Sermon quinto
Por tanto no se levantarán en el juizio los malos, ni los pecadores en la congregacion de los justos.
Contiene este verso una sentencia digna de grande peso y de grande consideracion y de mucho espanto para los malos. Es cosa que se sigue de lo que tratamos en el que precedió y da la razon del juizio de los pecadores, de lo que en este mundo les contece y, despues de salidos de el, les contecerá. Declaramos corno los malos son como polvo que lo arrebata el viento. Agora añade y dize que de aqui procede que no se levanten en el juizio ni en la congregacion de los justos. Lo qual da mas cumplida declaracion a lo que se dixo primero de los justos y a lo que tambien se dixo de los pecadores, de ser los unos como arboles bien plantados y bien regados y que todo lo que hazen es prosperado y los otros como pajuelas y como polvo que lo lleva el viento delante de si.
Para que todo esto mas claramente se vea será bien que primero declaremos los vocablos y proseguiremos luego la sentencia, declarando como se sigue de lo superior. El primer vocablo es aqui levantarse, porque dize que no se levantarán los malos en el juizio. Levantar quiere dezir aqui tanto como resistir o como permanecer o estar firme. Esta significacion que yo he dicho es muy usada en la divina escritura porque es como metafora tomada de la principal y primera significacion. El que está levantado está firme para resistir y permanecer. No podrá Israel estar, o sostenerse, contra sus enemigos, dixo Dios a Josue (7). Uno mismo es el vocablo en esta sentencia y en nuestro verso. En la una y en la otra parte es levantar; no podrá, quiere dezir, sostenerse levantado contra ellos. Muchos son los lugares en la escritura por donde esto se puede provar, los quales dexo de traer aqui porque no ay necessidad. En la lengua española es esta manera de dezir tambien muy usada, como, quando uno resiste a otro, dezimos que se levantó contra el. Trayendolo pues a nuestro proposito quiere dezir nuestro verso y es su sentencia: que los malos no pueden estar en pie, no pueden permanecer, ni tener firmeza en el juizio, ni los pecadores en la compañia y congregacion de los justos.
Resta agora que digamos qué quiere dezir este vocablo juizio para que tengamos cumplido entendimiento de nuestro verso. Juizio quiere dezir aqui la cuenta que Dios toma a los hombres cuando los visita, quando entra en razon con ellos, quando buelve por su justicia y haze manifestacion de la ira que tiene contra los malos y del favor para con los buenos. En este juizio dize nuestro profeta que los malos no permanecen ni quedan en la congregacion de los justos. La razon dize que es porque los malos son como polvo que los lleva y los esparze el viento. En lo qual, como ya dixe, da muy mayor declaracion a los dos versos que precedieron y haze alusion o apuntamiento a las dos comparaciones: de los justos, ser corno arboles; de los pecadores, ser como polvo. Los arboles quedan firmes; el polvo vase de entre ellos. Danos tambien a entender en estas palabras la diferencia que va del juizio de Dios al juizio del mundo. De la cuenta que haze el a la que hazen los hombres. Al juizio del mundo, como ya diximos en el sermon passado, muchas vezes los pecadores parecen arboles muy hermosos, muy bien plantados, con muchas hojas y mucho fruto. Y de aqui viene que los codician y los estiman en tanto. Por el contrario, los justos parecen aristas, parecen polvo, que ni ay quien los riegue ni quien tenga cuidado de ellos, ni quien los defienda, ni espere fruto. Mas quando Dios toma la cuenta, quando haze averiguacion y juizio de estos negocios, luego es deshecho el engaño. Los malos son llevados como polvo que eran y los justos se quedan solos y firmes como arboles bien plantados. Y si los unos y los otros parecian arboles, y la estima y justicia de los hombres juzgava a los unos y a los otros por tan amigos y tan favorecidos de Dios, tambien se deshaze este engaño. Los arboles quedan y el polvo es desaparecido. De manera que el juizio de Dios es comparado aqui a un espiritu de grande impetu y tempestad que lleva delante de si todo lo que no está bien plantado y no tiene grande firmeza. Assi lo compara en otra parte nuestro profeta: Perseguis, señor, a vuestros enemigos con vuestra tempestad y en el impetu de vuestra ira los desbaratais (Salmo 82). Y es muy vulgada cornparacion en la escritura sagrada.
Agora es bien que platiquemos de este juizio y declarernos, en quanto nos fuere possible, esta manera con que los malos son dissipados y los justos permanecen. Tres juizios ay de Dios para con los hombres. Quiero dezir, de tres maneras averigua con ellos la justicia de su palabra y como se han con el en servirle o no servirle. Y en todos tres juizios es verdad dezir que los justos tienen resistencia y, como arboles de buenas raizes, quedan firmes y permanecen; y los malos son entresacados y llevados poderosamente como el polvo de entre los arboles en tiempo de tempestad.
El principal juizio de que la escritura haze mencion es el final. En el qual Cristo, nuestro redemptor, señor y juez de los hombres, ha de tomar ultima cuenta de lo que cada uno hizo y dixo y pensó, con examen tan delicado que hasta las palabras ociosas han de venir alli en averiguacion de para que se gastó el tiempo en ellas. En este juizio contecerá todo lo que nuestro salmo dize. Serán apartados los buenos y los malos unos de otros, corno el buen pastor aparta los cabritos de las ovejas (Mat. 25). Antes de este apartamiento este ganado anda junto y es dificil cosa de conocer qual es oveja y qual
es cabrito. La cumplida ciencia de esto reservada es al grande pastor. Riguroso juizio es aquel mas, en fin, los buenos permanecen en el y como valientes arboles y bien arraigados quedan en amistad perpetua de Dios, herederos del reino del cielo para siempre jamas. Los malos pruevan a resistir y siendo pajuelas y polvo se quieren defender como arboles: Señor, nunca te vimos hambriento, nunca te vimos desnudo. Mas al fin acogelos aquella sentencia y llevalos delante de si: Andad, malditos de mi padre, al fuego eterno que se aparejó para el demonio y para sus angeles. Assi está dicho por san Lucas (3), de Cristo nuestro redemptor: En su mano tiene el aventadero y limpiará su parva, meterá el trigo en sus troxes y porná fuego a las pajas para que nunca cessen de arder. No quiero tratar agora mas largo de este juizio, oido lo aveis muchas vezes. Quiera Dios que os aproveche. Baste para nuestro proposito que, hablando de el, es verdad lo que nuestro salmo dize que no permanecen en el los malos ni quedan en la congregacion de los justos. Hablemos de los otros dos juizios de quien en la escritura no ay menos mencion y de quien es razon que tengais entera noticia si quereis entenderos con vosotros mismos y entender lo que quiere Dios.
Digo que el segundo juizio es quando quiera que mediante su palabra el señor trata cuenta con el hombre, escudriña su coraçon y con el testimonio de ella, haze dentro de la conciencia juizio. Del qual juizio tambien es verdad dezir que derriba a los malos, de la manera que afirmamos que se llevava el polvo, y a los buenos los dexa firmes, apartados de aquella mala compañia, como quedan los arboles bien plantados. Bien es que declaremos esto porque es cosa muy necessaria. Y quanto al pecador peor le pareciere tanto será mas cierta señal que la medicina le seria provechosa, si el la quisiesse admitir. Muchas vezes he ya dicho como todo malo que perseverando en su maldad y holgandose con ella piensa de salvarse y de dar prospero fin a todas sus cosas, es en cierta manera hipocrita. Porque todo su hecho es embaimiento y una maraña fingida para con Dios y para consigo mismo. Persuadese este tal que es arbol, que tiene raizes, que tiene hoja y que tiene fruto. No acaba de entender como es el polvo de quien avemos tratado. Durale esta imaginacion algun tiempo, permitelo Dios y engañale su pecado para que ande en este devaneo y loco contentamiento. Mas quando viene la palabra divina y el señor la embia por la mano del verdadero ministro embiado por el y, con verdadero uso de la misma palabra, quando la meten en el coraçon del tal pecador, estonces entra verdaderamente en juizio, descubrese como era arbol fingido, y conocese clarissimamente como no permanece, por el contrario quedando el justo firme y levantado en el mismo juizio. Declaremos lo uno y lo otro: como no queda el malo y como queda el justo.
Tienen los pecadores vacilante conciencia, nunca permanecen en un ser, tratalos de muy diversas maneras. Como cosa que está sin raiz y que no puede estar firme, unas vezes estan confiados y otras vezes con grande desmayo, sin aver mas ocasion de los diversos juizios de su misma conciencia. Un dia piensan que no los entiende Dios conforme a lo que por Esaias dizen: ¿Quien nos vee y quien nos conoce? A los quales responde Dios: Desvariado es vuestro pensamiento, como si el lodo dixesse contra el ollero: No me heziste, y dixesse la obra contra su hazedor: Careces de entendimiento (Esa. 29). Anda estonces el devaneo de su locura, son las olas de su reposo y de su plazer; dexales el señor imaginar que estan en tinieblas, que estan de tal manera escondidos que no pueden ser entendidas sus obras. Tras este tiempo sucede otro, en que se desmayan los mismos malos y pierden toda aquella vana alegria que primero avian soñado. Assi dizen por Jeremias: Desesperado avemos, ya passaremos adelante por nuestros caminos, haremos lo que la malicia de nuestro coraçon nos dixere (Jer. 18). Hablan como gente que entrando en cuenta con Dios no les parece que tienen remedio, si por alli han de ser guiados. Para que veais quanto es el desassossiego que pone la palabra del señor en el pecador obstinado quando entra en el coraçon con riguroso juizio de lo que deve hazer si no quiere ser perdido.
La razon de esta variedad es porque el malo tiene muy grande codicia y aficion a su pecado. De esta misma aficion le nace unas vezes esta locura y este atrevimiento de seguridad, con que el se halla tan bien y se promete el mismo fin y salida de todas sus cosas con mucho contentamiento. De esta misma aficion le sale otras vezes el temor de perder lo que tanto codicia. De aqui son sus sobresaltos y desassossiegos temiendo de ser entendido y tratado como quien es. Huyen los malos, dize Salomon, sin que vaya nadie tras ellos (Prov. 28). Por Esaias se dize que son como mar llena de tempestad, cuyas ondas unas vezes van, otras vezes vienen (Esa. 57). Muy mas adelante passa esta vacilacion y este desconcierto en las conciencias y en los coraçones de estos grandes pecadores. El descuido en que el malo bive quando duerme en sus maldades, aquella seguridad con que passa tan adelante, aquel urdir tela tan larga y de tal manera edificar en su misma perdicion como si nunca la uviessen de deshazer, aquel bever de lo que le sabe bien como si nunca le uviesse de saber mal, no es otra cosa sino un fingimiento, que ni ay Dios (Salmo 52) ni ay infierno ni ha de ser juzgado como el evangelio lo dize. Es este fingimiento tan secreto, está tan escondido en las cuevas de su maldad que juraria el mismo que no lo tiene, mas facil cosa es de averiguar que no está sin el.
Por otra parte, quando le instimula la religion y confiessa que ay Dios, que es verdadera su palabra, que ha de aver juizio de buenos y malos, que ay premio para los unos y pena para los otros, aun con esto muchas vezes procura de retener y retiene su mala seguridad. Confiessa que ay ley de Dios mas fingela el como le está bien; traçala y cortala como quiere. Si bien se entendiesse este tal entenderia que el es el autor de aquella tal ley pues el le da la declaracion, el la mide y la haze estrecha o la haze larga, conforme a la locura de su cabeça. Sucede tras esto el juizio de Dios quando por sus verdaderos ministros es su palabra enseñada con los mismos azeros y con la misma fuerça que el quiere. Luego que la palabra haze su oficio vereis guerra en el coraçon del malo. Procura de resistir, y no puede. Lo qual todo claramente se manifiesta por la tristeza, por la ofensa y escandalo que recibe, por el huir de la cura, por querer apartar la palabra de si, por el pesarle de averla oido, por el procurar de echarla a otra parte como hazen los conjuradores a las tempestades. De esta manera dezia Amasias que no podia sufrir la tierra la predicacion de Amos (7). De suerte que los malos son derribados con la palabra y por esto se escandalizan, porque se veen derribar y no tienen ramas a que atenerse. Este es el juizio y poder de Cristo, mediante su palabra y ministros, conforme a lo que está dicho por Esaias (11): Con el espiritu de su boca matará al malo.
Declarado avemos como entre tanto que el malo trata sus cosas con su solo juizio le parece que le va bien; mas quando entre el juizio de Dios en el coraçon luego es vencido y es derribado con su mismo temor. Y aquel temor es obra del juizio de Dios y castigo de su mano, testimonio de la ley que el pecador quebranta, pronostico de la condenacion que espera por osar contradezir a la poderosa mano de quien le crió y tantas mercedes le ha hecho. Assi dize el en el Deuteronomio: Daráte el señor coraçon atemorizado, ojos desmayados y anima entristecida (Deut. 28). Esto ha de acompañar la conciencia del malo que porfia en su maldad la hora que lo convence el juizio de Dios mediante la fuerça de su palabra. Entendereis todo esto mas claramente por un exemplo y este sea el de Cain, el qual es una como traça de la condicion de los pecadores y de lo que el juizio de Dios obra en ellos. Cain aunque avia muerto a su hermano todavia tenia confiança en sus sacrificios y andava seguro que no se avia de perder, vanamente confiado, fingido para consigo y fingido para con Dios. Quando comiença el señor a pedirle cuenta responde desvergonçada mente: ¿Por ventura yo soy guarda de mi hermano? (Gen. 4). Estas palabras claramente manifiestan la mala y vana confiança con que andava seguro. Mas como el juizio de Dios insta y passa mas adelante, estrechandole mas la cuenta y dandole a entender como es entendido, luego cae y desespera.
Ya dixe como lo primero, que es tentar a esconderse de Dios, es propiedad de los malos, como ellos mismos lo testifican o, por mejor dezir, la palabra divina se lo haze testificar segun que en el salmo (93) lo manifiestan: No verá el señor, ni nos entenderá el Dios de Jacob. Dirán algunos que nadie ay tan loco que piense esconder de Dios su coraçon. A esto digo que ay muchos locos tocados de esta locura, lo cual es facil de provar. Y si quesistes estar atentos poco ha que lo provamos quando diximos de la ofensa y escandalo que reciben quando la palabra de Dios les demanda lo que no conviene con su proposito, ni está bien con sus intereses; quando les deshaze la vanidad de sus locas penitencias, quando les pide verdaderas obras y limpieza de coraçon. No entienden ellos esta su locura -verdad es- mas entiendela Dios, pues afirma que la tienen. Vease entre buenos hombres ¿a quien avemos de-dar mas credito, a lo que la divina escritura dize del pecador o a lo que el pecador dize de si mismo?
No es menester que andemos mucho porfiando en esto pues tenemos clarissimo testimonio para convencer estas vanidades en dos obras de los pecadores. La una es quando son convencidos y hazen penitencia. La otra es quando son convencidos y no hazen penitencia. El malo que en algun tiempo reposó en su mala vida, -procurando para consigo mismo de alivianar su pecado, lisongeando a sus mismas cosas, descontando con satisfaciones que a el le parecian bastantes, siendo el tanteador y juez de sus mismos negocios y de la salida que avian de tener- y despues vino en verdadero conocimiento, -entendió su perdicion y quan errada iva su cuenta, desechó todas sus locuras subgectandose verdaderamente a la voluntad de Dios, desseando cierta mortificacion con grande sufrimiento para cumplirla- este tal es bien que sea juez de lo que dezimos. Hable y confiesse si es verdad que tuvo tales locuras en su coraçon las quales no conoció hasta que fue derribado y convencido en el juizio de Dios. Sea exemplo de este pecador que avemos pintado nuestro profeta David, que tanto mas entendió de si mismo en un punto quando se vio sentenciado en el juizio de Dios, que muchos dias avia entendido de los que se descuidó en su pecado, no teniendose por tan perdido como despues se halló. El mismo pide perdon de lo que no entiende de si (Salmo 18), ¿qué será lo que otros pecadores grandes no entienden, los quales nunca hizieron la penitencia que el hizo, ni con muchas leguas? De los otros pecadores ya pusimos exemplo en Cain el qual, aunque fue convencido de su pecado, no quiso hazer penitencia. Mas con todo esso bien claramente se conoce de el la locura y desvario con que se avia sustentado primero, confiessa la grandeza de su maldad, queda lleno de pavor, huye de la presencia de Dios, teme que cada uno que le topare le ha de matar, lo qual todo no es otra cosa sino efectos del conocimiento de su maldad. Era de preguntarle a este loco qué novedad avia estonces mas que primero, para que en un tiempo huyese tan lleno de temores y de sobresaltos y en el otro esperasse con tanto descuido, tan seguro y tan confiado. No pudiera responder que primero no sabia ser grande maldad matar a su propio hermano y matarle con invidia y con traicion y matar a un innocente. Con Dios habló y al principio estuvo tan atrevido como si tuviera buen pleito. Pues ¿qué es esto que sucede? ¿Qué mudança es esta tan grande? Porque el juizio de Dios acabó de hazer su obra en el, averiguó sus locuras y descubrió sus maldades. Conocimiento tuvo de su pecado Cain mas no tuvo conocimiento de la misericordia divina. Si como entendió lo primero entendiera lo segundo, libre quedara.
Quieran o no quieran los pecadores, conocer tienen su pecado. ¡Ay de aquellos que guardan a conocerlo, quando tras este conocimiento ha de venir la desesperacion, como sabemos que será en los malos en el dia del juizio! ¡Quanto mejor es no huir de entender a nosotros propios! Porque por muchas maldades que entendamos mayor es la clemencia y la mansedumbre de aquel juez que quiere que nos conozcamos para que no quedemos perdidos. Agora sea lo uno, agora sea lo otro, provado avemos que el pecador es derribado en el juizio de Dios, llevado como polvo, sin resistencia, si no quiere hazer mudança de si tan grande y tan maravillosa, como seria la de una pajuela de las que no pueden ser devisadas si se transformasse en un grande arbol hermosissimo y lleno de fruta.
En el sermon passado, si os acordais, començamos a tratar de esta misma materia, porque todas van entre si travadas y las unas sentencias combidan a las otras, porque dependen entre si una de otras. Alli prometimos que en este verso dariamos conclusion a la locura y a la vanidad con que los pecadores no acaban de entender que son polvo, oponiendo otras muchas cosas que a su parecer son suficientes para sacarlos de este peligro. No ay gente tan sobervia del bien que haze como es el pecador. No se puede estimar el precio de la onça de su buena obra si queremos passar por lo que el aprecia. No solo vende caro a los hombres, mas vendelo tan caro a Dios que se lo da por desculpa y por contrapeso de las maldades que ama y tiene metidas en su coraçon. Diximos ya que de qualquiera manera que imaginasse el malo el valor de sus cosas, de qualquiera forma que quisiesse aprovecharse de ellas, lo que pretendiamos y se sacava en limpio era que no bastavan para excusarle y dexar de ser polvo de el que lleva y derrama el viento sin que aya cosa que le ponga estorvo. Agora dezimos que por aquella misma razon todo esto es de tan flaca y tan vana resistencia para en el juizio de la conciencia quando Dios en ella juzga, que no le excusará ser derribado y desaparecido en el mismo juizio y apartado totalmente de la congregacion de los justos. Y porque el instrumento con que este juizio se haze es la verdadera palabra de Dios verdaderamente tratada y acompañada con aquella
eficacia y aquellos filos con que el señor quiere que penetre en el coraçon del hombre, assi del bueno como del malo (Hebr. 4), y ella es el fiscal de estas causas todas, justo será que nos aprovechemos de ella para dexar sin respuesta al atrevimiento de los pecadores.
Hablemos pues agora con estos tales. Ven aca, hombre perdido, que te faltan tantas jornadas para el contentamiento de tu pecado y piensas de andarlas todas con el ayuda de Dios segun tu dizes, ¿como duermes tan seguro en el entretanto? ¿Qué responde tu conciencia a su misma acusacion y a la que mediante su palabra el señor pone en ella? «Responden mis buenas obras, mis oraciones y mis sacrificios. Que si esto no tuviesse, no me tengais vos por tan loco que dormiria seguro. Si yo fuese como otros malos que no tienen estos bienes mios no reposaria un credo.» ¿Y crees que permaneces en el juizio de Dios donde es testigo tu misma conciencia? ¡O traidor y como te engañas! Entendamos agora ¿por qué via piensas tu que estima Dios en tanto tus cosas, que basten para que mediante ellas permanezcas en su juizio quando el en tu misma conciencia entra acusandote de tus maldades y de tu perseverancia en tan mal estado? No ay medio sino que tu te atreves a la necessidad que segun tu imaginacion el tiene de tus servicios, o al engaño que piensas que le podrás hazer vendiendole plomo por oro. Si tu hallas otra cosa en que escribe tu confiança sacala a la plaça, si osas, que sobre mi cabeça, que ella sea mas vana que estas otras dos.
Para lo primero, veamos qué tan grande necessidad tiene Dios de los bienes de los buenos y por aqui podremos juzgar qué tal será la que tiene de los bienes de los malos. No vamos para esto a otro testigo sino a nuestro mismo profeta. Confiesso, señor, dize el, que vos sois mi señor y mi Dios porque no teneis necessidad de mis bienes (Salmo 15). Pues si la cosa que mas convence al santo para el encarecimiento de la grandeza divina y para entender quan acertada cosa es emplearse totalmente en su servicio, es alcançar que es
tan rico y tan poderoso señor que ni tiene ni puede tener necessidad de bienes agenos, ¿donde quedan los servicios que le pueden hazer los malos, o la falta que el tiene de ellos? ¿Quien te dio tus bienes, hombre, para que pienses que Dios los puede aver menester? Eres rico por su mano, y si eres pobre es por tu culpa, y porque eres tan escasso que aun no quieres tomar, ¿y quieres competir con el sobre quien tiene mas? Bien mirado, no es otra cosa pensar que el señor se ha de contentar de tus malos bienes por tener necessidad de ellos, sino venir en tan grande locura de soñar que tienes mas que el. Burlará agora el pecador justificado con sus mismas obras y burlará de mi y de la vana imaginacion por donde yo le condeno. Porque no es el tan necio, ni de pensamientos tan locos, que imagine que Dios puede tener hambre para que el le dé de comer, ni estar adeudado para que le dé o le preste dineros, ni otras cosas assi; estas tales vanidades mias son, que no suyas. Sea assi, que no sea tan loco mas provarle hemos que es muy mas loco.
No puede negar el la sobervia de lo que dize que haze de bien. Porque si esta no morasse en su coraçon, superflua seria la disputa que con el tratamos, a la qual no nos ha traido otra cosa sino su porfia, su no querer abaxarse, su huir de confessar que es polvo y su estar con tal pertinacia en su propia defensa para que el juizio de Dios dentro de su misma conciencia no le derribe. Que si el se diesse por vencido y claramente confessasse la miseria que es haria mucho en su provecho y a nosotros nos quitaria del trabajo de darle tormento y de hazer anatomia de sus desvarios. Pues está ya convencido que sus bienes lo ensobervecen, declarenos no mas de una cosa: ¿En qué se funda aquella sobervia? Porfiará que no es sobervia, ni mande Dios que lo sea. Sea assi, digamos que es confiança o esperança si quisiere, llamemos al negro Juan blanco, demosle este contentamiento que poco le durará. Essa esperança, amigo, ¿quien la sustenta? Essa candela con que os alumbrais ¿sobre qué cera o sobre qué azeite arde? ¿Por qué se contenta Dios de vuestros bienes de la manera que vos pensais? No por la necessidad que tiene para comer ni para gastar de ellos, ya nos concertamos en esto. Otra necessidad deve de quedar escondida en vuestra imaginacion que es de ser honrado, de ser acatado, de ser servido de vos. Pareceos que lo tomais por hambre, y que en tan grande muchedumbre de malos y tan por el extremo malos no lleva medio, sino que estima en mucho, que vos le hagais una reverencia y deis color en el mundo que lo teneis por señor. No sois vos el primero que aveis caido en estas locuras, vieja es la grangeria, y no vale mas por esso.
Por el camino en que vos os perdeis caminaron tambien y se perdieron los que dezian: Templum domini templum domini templum domini est (Jer. 7). Pensavan que porque en toda la tierra no avia otro templo dedicado al nombre del verdadero señor sino aquel en el qual ellos entravan y adoravan y hazian sacrificios, Dios, como puesto en necessidad de esta honra, les avia de perdonar todo lo demas y no permitir que fuessen castigados conforme al dicho de los profetas. Topado avemos con vuestra locura en las cabeças de vuestros vezinos. Y para que veais como no es esta menor que la otra de quien burlavades digoos de verdad que tan poca necessidad tiene Dios de vuestro servicio para ser honrado como de vuestra hazienda para comer. No menos diminuia y afrentava su grandeza lo primero que lo segundo. Mucho querria que tuviessedes entendido quan a su salvo tiene el señor su gloria y su honra.
Querer ser servido y glorificado de vos grandissima merced es que os haze, descubreos el artificio por donde vos podeis ganar mas. Cosa es devida para quien el es y misericordia grande para con los hombres. El concierto por donde esto va guiado es que el os formó para mostrar en vos un traslado de si; para que de las obras de vuestras manos se viniesse en conocimiento de quien es vuestro hazedor. Esta es una parte de la imagen de quien la escritura habla quando dize que formó Dios al hombre a su figura y a su semejança (Gen. l). Este es el camino por donde las obras de los justos son tan aceptas, porque corresponden con su devido fin y tienen origen de imagen y representacion del señor la qual está conservada en el anima de los buenos, como raiz y como verdadero fundamento de verdadero bien, para que nos guie la divina clemencia a que recibamos grandes mercedes de la mano de quien servimos. En lo demas poca necessidad tiene Dios de nuestros bienes ni de nuestros servicios. Tan cobrada está su honra que no ay poder en el mundo para quitarsela ni para estorvarla. Vos mirad lo que quereis escoger: si le quereis dar honra y gloria por el camino de su misericordia y de vuestro provecho; si no, darsela heis, aunque no querais, por el de su justicia y de vuestro daño. No ayais miedo que su gloria salga de su casa porque tanto quanto le quitaredes por la una parte le aveis de dar por la otra. Ni penseis tampoco que lo podeis engañar dandole cosas falsas por verdaderas, por mucho que lo porfieis. Porque quando porfiais de engañar a vos mismo, alla teneis fin de querer engañar a el. Mal pensado lo teneis y si lo quereis saber, escuchad lo que dize por nuestro profeta. Pensaste, traidor, y has fingido en tu coraçon que somos todos de una manera y que yo soy como tu. Tu hipocrita, quiere dezir, tu mentiroso y vano, tu engañador y engañado, ¿y yo como tu? Mal camino es el que llevas. Entraré en juizio contigo, y sacaré tus maldades tan a lo claro; haré que tu seas tan cierto testigo contra ti mismo que no tengas qué responder, quedando manifiesto quien eres y lo que tentaste ser (Salmo 49). Esto me parece que basta para convencer a los malos de sus vanas confianças, quando se asseguran y se desvanecen, tornandose mas locos de lo que primero eran con las obras de sus manos.
Pues no son menos las locuras de esta tal gente quando se levanta y se ensobervece mucho por sus peticiones y sus oraciones lo qual es bien que provernos aqui, como lo tenemos ya cornençado y en otra parte lo prometimos. Responded, veamos, si os parece que teneis de que estar contento: ¿Qué oracion es la que rezais? Si rezais la del paternoster, como el redemptor del mundo nos lo dexó enseñado y mandado, en las manos os tenemos. ¿Qué dezis? Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea el tu nombre. ¿Estais burlando con el, o dezislo de verdad? ¿Es cierto que desseais esso que pedis, o es cosa de cumplimiento? Si es lo segundo, engañarlo quereis. Por esta parte en el lazo os tenemos y mas verdaderos nos hazeis de lo que queriamos. Si es lo primero, ¿corno es possible que vos de verdad desseeis la honra y gloria de Dios y la obediencia de sus mandamientos y que obreis tan al contrario? ¿Por qué no poneis en ello las manos si os sale del coraçon? O confessais claramente: Señor, por los otros lo digo que no por mi; santifiquenos los otros y deshonraros he yo. Passemos mas adelante. Venga, señor, vuestro reino. Declarad lo que quereis dezir, sino declararlo he yo si os fiais de mi. Venga, señor, vuestro reino, mas en veniendo el huiré yo por no entrar dentro porque, si quisiesse entrar, venido es ya para mi. ¿Qué dezis en lo demas ? Cumplase vuestra voluntad en la tierra corno se cumple en el cielo. Mirad qué dessea este hombre y tomad el dicho a sus obras. Si habla de si y corno a miembro podrido no se saca de su propia oracion y avemos de escuchar a sus hechos y a la confession de sus manos, la sentencia de lo que dize es: Assi señor se quebrante vuestra voluntad en el cielo como yo la quebranto en la tierra, para que assi como yo bivo contra vuestros mandamientos assi entre en vuestro reino contra las leyes de vuestra justicia. Dará bozes y dirá que no dize tal sino que nosotros se lo levantamos. Luego no rezais de verdad ni de todo coraçon. Queriades que de una manera se cumpla la divina voluntad y que de otra no se cumpla. Justicia, mas no por vuestra casa. Podrá tambien responder que no reza esta oracion, porque es peligrosa, sino otras que a su proposito vienen mejor y tienen muy grandes virtudes y no tantos achaques. No quiero proseguir mas esto, no por falta de materia ni de necessidad de tratarla, sino porque el tiempo nos va faltando y a lo que parece está bastantemente provado que quando Dios juzga en la conciencia del malo, en ella misma es convencido, y tomado en sus mismas redes. De negarlo el no avemos de hazer caso porque la porfia de su defensa, la ira de su coraçon, los rodeos que anda buscando, el apelar del juizio, el procurar de no entrar en el, todo esto es de nuestra parte, no creais que es otra cosa sino firma de su confession.
Queda otro mayor peligro aunque el passado bastava. Este es la ira que muchos conciben quando se hallan vencidos, la desesperacion que quieren tomar por remedio ultimo pensando que librarán mejor quanto mas enojaren a Dios. Luego dizen: Si verdad es esto, si no tengo con que defenderme, si las cosas que yo hago para mi bien no me hazen amigo de quien me ha de juzgar, ni las tengo de responder ni poner por excusa, determino de no hazerlas. ¿Para qué las quiero yo si de esto no me han de servir? Mas continuas son estas respuestas de lo qué pensais y tambien son viejas. Assi lo dizen los malos por Jeremias y a este mismo proposito: Vencidos somos, desesperado avemos; seguiremos de aqui adelante nuestros pensamientos y cada uno obrará segun el antojo de su coraçon (Jer. 18). ¿Pareceos que es este buen remedio? ¿Desesperar por remedio y desesperar para ser peores? ¿Por que siendo malos no los tienen por buenos, determinar de ser muy mas malos, airarse de tal manera con Dios o con su palabra, que monta tanto, que por enojarle mas y como por genero de vengança añadan nuevas maldades? Amigo, ni digais vos tal cosa. Basta que en lo primero fuistes como Cain en estar ciego y en ser porfiado y en tentar a defenderos contra el señor. No lo seais en lo segundo que es en el desesperar. Quanto peor os pareciere que sois, refrenad mas vuestro coraçon porque no passeis mas adelante. Si desesperassedes del vano remedio para buscar verdadero remedio, esso es lo que buscamos. Mas que tomeis licencia de ser mas malo, guardenos Dios. Lo que se os ha dicho grande verdad es y verdad del cielo. Mas si tan vencido os tiene vuestro pecado que no querais salir de el, no dexeis de hazer el bien que pudieredes y quanto mas pudieredes. Avisoos que ay ira de Dios y ay mas ira, ay malos y grande exceso de malos.
Lo que hasta aqui avemos tratado acerca de vuestro juizio, sirve para muchas cosas. Lo primero, para que entendais la verdad de vuestros negocios y no os engañeis, ni os engañe nadie. Lo segundo, para que sepais que Dios quiere manos limpias y coraçon limpio y que donde esto no está cumplido, del cumplimiento que su ley demanda, no ay excusa, no ay remedio, no ay recompensa, dado que sea de todos los bienes del mundo que nos libre ni nos defienda de la ira de su juizio, para que no seamos vencidos derribados en el. Lo tercero, para que de los bienes que vos dezis que hazeis en ninguna manera os ensorbervezcais ni os assegureis, ni penseis que con ellos hazeis libro de gasto y de recibo para con Dios. Los bienes de los justos se perderian por este camino ¿y no se perderán los vuestros? Mirad, no sea en vuestro daño lo que afirmais que hazeis para vuestro provecho. En la desesperacion de los malos que diximos se vee el valor de sus bienes, pues en no aceptandoselos Dios para su desculpa, luego los quieren dexar y no hacer sino males. Esta desesperacion anda muy secreta, muy mansita y muy dissimulada, mas yo os digo que de estos tales ahorcados se hallarian muchos en muchas casas. Malo es este camino. No lo sigais. Caer en el juizio de Dios, vencido y convencido de vuestra maldad, no os pese por ello. Bueno es si por veros caido, procuraredes de levantaros. El fin para que os derriban este es. Quien tuvo poder para dar con vos en tierra lo tiene para alçaros de ella; y con lo primero os combida para lo segundo. El señor hiere y sana, y hiere para sanar (Job 5).
Y pues avemos enseñado remedio para los vencidos, si quieren salir con victoria, y derribado los rebeldes y los porfiados convenciendolos mediante la palabra divina como en el juizio de su conciencia no se pueden sostener quando la ira de Dios juzga en ella, sino que son llevados como polvo, no teniendo mas resistencia que el tiene, digamos agora como permanecen los buenos quedando seguros y fuertes, como quedan los grandes y poderosos arboles quando los menea el viento. Los justos quedan levantados y firmes en el juizio de que tratamos porque tienen alegre y sossegada conciencia. Estas son las principales armas con que resisten, muy contrarias a las de los malos. La conciencia alegre y segura, dize Salomon, es un combite sin rompimiento y una fiesta continuada (Prov. 15). No interviene pesar ni hambre ni dessabrimiento que ponga desassossiego. Grande cosa es el espiritu enamorado de la bondad de Dios y el coraçon sin traicion para contra. Estas son las principales armas con que resisten, muy contrarias a las de los malos. La conciencia alegre y segura, dize Salomon, es un combite sin rompimiento y una fiesta continuada (Prov. 15). No interviene pesar ni hambre ni dessabrimiento que ponga desassossiego. Grande cosa es el espíritu enamorado de la bondad de Dios y el coraçon sin traicion para contra de morir. Y en ella misma las que te han de amparar en el juizio de Dios. Quan poco te aprovechará trabajar por desechar las malas si las tuvieres, ya lo avemos declarado. Procura de tener aquellas con que el mismo señor quiere que te defiendas quando te pidiere cuenta. Dirá agora el malo que a el estorvamos mucho la sobervia de sus propias obras y la permitimos al justo, porque no parece otra cosa esta paz y seguridad que pedimos en la conciencia sino licencia de ensorbervecerse y de ponerse en cuenta con Dios como un hombre se pone con otro. Razon es que respondamos porque de aqui resultará grande lumbre para el entendimiento de esta materia en que está toda la importancia y la llave de la salud del cristiano. El angel de la tiniebla muchas vezes se transfigura en angel de luz (2 Cor. 11), y en lugar de esperança pone sobervia, y en lugar de fe atrevimiento, y en lugar de paz sueños perdidos. Visto avemos ya no pocos que han tomado liciones y enseñamiento para este santo testimonio de la conciencia y muy contentos de averlo hallado, y despues sacarse en limpio que no avian hecho otra cosa sus enseñadores y ellos sino dar abierta la puerta al espiritu de vanidad y hazer mas dissimulado y mas malo de conecer el camino de la perdicion. La paz cristiana, mortificación cristiana requiere. Grande conocimiento tiene del pecado y ninguna sobervia tiene de su justicia.
Diremos de esto solamente y con brevedad lo que haze a nuestro proposito, lo demas quede para su lugar. Esto todo nos enseñará san Pablo en pocas palabras. No hallo en mi conciencia, dize el, determinada traicion; no llega a mi noticia tal cosa, mas no me tengo por justificado por esto (1 Cor. 4). Si concertaremos estas dos razones de un mismo autor -y tal autor- la que agora diximos y la que primero alegamos, que el testirrionio de nuestra conciencia es nuestra gloria, ternemos dado camino para que se entienda lo que tratarnos. El principal valor de todo esto, lo que ha de procurar el cristiano y no tocarlo por todos los tesoros y trabajos del mundo, es llamar a Dios de verdad, invocarle sin mina de maldad, sin celada de traicion, con obediencia de sus mandamientos, sin determinada voluntad de quebrantar ni uno de ellos y cueste lo que costare. El caudal del hombre es llamar a Dios. El llamarle y el ser oido consiste en que quando bolviere los ojos a su coraçon no halle en el los enemigos del mismo señor que invoca, no queriendolos echar de si sino que los sostiene y los ama. Ya tenemos un escalon andado: que Dios oye a quien assi lo llama y oyelo por su clemencia porque assi lo tiene prometido. Resta que la justicia de este tal hombre depende de que será oido y será despachado en el audiencia de la misericordia. No tiene sobervia el justo, ni tiene de que tenerla, antes da vocez: No entreis, señor, en riguroso juizio con vuestro siervo pues que por este camino nadie puede partir de vos sentenciado a su plazer (Salmo 142). El contentamiento y la paz del justo es esperar que ha de ser juzgado con misericordia. Rigurosa cosa es el audiencia de la justicia de Dios donde han de ser juzgados los malos. No ay defensa ni amparo en ellos. Alla serán derribados, y aquí los son, pues ellos mismos son testigos de como aman a sus traiciones.
El justo dize: Señor, si enemistad tengo con mi pecado, vos me la pusiste. Si he procurado de echarlo de mi coraçon, vuestras armas lo hizieron. Si passo adelante, vos me sustentais. Si soy tentado, de mi ruindad nace. Si estoy flaco, de mi procede. Si no estoy del todo limpio, yo lo estorvo. Si ay tanto en mi en que cada hora sea menester que pongais vuestras manos y con todo esto no quedo limpio, cosecha es de mi ruin coraçon, reliquias de mis viejas obras, testimonio de lo que seria si vos me dexassedes. Vuestra palabra, señor, me sustenta y me tiene con esperança que quando aya de ser juzgado me oirá y juzgará vuestra misericordia; donde, quando no tenga yo que dezir, respondereis vos por mi; donde con la sangre de vuestro hijo acabareis lo que no pude yo, polireis lo que está torpe, limpiareis lo que es menester que esté muy mas limpio, prestareis al pobrezito, añadireis al que llevare como vos lo teneis dicho (Luc. 19), colmareis lo que no va bien lleno y mostraráse quien sois y quanto vale lo que nos distes. Estas son las armas con que permanece el justo en el juizio en que cae el malo. Estas son las defensas de su conciencia, esta es la firmeza con que se sustenta; con que, aunque es combatido, no lo llevan; con que, dado que lo meneen, no lo derriban. No cae por desesperacion, no por resistir con sobervia, ni por esconder su pecado. Permanece por confession, está firme por esperança, porque tiene echadas raizes en la misericordia de Dios.
Resta que digamos del tercero juizio por el qual Dios en este mundo entra tambien en cuenta con buenos y malos y da conocimiento de su justicia y de la verdad y firmeza de su palabra. Esto es, quando castiga en esta vida a los unos y apremia a los otros, quando por trabajos, quando por cruz, quando por bolver las cosas al reves de lo que el mundo las tenia assentadas, llama a los hombres a penitencia y haze prueva de los que son suyos o no son suyos. En este juizio sucede lo mismo que en los primeros: los malos son llevados como polvo, los justos quedan como arboles. De esta manera con que Dios muchas vezes juzga ay en los profetas larga mencion. Por Micheas se haze protestacion muy grande convocando a los montes y a los collados y a los fundamentos de la tierra que se hallen presentes al juizio que Dios quiere hacer con su pueblo. Disputa primero con el, despues siguense las amenazas (Mich. 6). Esaias dize (3) que verná el señor a entrar en juizio con los honrados y principes de su pueblo para castigarlos como merecian. Y nuestro profeta en muchos lugares trata de este mismo juizio (Salmo 9 y 75).
De todos los tres juizios el que menos entiende y menos el mundo cree es este de quien hablamos. Dura tanto a su parecer la prosperidad de los malos que para alcançar en la tierra lo que los hombres de la tierra dessean, riquezas, mandos, honras, ventajas, deleites y contentamientos, tiene ya por averiguado que el mas seguro camino es el de la maldad, descubierta o encubierta; y para nunca llegar a ello, esto que llamamos virtud y llamamos ser cristianos. Ya podriamos venir en medios de concertarnos con el si solamente tuviesse esta regla para el adquirir, mas dize que es muy mas cierta para conservar y para passar adelante. La divina escritura amenaza la caida de estos y promete prospera salida a los buenos. Mas poco se curan los hombres del mundo de creer lo que ella en este caso dize. Su regla tienen por verdadera, por experiencia dizen que la hallan tal, estas otras cosas ternán otros entendimientos de que ellos tienen muy poco cuidado. La fe de los justos atienese a la palabra de Dios, pone en ella su esperança toda. La codicia y sabiduria de los malos sigue la regla que mas conviene con el impetu y con la locura de sus perdidos desseos. No niego yo que por la maldad no se alcançen en esta vida muchas de las vanidades que los vanos hombres codician y que no consigan por este camino las haziendas y dignidades que avian de tener los justos, si el mundo anduviesse derecho. Mas digo y creo lo que la santa escritura en este caso dize, que entra Dios en cuenta con los pecadores y al mejor tiempo del descuido de ellos y, de la possession de sus bienes, les corta el hilo y los derriba, llavandolos como va el polvo en presencia de la tempestad. No saben ellos el como ni el quando ha de ser esto, ni les parece que puede ser, mas Dios sabe que ha de ser y elige el tiempo y el quando. Con toda su adversidad estaba Job en este parecer y dice (21) que sabe y tiene por cierto que serán los malos con toda su prosperidad como pajas puestas al viento y como cosas muy livianas y muy menudas desparzidas del torvellino. En este mismo juizio quedan prosperados los justos porque, dado que la ignorancia de la maldad juzgasse que estavan olvidados y sin fundamento, a la verdad ellos eran los arboles bien plantados y de fortaleza muy grande con que permanecen en el juizio; y los otros eran las pajas en quien no puede aver resistencia.
Comencé a dezir que este negocio era cosa de fe, porque no alcançan a conocerlo sino los fieles. Los otros quedan perdidos y sin entender el camino de su perdicion. Quiero declarar mas esto, para que mas facilmente se vea como mantiene Dios su verdad y de qué manera nos avemos de aver para no perdernos apartandonos de el. Toda la diferencia está en que el malo no mira mas del tiempo presente; en este procura el su prosperidad y pone fundamentos para lo de adelante. Lo que tiene entre las manos es la regla de lo por venir a su parecer; de lo uno piensa que se le ha de encaminar y crecer lo otro. No tienes mas esperança de esta ni mas fe de la que aveis oido porque, si el otra cosa tuviesse, tomaria otro camino para sus intentos. Mas como es de tan corta vista para entender los juizios de Dios, no ay para el mas de lo que tiene delante y haze regla, como avemos dicho, por donde de lo uno coligelo otro. De lo passado nunca escarmienta, ni lo entiende ni lo conoce, ni lo toma para lección de fe ni para conocimiento de la verdad y de la justicia divina. Si entendeis esto vereis claramente acerca de la cuenta del malo que nunca conoce sino lo presente, todo lo reduze a ello y lo haze regla general para todo. El justo va por otro camino. Tiene esperança para otros tiempos que sabe que estan en la mano de Dios. Para lo presente tiene paciencia, con el conocimiento de su pecado. Sustenta y esfuerça su fe con la memoria de lo passado, mirando con atencion los grandes juizios de Dios, el amistad que con los suyos mantuvo y el castigo que dio a los malos. De esto todo burlan los pecadores y es para su juizio cosa de muy grande locura. De lo que ya fue no tienen cuenta. Lo que ha de venir no piensan que lo pueden alcançar, ni saben como; y si algo les queda de que puedan temer, ya proveen para ello, y para esto añaden maldad. Lo presente es lo que procuran. Porvenir no lo ay. Y si lo ay será, como avernos dicho, guiado por lo que entre las manos tienen.
La primera locura de estos es tassar la potencia de Dios y pensar que ay manera y tiempo para escapar de sus manos. La segunda es corno la primera, que es tassar en si mismos lo que les puede doler y quanto les puede doler, creyendo que la mano de Dios no les hallará donde castigarles mas de aquello adonde ellos proveen y que de todo lo demas queda seguro. La tercera locura es no conocer por las cosas passadas el cuidado que el señor ha tenido de bolver por sus amigos y de castigar a sus enemigos. Siempre la ira de Dios mostró grandes señales contra los malos y grande favor para con los buenos dando a los unos muy prosperos fines y a los otros muy desastrados. Esto quiere dezir la caida
de Babilonia, de Ninive y de Egipto y de otros grandes imperios del mundo; esto los castigos de tantos tiranos, los fines y paraderos de muchos malos; y esto mismo quieren dezir las subitas prosperidades de muchos justos encaminadas y favorecidas contra toda la resistencia y saber de la tierra. No es menester ir a tiempos passados. Los nuestros y los de cada uno nos dan testimonio de esta misma verdad y nos dexan sin excusa ni poder pretender ignorancia para quando Dios tomare la cuenta. Mas como traemos los ojos ciegos de grande infidelidad, inficionados de nuestras locuras, derramados por nuestras vanidades, levantados por nuestras codicias y por nuestras sobervias, no acabamos de creer que la mano de Dios ha hecho lo passado y ella haze lo presente, ni que anda su justicia entera con grande atención para executar lo que su palabra dize. Nunca miramos a las cosas baxas en que podriamos cada dia ver esto, siempre ponemos los ojos en no sé qué alturas y cosas de grande estado donde la vanidad de ellas y el ser tan pocas nos desatine y haga mas locos. Resulta de aqui que quando nos viene el castigo, nos toma de subito y desapercebidos, quedamos con la pena y sin el aviso, castigados y no enmendados, heridos sin saber de qué mano ni para qué fin.
En conclusion: la palabra de Dios afirma ser cosa cierta que los malos en el juizio de este mundo y en las cosas de este mundo caen y son derribados, y los justos son favorecidos y permanecen. Al pecador se le haze cosa muy dificil entender esto. ¿A qual daremos mas credito? Lo que la escritura dize no carece de pruevas sino que carecen los malos de ojos para mirarlas y de seso para conocerlas. Diximos que tambien en este caso se hazia apartamiento, como de los arboles y de las pajuelas y polvo. ¿Por ventura no tenemos de esto exemplos grandissimos dados para este mismo fin y para confirmacion de esta grande verdad? Quando quiso Dios destruir a Sodoma, ¿no embió al angel que apartasse a Lot y a los de su casa primero que el fuego viniesse? (Gen. 19). Quando quiso hundir el mundo con las aguas del diluvio, ¿no apartó a Noe y a su familia toda apercibiendole que hiziesse arca en que se librasse? (Gen. 6). Aqui está aparejada la respuesta, que una golondrina no haze verano. Essos y todos los que se pueden tratar son pocos exemplos y de pocas edades. Y los que se pueden traer al contrario, no tienen numero, de malos cuya prosperidad fue siempre adelante y resistieron a las tempestades del mundo, y de buenos que fueron como consumidos y sin memoria. Su respuesta requiere esto y que no sea sacada de nuestra cabeça, ni de nuestra imaginacion, porque seria muy vana. Pues que la sagrada escritura es la enseñadora de esta doctrina razon es que ella misma responda y dé verdadera luz al camino de los fieles y que los esfuerçe para el trabajo. Parte de esta respuesta está ya dada en esto poco que avemos dicho de los exemplos que ay de la misericordia y de la ira de Dios y del cumplimiento de su palabra. En lo que començamos a declarar acerca de la ceguedad de los malos en las tassas que de los tiempos hazen y en las maneras con que previenen en nunca mirar lo que es para su aviso y su enseñamiento, sino siempre poner los ojos en lo que conforma con sus apetitos y ciegas codicias. De lo qual todo sucede: que lo claro les parece escuro; lo que cada dia contece, cosa que nunca se vio; y, por el contrario, lo que está caido, que está muy levantado; lo que nunca tuvo verdad, que lleva camino muy acertado.
Lo demas que resta por responder y la explicación de lo que brevemente aqui avemos sumado quedará para el sermon que viene. En el qual trataremos esta misma materia. Lo uno, porque traerla aqui toda seria cosa muy larga; lo otro, porque es tan propia de aquel lugar como de este y los dos versos estan entre si travados dando el uno razon del otro y entre si se ayudan a declarar. Lo que basta y es menester para que lo que está dicho se entienda y nos aproveche es creer firmissimamente que sabe mas Dios de nuestros bienes y nuestros males que nosotros sabemos. Que lo que su palabra en este caso dize es verdad que no puede faltar. Que la execucion y cumplimiento de todo se ha de remitir a su infinita sabiduria. Y con esperança muy grande y con pedir al señor su favor, procurar con nuestras fuerças todas que en el juizio de nuestra conciencia quedemos firmes, que en todo lo demas seguros estamos que no nos desfavorecerá en el de esta vida quien en el final nos espera para llevarnos consigo.