La insensatez de la indeterminación en la religión

por Jonatán Edwards

Prédica, 1734

(Traducción abreviada)

"Y Elías vino a todo el pueblo, y dijo: ¿Hasta cuándo van a cojear entre dos pensamientos? Si el Señor es Dios, síganle; pero si es Baal, entonces síganle a él. Y el pueblo no le respondió ni una palabra." (1 Reyes 18:21)

Es la manera de Dios, antes de dar alguna señal de Su misericordia al pueblo, prepararlo primero para ello; y antes de quitar algún juicio que El trajo sobre ellos por sus pecados, El quiere que primero el pueblo abandone estos pecados que provocaron el juicio. Tenemos un ejemplo de esto en el contexto.
Hubo hambre en Israel. No había caído ni lluvia ni rocío por tres años y seis meses. Esta hambruna fue un juicio por la idolatría del pueblo. Ahora Dios estaba por quitar este juicio. Entonces, para preparar al pueblo, envía a Elías para convencerles de la insensatez de la idolatría, y para llevarles al arrepentimiento.
Para hacer esto, Elías se presenta ante el rey Acab, y le instruye a juntar a todo Israel en el monte Carmelo, y a todos los profetas de Baal, para determinar el asunto y acabar con la controversia, si Jehová era Dios o si Baal lo era. Para esto, Elías propone que él iba a tomar un buey, y los profetas de Baal otro buey, y que cada uno corte su buey en pedazos, lo ponga sobre leña, pero sin encender fuego; y el Dios que iba a responder con fuego, sería el Dios verdadero.
En esa ocasión, Elías dijo al pueblo las palabras: "¿Hasta cuándo van a cojear entre dos pensamientos? Si el Señor es Dios, síganle; pero si es Baal, entonces síganle a él." - Y el pueblo no le respondió nada.

En estas palabras podemos observar:

1. Cómo Elías reprende al pueblo por estar cojeando tanto tiempo entre dos pensamientos.

Los dos pensamientos eran, si el Señor era Dios, o si Baal era Dios. Hubo algunos en Israel que estaban completamente del lado de Baal, y rechazaban completamente al Dios verdadero, como Jezabel y los profetas de Baal. Y hubo algunos que estaban completamente del lado del Dios de Israel, y completamente rechazaban a Baal, como Dios dijo a Elías que "él se había reservado en Israel a siete mil que se no habían arrodillado ante Baal", 1 Reyes 19:18.
Pero el resto del pueblo cojeaba entre las dos opiniones. No sabían cuál escoger; y muchos no tenían ninguna religión en absoluto; no estaban determinados en nada; estaban confundidos entre las diferentes opiniones. Muchos de los que profesaban creer en el Dios verdadero, estaban fríos e indiferentes.

2. Esta reprensión implica que el cojear entre dos pensamientos es insensatez.

"Si el Señor es Dios, síganle; pero si es Baal, entonces síganle a él." Esto implica que el pueblo debería decidirse por el uno o por el otro. - Observamos el silencio del pueblo. Parece que en sus conciencias fueron convencidos de su insensatez; ellos no tenían nada que responder para justificarse.

Enseñanza: La indeterminación en la religión es muy insensata.

I. Muchas personas permanecen muy indeterminados en cuanto a la religión. Muchos que son bautizados, y profesan su religión, y parecen ser cristianos, están en sus mentes todavía cojeando entre dos pensamientos: nunca llegaron plenamente a una conclusión de si quieren ser cristianos o no. Fueron enseñados la religión cristiana en su niñez, y escuchan la prédica de la Biblia, pero continúan y crecen y envejecen en un estado no resuelto de si quieren comprometerse con el cristianismo o no; y muchos continúan así toda su vida.

1. Algunas personas nunca determinaron en sus mentes, si hay alguna verdad en la religión o no. Escucharon de las cosas de la religión desde su niñez, pero nunca llegaron a una conclusión en su mente de si esto es real o fantasía. En particular, algunos nunca determinaron en sus mentes si existe algo así como la conversión. Escucharon hablar mucho de ello, y saben que muchos pretenden haberlo experimentado; pero nunca resolvieron si todo esto quizás sería solo hipocresía y pretensión.
Algunos nunca llegan a una determinación de si las Escrituras son realmente la palabra de Dios, o el invento de hombres; y si las historias acerca de Jesucristo quizás son solo fábulas. Temen que todo es verdad, pero a veces dudan mucho de ellos. Cuando escuchan argumentos a favor, asientan que es verdad; pero cuando surge una pequeña objeción o tentación, lo cuestionan otra vez; así siempre vacilan y nunca se deciden.

2. Algunos nunca determinaron si desean entregarse a la práctica de la religión. Probablemente la mayoría decide ser religiosos en algún momento antes de morir; porque nadie desea ir al infierno. Pero siempre postergan la decisión, y nunca llegan a una conclusión en cuanto a su práctica en el presente.
Hay muchos que nunca resolvieron el asunto de buscar, y dedicarse seriamente, a la salvación. Se halagan a sí mismos que podrían obtener la salvación aunque no la buscan tan seriamente, aunque se preocupan más por los asuntos del mundo que por su salvación. Escucharon muchas veces que debían buscar la salvación con todas sus fuerzas, pero nunca se convencen realmente de ello.
Muchos nunca determinaron cuál parte escoger. Hay solo dos posibilidades que Dios ofrece al hombre: una es este mundo, con los placeres y beneficios del pecado, a los que sigue la miseria eterna; la otra es el cielo y la gloria eterna, con una vida negándose a sí mismo y respetando todos los mandamientos de Dios.
Muchos nunca llegan a una decisión entre los dos. Quisieran tener el cielo y este mundo también; quisieran tener la salvación y el placer del pecado también. Pero considerando el cielo y el mundo como Dios los ofrece, no tendrán ninguno de los dos. Dios ofrece el cielo solo con la negación de sí mismo y las dificultades que están en el camino; y ellos no quieren tener el cielo con estas condiciones. Dios ofrece el mundo y los placeres del pecado solo junto con la miseria eterna; y así ellos no quieren el mundo tampoco.
De hecho, en la práctica y en efecto, ellos escogen el pecado y el infierno. Pero en sus propias mentes no llegan a una conclusión. Mientras no encuentran ninguna dificultad o tentación, y pueden hacer su deber, como dicen, sin herirse mucho a sí mismos ni negarse mucho sus inclinaciones carnales, parecen escoger el cielo y la santidad. En otros momentos, cuando encuentran dificultades en su deber, y grandes tentaciones de beneficios mundanos, entonces escogen el mundo, y se apartan del cielo y de la santidad.
Así pasan su vida sin decidirse, aunque en la práctica escogieron el servicio de satanás. De estas personas dice Santiago en 1:8: "El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos."

II. Continuar en este estado indeterminado en las cosas de la religión, es muy insensato, por las siguientes razones:

1. Las cosas de la religión son de suma importancia para nosotros. Si Dios existe o no; si las Escrituras son la palabra de Dios o no; si Cristo es el Hijo de Dios o no; si existe la conversión o no - esto hace una diferencia infinita en nuestra vida. Por tanto estamos bajo la más grande obligación de resolver en nuestras mentes si estas cosas son verdad o no. El que permanece indeterminado, y no investiga en estas cosas, actúa de manera muy insensata. En vez de buscar e investigar acerca de los argumentos a favor y en contra, ocupan sus mentes con cosas infinitamente menos importantes; y actúan como si no les importaría si existe la eternidad.
Ningún hombre sabio se quedaría insatisfecho en esta pregunta; porque si la eternidad existe como las Escrituras aseguran, entonces cada uno de nosotros tiene su parte allí, o en el lugar de la recompensa eterna, o en el lugar del castigo eterno. Entonces no podemos quedarnos indiferentes hacia estos asuntos. Se trata de estados opuestos, no solo por algunos días en este mundo, sino por toda la eternidad. Es una locura infinita no llegar a una determinación.

2. Dios nos creó como criaturas razonables, capaces de determinar de manera racional. Dios hizo al hombre capaz de descubrir la verdad en los asuntos de la religión. La solución de estas preguntas no es más allá de nuestras capacidades.
Dios dio al hombre suficiente entendimiento para que pueda determinar qué es lo mejor, llevar una vida de negarse a sí mismo y disfrutar de la felicidad eterna, o disfrutar del pecado y quemar en el infierno para siempre. La pregunta no es difícil - la razón de un niño sería suficiente para determinarla. Por tanto, los hombres que permanecen indeterminados, actúan no como criaturas razonables, sino "como el caballo y el mulo, que no tienen entendimiento" (Sal.32:9).

3. Dios pone en nuestras manos la oportunidad de decidir nosotros mismos. ¿Qué mejor oportunidad puede desear un hombre, que tener la libertad de escoger su propio destino? Dios ha puesto la vida y la muerte delante de nosotros (Deut.30:19). Por tanto, los que descuidan su decisión, actúan de manera irrazonable, porque están tapando su propia luz, y descuidan una oportunidad tan gloriosa.

4. No tenemos muchas opciones entre las que escoger, sino solamente dos: la vida o la muerte, la bendición o la maldición, una vida de obediencia perseverante con gloria eterna, o una vida mundana, carnal, malvada, con miseria eterna. Si tuviéramos muchas opciones, y muchas de ellas tuvieran casi el mismo valor, entonces sería más entendible si alguien se queda indeciso por mucho tiempo. Pero hay solo dos alternativas.
Y hay solo dos estados en este mundo: el estado del pecado y el estado de santidad; el estado natural y el estado convertido. Hay solo dos caminos para viajar, el camino angosto que lleva a la vida, y el camino ancho que lleva a la destrucción.

5. Dios nos ha dado toda la ayuda para decidir. Las Escrituras están abiertas ante nosotros, y todas las doctrinas del evangelio están expuestas, con sus razones y evidencias. Podemos buscar y probar su fuerza y suficiencia a nuestro antojo.
Tenemos claramente expuestas ante nosotros las ventajas de ambos lados; la pérdida y la ganancia están específicamente declaradas. Cristo nos dijo fielmente lo que recibiremos, y lo que perderemos, al hacernos Sus seguidores. También nos dijo lo que recibiremos, y lo que perderemos, con una vida de pecado.
El nos dijo claramente que debemos tomar la cruz diariamente y seguirle a El; que debemos aborrecer a padre y madre, y esposa ye hijos, y hermanos y hermanas, y aun nuestra propia vida, para ser Sus discípulos. Tenemos la oportunidad de calcular el costo imparcialmente por ambos lados, y somos instruidos a hacerlo (Luc.14:28). - Cuán irrazonable es, entonces, permanecer indeciso y no llegar a una conclusión de si uno quiere ser cristiano o pagano, ser de Dios o del diablo.

6. No podemos esperar estar más tarde en mejores condiciones para decidir que ahora. Nunca tendremos una revelación más clara de la verdad del evangelio; nunca tendremos una exposición más clara de las ventajas y desventajas de ambos lados como ya la tenemos en la palabra de Dios; y no es probable que algún día sepamos mejor qué es bueno para nosotros. Entonces, los que postergan su decisión, solo están dando a satanás más oportunidad de oscurecer sus mentes, de engañarles y de llevarles por el camino equivocado.

7. Si alguién no llega a una decisión en esta vida, Dios decidirá por él, y le dará su parte con los malvados. Si los pecadores, al negarse a escoger o el cielo o el infierno, pudieran evitar ambos, su necedad no sería tan grande. Pero este no es el caso; si ellos permanecen indecisos, Dios decidirá por ellos, y su parte será en el lago que arde con fuego y azufre para siempre.

8. El que posterga la decisión es irrazonable, porque no sabe cuán pronto habrá pasado la oportunidad de decidir. Esta oportunidad dura solamente mientras estamos con vida; una vez que acaba la vida, el asunto estará cerrado.
Aquellos que perdieron esta oportunidad, estarían felices si pudieran escoger después; entonces no dudarían en qué escoger. Los juicios de los pecadores, después de esta vida, se resuelven rápidamente. Pero entonces será demasiado tarde; su oportunidad pasó. Ellos darían el mundo entero por una segunda oportunidad de escoger; pero no la tendrán.

APLICACIÓN

I. Que cada uno se examine a sí mismo, si ya llegó a una determinación plena en el asunto de la religión.

Primero, ¿ya llegaste a una determinación plena en cuanto a la verdad de la religión? ¿o queda todavía una cuestión no resuelta?

1. Si tu razón principal para aceptar la verdad de la religión es, que otros lo creen, y que te han instruido así desde niño; entonces para ti la verdad de la religión todavía está indeterminada. La tradición y la educación nunca asegurarán la mente en una fe satisfactoria y eficiente en la verdad. Una tal fe no soportará ningún choque; una tentación o una prueba la derribará fácilmente.
Hay multitudes que parecen estar seguros en la verdad de la religión, pero el fundamento de su fe es solo la tradición de sus padres, o la religión de sus prójimos; y temo que este es el caso de muchos que se consideran buenos cristianos. Mientras nunca han visto alguna otra evidencia para satisfacerles, están todavía cojeando entre dos pensamientos.

2. Si llegaste plenamente a una determinación en cuanto a la verdad de la religión, entonces estas cosas tendrán para ti más peso que cualquier cosa en el mundo. Si estás realmente convencido de que esto es realidad, entonces necesariamente esto te influenciará más que cualquier cosa del mundo; porque estas cosas (de la religión) son tan grandes, y exceden tanto las cosas temporales, que no puede ser de otra manera. El que realmente está convencido de que el cielo y el infierno existen, y el juicio eterno; y que la felicidad y la miseria del futuro son tan grandes como las Escrituras lo representan; y que Dios es tan santo, justo, y celoso, como El declaró acerca de sí mismo; el que realmente está convencido de todo esto, será influenciado por ello más que por cualquier cosa del mundo. Se preocupará más por escapar de la condenación eterna y por tener el favor de Dios y la vida eterna, que por ganar el mundo, agradar a la carne, complacer a sus prójimos, recibir honra, o ganar cualquier ventaja temporal. Su preocupación principal no será, "¿qué comeremos, y qué beberemos?" (Mat.6:31), sino "buscará primero el reino de Dios y su justicia" (Mat.6:33).
Examínate en este punto. ¿No está puesto tu corazón primeramente hacia el mundo y sus cosas? ¿No es tu preocupación asegurar tus intereses externos, más que asegurar tu interés en el cielo? ¿Y no es esta la razón por qué nunca viste la realidad de las cosas eternas?

Segundo, ¿ya llegaste a una determinación respecto a la práctica de la religión?

¿Escogiste el cielo junto con el camino que lleva allá, o sea, la obediencia y negarte a ti mismo, y renunciaste a este mundo y los caminos del pecado? ¿Has determinado elegir como lo mejor, dedicarte al servicio de Dios?

Las siguientes son señales de que los hombres cojean entre dos pensamientos en este asunto:

1. Postergar el deber para después. Si alguien tiene muy buenas intenciones en cuanto a lo que hará mañana, pero actos muy insatisfactorios hoy; si dice como Félix: "Anda por esta vez, te volveré a llamar cuando tenga un tiempo conveniente" (Hech.24:25) - entonces es una señal de que está cojeando entre dos pensamientos. Aquellos que decidieron plenamente que la religión es necesaria, no desearán postergarla, sino se ocuparán de ella en el presente e inmediatamente.

2. Igualmente, cuando alguien es estrico y concienzudo en algunas cosas, pero no universal en su obediencia; hace algunos deberes pero omite otros; evita algunos pecados pero se permite otros; está consciente de sus deberes de adoración pública y privada, pero no de su comportamiento con sus prójimos; no es justo en sus negocios, ni concienzudo en pagar sus deudas; no trata a los demás en la manera que él mismo quisiera ser tratado, pero actúa en maneras torcidas y perversas.
Lo mismo, cuando alguien es justo en sus negocios y se comporta bien con sus prójimos, pero no es concienzudo en otras cosas: se permite apetitos sensuales, come o bebe en exceso, o se permite la lascivia; o si es honesto y moderado, pero no domina el uso de su lengua, calumniando e insultando a sus prójimos - 2 Tim.3:6-7.

3. Es una señal de que estás cojeando entre dos pensamientos, si a veces estás considerablemente dedicado a la religión, pero en otros momentos la descuidas; a veces estás resuelto a buscar seriamente la salvación, y en otros momentos completamente absorbido en las cosas del mundo.
Esto demuestra que todavía eres inconstante en todos tus caminos. Si tu determinación fuera fija en la religión, entonces estarías más constante en tu práctica.

4. Es una señal de que estás cojeando entre dos pensamientos, si evitas tu deber cuando alguna dificultad viene en tu camino, o cuando tu deber interfiere con tus propios intereses, con tu comodidad, o con tu honra temporal. No importa cuan celoso y estricto seas normalmente en las cosas de la religión, todavía no llegaste a una determinación plena. A lo más, llegaste hasta donde llegó el rey Agrippa, quien fue casi persuadido a volverse cristiano (Hech.26:28). Estás en el estado de la tierra pedregosa, no tienes raíz en ti, y como un árbol sin raíz, estás fácilmente derribado por cualquier viento.

II. Concluiré con una exhortación seria a todos, de no seguir cojeando entre dos pensamientos, sino llegar inmediatamente a una determinación, si desean ser cristianos o no. Decide si deseas tener el cielo, con una vida de obediencia universal y perseverante; o el infierno, con una vida disfrutando de este mundo. - Considera lo que fue dicho, demostrando la insensatez de continuar en tal indecisión acerca de un asunto de infinita importancia para ti. - Considera, además, estos dos puntos:

1. Aquellos que viven en conocimiento del evangelio, y continúan indecisos en cuanto a la religión, son más abominables para Dios que los paganos. El odia a aquellos que continúan año tras año bajo los llamados, y advertencias, e instrucciones de la palabra de Dios, y sin embargo no llegan a ninguna determinación y no quieren ser ni cristianos ni paganos. Estos son de los que habla Apocalipsis 3:15-16: "Yo conozco tus obras, que no eres ni frío ni caliente. ¡Oh, si fueras frío o caliente! Así como eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca." Estos son los que "siempre están aprendiendo, y nunca llegan al conocimiento de la verdad" (2 Tim.3:7).

2. Si sigues negándote a llegar a una determinación de si quieres ser cristiano o no, ¡cuán justo sería, si Dios no te diera ninguna oportunidad futura! Si rehúsas decidirte en absoluto - después de todo lo que fue hecho para exponer la vida y la muerte tan claramente delante de ti, llamándote y advirtiéndote -, cuán justo sería, si Dios rehusara seguir esperándote, y en lugar de ello, por su sentencia inalterable, fijara tu lugar con los incrédulos, y te enseñara la verdad por medio de una experiencia triste y fatal, cuando sea demasiado tarde para escoger tu parte.

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