuestro gran beneficio y salvación. Esto es lo que debemos notar de la enseñanza contenida aquí.
Ahora Job agrega que Dios lo presiona de tal manera, que aparentemente lo quiere cortar en pedazos. Hablando así demuestra lo que ya hemos visto; no solamente lo ha afligido en el cuerpo sino que las tentaciones fueron mayores y más difíciles, incluso amargas, es decir, que fue atormentado interiormente porque Dios se le había convertido en enemigo mortal. Es verdad, Job dice que la debilidad de su cuerpo era como una muestra de vergüenza y un testimonio de la ira de Dios, de que ya estaba arrugado, que toda su carne estaba como podrida. En esto ciertamente se ven las marcas de una horrible aflicción, y de que Dios no lo estaba tratando del mismo modo que a aquellos a quienes castiga con sus azotes; pero su dolor es excesivo. Esto entonces, es en resumen lo que Job quería expresar. Ahora debemos notar que Dios quería darnos ejemplo por medio de aquellos que tuvieron algunas virtudes excelentes a efectos de que nosotros pudiéramos conocer en ellos que, así como distribuye los dones de su Espíritu Santo, así como los llama a rendir cuentas, como los hace tanto más fructíferos, así también les envía grandes aflicciones y los prueba, brevemente, castigándolos hasta el límite. Allí está por ejemplo, Abraham, gobernado por el Espíritu de Dios, no como un hombre común, sino como un ángel; no podría haber sido más excelente y más perfecto. ¿Y cómo lo trató Dios? ¿Qué sería de nosotros si tuviéramos que soportar una décima parte de las luchas que sostuvo Abraham victoriosamente? Seríamos hallados en falta. Pero Dios nos guarda, puesto que tampoco derramó sobres nosotros dones tan excelentes como sobre él. Con David es igual. Allí está David que no solamente fue profeta de Dios, sino que también fue rey para gobernar al santo y escogido pueblo; en su persona tenía virtudes dignas de ser recordadas y alabadas, incluso de ser admiradas; y, sin embargo, ¿qué cosas le hizo atravesar Dios? Vemos cómo se quejaba; no solamente como un hombre despreciable y rechazado, sino diciendo que en la tierra Dios lo sujetaba a torturas; Dios tuvo que mostrarle a qué extremos había llegado. Porque no es sin causa que tantas veces dice haber pasado por el fuego y por el agua, y haber sido arrojado a las peores profundidades, y haber sentido todos los dardos de Dios, y todos los arcos como disparados contra él; haber sentido que la mano de Dios se había agravado sobre él, que aún sus huesos habían sido afectados,7 y que ya no quedaba médula ni sustancia en ellos. Cuando oímos esta proposición casi nos parece burla; pero Dios quiso poner aquí un cuadro vivo para que podamos saber que, de acuerdo a lo que hemos dicho, así como Dios da una gran virtud a los hombres, también obra rápidamente para que la misma no sea en vano, sino que pueda ser conocida en el tiempo y el espacio. Sin embargo, notemos también que las tentaciones principales que los creyentes han soportado, siempre han sido estas luchas espirituales, como las llamamos, es decir, cuando Dios los ha llamado ajuicio en su conciencia, cuando les ha hecho sentir su furia, cuando los ha perseguido de tal modo que no sabían adonde estaban parados con él. Esto también fue para arrojarlos a las profundidades, a una ruina mayor que todos los males corporales, incluso que los peores que podrían ocurrir. Es por eso también que Job usa esta metáfora, diciendo que Dios ha crujido sus dientes sobre él. También vemos como Ezequías habla de esto, porque también pasó por esta tentación (Isaías 38: 3, 14). Ezequías dice, "Dios me ha sido como un león." Previamente ya había usado esta expresión que encontramos aquí, que no sabía cómo hablar ni cómo refrenarse. "Porque soy," dice, "como una golondrina, hablo jerigonza, murmuro; pero no digo frases con las cuales pueda expresar el dolor de mi mal, no tengo lenguaje de liberación." Pero después viene para declarar al respecto que Dios lo ha cortado y ha molido sus huesos, como un león que lo toma entre sus mandíbulas y entre sus dientes. ¿Y cómo puede comparar a Dios con un león que es una bestia tan cruel? No, Ezequías no quería acusar a Dios de crueldad, sino que habla de la aprehensión que hay en él, y de la horrible aflicción que experimentó cuando la ira de Dios estuvo sobre él.
Notemos entonces, que cuando una pobre criatura comienza a tener esta duda, es decir, en cuanto a sus condición delante de Dios, y sintiendo que solamente tiene temor pensando si Dios querrá o no hacerle experimentar su bondad; con semejante duda la angustia y el asombro tiene que ser tan grande como estando entre las mandíbulas de los lobos. No pensemos que es poca cosa para una persona experimentar la ira de Dios, y sobre todo cuando tememos que está así contra nosotros; oremos sin embargo, que él quiera sostenernos, y protegernos, sabiendo que somos incapaces de soportar semejante carga, a menos que nos dé los hombros para hacerlo. Además oremos a Dios que no sea tan estricto con nosotros, a efectos de no experimentarlo como a un león. Que, en cambio, pueda mostrarnos siempre que es nuestro Padre, y que no va a castigarnos como lo hemos merecido, sino que siempre nos hará experimentar su misericordia por medio del Señor Jesucristo, para que, habiendo sido guiados por el Espíritu Santo en esta vida, él pueda levantarnos a la gloria eterna de sus ángeles, la cual ha comprado para nosotros a un precio tan elevado.
Ahora, inclinémonos en humilde reverencia ante el rostro de nuestro Dios.
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NOTAS DELTEXTO
SERMÓN NO. 7
*Sermón 62 en Calvini Opera, Corpus Reformatorum, V. 34, pp. 1-13.
1."Pozo ha cavado, y lo ha ahondado; y en el hoyo que hizo caerá."
2.Isaías 59:1-8 muestra cómo el pecado separa a la gente de Dios.
3.Esto está basado en Tobit 4:5 de los apócrifos, "Y lo que tú odias, no lo hagas al hombre." Nótese que la Regla de Oro está expresada en términos positivos en Mateo 7:12 y Lucas 6:31. Cuando Calvino predicaba este sermón en 1554 oficialmente ya había dejado de citar los apócrifos, pero notamos que ocasionalmente reincidía en ello.
4.Una paráfrasis de la Regla de Oro.
5.Esto es, en presencia de sus enemigos, David no podía limitarse a decir cosas buenas.
6.Francés: des tentations si dures. 1. Salmo 32:3.