PARA QUÉ SE REÚNE LA IGLESIA

Por: Pastor Jorge Castañeda

Si habláramos propiamente de los cultos congregacionales podría
preguntar ¿Por qué hacemos lo que hacemos? Es decir, seguramente al ir
a la reunión congregacional hacemos algunas actividades como cantar y
orar y la pregunta es ¿Por qué lo hacemos? Creo que muchos creyentes
no se han preguntado esto y siguen la costumbre que han recibido de la
manera de hacer los cultos en la iglesia. Otros piensan que es
simplemente asunto de organización del liderazgo de su iglesia y de la
manera más viable que ellos han encontrado de hacer culto. Seguramente
encontraremos quienes creen que lo que se haga en el culto puede ser
manejado según la ocasión y sentir de la iglesia. Así han ingeniado
novedosos programas en el culto y pueden variara sus elementos según
el caso.
Al mismo tiempo considerándose iglesias bíblicas encontraríamos que
los elementos usados en esos cultos no provienen de principios
positivos y específicos de la Biblia. No, no estoy diciendo si se
podrían respaldar algunas costumbres ya establecidas con un texto
bíblico, sino que si esas costumbres surgieron de la meditación y
estudio bíblico con respecto al culto público. Sería común encontrar
que muchos piensan que Dios nos dejó a nosotros el ingeniar el culto
que le ofrecemos y que según nuestras costumbres o prudencia propia
podemos elegir que hacer o que suprimir en el culto y por ello no se
requiere de ir a las Escrituras para hallar cada elemento del culto
mientras nos mantengamos en general en el marco de lo que siempre se
ha venido haciendo.
Esto ha desembocado que en años recientes los cultos congregacionales
hayan suprimido muchos elementos asociados legítimamente con la
adoración a Dios y hayan implementado (y lo sigan haciendo) programas
y elementos ajenos a la adoración congregacional bíblica. Es común
encontrar que como parte del culto público, muchas comunidades no ven
algún problema en implementar obras lúdicas, actividades recreativas,
o sustituir a voluntad uno u otro elemento de la adoración (como la
predicación en algunos casos sustituida por películas, dramas,
milagros, etc.,) o hasta supriman la reunión dominical por alguna
actividad extraeclesial.
Pero, ¿Estamos seguros que eso hace parte de nuestra libertad y
espontaneidad? No importa aun si cada persona en la iglesia apoya la
institución de cierto elemento o la abrogación del mismo, la iglesia
no es una comunidad democrática sino teocrática y Dios rige a su
Iglesia por su Palabra, la Biblia. Por lo cual, cada elemento que
compone la adoración corporativa Dios lo ha ordenado y no podemos
atrevernos a poner nuestra sabiduría a la par o sobre la sabiduría
divina y continuar tranquilamente llamándonos ‘cristianos bíblicos’.
Nuestro llamado no es a implementar elementos sino a obedecer a Dios
en Cristo que es la Cabeza de la Iglesia. Cada elemento en el culto no
debe ser respaldado por un versículo que nos deje tranquilos, sino que
debe surgir del estudio de las Escrituras y los mandamientos claros de
Dios a la iglesia cada vez que se reúne. De esta manera hallamos que
reunirnos en culto y sobre todo, el día del Señor, no es opcional,
como tampoco lo son los elementos que la iglesia usa en sus cultos,
pues es Dios mismo quien los ha ordenado a su iglesia para que le
adoren.
A la luz de esto, debemos aceptar que la iglesia en general ha hecho
un culto conforme a sí misma y para sí misma y no para Dios, aunque
digamos lo contrario. Las iglesias han elaborado un culto conforme a
sus miembros, con los elementos más queridos por todos, mas apoyados,
más concurridos por la mayoría y han suprimido aquellos elementos que
no gustan mucho. El orden, el tipo de música, las actividades, la
predicación, los temas mismos de enseñanza, el liderazgo, los
ministerios, etc., tienen como punto principal el agrado de los
asistentes y nunca antecedidos por la pregunta ¿Es eso lo que Dios nos
ordena como Iglesia? Así cada elemento gravita en torno al hombre y no
a Dios. Lo grave y lamentable es que pretendiendo agradar a Dios no
solo se desobedece sino que se desafía el Señorío de Cristo sobre su
iglesia al manejar Su cuerpo con nuestro criterio y no con el Suyo.
Lejos de agradar y glorificar a Dios, estas actividades – no importan
con cuanto celo se hagan – si no corresponden a la Biblia, no agradan
a Dios. Como puede ver el punto no es quien grite mas ser bíblico sino
quien lo sea de manera real y practica.
Por ello, debemos rescatar el culto público de las garras del
humanismo y mundanalidad como de nuestra creatividad e ingenio. Solo
por las Escrituras podremos llegar a la conclusión de lo que Dios
demanda de su iglesia cada vez que se reúne, negándonos a nosotros
mismos y presentando un sacrificio (que por ende cuesta) espiritual
agradable a Dios. Seguro que entendemos que la iglesia se reúne para
la adoración a Dios, pero permítanos ser aun más específicos para que
esto no se quede en conceptos abstractos. Le ruego meditar en estos
elementos, pero sobre todo, darse usted mismo al estudio de la Biblia
para generar una convicción profunda en su alma y en la conciencia de
la iglesia de lo que Dios demanda en culto congregacional.
La Iglesia se reúne para adorar a Dios en:

1) La lectura de la Palabra de Dios
Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la
enseñanza. (1 Tim.4:13). Debo recordar que este texto está dado en un
contexto de instrucciones eclesiales y no personales. El apóstol
quiere estar seguro que Timoteo sepa cómo debes conducirse en la casa
de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la
verdad (1 Tim.3:15). Dios ordena que la Biblia debe ser leída
públicamente en los cultos de la congregación. Dios sabe que el
crecimiento de los creyentes y la regeneración de los perdidos están
asociados con su Palabra. Leer la Biblia en el culto, en voz alta, sin
comentarla, deja claro a todos los presentes que reconocemos en verdad
que no solo de pan vivimos sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios (Mt.4:4). Es muestra de sometimiento al Señorío de Cristo
sentarnos espiritualmente bajo ella a fin de que sea el criterio
divino poniéndose sobre nosotros.
El teólogo y pastor James M. Boice, dijo al respecto: “La lectura de
cualquier porción sustancial de la Biblia también está desapareciendo.
En el tiempo de los puritanos, los ministros regularmente leían un
capítulo del Antiguo Testamento y uno del Nuevo... Pero nuestras
lecturas de la Escritura se están haciendo cada vez más cortas,
algunas veces solamente dos o tres versículos, en caso de que llegue a
leerse la Biblia. En muchas iglesias no hay ni siquiera un texto para
el sermón. Cuando yo era niño en una iglesia evangélica, a mí me
enseñaron que en la Biblia Dios nos habla a nosotros y en la oración
nosotros le hablamos a Dios. Entonces, ¿qué está sucediendo en
nuestras iglesias que ni oramos ni leemos la Biblia? Lo que sea que
esté pasando, no es adoración.

2) La Exposición de la Palabra de Dios
…que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo;
redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. (2
Tim.4:2).
Si hay un elemento central (no más importante) en las reuniones
públicas de adoración debe ser la exposición de las Sagradas
Escrituras. Ha sido el método ordenado y usado por Dios para salvar a
los creyentes en el sentido completo de la palabra, lo que incluye por
supuesto, su santificación. La dieta regular de la predicación
expositiva, es idea de Dios. Lamentablemente el sermón es una
actividad en vía de extinción. No hablo del tiempo en que una persona
pase y hable al frente de una congregación por cierto tiempo, me
refiero a la exposición sistemática, pausada, puntual ¡De la Biblia!
Para eso Dios ha querido llamar a ciertas personas con el fin que se
dediquen completamente a la oración y al ministerio de la Palabra.
Otra vez Boice añade: “Hoy tenemos muy poca enseñanza seria de la
Biblia, por no mencionar las exposiciones cuidadosas. En vez de esto,
los predicadores tratan de ser personales, contar historias jocosas,
sonreír y sobre todo evitar temas que puedan causar que la gente no se
sienta feliz con la iglesia del predicador y se vaya….Los predicadores
[Al estilo tele-evangelistas] hablan sobre necesidades que se sienten,
no necesidades reales, y esto generalmente significa decirle a la
gente solamente lo que ellos quieren escuchar. Los predicadores
quieren ser agradables, populares o proveer un buen entretenimiento.
Y, por supuesto, ¡quieren ser exitosos!”. Hoy las personas desean
pequeños ‘tips’ que no superen los 15 minutos, que los ayude a ser
exitosos y a bregar con sus asuntos temporales pero no tienen tiempo,
mente ni corazón para la exposición de la Biblia.

3) La oración diligente
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y
acciones de gracias, por todos los hombres; (1 Tim.2:1)
Este mandamiento divino se sitúa al principio del capítulo 2 de 1 a
Timoteo el cual da instrucciones sobre la adoración corporativa. Para
Pablo, Timoteo debería dar prelación a la oración corporativa regular
como parte del ministerio. Boice comenta: “Es casi inconcebible para
mí que algo llamado adoración pueda ser llevado a cabo sin una oración
significativa, pero eso es precisamente lo que está sucediendo.
Usualmente hay una oración corta al principio del servicio, aunque
hasta eso se está esfumando. Está siendo reemplazada con una
salutación de compinches para hacer que la gente se sienta bienvenida
y relajada...Otra oración que generalmente es omitida es la oración de
la ofrenda. Podemos entender que, como ya sabemos, amerita la
intervención del Dios Todopoderoso para que la gente egocéntrica dé
suficiente dinero para mantener la iglesia en su marcha. Pero las
oraciones más largas- las oraciones pastorales- están
desapareciendo…¿Cómo podemos decir que estamos adorando si ni siquiera
estamos orando?”.
La iglesia debe orar como cuerpo y mucho de la salud de una iglesia se
ve reflejada en sus reuniones de oración como en las oraciones mismas
cada vez que se reúnen. Estas oraciones públicas en los cultos deben
ser solemnes, saturadas de Escritura y adoración. Deben contener
confesión de pecados, acciones de gracias, peticiones y suplicas
humildes. Las oraciones son también un testimonio claro a todos que
dependemos de Dios y que debemos a Él toda sumisión porque siempre
oramos pidiendo: Hágase tu voluntad.

4) Los cantos espirituales …hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones (Ef.5:19).
Es otro mandamiento divino con respecto al culto público. Cantar no es
una opción para el pueblo de Dios, pero tampoco lo es el material de
donde dichos cantos deben surgir y el propósito mismo de los cantos.
Aunque a muchos les parezca extraño el concepto, no cantamos para
sentirnos bien o tener una experiencia mística. Cantamos al Señor con
cantos bíblicos para adorarlo a Él, pues solo Él es el objeto de la
adoración (Dt.10:21). Los cantos además cumplen la función de
edificarnos unos a otros cada vez que recordamos y proclamamos
públicamente el contenido de nuestra fe y las promesas de Dios. Boice
es claro cuando afirma:
“Uno de los rasgos más tristes de la adoración contemporánea es que
los grandes himnos de la iglesia están casi fuera de circulación. No
han desaparecido totalmente, pero están en vía de desaparecer. Y en su
lugar han llegado cancioncitas triviales que tienen más en común con
los malos comerciales que con los salmos. El problema aquí no es tanto
el estilo de la música, aunque las palabras baratas van más con los
tonos y las armonías baratas. El problema más bien es con el contenido
de las canciones. Los viejos himnos expresaban la teología de la
iglesia en maneras profundas y perceptivas y con un lenguaje memorable
y atractivo. Éstos levantaban los pensamientos del adorador hacia Dios
y les daban palabras vívidas con las cuales recordar los atributos de
Dios. Las canciones de hoy reflejan nuestra teología superficial o
inexistente y hacen casi nada por elevar nuestros pensamientos acerca
de Dios. Lo peor de todo son las canciones que meramente repiten una
idea, palabra o frase trivial una y otra vez. Canciones como éstas no
son adoración, aunque tal vez puedan dar a la persona que asiste a la
iglesia una sensación religiosa. Son mantras, que pertenecen más a una
reunión de los adeptos de la Nueva Era que a estar en medio de los
adoradores de Dios”.

5) La participación de las ordenanzas…Haced esto en memoria de mí. (Lc.22:19).
Estas fueron las palabras de Cristo a sus discípulos y evocan lo que
los discípulos de Cristo deberíamos hacer en los siglos posteriores.
Reconocemos solo dos ordenanzas que nos recuerdan de forma visible el
sacrificio de Cristo a favor de su pueblo: El bautismo y la mesa del
Señor. Ambas ordenanzas nos evocan la muerte de Cristo, pero su
resurrección y nuestra nueva vida en Él. Aquí por medio de elementos
tangibles y mediante exhortaciones de la Palabra de Dios, somos
conscientes de la realidad espiritual de los creyentes.
Participar de estas ordenanzas es parte de lo que Dios ha ordenado a
su iglesia hacer. No hacen parte de una adición o rito opcional.
Ningún creyente en general, debería abstenerse de estas ordenanzas
pues son otros medios de gracia que afirman su fe. No deberían darse
en un contexto trivial o desprovisto de todo elemento de culto, mas
bien, deberían ser fieles a una de las más bellas expresiones de fe de
los hijos de Dios en culto público.

6) El ofrecimiento de bienes materiales
Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo,
según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se
recojan entonces ofrendas.(1 Cor.16:2)
Como el pastor J.P. Cruz hace notar en su tratado de adoración
publica: “Cuando hablamos del tema económico no deja de haber
suspicacias en algunos, somos consientes que muchas iglesias falsas y
pastores falsos han utilizado la religión para sus fines económicos…no
son pocas las iglesias que abusan de los hermanos, teniéndolos
solamente como una fuente económica. Por un lado el invento de las
indulgencias y el pago de misas….y por otro lado tenemos iglesias que
han hecho toda una estructura y han enseñado la falsamente llamada
doctrina de la prosperidad, en donde enseñan a los hermanos a ofrendar
por interés, con el afán y deseo de recibir de lo que dieron y no como
enseñan las escrituras”.
Pero el hecho fehaciente del abuso, no anula el principio legítimo.
Las Escrituras enseñan que los creyentes deben ofrendar a Dios como
han propuesto de antemano con buenos motivos de adoración a Dios, pues
el avance del reino de Dios es algo que le glorifica. Así, cuando nos
reunimos como iglesia, el creyente debe dar de una forma agradecida
según haya prosperado. Es importante que las ofrendas recolectadas en
el culto sean dadas en conciencia y como parte de la adoración y no
como algo anexo y mundano que hacemos. En muchos lugares el tiempo de
las ofrendas es usado para cantar o conversar o mientras se dan los
anuncios, así se distrae en el acto mismo de adoración que se pretende
ofrecer. Sin embargo este también es un elemento que debe ser
observado con solemnidad y reverencia, como parte del culto ofrecido a
Dios, pues él mismo ha querido ser adorado así.
Todo esto en un contexto particular: El servicio unos a otros
Hágase todo para edificación. (1 Cor.14:26b).
Debo aclarar que no hablo del ministerio eclesial cuando la iglesia no
está reunida. Creo que el principio de servirnos los unos a los otros
supera las ocasiones cuando nos reunimos. Hablo específicamente de
servicio los unos a otros en los cultos. Debemos decir que la palabra
iglesia implica reunión y si algo debe caracterizar en las reuniones
públicas es lo que promueva la edificación mutua y corporativa no la
privada. Algunos creyentes van a culto y ponen una barrera invisible
pero muy evidente y asumen el culto público como una devoción privada.
Así solo piensan en su propio provecho, en su propia comodidad a
expensas de las de los demás.
Hágase todo para edificación indica que cada elemento, actitud,
acción, debe edificar al cuerpo y no ser tropiezo para que la
edificación sea una realidad. No se puede ver como personas
interrumpiendo, llegando tarde a las reuniones, haciendo ruidos
distractores, quizás durmiendo, salidas a los pasillos o baños cuando
la iglesia está adorando, miembros sin sus elementos para la
adoración, desconsideración y más, puedan aportar para la edificación
mutua. Hágase todo para edificación significa que soy consciente que
hago parte de un cuerpo, que el culto es la máxima expresión a la
divinidad dada por el cuerpo de Cristo y que me acojo, admiro y me
apego a esto con reverencia y amor.
De esta manera apreciamos que Dios no nos dejó en tinieblas cuando
instituyó su iglesia y su desarrollo, mucho menos el culto público que
le es agradable.

Por: Pastor Jorge Castañeda

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