EL SANTO EVANGELIO
DE
NUESTRO SEÑOR JESU-CRISTO
SEGUN
SAN MARCOS
CAPITULO 1.
1 PRINCIPIO del Evangelio de JesuCristo, Hijo de Dios.
2 Como está escrito en Isaías el profeta: Hé aquí yo envio á mi mensajero
delante de tu faz, que apareje tu camino delante de tí.
3 Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor; enderezad
sus veredas.
4 Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo del arrepentimiento
para remision de pecados.
5 Y salia á él toda la provincia de Judéa, y los de Jerusalem; y eran todos
bautizados por él en el rio del Jordan, confesando sus pecados.
6 Y Juan andaba vestido de pelos de camello, y con un cinto de cuero
alrededor de sus lomos; y comia langostas y miel silvestre.
7 Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, al
cual no soy digno de desatar encorvado la corréa de sus zapatos.
8 Yo á la verdad os he bautizado con agua; mas él os bautizará con Espíritu
Santo.
9 Y aconteció en aquellos dias, [que] Jesus vino de Nazaret de Galiléa, y
fué bautizado por Juan en el Jordan.
10 Y luego, subiendo del agua, vió abrirse los cielos, y al Espíritu, como
paloma, que descendia sobre él.
11 Y hubo [una] voz de los cielos, [que decía]: Tú eres mi Hijo amado; en tí
tomo contentamiento.
12 Y luego el Espíritu le impele al desierto.
13 Y estuvo allí en el desierto cuarenta dias; y era tentado de Satanás; y
estaba con las fieras; y los ángeles le servian.
14 Mas despues que Juan fué encarcelado, Jesus vino á Galiléa predicando el
Evangelio del reino de Dios,
15 Y diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca:
arrepentíos, y creed al Evangelio.
16 Y pasando junto á la mar de Galiléa, vió á Simon, y á Andres su hermano,
que echaban la red en la mar; porque eran pescadores.
17 Y les dijo Jesus: Venid en pos de mí, y haré que seais pescadores de
hombres.
18 Y luego, dejadas sus redes, le siguieron.
19 Y pasando de allí un poco más adelante, vió á Jacobo, [hijo] de Zebedéo,
y á Juan su hermano, tambien ellos en el navío, que aderezaban las redes.
20 Y luego los llamó: y dejando á su padre Zebedéo en el barco con los
jornaleros, fueron en pos de él.
21 Y entraron en Capernaum; y luego los Sábados entrando en la sinagoga,
enseñaba.
22 Y se admiraban de su doctrina: porque los enseñaba como quien tiene
potestad, y no como los escribas.
23 Y habia en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, el cual
dió voces,
24 Diciendo: ¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesus Nazareno? ¿Has venido á
destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.
25 Y Jesus le riñó, diciendo: Enmudece, y sal de él.
26 Y el espíritu inmundo, haciéndole pedazos, y clamando á gran voz, salió
de él.
27 Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirian entre sí, diciendo:
¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta que con potestad aun á los
espíritus inmundos manda, y le obedecen?
28 Y vino luego su fama por toda la provincia alrededor de Galiléa.
29 Y luego saliendo de la sinagoga, vinieron á casa de Simon y de Andrés,
con Jacobo y Juan.
30 Y la suegra de Simon estaba acostada con calentura; y le hablaron luego
de ella.
31 Entonces llegando [él], la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó
la calentura, y les servia.
32 Y cuando fué la tarde, luego que el sol se puso, traian á él todos los
que tenian mal, y endemoniados.
33 Y toda la ciudad se juntó á la puerta.
34 Y sanó á muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó
fuera muchos demonios; y no dejaba decir á los demonios que le conocian.
35 Y levantándose muy de mañana aun muy de noche, salió y se fué á un lugar
desierto, y allí oraba.
36 Y le siguió Simon y los que estaban con él;
37 Y hallándole, le dicen: Todos te buscan.
38 Y les dice: Vamos á los lugares vecinos, para que predique tambien allí;
porque para esto he venido.
39 Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galiléa, y echaba fuera los
demonios.
40 Y un leproso vino á él, rogándole; é hincada la rodilla le dice: Si
quieres, puedes limpiarme.
41 Y Jesus teniendo misericordia de él, extendió su mano y le tocó, y le
dice: Quiero; se limpio.
42 Y así que hubo él hablado, la lepra se fué luego de aquel, y fué limpio.
43 Entonces le apercibió, y despidióle luego,
44 Y le dice: Mira no digas á nadie nada; sino vé, muéstrate al sacerdote y
ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio á ellos.
45 Mas él salido, comenzó á publicar[lo] mucho, y á divulgar el hecho, de
manera que ya Jesus no podia entrar manifiestamente en la ciudad, sino que
estaba fuera en los lugares desiertos; y venian á él de todas partes.
CAPITULO 2.
1 Y ENTRÓ otra vez en Capernaum despues de [algunos] dias; y se oyó que
estaba en casa.
2 Y luego se juntaron á él muchos, que ya no cabian ni aun á la puerta; y
les predicaba la palabra.
3 Entónces vinieron á él [unos] trayendo un paralítico, que era traido por
cuatro.
4 Y como no podian llegar á él á causa del gentío, descubrieron el techo
[de] donde estaba, y hacienda abertura, bajaron el lecho en que yacia el
paralítico.
5 Y viendo Jesus la fé de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te
son perdonados.
6 Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en
sus corazones,
7 Decian: ¿Por qué habla este así? blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar
pecados, sino solo Dios?
8 Y conociendo luego Jesus en su espíritu que pensaban así dentro de si
mismos, les dijo: ¿Por qué pensais estas cosas en vuestros corazones?
9 ¿Qué es más fácil: Decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados; ó
decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda?
10 Pues para que sepais que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra
de perdonar los pecados: (dice al paralítico)
11 á tí digo: Levántate, y toma tu lecho, y véte á tu casa.
12 Entonces [él] se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de
todos; de manera que todos se asombraron, y glorificaron á Dios, diciendo:
Nunca tal hemos visto.
13 Y volvió á salir á la mar, y toda la gente venia á él, y los enseñaba.
14 Y pasando vió á Leví, [hijo] de Alféo, sentado al banco de los públicos
tributes, y le dice: Sígueme. Y levantándose, le siguió.
15 Y aconteció que estando Jesus á la mesa, en casa de él, muchos publicanos
y pecadores estaban tambien á la mesa juntamente con Jesus y con sus
discípulos: porque habia muchos, y le habian seguido.
16 Y los escribas y los Fariséos, viéndole comer con los publicanos, y con
los pecadores, dijeron á sus discípulos: ¿Qué es esto que él come y bebe con
los publicanos y con los pecadores?
17 Y oyéndo[lo] Jesus les dice: los sanos no tienen necesidad de médico, mas
los que tienen mal. No he venido á llamar á los justos, sino á los pecadores.
18 Y los discípulos de Juan, y de los Fariséos ayunaban; y vienen, y le
dicen: ¿Por qué los discípulos de Juan, y [los] de los Fariséos ayunan, y tus
discípulos no ayunan?
19 Y Jesus les dice: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el Esposo
está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al Esposo no pueden ayunar.
20 Mas vendrán dias, cuando el Esposo les será quitado, y entónces en
aquellos dias ayunarán.
21 Nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo; de otra manera el
mismo remiendo nuevo tira del viejo, y la rotura se hace peor.
22 Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera el vino nuevo
rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden: mas el vino
nuevo en odres nuevos se ha de echar.
23 Y aconteció que pasando él por los sembrados en Sábado, sus discípulos
andando, comenzaron á arrancar espigas.
24 Entónces los Fariséos le dijeron: Hé aquí, ¿por qué hacen [tus
discípulos] en Sábado lo que no es lícito?
25 Y él les dijo: ¿Nunca leísteis qué hizo David cuando tuvo necesidad, y
tuvo hambre, él y los que con él [estaban]?
26 ¿Cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiathar sumo pontífice, y comió
los panes de la proposicion, de los cuales no es lícito comer sino á los
sacerdotes, y aun dió á los que con él estaban?
27 Tambien les dijo: El Sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre
por causa del Sábado.
28 Así que el Hijo del hombre es Señor aun del Sábado.
CAPITULO 3.
1 Y OTRA vez entró en la sinagoga; y habia allí un hombre que tenia una mano
seca:
2 Y le acechaban si en Sábado lo sanaria, para acusarle.
3 Entonces dijo al hombre que tenia la mano seca: Levántate en medio.
4 Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en Sábados, ó hacer mal? ¿Salvar la
vida, ó quitarla? Mas ellos callaban.
5 Y mirándolos alrededor con enojo condoleciéndose de la ceguedad de su
corazon, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano fué
restituida sana.
6 Entónces saliendo los Fariséos tomaron consejo con los Herodianos contra
él, para matarle.
7 Mas Jesus se apartó á la mar con sus discípulos: y le siguió gran multitud
de Galiléa, y de Judéa,
8 Y de Jerusalem, y de Iduméa, y de la otra parte del Jordan: y los que
[moraban] alrededor de Tiro y de Sidon, grande multitud, oyendo cuan grandes
cosas hacia, vinieron á él.
9 Y dijo á sus discípulos que le estuviese siempre apercibida la barquilla,
por causa del gentío, para que no le oprimiesen.
10 Porque habia sanado á muchos; de manera que caian sobre él cuantos tenian
plagas por tocarle.
11 Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban
voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
12 Mas él les reñia mucho que no le manifestasen.
13 Y subió al monte, y llamó á sí á los que él quiso; y vinieron á él.
14 Y estableció doce para que estuviesen con él, y para enviarlos á
predicar.
15 Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios:
16 á Simon, al cual puso por nombre Pedro;
17 Y á Jacobo [hijo] de Zebedéo, y á Juan hermano de Jacobo; y les apellidó
Boanerges, que es, Hijos del trueno:
18 Y á Andrés, y á Felipe, y á Bartolomé, y á Mateo, y á Tomás, y á Jacobo
[hijo] de Alféo, y á Tadéo, y á Simon el Cananéo,
19 Y á Judas Iscariote, el que le entregó: y vinieron á casa.
20 Y agolpóse de nuevo la gente; de modo que ellos ni aun podian comer pan.
21 Y como [lo] oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decian:
Está fuera de sí.
22 Y los escribas que habian venido de Jerusalem, decian que tenia á
Beelzebub: y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.
23 Y habiéndoles llamado, les decia en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar
fuera á Satanás?
24 Y si [algun] reino contra sí mismo fuera dividido, no puede permanecer el
tal reino.
25 Y si [alguna] casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer la
tal casa.
26 Y si Satanás se levantare contra si mismo, y fuere dividido, no puede
permanecer; ántes tiene fin.
27 Nadie puede saquear las alhajas del valiente entrando en su casa, si
ántes no atare al valiente, y entónces saqueará su casa.
28 De cierto os digo [que] todos los pecados serán perdonados á los hijos de
los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren;
29 Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás
perdon, mas está expuesto á eterno juicio.
30 Porque decian: Tiene espíritu inmundo.
31 Vienen despues sus hermanos y su madre, y estando fuera, enviaron á él
llamándole.
32 Y la gente estaba sentada alrededor de él, y le dijeron: Hé aquí, tu
madre y tus hermanos te buscan fuera.
33 Y él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
34 Y mirando á los que estaban sentados alrededor de él, dijo: Hé aquí mi
madre y mis hermanos.
35 Porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, este es mi hermano, y
mi hermana, y mi madre.
CAPITULO 4.
1 Y OTRA vez comenzó á enseñar junto á la mar, y se juntó á él mucha gente;
tanto que entrándose él en un barco, se sentó en la mar: y toda la gente
estaba en tierra junto á la mar.
2 Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decia en su doctrina:
3 Oid: Hé aquí, el sembrador salió á sembrar.
4 Y aconteció sembrando, que una parte cayó junto al camino; y vinieron las
aves del cielo, y la tragaron.
5 Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenia mucha tierra; y luego
salió, porque no tenia la tierra profunda.
6 Mas salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenia raiz, se secó.
7 Y otra parte cayó en espinas; y subieron las espinas, y la ahogaron, y no
dió fruto.
8 Y otra parte cayó en buena tierra, y dió fruto, que subió y creció: y
llevó uno á treinta, y otro á sesenta, y otro á ciento.
9 Entónces les dijo: El que tiene oidos para oir, oiga.
10 Y cuando estuvo solo, le preguntaron los que estaban cerca de él con los
doce [sobre] la parábola.
11 Y les dijo: á vosotros es dado saber el misterio del reino de Dios; mas á
los que están fuera, por parábolas todas las cosas:
12 Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo, oigan y no entiendan:
porque no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.
13 Y les dijo: ¿No sabeis esta parábola? ¿Cómo pues entenderéis todas las
parábolas?
14 El que siembra [es el que] siembra la palabra.
15 Y estos son los de junto al camino; en los que la palabra es sembrada,
mas despues que la oyeron, luego viene Satanás, y quita la palabra que fué
sembrada en sus corazones.
16 Y asimismo estos son los que son sembrados en pedregales; los que cuando
han oido la palabra, luego la toman con gozo:
17 Mas no tienen raiz en sí, ántes son temporales que en levantandose la
tribulacion, ó la persecucion por causa de la palabra, luego se escandalizan.
18 Y estos son los que son sembrados entre espinas; los que oyen la palabra,
19 Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las
codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la palabra, y se hace
infructuosa.
20 Y estos son los que fueron sembrados en buena tierra; los que oyen la
palabra, y [la] reciben, y hacen fruto, uno á treinta, otro á sesenta, y otro
á ciento.
21 Tambien les dijo: ¿Tráese la antorcha para ser puesta debajo del almud, ó
debajo de la cama? ¿No [es] para ser puesta en el candelero?
22 Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni secreto que
no haya de descubrirse.
23 Si alguno tiene oidos para oir, oiga.
24 Les dijo tambien: Mirad lo que oís: Con la medida que medis, os medirán
otros; y será añadido á vosotros los que oís.
25 Porque al que tiene, le será dado; y al que no tiene, aun lo que tiene le
será quitado.
26 Decia más: Así es el reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la
tierra;
27 Y duerme, y se levanta de noche y de dia: y la simiente brota y crece
como él no sabe.
28 Porque de suyo fructifica la tierra, primero yerba, luego espiga; despues
grano lleno en la espiga.
29 Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega
es llegada.
30 Y decia: ¿A qué harémos semejante el reino de Dios? ¿ó con qué parábola
le compararémos?
31 [Es] como el grano de la mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es el
más pequeño de todas las simientes que hay en la tierra;
32 Mas despues de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las legumbres;
y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo puedan morar bajo
de su sombra.
33 Y con muchas tales parábolas les hablaba la palabra, conforme á lo que
podian oir.
34 Y sin parábola no les hablaba; mas á sus discípulos en particular
declaraba todo.
35 Y les dijo aquel dia cuando fué tarde: Pasemos de la otra parte.
36 Y despachando la multitud, le tomaron, como estaba en el barco, y habia
tambien con él otros barquitos.
37 Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las alas en el
barco, de tal manera que ya se henchia.
38 Y él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le
dicen: ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos?
39 Y levantándose increpó al viento, y dijo á la mar: Calla, enmudece. Y
cesó el viento, y fué hecha grande bonanza.
40 Y á ellos dijo: ¿Por qué estais así amedrentados? ¿Cómo no teneis fé?
41 Y temieron con gran temor, y decian el uno al otro: ¿Quién es este, que
aun el viento y la mar le obedecen?
CAPITULO 5.
1 Y VINIERON de la otra parte de la mar á la provincia de los Gadarenos.
2 Y salido él del barco, luego le salió al encuentro de los sepulcros un
hombre con un espíritu inmundo,
3 Que tenia domicilio en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podia
alguien atar.
4 Porque muchas veces habia sido atado con grillos y cadenas; mas las
cadenas habian sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados: y
nadie le podia domar.
5 Y siempre de dia y de noche andaba dando voces en los montes y en los
sepulcros, é hiriéndose con las piedras.
6 Y como vió á Jesus de léjos, corrió, y le adoró.
7 Y clamando á gran voz dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesus, Hijo del Dios
Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
8 Porque le decia: Sal de este hombre, espíritu inmundo.
9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo; Legion me llamo;
porque somos muchos.
10 Y le rogaba mucho que no le enviase fuera de aquella provincia.
11 Y estaba allí cerca del monte una grande manada de puercos paciendo:
12 Y le rogaron todos [aquellos] demonios, diciendo: Envíanos á los puercos
para que entremos en ellos.
13 Y luego Jesus se lo permitió: y saliendo aquellos espíritus inmundos,
entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en la mar; los
cuales eran como dos mil, y en la mar se ahogaron.
14 Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y
en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que habia acontecido.
15 Y vienen á Jesus, y ven al que habia sido atormentado del demonio, y que
habia tenido la legion, sentado y vestido, y en su juicio cabal, y tuvieron
miedo.
16 Y les contaron los que [lo] habian visto, como habia acontecido al que
habia tenido el demonio, y [lo] de los puercos.
17 Y comenzaron á rogarle que se fuese de los términos de ellos.
18 Y entrando él en el barco, le rogaba el que habia sido fatigado del
demonio, para estar con él.
19 Mas Jesus no lo permitió, sino le dijo: Véte á tu casa á los tuyos, y
cuéntales cuan grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y [cómo] ha tenido
misericordia de tí.
20 Y se fué, y comenzó á publicar en Decápolis cuán grandes cosas Jesus
habia hecho con él: y todos se maravillaban.
21 Y pasando otra vez Jesus en un barco á la otra parte, se juntó á él gran
compañía; y estaba junto á la mar.
22 Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le
vió, se postró á sus piés,
23 Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la muerte: ven y pondrá las
manos sobre ella, para que sea salva, y vivirá.
24 Y fué con él, y le seguía gran compañía, y le apretaban.
25 Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacia,
26 Y habia sufrido mucho de muchos médicos, y habia gastado todo lo que
tenia, y nada habia aprovechado, ántes le iba peor,
27 Como oyó [hablar] de Jesus, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su
vestido.
28 Porque decia: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva.
29 Y luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba
sana de aquel azote.
30 Y luego Jesus conociendo en si mismo la virtud que habia salido de él,
volviendose á la compañía dijo: ¿Quién ha tocado á mis vestidos?
31 Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices:
¿Quién me ha tocado?
32 Y él miraba alrededor para ver á la que habia hecho esto.
33 Entónces la mujer temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí habia sido
hecho, vino, y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.
34 Y él le dijo: Hija, tu fé te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de
tu azote.
35 Hablando aun él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo:
Tu hija es muerta: ¿para qué fatigas más al Maestro?
36 Mas luego Jesus oyendo esta razon que se decia, dijo al príncipe de la
sinagoga: No temas, cree solamente.
37 Y no permitió que alguno viniese tras de él sino Pedro, y Jacobo, y Juan
hermano de Jacobo.
38 Y vino á casa del príncipe de la sinagoga, y vió el alboroto, los que
lloraban y gemian mucho.
39 Y entrando les dice: ¿Por qué alborotais, y llorais? La muchacha no es
muerta, mas duerme.
40 Y hacian burla de él: mas él, echados fuera todos, toma al padre y á la
madre de la muchacha y á los que estaban con él, y entra donde la muchacha
estaba.
41 Y tomando la mano de la muchacha le dice: Talitha cumi, que es, si lo
interpretares: Muchacha, á tí digo, levántate.
42 Y luego la muchacha se levantó, y andaba, porque tenia doce años; y se
espantaron de grande espanto:
43 Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de
comer.
CAPITULO 6.
1 Y SALIÓ de allí, y vino á su tierra, y le siguieron sus discípulos.
2 Y llegado el Sábado, comenzó á enseñar en la sinagoga; y muchos oyéndole
estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene este estas cosas? ¿Y qué
sabiduría es esta que le es dada, y tales maravillas que por sus manos son
echas?
3 ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, y de José, y
de Júdas, y de Simon? ¿No están tambien aquí con nosotros sus hermanas? Y se
escandalizaban en él.
4 Mas Jesus les decia: No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre
sus parientes, y en su casa.
5 Y no pudo allí hacer alguna maravilla; solamente sanó [unos] pocos
enfermos, poniendo sobre ellos las manos.
6 Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos: y rodeaba las aldéas de
alrededor enseñando.
7 Y llamó á los doce, y comenzó á enviarlos de dos en dos: y les dió
potestad sobre los espíritus inmundos.
8 Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente [un]
báculo; no alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa.
9 Mas que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.
10 Y les decia: Donde quiera que entreis en una casa, posad en ella hasta
que salgais de allí.
11 Y todos aquellos que no os recibieren, ni os oyeren, saliendo de allí,
sacudid el polvo que está debajo de vuestros piés en testimonio á ellos. De
cierto os digo que más tolerable será de los de Sodoma y Gomorra el dia del
juicio, que el de aquella ciudad.
12 Y saliendo predicaban, que los hombres se arrepintiesen.
13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungian con aceite á muchos enfermos, y
sanaban.
14 Y oyó el rey Heródes [la fama de Jesus], porque su nombre se habia hecho
notorio, y dijo: Juan el que bautizaba, ha resucitado de los muertos; y por
tanto virtudes obran en él.
15 Otros decian: Elías es. Y otros decian: Profeta es, ó alguno de los
profetas.
16 Y oyéndo[lo] Heródes dijo: Este es Juan el que yo degollé: él ha
resucitado de los muertos.
17 Porque el mismo Heródes habia enviado y prendido á Juan, y le habia
aprisionado en la cárcel á causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano;
pues la habia tomado por mujer.
18 Porque Juan decia á Heródes: No te es lícito tener la mujer de tu
hermano.
19 Mas Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podia:
20 Porque Heródes temia á Juan, sabiendo que era varon justo y santo, y le
tenia respeto: y oyéndole hacia muchas cosas; y le oia de buena gana.
21 Y venido un dia oportuno, en que Heródes, en la fiesta de su nacimiento,
daba una cena á sus príncipes y tribunos, y á los principales de Galiléa,
22 Y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando á Heródes, y á
los que estaban con él á la mesa, el rey dijo á la muchacha: Pídeme lo que
quisieres, que yo te lo daré.
23 Y le juró: Todo lo que me pidieres te daré, hasta la mitad de mi reino.
24 Y saliendo ella dijo á su madre, ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de
Juan Bautista.
25 Entónces [ella] entró prestamente al rey, y pidió, diciendo: Quiero que
ahora luego me des en un plato la cabeza de Juan Bautista.
26 Y el rey se entristeció mucho; [mas] á causa del juramento, y de los que
estaban con él á la mesa, no quiso desecharla.
27 Y luego el rey, enviando uno de la guardia, mandó que fuese traida su
cabeza.
28 El cual fué, y le degolló en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato, y
la dió á la muchacha, y la muchacha la dió á su madre.
29 Y oyéndo[lo] sus discípulos, vinieron, y tomaron su cuerpo, y le pusieron
en un sepulcro.
30 Y los apóstoles se juntaron con Jesus, y le contaron todo lo que habian
hecho, y lo que habian enseñado.
31 Y [él] les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un
poco; porque eran muchos los que iban y venian, que ni aun tenian lugar de
comer.
32 Y se fueron en un barco al lugar desierto aparte.
33 Y los vieron ir muchos, y lo conocieron; y concurrieron allá muchos á pié
de las ciudades, y llegaron ántes que ellos, y se juntaron á él.
34 Y saliendo Jesus, vió [una] grande multitud, y tuvo compasion de ellos,
porque eran como ovejas que no tenian pastor; y les comenzó á enseñar muchas
cosas.
35 Y como ya fuese el dia muy entrado, sus discípulos llegaron á él,
diciendo: El lugar es desierto, y el dia es ya muy entrado;
36 Envíalos para que vayan á los cortijos y aldéas de alrededor, y compren
para sí pan; porque no tienen qué comer.
37 Y respondiendo él, les dijo: Dadles de comer vosotros. Y le dijeron:
¿[Qué], vamos y compremos pan por doscientos denarios, y démosles de comer?
38 Y él les dice: ¿Cuántos panes teneis? Id, y vedlo. Y sabiendolo, dijeron:
Cinco, y dos panes:
39 Y les mandó que hiciesen recostar á todos por partidas sobre la yerba
verde.
40 Y se recostaron por partidas, de ciento en ciento, y de cincuenta en
cincuenta.
41 Y tomados los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo, bendijo, y
partió los panes, y dió á sus discípulos para que [los] pusiesen delante. Y
repartió á todos los dos peces.
42 Y comieron todos, y se hartaron.
43 Y alzaron de los pedazos doce cofines llenos, y de los peces.
44 Y los que comieron eran cinco mil hombres.
45 Y luego dió priesa á sus discípulos á subir en el barco, é ir delante de
él á Bethsaida de la otra parte, entre tanto que él despedia la multitud.
46 Y despues que los hubo despedido, se fué al monte á orar.
47 Y como fué la tarde, el barco estaba en medio de la mar, y él solo en
tierra.
48 Y los vió fatigados bogando, porque el viento les era contrario: y cerca
de la cuarta vigilia de la noche vino á ellos andando sobre la mar, y queria
precederlos.
49 Y viéndole ellos, que andaba sobre la mar, pensaron que era fantasma, y
dieron voces:
50 Porque todos le veian, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les
dijo: Alentáos; yo soy, no temais.
51 Y subió á ellos en el barco, y calmó el viento: y [ellos] en gran manera
estaban fuera de sí, y se maravillaban.
52 Porque aun no habian considerado lo de los panes; por cuanto estaban
ofuscados sus corazones.
53 Y cuando estuvieron de la otra parte, vinieron á tierra de Genezaret, y
tomaron puerto.
54 Y saliendo ellos del barco, luego le conocieron;
55 Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron á traer de todas
partes enfermos en lechos, adonde oian que estaba.
56 Y donde quiera que entraba, en aldéas, ó ciudades, ó heredades, ponian en
las calles los que estaban enfermos, y le rogaban que tocasen siquiera el
borde de su vestido; y todos los que le tocaban quedaban sanos.
CAPITULO 7.
1 Y SE juntaron á él Fariséos, y algunos de los escribas que habian venido
de Jerusalem:
2 los cuales, viendo á algunos de sus discípulos comer pan con manos
comunes, es á saber, no lavadas, [los] condenaban.
3 (Porque los Fariséos y todos los Judíos, teniendo la tradicion de los
ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
4 Y [volviendo] de la plaza, si no se lavaren, no comen. Y otras muchas
cosas hay que tomaron para guardar, como las lavaduras de los vasos [de
beber], y de los jarros, y de los vasos de metal, y de los lechos.)
5 Y le preguntaron los Fariséos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no
andan conforme á la tradicion de los ancianos, sino que comen pan con manos
comunes?
6 Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros
Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, mas su
corazon léjos está de mí.
7 Y en vano me honran, enseñando [como] doctrinas, mandamientos de hombres.
8 Porque dejando el mandamiento de Dios, teneis la tradicion de los hombres;
las lavaduras de los jarros, y de los vasos [de beber]: y haceis otras muchas
cosas semejantes [á estas].
9 Les decia tambien: Bien invalidais el mandamiento de Dios para guardar
vuestra tradicion.
10 Porque Moisés dijo: Honra á tu padre y á tu madre: y, El que maldijere al
padre ó á la madre, morirá de muerte.
11 Y vosotros decis: [Basta] si dijere un hombre al padre ó á la madre: [Es]
Corban (quiere decir, don [mio á Dios]) todo aquello con que pudiera valerte.
12 Y no le dejais hacer más por su padre, ó por su madre;
13 Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradicion que dísteis; y
muchas cosas haceis semejantes á estas.
14 Y llamando á toda la multitud, les dijo: Oidme todos, y entended:
15 Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; mas
lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre.
16 Si alguno tiene oidos para oir, oiga.
17 Y [apartado] de la multitud habiendo entrado en casa, le preguntaron sus
discípulos sobre la parábola.
18 Y díjoles: ¿Tambien vosotros estais así sin entendimiento? ¿No entendeis
que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar?
19 Porque no entra en su corazon, sino en el vientre; y sale [el hombre] á
la secreta, purgando todas las viandas.
20 Mas decia: que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre.
21 Porque de dentro, del corazon de los hombres, salen los malos
pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,
22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el
ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez.
23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
24 Y levantándose de allí, se fué á los términos de Tiro y de Sidon; y
entrando en casa, quiso que nadie [lo] supiese; mas no pudo esconderse.
25 Porque una mujer, cuya hija tenia un espíritu inmundo, luego que oyó de
él, vino, y se echo á sus piés.
26 Y la mujer era Griega, Sirofenisa de nacion, y le rogaba que echase fuera
de su hija al demonio.
27 Mas Jesus le dijo: Deja primero hartarse los hijos; porque no es bien
tomar el pan de los hijos y echarlo á los perrillos.
28 Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor, pero aun los perillos debajo de
la mesa comen de las migajas de los hijos.
29 Entónces le dice: Por esta palabra, vé; el demonio ha salido de tu hija.
30 Y como fué á su casa, halló que el demonio habia salido, y la hija echada
sobre la cama.
31 Y volviendo á salir de los términos de Tiro, vino por Sidon á la mar de
Galiléa, por mitad de los términos de Decápolis.
32 Y le traen un sordo y tartamudo, y le ruegan que le ponga la mano encima.
33 Y tomándole aparte de la gente metió sus dedos en las orejas de él, y
escupiendo tocó su lengua;
34 Y mirando al cielo gimió, y le dijo: Ephphatha: que es [decir]: Sé
abierto.
35 Y luego fueron abiertos sus oidos y fué desatada la ligadura de su
lengua, y hablaba bien.
36 Y les mandó que no lo dijesen á nadie; pero cuanto más les mandaba tanto
más y más [lo] divulgaban.
37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo: hace á
los sordos oir, y á los mudos hablar.
CAPITULO 8.
1 EN aquellos dias, como hubo gran gentío, y no tenian que comer, Jesus
llamó sus discípulos, y les dijo:
2 Tengo compasion de la multitud porque ya hace tres dias que están conmigo,
y no tienen qué comer:
3 Y si los enviare en ayunas á sus casas, desmayarán en el camino; porque
algunos de ellos han venido de lejos.
4 Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien hartar á estos
de pan aquí en el desierto?
5 Y les preguntó: ¿Cuántos panes teneis? Y ellos dijeron: Siete.
6 Entónces mandó á la multitud que se recostase en tierra; y tomando los
siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dió á sus discípulos que [los]
pusiesen delante: y [los] pusieron delante á la multitud.
7 Tenian tambien unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que tambien
los pusiesen delante.
8 Y comieron, y se hartaron, y levantaron de los pedazos que habian sobrado,
siete espuertas.
9 Y eran los que comieron, como cuatro mil: y los despidió.
10 Y luego entrando en el barco con sus discípulos, vino á las partes de
Dalmanuta.
11 Y vinieron los Fariséos, y comenzaron á altercar con él pidiendole señal
del cielo, tentándole.
12 Y gimiendo en su espíritu dice: ¿Por qué pide señal esta generacion? De
cierto os digo que no se dará señal á esta generacion.
13 Y dejándoles volvió á entrar en el barco, y se fué de la otra parte.
14 Y se habían olvidado de tomar pan, y no tenian sino un pan consigo en el
barco.
15 Y les mandó diciendo: Mirad, guardáos de la levadura de los Fariséos, y
de la levadura de Heródes.
16 Y altercaban los unos con los otros diciendo: Pan no tenemos.
17 Y como Jesus lo entendió, les dice: ¿Qué altercais, porque no teneis pan?
¿No considerais ni entendeis? Aun teneis endurecido vuestro corazon?
18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oidos no oís? ¿Y no os acordais?
19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas espuertas llenas
de los pedazos alzásteis? Y ellos dijeron: Doce.
20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de
los pedazos alzásteis? Y ellos dijeron: Siete.
21 Y les dijo: ¿Cómo aun no entendeis?
22 Y vino á Bethsaida; y le traen un ciego, y le ruegan que le tocase.
23 Entonces tomando la mano del ciego le saco fuera de la aldéa, y
escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si veia
algo.
24 Y él mirando, dijo: Veo los hombres, pues veo que andan, como árboles.
25 Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y
fué restablecido, y vió de léjos y claramente á todos.
26 Y enviólo á su casa, diciendo: No entres en la aldéa, ni [lo] digas á
nadie en la aldéa.
27 Y salió Jesus y sus discípulos por las aldéas de Cesaréa de Filipo. Y en
el camino preguntó á sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres
que soy yo?
28 Y ellos respondieron: Juan Bautista; y otros, Elías; y otros, Alguno de
los profetas.
29 Entonces él les dice: Y vosotros ¿Quién decis que soy yo? Y respondiendo
Pedro le dice: Tú eres el Cristo.
30 Y les apercibió que no hablasen de él á ninguno.
31 Y comenzó á enseñarles, que convenia que el Hijo del hombre padeciese
mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes,
y de los escribas, y ser muerto, y resucitar despues de tres dias.
32 Y claramente decia esta palabra. Entonces Pedro le tomó y le comenzó á
reprender.
33 Y él, volviéndose y mirando á sus discípulos, riñó á Pedro, diciendo:
Apártate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que [son] de Dios, sino
las que [son] de los hombres.
34 Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que
quisiere venir en pos de mí, niéguese á si mismo, y tome su cruz, y sígame.
35 Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su
vida por causa de mí y del Evangelio, la salvará.
36 Porque ¿qué aprovechará al hombre si granjeare todo el mundo, y pierde su
alma?
37 ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generacion
adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará tambien de él,
cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
CAPITULO 9.
1 TAMBIEN les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí
que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto el reino de Dios que viene
con potencia.
2 Y seis dias despues tomó Jesus á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y los sacó
aparte solos á un monte alto, y fué transfigurado delante de ellos.
3 Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve,
tanto que ningun lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.
4 Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesus.
5 Entonces respondiendo Pedro, dice á Jesus: Maestro, bien será que nos
quedemos aquí, y hagamos tres pabellones: para tí uno, y para Moisés otro, y
para Elías otro.
6 Porque no sabia lo que hablaba; que estaban espantados.
7 Y vino una nube que les hizo sombra, y una voz de la nube que decia: Este
es mi Hijo amado; á él oid.
8 Y luego, como miraron, no vieron más á nadie consigo, sino á Jesus solo.
9 Descendiendo ellos del monte, les mandó que á nadie dijesen lo que habian
visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado de los muertos.
10 Y [ellos] retuvieron la palabra en sí altercando qué seria aquello:
Resucitar de los muertos.
11 Y le preguntaron diciendo: ¿Qué es lo que los escribas dicen, que es
necesario que Elías venga ántes?
12 Y respondiendo él, les dijo: Elías á la verdad, viniendo ántes,
restituirá todas las cosas: y como está escrito del Hijo del hombre,
[conviene] que padezca mucho, y sea tenido en nada,
13 Empero os digo que Elías [ya] vino, y le hicieron todo lo que quisieron,
como está escrito de él.
14 Y como vino á los discípulos, vió grande compañía alrededor de ellos, y
escribas que disputaban con ellos.
15 Y luego toda la gente, viéndole, se espantó, y corriendo á él, le
saludaron.
16 Y preguntóles: ¿Qué disputais con ellos?
17 Y respondiendo uno de la compañía, dijo: Maestro, traje á tí mi hijo, que
tiene un espíritu mudo,
18 El cual donde quiera que le toma le despedaza, y echa espumarajos, y
cruje los dientes, y se va secando: y dije á tus discípulos que le echasen
fuera, y no pudieron.
19 Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generacion infiel! ¿hasta cuándo estaré
con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir? Traédmele.
20 Y se le trajeron: y como le vió, luego el espíritu lo desgarraba; y
cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.
21 Y [Jesus] pregunto á su padre: ¿Cuánto tiempo ha que le aconteció esto? Y
él dijo: Desde niño:
22 Y muchas veces le echa en el fuego, y en aguas, para matarle; mas, Si
puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros.
23 Y Jesus le dijo: Si puedes creer, al que cree todo es posible.
24 Y luego el padre del muchacho dijo clamando: Creo; ayuda mi incredulidad.
26 Y como Jesus vió que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu
inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no
entres más en él.
26 Entonces [el espíritu] clamando, y desgarrándole mucho, salió; y [él]
quedó como muerto, de modo que muchos decian: Está muerto.
27 Mas Jesus tomándole de la mano, enderezólo, y se levantó.
28 Y como él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué
nosotros no pudimos echarle fuera?
29 Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oracion y ayuno.
30 Y habiendo salido de allí, caminaron por Galiléa; y no queria que nadie
lo supiese.
31 Porque enseñaba á sus discípulos, y les decia: El Hijo del hombre será
entregado en manos de hombres, y le matarán; mas muerto [él], resucitará al
tercer dia.
32 Pero ellos no entendian [esta] palabra, y tenian miedo de preguntarle.
33 Y llegó á Capernaum; y así que estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué
disputabais entre vosotros en el camino?
34 Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habian disputado en el
camino quién [había de ser] el mayor.
35 Entónces sentándose, llamó á los doce, y les dice: Si alguno quiere ser
el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
36 Y tomando un niño, púsolo en medio de ellos; y tomándole en sus brazos,
les dice:
37 El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, á mí recibe: y el
que á mí recibe, no recibe á mí, mas al que me envió.
38 Y respondióle Juan, diciendo: Maestro, hemos visto á uno que en tu nombre
echaba fuera los demonios, el cual no nos sigue: y se lo prohibimos, porque
no nos sigue.
39 Y Jesus dijo: No se lo prohibais; porque ninguno hay que haga milagro en
mi nombre que luego pueda decir mal de mí.
40 Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
41 Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de
Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
42 Y cualquiera que escandalizare á uno de estos pequeñitos que creen en mí,
mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y fuera echado
en la mar.
43 Y si tu mano te escandalizare, córtala: mejor te es entrar á la vida
manco, que teniendo dos manos ir á la Gehenna, al fuego que no puede ser
apagado;
44 Donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga.
45 Y si tu pie te fuere ocasion de caer, córtale: mejor te es entrar á la
vida cojo, que teniendo dos piés ser echado en la Gehenna, al fuego que no
puede ser apagado;
46 Donde el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga.
47 Y si tu ojo te fuere ocasion de caer, sácale: mejor te es entrar al reino
de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado á la Gehenna;
48 Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
49 Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con
sal.
50 Buena es la sal: mas si la sal fuere desabrida, ¿con qué la adobareis?
Tened en vosotros mismos sal; y tened paz los unos con los otros.
CAPITULO 10.
1 Y PARTIÉNDOSE de allí, vino á los términos de Judéa, y tras el Jordan: y
volvió el pueblo á juntarse á él; y de nuevo los enseñaba como solia.
2 Y llegándose los Fariséos, le preguntaron, para tentarle, si era lícito al
marido repudiar á su mujer.
3 Mas él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
4 Y ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio, y repudiar.
5 Y respondiendo Jesus, les dijo: Por la dureza de vuestro corazon os
escribió este mandamiento:
6 Pero al principio de la creacion, macho y hembra los hizo Dios.
7 Por esto dejará el hombre á su padre y á la madre, y se juntará á su
mujer,
8 Y los que [eran] dos serán hechos una carne: así que no son más dos, sino
una carne.
9 Pues lo que Dios juntó, no [lo] aparte el hombre.
10 Y en casa volvieron los discípulos á preguntarle de lo mismo.
11 Y les dice: Cualquiera que repudiare á su mujer, y se casare con otra,
comete adulterio contra ella.
12 Y si la mujer repudiare á su marido, y se casare con otro, comete
adulterio.
13 Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reñian á los
que los presentaban.
14 Y viéndolo Jesus se enojó, y les dijo: Dejad los niños venir, y no se lo
estorbeis; porque de los tales es el reino de Dios.
15 De cierto os digo que el que no recibiere el reino de Dios como un niño,
no entrará en él.
16 Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecia.
17 Y saliendo él para ir su camino, vino uno corriendo, é hincando la
rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la
vida eterna?
18 Y Jesus le dijo: ¿Por qué me dices bueno? Ninguno [hay] bueno, sino
[solo] uno, Dios.
19 Los mandamientos sabes: No adulteres: No mates: No hurtes: No digas falso
testimonio: No defraudes: Honra á tu padre y á tu madre.
20 El entónces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde
mi mocedad.
21 Entónces Jesus mirándole, amólo, y díjole: Una cosa te falta; ve, vende
todo lo que tienes, y dá á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo: y ven,
sígueme tomando tu cruz.
22 Mas él, entristecido por esta palabra, se fué triste, porque tenia muchas
posesiones.
23 Entónces Jesus mirando alrededor, dice á sus discípulos: ¡Cuán
dificilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
24 Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesus respondiendo
les volvió á decir: ¡Hijos, cuán difícil es entrar en el reino de Dios los
que confian en las riquezas,
25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar
en el reino de Dios.
26 Y ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá
salvarse?
27 Entónces Jesus mirándolos, dice: Para los hombres, [es] imposible; mas
para Dios, no: porque todas cosas son posibles para Dios.
28 Entónces Pedro comenzó á decirle: Hé aquí, nosotros hemos dejado todas
las cosas, y te hemos seguido.
29 Y respondiendo Jesus, dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya
dejado casa, ó hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó
heredades, por causa de mí y del Evangelio,
30 Que no reciba cien tantos, ahora en este tiempo, casas, y hermanos, y
hermanas, y madres, é hijos, y heredades, con persecuciones; y en el siglo
venidero la vida eterna.
31 Empero muchos primeros serán postreros, y postreros primeros.
32 Y estaban en el camino subiendo á Jerusalem; y Jesus iba delante de
ellos, Y se espantaban y le seguian con miedo: entónces volviendo á tomar á
los doce [aparte], les comenzó á decir las cosas que le habian de acontecer:
33 Hé aquí subimos á Jerusalem; y el Hijo del hombre será entregado á los
príncipes de los sacerdotes, y á los escribas, y le condenarán á muerte, y le
entregarán á los Gentiles:
34 Y le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al
tercer dia resucitará.
35 Entónces Jacobo y Juan, hijos de Zebedéo, se llegaron á él, diciendo:
Maestro, queriamos que nos hagas lo que pidiéremos.
36 Y él les dijo: ¿Qué quereis que os haga?
37 Y ellos le dijeron: Dános que en tu gloria nos sentemos el uno á tu
diestra, y el otro á tu siniestra.
38 Entónces Jesus les dijo: No sabeis lo que pedis. ¿Podeis beber del vaso
que yo bebo, ó ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?
39 Y ellos le dijeron: Podemos: y Jesus les dijo: á la verdad del vaso que
yo bebo, bebereis; y del bautismo de que yo soy bautizado, seréis bautizados:
40 Mas que os senteis á mi diestra, y á mi siniestra, no es mio darlo, sino
á los que está aparejado.
41 Y como [lo] oyeron los diez, comenzaron á enojarse de Jacobo y de Juan.
42 Mas Jesus llamándoles, les dice: Sabeis que los que se ven ser príncipes
entre las gentes, se enseñorean de ellas; y los que entre ellas son grandes,
tienen sobre ellas potestad.
43 Mas no será así entre vosotros; ántes cualquiera que quisiere hacerse
grande entre vosotros, será vuestro servidor:
44 Y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo de
todos.
45 Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir,
y dar su vida en rescate por muchos.
46 Entónces vienen á Jericó: y saliendo él de Jericó, y sus discípulos, y
una gran compañía, Bartiméo el ciego, hijo de Timéo, estaba sentado junto al
camino mendigando.
47 Y oyendo que era Jesus el Nazareno, comenzó á dar voces, y decir: Jesus,
hijo de David, ten misericordia de mí.
48 Y muchos le reñian, que callase: mas él daba mayores voces: Hijo de
David, ten misericordia de mí.
49 Entonces Jesus parándose, mandó llamarle: y llaman al ciego, diciéndole:
Ten confianza; levantate, [que] te llama.
50 El entónces echando su capa, se levantó, y vino á Jesus.
51 Y respondiendo Jesus le dice: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le
dice: Maestro, que cobre la vista.
52 Y Jesus le dijo: Vé; tu fé te ha salvado. Y luego cobró la vista y seguia
á Jesus en el camino.
CAPITULO 11.
1 Y COMO fueron cerca de Jerusalem, de Bethfagé, y de Bethania al monte de
las Olivas, envia á dos de sus discípulos,
2 Y les dice: Id al lugar que [está] delante de vosotros, y luego entrados
en él, hallareís un pollino atado, sobre el cual ningun hombre ha subido;
desatadle, y traedle.
3 Y si alguien os dijere: ¿Por qué haceis eso? Decid que el Señor lo ha
menester; y luego le enviará acá.
4 Y fueron, y hallaron el pollino atado á la puerta fuera, entre dos
caminos, y le desataron.
5 Y unos de los que estaban allí, les dijeron: ¿Qué haceis desatando el
pollino?
6 Ellos entónces les dijeron como Jesus habia mandado: y los dejaron.
7 Y trajeron el pollino á Jesus, y echaron sobre él sus vestidos, y se sentó
sobre él.
8 Y muchos tendian sus vestidos por el camino, y otros cortaban hojas de los
árboles, y [las] tendian por el camino.
9 Y los que iban delante, y los que iban detrás, daban voces diciendo:
¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor.
10 Bendito el reino de nuestro padre David, que viene en el nombre del
Señor: ¡Hosanna en las alturas!
11 Y entró Jesus en Jerusalem, y en el templo: y habiendo mirado alrededor
todas las cosas, y siendo ya tarde, salióse á Bethania con los doce.
12 Y el dia siguiente, como salieron de Bethania, tuvo hambre.
13 Y viendo de léjos una higuera, que tenia hojas, se acercó, si quizás
hallaria en ella algo: y como vino á ella, nada halló sino hojas; porque no
era tiempo de higos.
14 Entónces Jesus respondiendo, dijo á la higuera: Nunca más coma nadie
fruto de tí para siempre. Y [esto] oyeron sus discípulos.
15 Vienen pues á Jerusalem; y entrando Jesus en el templo, comenzó á echar
fuera á los que vendian y compraban en el templo, y trastornó las mesas de
los cambistas, y las sillas de los que vendian palomas:
16 Y no consentia que alguien llevase vaso por el templo.
17 Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito que mi casa, casa de oracion
será llamada por todas las gentes? mas vosotros la habeis hecho cueva de
ladrones.
18 Y lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y procuraban
cómo le matarian; porque le tenian miedo, por cuanto todo el pueblo estaba
maravillado de su doctrina.
19 Mas como fué tarde, Jesus salió de la ciudad.
20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se habia secado desde las
raices.
21 Entónces Pedro acordándose, le dice: Maestro, hé aquí la higuera que
maldijiste, se ha secado.
22 Y respondiendo Jesus les dice: Tened fé de Dios.
23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere á este monte: Quítate,
y échate en la mar; y no dudare en su corazon, mas creyere que será hecho lo
que dice, lo que dijere le será hecho.
24 Por tanto os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que [lo]
recibiréis y os vendrá.
25 Y cuando estuviereis orando, perdonad, si teneis algo contra alguno; para
que vuestro Padre que [está] en los cielos, os perdone tambien á vosotros
vuestras ofensas.
26 Porque si vosotros no perdonareis, tampoco vuestro Padre que [está] en
los cielos, os perdonara vuestras ofensas.
27 Y volvieron á Jerusalem: y andando él por el templo, vienen á él los
príncipes de los sacerdotes y los escribas, y los ancianos,
28 Y le dicen: ¿Con qué facultad haces estas cosas? ¿y quién te ha dado esta
facultad para hacer estas cosas?
29 Y Jesus, respondiendo entónces, les dice: Os preguntaré tambien yo una
palabra: y respondedme, y os diré con que facultad hago estas cosas.
30 El bautismo de Juan ¿era del cielo ó de los hombres? Respondedme.
31 Entónces ellos pensaron dentro de sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo,
dirá: ¿Por qué pues no le creisteis?
32 Y si dijéremos: De los hombres, tememos al pueblo: porque todos juzgaban
de Juan, que verdaderamente era profeta.
33 Y respondiendo, dicen á Jesus: No sabemos. Entónces respondiendo Jesus,
les dice: Tampoco yo os diré con qué facultad hago estas cosas.
CAPITULO 12.
1 Y COMENZÓ á hablarles por parábolas: Plantó un hombre una viña, y la cercó
con seto, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó á labradores, y
se partió léjos.
2 Y envió un siervo á los labradores, al tiempo, para que tomase de los
labradores del fruto de la viña:
3 Mas ellos, tomándole, le hirieron y le enviaron vacío.
4 Y volvió á enviarles otro siervo, mas [ellos] apedreándole, le hirieron en
la cabeza, y volvieron á enviarle afrentado.
5 Y volvió á enviar otro, y á aquel mataron; y á otros muchos, hiriendo á
unos y matando á otros.
6 Teniendo pues aun un hijo suyo amado, enviólo tambien á ellos el postrero,
diciendo: Tendrán en reverencia á mi hijo.
7 Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid,
matémosle, y la heredad será nuestra.
8 Y prendiéndole, le mataron, y echaron fuera de la viña.
9 ¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá á estos
labradores, y dará su viña á otros.
10 ¿Ni aun esta escritura habeis leido: La piedra que desecharon los que
edificaban, esta es puesta por cabeza de esquina;
11 Por el Señor es hecho esto, y es cosa maravillosa en nuestros ojos?
12 Y procuraban prenderle; porque entendian que decia á ellos aquella
parábola: mas temian la multitud, y dejándole se fueron.
13 Y envian á él algunos de los Fariséos y de los Herodianos, para que le
sorprendiesen en [alguna] palabra.
14 Y viniendo ellos, le dicen: Maestro sabemos que eres hombre de verdad, y
[que] no te cuidas de nadie; porque no mires a la apariencia de hombres,
ántes con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo á César, ó
no? ¿Darémos, ó no darémos?
15 Entónces él, como entendia la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me
tentais? Traedme la moneda para que la vea.
16 Y ellos se la trajeron: y les dice: ¿Cuya es esta imágen y esta
inscripcion? Y ellos le dijeron: De César.
17 Y respondiendo Jesus les dijo: Dad lo que [es] de César á César; y lo que
es de Dios, á Dios. Y se maravillaron de ello.
18 Entonces vienen á él los Saducéos, que dicen que no hay resurreccion, y
le preguntaron diciendo:
19 Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muriese, y
dejase mujer, y no dejase hijos, que su hermano tome su mujer, y levante
linaje á su hermano.
20 Fueron, [pues], siete hermanos; y el primero tomó mujer, y muriendo, no
dejó simiente.
21 Y la tomó el segundo, y murió: y ni aquel tampoco deja simiente: y el
tercero, de la misma manera.
22 Y la tomaron los siete; y tampoco dejaron simiente: á la postre murió
tambien la mujer.
23 En la resurreccion, pues, cuando resucitaren, ¿de cuál de ellos será
mujer? porque los siete la tuvieron por mujer.
24 Entonces respondiendo Jesus, les dice: ¿No errais por eso, porque no
sabeis las escrituras, ni la potencia de Dios?
25 Porque cuando resucitarán de los muertos, ni se casarán, ni serán dados
en casamiento, mas son como los ángeles que [están] en los cielos.
26 Y de que los muertos hayan de resucitar, ¿no habeis leido en el libro de
Moisés, como le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo [soy] el Dios de
Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?
27 No es Dios de muertos, mas Dios de vivos: así que vosotros mucho errais.
28 Y llegándose uno de los escribas que los habia oido disputar, y sabia que
les habia respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de
todos?
29 Y Jesus le respondió: El primer mandamiento de todos [es]: Oye, Israel,
el Señor nuestro Dios, el Señor uno es:
30 Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazon, y de toda tu alma, y de
toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el principal mandamiento.
31 Y el segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo como á tí mismo. No
hay otro mandamiento mayor que estos.
32 Entonces el escriba le dijo: Bien Maestro, verdad has dicho, que uno es
Dios, y no hay otro fuera de él:
33 Y que amarle de todo corazon, y de todo entendimiento, y de toda el alma,
y de todas las fuerzas; y amar al prójimo como á sí mismo, más es que todos
los holocaustos y sacrificios.
34 Jesus entónces viendo que habia respondido sabiamente, le dice: No estas
lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.
35 Y respondiendo Jesus decia, enseñando en el templo: ¿Cómo dicen los
escribas que el Cristo es Hijo de David?
36 Porque el mismo David dijo por Espíritu Santo: Dijo el Señor á mi Señor:
Siéntate á mi diestra, hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus piés.
37 Luego llamándole el mismo David Señor, ¿de dónde pues es su Hijo? Y los
[que eran] del comun del pueblo le oian de buena gana.
38 Y les decia en su doctrina: Guardáos de los escribas, que quieren andar
con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas,
39 Y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las
cenas;
40 Que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas
oraciones. Estos recibirán mayor juicio.
41 Y estando sentado Jesus delante del arca de la ofrenda, miraba como el
pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.
42 Y como vino una viuda pobre, echó dos blancas, que son un maravedí.
43 Entonces llamando á sus discípulos les dice: De cierto os digo que esta
viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca:
44 Porque todos han echado de lo que les sobra; mas esta de su pobreza echó
todo lo que tenia, todo su alimento.
CAPITULO 13.
1 Y SALIENDO del templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué
piedras, y qué edificios.
2 Y Jesus respondiendo le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? no quedará
piedra sobre piedra que no sea derribada.
3 Y sentándose en el monte de los Olivos delante del templo, le preguntaron
aparte Pedro, y Jacobo, y Juan, y Andrés:
4 Dinos: ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal [habrá] cuando todas estas
cosas han de cumplirse?
5 Y Jesus respondiéndoles, comenzó á decir: Mirad que nadie os engañe;
6 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy [el Cristo;] y
engañarán á muchos.
7 Mas cuando oyereis guerras, y rumores de guerras, no os turbeis; porque
conviene hacerse [así,] mas aun no [será] el fin.
8 Porque se levantará nacion contra nacion, y reino contra reino; y habrá
terremotos en muchos lugares; y habrá hambres, y alborotos: principios de
dolores [serán] estos.
9 Mas vosotros mirad por vosotros: porque os entregarán en los concilios, y
en sinagogas seréis azotados; y delante de presidentes y de reyes seréis
llamados por causa de mí en testimonio á ellos.
10 Y á todas las gentes conviene que el Evangelio sea predicado ántes.
11 Y cuando os trajeren para entregaros, no premediteis qué habeis de decir,
ni [lo] penseis: mas lo que os fuere dada en aquella hora, eso hablad; porque
no sois vosotros los que hablais, sino el Espíritu Santo.
12 Y entregará á la muerte el hermano al hermano, y el padre al hijo; y se
levantarán los hijos contra los padres, y los matarán.
13 Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre: mas el que perseverare hasta
el fin, este será salvo.
14 Empero cuando viereis la abominacion de asolamiento, que fué dicha por el
profeta Daniel, que estará donde no debe, (el que lee, entienda), entónces
los que estén en Judéa huyan á los montes:
15 Y el que esté sobre el terrado, no descienda á la casa, ni entre para
tomar algo de su casa:
16 Y el que estuviere en el campo, no vuelva atrás á tomar su capa.
17 Mas ¡ay de las preñadas, y de las que criaren en aquellos dias!
18 Orad pues que no acontezca vuestra huida en invierno.
19 Porque aquellos dias serán [de] afliccion, cual nunca fué desde el
principio de la creacion que crió Dios, hasta este tiempo, ni será.
20 Y si el Señor no hubiese abreviado aquellos dias, ninguna carne se
salvaria; mas por causa de los escogidos que él escogió, abrevió aquellos
dias.
21 Y entónces si alguno os dijere: Hé aquí, aquí está el Cristo; ó hé aquí,
allí [está], no [le] creais;
22 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y darán señales y
prodigios, para engañar, si se pudiese hacer aun á los escogidos.
23 Mas vosotros mirad: os lo he dicho ántes todo.
24 Empero en aquellos dias, despues de aquella afliccion, el sol se
oscurecerá, y la luna no dará su resplandor:
25 Y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes que [están] en los
cielos serán conmovidas.
26 Y entónces verán al Hijo del hombre que vendrá en las nubes con mucha
potestad y gloria.
27 Y entónces enviará sus ángeles, y juntará sus escogidos de los cuatro
vientos, desde el cabo de la tierra hasta el cabo del cielo.
28 De la higuera aprended la semejanza: Cuando su rama ya se enternece, y
brota hojas, conoceis que el verano está cerca.
29 Así tambien vosotros cuando viereis hacerse estas cosas, conoced que está
cerca, á las puertas.
30 De cierto os digo que no pasará esta generacion, que todas estas cosas no
sean hechas.
31 El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.
32 Empero de aquel dia y de la hora, nadie sabe, ni aun los angeles que
están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
33 Mirad, velad y orad; porque no sabeis cuando será el tiempo.
34 Como el hombre, que partiéndose léjos, deja su casa, y dió facultad á sus
siervos, y á cada uno su obra, y al portero mandó que velase.
35 Velad pues, porque no sabeis cuando el señor de la casa vendrá; si á la
tarde, ó á la media noche, ó al canto del gallo, ó á la mañana;
36 Porque cuando viniere de repente, no os halle durmiendo.
37 Y las cosas que á vosotros digo, á todos [las] digo: Velad.
CAPITULO 14.
1 Y DOS dias despues era la Pascua, y [los dias] de los panes sin levadura;
y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas como le
prenderian por engaño, y le matarian.
2 Y decian: No en el dia de la fiesta, porque no se haga alboroto del
pueblo.
3 Y estando él en Bethania en casa de Simon el leproso, y sentado á la mesa
vino una mujer teniendo un [vaso de] alabastro de ungüento de nardo espique
de mucho precio, y quebrando el alabastro, derramóselo sobre su cabeza.
4 Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha
hecho este desperdicio de ungüento?
5 Porque podia esto ser vendido por más de trescientos denarios, y darse á
los pobres. Y refunfuñaban contra ella.
6 Mas Jesus dijo: Dejadla: ¿por qué la fatigais? buena obra me ha hecho.
7 Que siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis, les
podréis hacer bien; mas á mí no siempre me tendréis.
8 Esta ha hecho lo que podia: porque se ha anticipado á ungir mi cuerpo para
la sepultura.
9 De cierto os digo que donde quiera que fuere predicado este Evangelio en
todo el mundo, tambien esto que ha hecho esta, será dicho para memoria de
ella.
10 Entónces Judas Iscariote, uno de los doce, vino á los príncipes de los
sacerdotes, para entregarselo.
11 Y ellos oyéndo[lo] se holgaron, y prometieron que le darian dineros. Y
buscaba oportunidad como le entregaria.
12 Y el primer dia [de la fiesta] de los panes sin levadura, cuando
sacrificaban la Pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vayamos á
disponer para que comas la Pascua?
13 Y envia dos de sus discípulos, y les dice: Id á la ciudad, y os
encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle:
14 Y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está
el aposento donde he de comer la Pascua con mis discípulos?
15 Y él os mostrará un gran cenáculo ya preparado: aderezad para nosotros
allí.
16 Y fueron sus discípulos, y vinieron á la ciudad, y hallaron como les
habia dicho; y aderezaron la Pascua.
17 Y llegada la tarde, fué con los doce.
18 Y como se sentaron á la mesa, y comiesen, dice Jesus: De cierto os digo
que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar.
19 Entónces ellos comenzaron á entristecerse, y á decirle cada uno por sí:
¿[Seré] yo? Y el otro: ¿[Seré] yo?
20 Y él respondiendo les dijo: [Es] uno de los doce que moja conmigo en el
plato.
21 A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito: mas ¡ay de
aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera á
aquel hombre, si nunca hubiera nacido.
22 Y estando ellos comiendo, tomó Jesus pan, y bendiciendo, partió, y les
dió, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo.
23 Y tomando el vaso, habiendo hecho gracias, les dió: y bebieron de él
todos.
24 Y les dice: Esto es mi sangre del Nuevo Pacto, que por muchos es
derramada.
25 De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta aquel dia,
cuando lo beberé nuevo en el reino de Dios.
26 Y como hubieron cantado el himno, se salieron al monte de los Olivos.
27 Jesus entónces les dice: Todos seréis escandalizados en mí esta noche;
porque escrito está: Heriré al pastor, y serán derramadas las ovejas.
28 Mas despues que haya resucitado, iré delante de vosotros á Galiléa.
29 Entónces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, mas no yo.
30 Y le dice Jesus: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, ántes que
el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.
31 Mas él con mayor porfía decia: Si me fuere menester morir contigo, no te
negaré. Tambien todos decian lo mismo.
32 Y vienen al lugar que se llama Getsemaní, y dice á sus discípulos:
Sentáos aquí, entretanto que yo oro.
33 Y toma consigo á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y comenzó á atemorizarse, y
á angustiarse;
34 Y les dice: Está muy triste mi alma hasta la muerte: esperad aquí, y
velad.
35 Y yéndose un poco adelante se postró en tierra, y oró, que si fuese
posible, pasase de él aquella hora:
36 Y decia: Abba, Padre, todas las cosas son á tí posibles; traspasa de mí
este vaso: empero no lo que yo quiero sino lo que tú.
37 Y vino, y los halló durmiendo; y dice á Pedro: ¿Simon, duermes? ¿No has
podido velar una hora?
38 Velad y orad, para que no entreis en tentacion: el espíritu á la verdad
[es] presto, mas la carne enferma.
39 Y volviéndose á ir, oró, y dijo las mismas palabras.
40 Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban
cargados, y no sabian que responderle.
41 Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad: basta, la hora
es venida; hé aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los
pecadores.
42 Levantáos, vamos: hé aquí el que me entrega está cerca.
43 Y luego, aun hablando él, vino Júdas, que era uno de los doce, y con él
una compañía con espadas y palos de parte de los príncipes de los sacerdotes,
y de los escribas, y de los ancianos.
44 Y el que le entregaba les habia dado señal comun diciendo: Al que yo
besare, aquel es; prendedle, y llevadle con seguridad.
45 Y como vino, se acercó luego á él y le dice: Maestro, Maestro. Y le besó.
46 Entónces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron.
47 Y uno de los que estaban allí sacando la espada, hirió al siervo del sumo
sacerdote, y le cortó la oreja.
48 Y respondiendo Jesus, les dijo: ¿Como á ladron habeis salido con espadas
y con palos á tomarme?
49 Cada dia estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me tomasteis:
pero, [es así] para que se cumplan las escrituras.
50 Entónces dejándole todos [sus discípulos], huyeron.
51 Empero un mancebillo le seguia cubierto de una sabana sobre [el cuerpo]
desnudo: y los mancebos le prendieron.
52 Mas él, dejando la sabana, se huyó de ellos desnudo.
53 Y trajeron á Jesus al sumo sacerdote: y se juntaron á él todos los
príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, y los escribas.
54 Empero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo
sacerdote: y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego.
55 Y los príncipes de los sacerdotes, y todo el concilio, buscaban [algun]
testimonio contra Jesus, para entregarle á la muerte; mas no [le] hallaban.
56 Porque muchos decian falso testimonio contra él; mas sus testimonios no
concertaban.
57 Entónces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo:
58 Nosotros le hemos oido decir: Yo derribaré este templo, que es hecho de
mano, y en tres dias edificaré otro hecho sin mano.
59 Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos.
60 Entónces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó á Jesus
diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan estos contra tí?
61 Mas él callaba, y nada respondia. El sumo sacerdote le volvió á
preguntar, y le dice: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
62 Y Jesus le dijo: Yo soy: y veréis al Hijo del hombre sentado á la diestra
de la potencia [de Dios,] y viniendo en las nubes del cielo.
63 Entónces el sumo sacerdote rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué más tenemos
necesidad de testigos?
64 Oido habeis la blasfemia: ¿Qué os parece? Y ellos todos le condenaron ser
culpado de muerte.
65 Y algunos comenzaron á escupir en él, y cubrir su rostro, y á darle
bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herian de bofetadas.
66 Y estando Pedro abajo, en el atrio, vino una de las criadas del sumo
sacerdote;
67 Y como vió á Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con Jesus el
Nazareno estabas.
68 Mas el negó diciendo: No [le] conozco, ni sé lo que dices. Y se salió
fuera á la entrada; y cantó el gallo.
69 Y la criada viéndole otra vez, comenzó á decir á los que estaban allí:
Este es de ellos.
70 Mas él negó otra vez. Y poco despues, los que estaban allí dijeron otra
vez á Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galiléo, y tu habla
es semejante.
71 Y él comenzó á maldecirse, y á jurar: No conozco á este hombre de quien
hablais.
2 Y el gallo cantó la segunda vez: y Pedro se acordó de las palabras que
Jesus le habia dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres
veces: y pensando [en esto], lloraba.
CAPITULO 15.
1 LUEGO por la mañana, habiendo tenido consejo los príncipes de los
sacerdotes con los ancianos, y con los escribas, y con todo el concilio,
llevaron á Jesus atado, y [le] entregaron á Pilato.
2 Y Pilato le preguntó: ¿Eres tú el rey de los Judíos? Y respondiendo él, le
dijo: Tú [lo] dices.
3 Y los príncipes de los sacerdotes le acusaban mucho.
4 Y le pregunto otra vez Pilato, diciendo: ¿No respondes algo? Mira de
cuántas cosas te acusan.
5 Mas Jesus ni aun con eso respondió, de modo que Pilato se maravillaba.
6 Empero en el dia de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que
pidiesen.
7 Y habia uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motin,
que habian hecho muerte en una revuelta.
8 Y viniendo la multitud, comenzó á pedir [hiciese] como siempre les habia
hecho.
9 Y Pilato les respondió, diciendo: ¿Quereis que os suelte al Rey de los
Judíos,
10 Porque conocia que por envidia le habian entregado los príncipes de los
sacerdotes.
11 Mas los príncipes de los sacerdotes incitaron á la multitud, que les
soltase ántes á Barrabás.
12 Y respondiendo Pilato, les dice otra vez: ¿Qué pues quereis que haga del
que llamais Rey de los Judíos?
13 Y ellos volvieron á dar voces: Crucificale.
14 Mas Pilato les decia: ¿Pues qué mal ha hecho? Y ellos daban más voces:
Crucificale.
15 Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó á Barrabás, y entregó
á Jesus, despues de azotarle, para que fuese crucificado.
16 Entónces los soldados le llevaron dentro á la sala, es á saber, al
pretorio y convocan toda la cohorte.
17 Y le visten de púrpura; y poniéndole una corona tejida de espinas,
18 Comenzaron luego a saludarle: Salve, rey de los Judíos.
19 Y le herian en la cabeza con una caña, y escupian en él, y le adoraban
hincadas las rodillas.
20 Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la [ropa de] púrpura y le
vistieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle.
21 Y cargaron á uno que pasaba, (Simon Cirenéo, padre de Alejandro y de
Rufo, que venia del campo) para que llevase su cruz.
22 Y le llevan al lugar de Gólgotha, que declarado, quiere decir: Lugar de
la Calavera.
23 Y le dieron á beber vino mezclado con mirra: mas él no lo tomó.
24 Y cuando le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos echando
suertes sobre ellos, que llevaria cada uno.
25 Y era la hora de las tres cuando le crucificaron.
26 Y el título escrito de su causa era; EL REY DE LOS JUDÍOS.
27 Y crucificaron con él dos ladrones uno á su derecha, y otro á su
izquierda.
28 Y se cumplió la escritura que dice: Y con los inicuos fué contado.
29 Y los que pasaban, le denostaban meneando sus cabezas, y diciendo: Ah, tú
que derribas el templo de Dios, y en tres dias lo edificas,
30 Sálvate á tí mismo, y desciende de la cruz.
31 Y de esta manera tambien los príncipes de los sacerdotes escarneciendo
decian unos á otros, con los escribas á otros salvó, á sí mismo no se puede
salvar.
32 El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz para que veamos y
creamos. Tambien los que estaban crucificados con él le denostaban.
33 Y cuando vino la hora de sexta fueron hechas tinieblas sobre toda la
tierra, hasta la hora de none.
34 Y á la hora de nona exclamó Jesus á gran voz, diciendo: Eloi, Eloi,
¿lamma sabachthani? que declarado, quiere decir: Dios mio, Dios mio, ¿por qué
me has desamparado?
35 Y oyéndole unos de los que estaban [allí,] decian: Hé aquí, llama á
Elías.
36 Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una
caña, le dió á beber, diciendo: Dejad veamos si vendrá Elías á quitarle.
37 Mas Jesus, dando una grande voz, espiró.
38 Entónces el velo del templo se rasgó en dos de alto á bajo.
39 Y el centurion, que estaba delante de él, viendo que habia espirado así
clamando, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.
40 Y tambien estaban [algunas] mujeres mirando de léjos; entre las cuales
estaban* María Magdalena, y María la madre de Jacobo el menor, y de Josés, y
Salomé;
41 Las cuales, estando aun él en Galiléa, le habian seguido, y le servian; y
otras muchas que juntamente con él habian subido á Jerusalem.
42 Y cuando fué la tarde, porque era la preparacion, es decir, la víspera
del Sábado,
43 José de Arimatéa, senador noble, que tambien esperaba el reino de Dios,
vino y osadamente entró á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesus.
44 Y Pilato se maravilló que ya fuese muerto; y haciendo venir al centurion,
preguntóle si era ya muerto.
45 Y enterado del centurion, dió el cuerpo á José:
46 El cual compró una sábana, y quitándole, le envolvió en la sábana, y le
puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña; y revolvió una piedra á la
puerta del sepulcro.
47 Y María Magdalena, y María [madre] de Josés, miraban donde era puesto.
CAPITULO 16.
1 Y COMO pasó el Sábado, María Magdalena, y María [madre] de Jacobo, y
Salome, compraron [drogas] aromáticas, para venir á ungirle.
2 Y muy de mañana, el primer [dia] de la semana, vienen al sepulcro, [ya]
salido el sol.
3 Y decian entre sí: ¿Quién nos revolverá la piedra de la puerta del
sepulcro?
4 Y como miraron, ven la piedra revuelta; que era muy grande.
5 Y entrados en el sepulcro, vieron un mancebo sentado al lado derecho,
cubierto de una ropa larga blanca: y se espantaron.
6 Mas él les dice: No os asusteis: buscais á Jesus Nazareno, el que fué
crucificado: resucitado ha; no está aquí: hé aquí el lugar en donde le
pusieron.
7 Mas id, decid á sus discípulos, y á Pedro, que él va ántes que vosotros á
Galiléa: allí le veréis, como os dijo.
8 Y ellas se fueron huyendo del sepulcro: porque las habia tomado temblor y
espanto; ni decian nada á nadie, porque tenian miedo.
9 Mas como Jesus resucito por la mañana, el primer [dia] de la semana,
apareció primeramente á María Magdalena de la cual habia echado siete
demonios.
10 Yendo ella, lo hizo saber á los que habian estado con él, [que estaban]
tristes y llorando.
11 Y ellos como oyeron que vivia, y que habia sido visto de ella, no [lo]
creyeron.
12 Mas despues apareció en otra forma á dos de ellos que iban caminando,
yendo al campo.
13 Y ellos fueron y lo hicieron saber á los otros; y ni aun á ellos
creyeron.
14 Finalmente se apareció á los once mismos, estando sentados á la mesa, y
censuróles su incredulidad, y dureza de corazon, que no hubiesen creido á los
que le habian visto resucitado.
15 Y les dijo: Id por todo el mundo; predicad el Evangelio á toda criatura.
16 El que creyere, y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere,
será condenado.
17 Y estas* señales seguirán á los que creyeren: En mi nombre echarán fuera
demonios; hablarán nuevas lenguas;
18 Quitarán serpientes: y si bebieren cosa mortífera, no les dañará: sobre
los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
19 Y el Señor, despues que les habló fué recibido arriba en el cielo, y
sentóse á la diestra de Dios.
20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el
Señor, y confirmando la palabra con las señales que se seguian.