¿CUÁL ES EL VERDADERO BIEN PARA
EL SER HUMANO?
por Rafael Correa Vargas
Mil y un bien puede el hombre buscar en esta vida, para tratar de conseguir beneficios que satisfagan sus deseos y necesidades; se esfuerza por crecer y mejorar en las distintas áreas de su ser, de modo que cada día se sienta cómodo y satisfecho de todo lo que ha logrado. Lo que no sabe ni quiere saber es que, por mucho que procure construir su torre fuerte, un día caerá con ella. Pues, si se recuerdan las palabras de Salomón inspirado por el Espíritu Santo “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? (Eclesiastés 1: 1,2). En definitiva, no hay esperanza que los humanos crezcan verdaderamente y se mantengan. La sentencia del Predicador, en el sermón de Eclesiastés es: “teme a Dios y guarda sus mandamientos”; lo cual indica que ningún mortal podrá forjar su propio futuro apartado del Señor. Ahora bien, se sabe que muchos en apariencia han progresado materialmente en este mundo; pero, ¿realmente pueden disfrutar de la plenitud del buen vivir? quiero decir, vivir para dar gloria al Creador. Pues, de Él, por Él y para Él lo es todo. Basta recordar la tragedia en el Edén, la cual evoca el principio de ruina de los seres humanos; no es para menos, transgredir o violentar la ley de Dios es el mayor ex abrupto moral que las criaturas pueden cometer. Se afirma entonces, que nada en esta vida puede satisfacer plenamente a los seres humanos por razón de su pecado inherente. (Rom. 5:12). “Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír” (Ecles. 1:8). No obstante, hay esperanza para los que están en Cristo, para aquellos que por medio del Salvador se han reconciliado con el Padre. Éstos, ahora, pueden esforzarse según la gracia de Dios para cumplir el propósito que el Señor ha prefijado desde antes de los tiempos. No se entienda que esta esperanza está centrada en el beneficio personal y caprichoso de los creyentes, no; más bien se trata que el hombre viva para tener verdadera vida y vida para vivir según el Señor de la Biblia. Dios de toda gracia que ha salvado, salva y seguirá salvando a todos aquellos que han sido amados por razones de Él mismo. Cabe agregar, que hoy día pulula una teología esperanzadora para el hombre, de buenas noticias y prometedora para los pecadores; pero, lo extraño y absurdo es que es una teología que no exalta la obra de Cristo y mucho menos el don de salvación, sino que alaga al hombre y lo vuelve más orgulloso de su pecado y, lo que es más impresionante, fomenta la idolatría entre los seres humanos; puesto que no dan gloria a Dios y, menos aún, lo reconocen como el Dios soberano, gobernador y legislador de todo cuanto sucede en Su mundo creado; salvando en virtud de la obra Cristo a muchos pecadores y pasando por alto a los otros. Y todo porque Él se dueño y Señor de lo que hace. ¿Osará alguien en preguntar lo que hace el Rey de reyes?.
Permítaseme citar algunos pasajes que confirman y afianzan a los discípulos de Cristo, en cuanto al disfrute que Dios ha dado a todo aquél que ha creído en la obra de su Hijo en la cruz. Ese disfrute tiene que ver con la abundante gracia de Dios derramada en la vida de los creyentes bíblicos. “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2:9). “…la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Efesios 1:23). “…que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:19). “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”
(Efesios 4: 13). “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia” (Juan 1:16).
Estos versos bíblicos conducen a pensar y creer que Dios entregó toda plenitud a Cristo, y a su vez, el Hijo entrega toda plenitud a la Iglesia que es Su Cuerpo. En consecuencia, la Iglesia ha sido plenamente abastecida por todas las riquezas espirituales que el Padre ha dado a su Hijo. ¿Puede dimensionar lo que la Iglesia ha recibido en Cristo? ¿No le parece que esto que se recuerda anima y alienta en este mundo de tantos vacios espirituales y materiales? ¿Puede pensar en esta expresión de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia? ¿Qué implicaciones y responsabilidades tiene usted de crecer a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo? Dios lo llena todo, así que, si usted vive por y para Jesús crea que en Él, hay riquezas espirituales que pueden suplir nuestra vaciedad espiritual. “como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo” (II Corintios 6:10). Se concluye entonces, que el bien más alto para toda vida y vida para Dios es; ser reconciliados con el Padre a través de Jesucristo y, esto, no es por mérito humano sino por el don que Dios otorga a muchos de los pecadores pobres y miserables de espiritualidad. La Iglesia predica el sacro evangelio y Dios salva según su bondad.
Su servidor en Cristo, Rafael Correa Vargas. Bogotá. 2010