¿CONOCE A CRISTO?

En el entendido que Dios le ha conocido y que hoy goza de sus infinitas bendiciones espirituales; por razón de su plan eterno y los méritos de la obra de Cristo, le quiero recordar que, el mayor deleite que el  creyente puede tener en esta vida, es ser conocido cada día por Cristo y éste a su vez conocerle según la guía del Santo Espíritu en las Escrituras. Conocer a Cristo equivale conocer al Padre. “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (I Juan 5:20). La noticia evangélica que comunica el apóstol Juan aquí, es y será siempre para los hijos adoptados de Dios, para aquellos que gratuitamente han recibido el don de la fe para creer y entender el propósito de la cruz manifestado en Jesús. Este Jesús encarnado es el que ha venido, el que ha dado a conocer la obra del Padre desde y para la eternidad, el mediador para ir a Dios, en fin, tantísimas maravillas que son reveladas en él. Ahora bien, ¿conoce a este Jesús? ¿conoce al Padre de gloria? ¿es salvo eternamente? Tantas preguntas que resultan de este pasaje; pero, en concreto, ¿realmente el Dios presentado por Cristo es el que conoce usted? Porque, la realidad cristiana que es, es una sola; no puede pretender conocer a Dios sin el Hijo encarnado, eso sería idolatría y falaz doctrina. Volviendo a la pregunta, ¿Conoce a Cristo? Le quiero decir que, por mucho que el ser humano procure conocer a Cristo –aunque no lo hace ni quiere – jamás podrá encontrarlo; que dicha, entonces, saber que sólo los redimidos pueden acceder a este magnánimo y loable conocimiento. De hecho, ahí se prueban los que de verdad han sido conocidos por Dios; que desean escudriñar los misterios del reino del Señor. Es más, ningún corazón puede ser consolado, sino es por el entendimiento del eterno plan del Padre en el Hijo y, claro, eso sería el sumun de nuestra totalidad existencial.  “Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo” (Colosenses 2:2,3). Ante lo anterior, lo invito para que continúe conociendo a Cristo a través de la Biblia y  ésta interpretada a sí misma, en tanto, aplicada por el Santo Espíritu.  He ahí un ejemplo: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo” (Filipenses 3:8-11). Para terminar, ¿se preocupa por conocer a su Salvador? ¿son las Escrituras su deleite permanente? ¿es Cristo su prioridad en la vida y en la muerte? Bueno, estas preguntas son para todos los que han nacido espiritualmente y sólo Dios juzgará los corazones en cuanto a lo anterior. Pero, reflexione, ¿acaso no somos responsables como creyentes? Más aún, el verdadero amor conoce para amar.
Su servidor, Rafael Correa Vargas. Bogotá, julio de 2009

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