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Sermones
“Las Cosas Más Importantes”
San Mateo 23:23-39

Por Esteban Larsón

Introducción: Algunas personas tienen  buena apariencia. Ellos visten bien, actúan bien, todo en ellos parece bien porque tienen buenas maneras y están bien educados. Pero un problema con tales personas es que a veces, eso es todo lo que ellos son. Soy maestro en una escuela primaria. A veces hay en mis clases una niña con el pelo bien trenzado con cuidado, ropa limpia y fina, y una sonrisa agradable. Su mamá obviamente tomó mucho tiempo prepararle para la escuela. Ella parece una estudiante perfecta. Y entonces yo pregunto para su tarea y ella me dice, “No la hice.” Su madre tomó el tiempo para que estuviera hermosamente vestida, y el tiempo de trenzar el pelo, pero no tomó el tiempo de ayudarla para hacer lo que es realmente importante en la escuela—su tarea.

Así pasaba con los Fariseos, y así es con muchas personas hoy.

I. Ustedes Guardan Los Detalles, Y Se Olvidan Las Cosas Más Valiosas

Nuestro Salvador declara que los escribas y los Fariseos están bajo la condenación, porque son hipócritas. Mas adelante en este pasaje él explicó  lo que es un hipócrita, como en versículo 3 dice, “Así que, todo lo que os dijeren que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme á sus obras: porque dicen, y no hacen..” ¿Qué es lo que dicen? Ellos dicen las palabras de Moisés, que son las palabras de Dios. Pero no las obedecieron.

Pero su clase de hipocresía es diferente de solamente decir una cosa y hacer otra, lo cual, por supuesto, es muy común. Si se los hubiera preguntado, “¿Ustedes creen en Dios?” habrían contestado, “Sí, con todo corazón.” Y entonces si usted hubiera dicho a ellos, “¿Pueden demostrármelo a mí?” Ellos habrían dicho, “Sí, podemos. Mire cómo guardamos la ley de Dios. Adoramos a Dios tanto que guardamos toda la ley, aún al diezmo de las especias más pequeñas en la cocina.” ¿Y quién podría discutir con eso?

Pues, Jesucristo podía. Porque él entendió que la suya era una sutil, pero muy verdadera, forma de hipocresía. En el versículo 23 él dice, “diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más grave de la ley, es á saber, el juicio y la misericordia y la fe: esto era menester hacer, y no dejar lo otro.” Se ve que nuestro Salvador dice que estas personas tienen una apariencia de rectitud, porque ellos guardan los detalles de la ley, como una niña con el pelo trenzado con cuidado. Pero no hay sustancia aquí. Su rectitud es solamente una de guardar la ley. Ellos no están interesados en la rectitud, ni en la justicia, ni lo más importante, que es confiar en Dios, por la fe.

O para ponerlo en otra manera, nuestro Señor dice en el verso 24, “¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, mas tragáis el camello!” La primera cosa que él dice es que son los guías ciegos. Imagínese que quiere procurar una guía para encontrar algún destino importante. ¿Va a acercarse a una persona ciega para pedir las direcciones? Seguramente no, porque aunque a veces las personas ciegas pueden viajar bien, ellos no pueden ver para decirle qué señales buscar. Así que también Jesucristo acusa a estos hombres de ser los guías ciegos, porque ellos dirigen la gente sin entender realmente lo que quiere decir seguir  a Dios. El dice que ellos cuelan un mosquito, eso es, son muy fastidiosos acerca de los detalles de la vida. Pero ellos tragan un camello, eso es, ellos están dispuestos a aceptar el rechazo del Hijo de Dios porque él los ha ofendido en algún punto secundario. La analogía rota, porque nadie puede tragar realmente un camello, pero eso es lo que está diciendo el Señor. El asunto más pequeño de la ley parece crítico a ellos, pero en el mantener de estos asuntos más pequeños, ellos se han olvidado el propósito principal de la ley, que es dirigirnos  guiarnos a Cristo en nuestra falta de rectitud.

Una vez fui como pastor a ver a una a dama muy pobre. Cuando hablábamos de la fe en Cristo, ella quiso ser hospitalaria, y me ofreció un vaso de soda. Yo lo acepté y advertí que había una cucaracha por fuera del vaso. Aventé casualmente lejos la cucaracha, y así pensé que no había problema. Pero como bebí la soda, yo advertí que ella no había limpiado dentro del vaso, y fue lleno de suciedad. Bien, tomé la soda, pero pensé acerca de versículo 25, donde el Señor dice, “porque limpiáis lo que está fuera del vaso y del plato; mas dentro están llenos de robo y de injusticia” Así no es suficiente—de verdad, no significa nada limpiar lo afuera del vaso, y dejar sucio el dentro. Lo que necesitamos no es solamente tener la buena apariencia por afuera. Necesitamos un cambio de dentro de si. Y por eso Cristo dice en versículo 26, “¡limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera se haga limpio!”

La obediencia verdadera a la ley no es meramente, ni aún principalmente, un asunto de lo que hacemos. Lo que hacemos muestra lo que está en nuestros corazones. La razón de que Jesucristo llama a estos hombres hipócritas es porque ellos declararon que eran creyentes en Dios, pero la manera en que guardaron la ley mostró que no era la verdad. O, sí, ellos hablarían acerca de Dios, y ellos dijeron que guardaron los detalles de la ley porque adoraron a Dios, pero si los corazones hubieran cambiado realmente, ellos no habrían descuidado los asuntos más valiosas de la ley—el juicio, la misericordia, y la fe. A veces no sabemos precisamente la aplicación exacta de la ley de Dios a una situación específica, pero si el Señor vive en nuestros corazones, tenemos una conciencia santa que nos lleva en la dirección del juicio, de la misericordia, y de la fe. Pero si el Señor no vive en nuestros corazones, podemos mantener unos aspectos externos de la ley, pero cuando venga una prueba moral verdadera, vamos estar perdidos, porque no entendemos de verdad el propósito y la razón para la ley.

Es como en mi escuela. Tenemos una línea amarilla en todos los pasillos, y una regla es que los estudiantes siempre deben permanecer fuera de la línea. Esa regla parece un poco tonta hasta que se dé cuenta de que la razón es que todas las puertas se abren al exterior, y si se rompe la regla y camina dentro de la línea, se arriesga a un golpe por los que abren las puertas. Así que también la ley tiene como su propósito mostrarnos que es el amor verdadero—primeramente el amor para Dios y también el amor para los hombres. Y entonces mostrarnos nuestra necesidad de un Salvador, cuando no podemos mantener perfectamente esa ley. Pero si se mira a la ley como un método o modo de salvación, no se tiene esperanza, y de verdad, se ha traicionado a Dios en torcer a su ley.

Y así, Jesucristo en el verso 27 dice a estos hombres, “Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque sois semejantes á sepulcros blanqueados, que de fuera, á la verdad, se muestran hermosos, mas de dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad..” Todos ustedes habían ido a un cementerio. Parece bonito, con céspedes verdes, y con las flores hermosas. Pero si permanece allí un rato, usted verá también a personas que lloran, porque han sido confrontadas con la realidad de la muerte de un ser querido. Jesucristo dice que éstos son como ese cementerio: parecen buenos, pero al fin, son llenos de muerte.

II. Ustedes Honran a los Profetas, Y A La Vez Los Deshonran

Otra vez, si usted hubiera dicho a estos hombres que ellos habían negado a Dios, ellos le contestarían “Mira cómo cuidamos de las tumbas de los siervos de Dios, los profetas. Nosotros les construimos tumbas, y las conservamos, y las decoramos, para que  honrar a estos hombres santos.” Y en verdad ellos así lo hicieron. El problema es que ignoraron las palabras de los profetas en sus propias vidas diarias. Y así es hoy en día. Muchas personas se llaman a sí mismos buenos, dicen que ellos son cristianos, o judíos, o por lo menos que creen en Dios. Y hacen una gran exposición de honrar a Dios. Quizás van a la iglesia, o hacen una contribución, o algún otro acto religioso. Pero cuando son confrontados con lo que Dios mismo dice,  se dan la vuelta, porque   realmente no quieren oírlo. Quieren jugar a la religión, pero sólo en sus términos, sólo de una manera que ellos pueden controlar.

Y tales personas dicen, [versículo 30] “Si fuéramos en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus compañeros en la sangre de los profetas.” Dicen que ellos habrían sido diferentes. Pero nuestro Señor dice que no, que son los hijos espirituales verdaderos de los que oyeron a los profetas de antiguo hablar la palabra de Dios, y los mataron por hacer así.

Y por eso Jesucristo les hace una pregunta dolorosa, la cual es más una acusación que una pregunta, “¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo evitaréis el juicio del infierno?”

No es una pregunta académica ni teórica. ¿Cómo puede escapar usted a la condenación del infierno? Los Fariseos y escribas pensaron que ellos podrían escapar por vivir como justos. Pero Jesús indica que su rectitud era sólo hacia a profunda de la piel. ¿Cómo podrían escapar ellos? La respuesta más obvia es volver al Señor e implorar misericordia.

Pero entonces note lo que Jesucristo dice. “Por tanto, he aquí, yo envío á vosotros profetas, y sabios, y escribas: y de ellos, á unos mataréis y crucificaréis, y á otros de ellos azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad.”

En cuanto de que ellos estaban yendo al infierno y la condenación, Jesús les mandó mensajeros de su palabra a librarles. Y ellos rechazaron a esos mensajeros tan seguramente como ellos rechazaban al mismo Jesús en ese momento del tiempo. Todos dicen, “Ah, si hubiera estado allí cuándo Jesús estaba aquí, yo lo habría escuchado.” Y si es así,  ¿porqué ellos no lo escuchan ahora, cuando él habla por mensajeros? OH, sí, los mensajeros hacen los errores, y los predicadores no son perfectos. Pero cuando se oye la palabra de Dios de un predicador, y sabe que es la palabra de Dios, y la rechaza, ¿piensa usted que escapará el juicio de Dios en ignorarla?

Jesucristo utiliza los ejemplos históricos, del primer hombre justo que fue asesinado, Abel, hasta el ultimo de los profetas asesinados, Zacarías. Y él dice, “Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra.” Eso es, ellos pagarán el precio por su rechazo de los que proclamaron la palabra a ellos. Y él les advierte, que ellos pagarán, porque él les dice, “De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación..” [versículo 36]

No es que el Señor sea insensible hacia estas personas. Al contrario. El clama, en el versículo 37, “¡Jerusalem, Jerusalem, que matas á los profetas, y apedreas á los que son enviados á ti! ¡cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina junta sus pollos debajo de las alas!” Jesucristo no aminora la profundidad de su pecaminosidad. El dice que ellos mataron a los profetas y apedrearon hasta la muerte a los que Dios mandó a ellos. Y todavía, él dice que él los había reunido bajo sus alas como una gallina reúne sus polluelos.

Pero él dice también, “y no quisiste.” El problema con estas personas muy religiosas es que su religión ha excluido al Dios verdadero del cielo y la tierra. OH, ellos son muy religiosos, y ellos hablan acerca de Dios todo el tiempo, y dicen que confían en él. Pero cuando él habla, ellos cierran los oídos y dicen, “No.” Ellos van a permitir a Dios en sus vidas tanto tiempo como él mantiene una distancia respetuosa, pero cuando el venga  acerca a ellos y empieza a afectar sus vidas, ellos no quieren que él se acerque. Jesucristo es Dios en carne, y él vino a los hombres, pero los hombres no lo recibieron, porque él no fue lo que ellos quisieran que fuera.

Nuestro Salvador concluye diciendo a ellos que su resistencia es inútil. El dice, “He aquí vuestra casa os es dejada desierta.” Su religión es vacía. Si usted va a un hogar judío moderno hoy, en el día de la Pascua, que simboliza la salvación de Dios para su pueblo, ellos tienen un hueso de un cordero, pero ellos no matan un cordero, y ellos no esparcen su sangre en las postes y en el dintel, porque ellos no tienen un sacrificio por sus pecados. Su casa es vacía espiritualmente.

Y Jesucristo dice también, “Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.” Estos eran las palabras gritadas por el pueblo cuando Jesucristo entró en la ciudad de  Jerusalén allá en el capítulo 21, el versículo 9. Pero,  ¿por qué dice él que ellos no lo verán hasta que ellos dirán estas palabras? Porque advierte a ellos que él será victorioso, y no importa lo que piensan. El irá a la cruz, él morirá, él resucitará, él subirá a lo alto, y entonces él volverá. Y cuando él lo haga, todos los argumentos y las hipocresías, y la incredulidad terminarán. Y toda la humanidad, tanto los creyentes que se regocijan en su venida como los incrédulos que lo temen, gritarán, “Bendito el que viene en el nombre del Señor.” Y en las palabras del apóstol Pablo, “Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra; Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre.” [Filipenses 2:10,11]

Los Fariseos, con toda su religión, estaban completamente desprevenidos para su venida. ¿Y usted? ¿Confía usted en Cristo como su esperanza para el futuro, o piensa usted  que puede salvarse por su propia rectitud? El Señor habla con usted aquí hoy. ¿Le escuchará a él? Amén.