APOLOGIA DEL SANTO BAUTISMO (Primera parte)
Por Rev. Presbítero Carlos Mario Marín

El bautismo al igual que la Santa Cena son los dos únicos sacramentos instituidos por Cristo para ser administrados en la iglesia hasta el fin de los tiempos. En Mateo 28:18-20, vemos que Cristo ordenó el bautismo, que fuera administrado por sus discípulos (id), con quienes prometió estar hasta el fin del mundo. El bautismo, entonces, es una ordenanza permanente, y aquellos cuerpos eclesiásticos que lo han echado a un lado alegando solamente que era para la iglesia primitiva, anulan un mandamiento claro de Jesús, y violan una institución básica de la iglesia cristiana.
Mientras el derecho y el deber de bautizar fueron dados a la iglesia entera, y a cada congregación local, el bautismo es administrado ordinariamente por el pastor, quien es el representante publico de la congregación que lo ha llamado. Sin embargo, en caso de necesidad, un cristiano laico también puede validamente administrar el bautismo.

El elemento externo del bautismo es el agua. Juan bautizó con agua (Juan 1:33); Felipe bautizó al eunuco con agua (Hechos 8:36); Pedro bautizó a Cornelio con agua (Hechos 10:47); Pablo habla del bautismo como del lavamiento del agua por la palabra (Efesios 5:26); Cristo dice que debemos nacer de nuevo de agua y del Espíritu (Juan 3:5). No tenemos derecho a usar otro liquido. Sin agua no hay bautismo.

El modo del bautismo:
Mientras la aplicación de agua es esencial en el bautismo (Mt 28:19; Hch 10:47; Ef. 5:26), el modo de aplicación, si por inmersión, derramamiento o aspersión, es indiferente (adiafora). “Baptizein”, y palabras afines, significan cualquier manera de limpiar con agua.
Algunas iglesias enseñan que si una persona no es completamente sumergida en el agua, no esta bautizada. Aunque tienen poco que decir acerca de los beneficios espirituales del bautismo y del significado de tal inmersión, ellas le dan mucha importancia a la forma y modo externos del bautismo. La palabra “bautizar” es derivada de la palabra griega “baptizein”, que también significa sumergir en o bajo el agua. De ahí que nosotros admitimos que podemos bautizar también por inmersión. Aún mas, este no es el único significado de la palabra usado en la Biblia. En Marcos 7:3 leemos que los fariseos “se lavan (niptein) las manos” antes de comer. Esta palabra era comúnmente usada cuando solamente una parte del cuerpo era lavada, mientras que “louein” era usada cuando se lavaba o bañaba el cuerpo entero. Sin embargo, este lavado parcial es llamado bautismo en Marcos 7:4 y en Lucas 11:38. Por lo tanto, si solamente una parte del cuerpo es lavado con agua, es un verdadero bautismo. Los fariseos pueden haber sumergido tasas, ollas y vasijas bronceadas, pero muy difícilmente las “mesas”, o mucho menos los “canapés” sobre los cuales se reclinaban cuando estaban en la mesa. En Hebreos 9,10 leemos acerca de “diversas abluciones”, bautismos, y de Números 19 aprendemos que algunos bautismos rituales fueron realmente realizados por inmersión (v.7), otros por aspersión (vs. 13, 18, 19). Sin embargo, también este rociamiento de agua sobre tiendas, vasijas y personas es llamado bautismo. De ahí que nosotros podemos bautizar por rociamiento. En Mateo 3:11 Juan dice a la gente que él en verdad estaba bautizando con agua, pero que Cristo los bautizaría con el Espíritu Santo y con fuego. Del cumplimiento de esta profecía (Hch 2:16, 17) aprendemos que los discípulos no fueron sumergidos en el Espíritu Santo y en fuego, sino que el Espíritu Santo fue “derramado” sobre ellos y “lenguas repartidas, como de fuego” se asentaron sobre cada uno de ellos (v.3). Sin embargo, este derramamiento del Espíritu es llamado bautismo. Por lo tanto, nosotros podemos bautizar por derramamiento de agua. En 1 Corintios 10:2 que todos los hijos de Israel fueron, en Moisés, bautizados en la nube y en el mar. Sin embargo, de Éxodo 13:21 y Éxodo 14:22 no tenemos la impresión que ellos fueron sumergidos en la nube y en el mar. Por lo tanto, la inmersión no es de ninguna manera el único modo valido de bautizar. Es esencial que sea aplicada agua, lo cual puede ser hecho también por rociamiento o por derramamiento. Ello no depende de la cantidad de agua usada ni de donde o como es aplicada.

El bautismo de Juan fue un bautismo con agua (Juan 1:33), de arrepentimiento para remisión del pecado (Mr.1: 4). Fue administrado en el nombre del Dios trino y uno, quien lo había ordenado (Jn. 1:33), y fue un medio de gracia efectivo (Jn. 3:5).
Durante el ministerio publico de Cristo sus discípulos igualmente bautizaron (Jn. 3:22; 42), siendo tal bautismo esencialmente el mismo que el de Juan. Y no aparece que aquellos que fueron bautizados por Juan o por los discípulos de Jesús fueron mas tarde bautizados otra vez cuando Cristo instituyó su bautismo. Sin embargo, después de la muerte de Juan, algunos de sus discípulos no se unieron a Cristo, a quien el bautismo de Juan había señalado, sino que continuaron como una secta separada y bautizaban en el bautismo de Juan (Hch. 19:3). El bautismo de estos últimos discípulos de Juan no estaba mandado por Dios, no señalaba a Cristo como el Salvador del pecado y no era, en consecuencia, válido. De ahí que aquellos hombres que habían sido bautizados con el ahora bautismo espurio de Juan, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús (Hch. 19:5).

La formula del bautismo ha sido definitivamente fijada:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:18). No tenemos razón ni autoridad para substituirla por otra. Su uso es esencial; el no usarla haría el bautismo inválido.
“El bautismo no es otra cosa que la palabra de Dios en el agua, ordenado por su institución o, como dice Pablo: ‘el lavamiento por la palabra’; o como dice también san Agustín: ‘la palabra se une al elemento y llega a ser sacramento’ (A.E., parte III, Art. V, Libro de Concordia, pág. 321.1). Sin embargo, ello no depende del sonido fonético de las palabras, el cual es diferente en cada idioma, sino del sentido. La fórmula trinitaria debe, en consecuencia, concedida y confesionalmente, ser también tomada en el sentido trinitario. Repetir las palabras pero negando que su sentido y significado se refieren al Dios trino y uno como hacen los anti-trinitarios, hace invalido el bautismo. Textos tales como Hechos 2:38; 8:16; 10:48; Romanos 6:3; Galatas 3:27 no declaran que los apóstoles la sustituyeron por una formula diferente; estos textos simplemente describen el bautismo como el bautismo instituido por Cristo. Y el bautismo que Cristo instituye es el bautismo en el nombre del Dios trino y uno.
Bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo no significa bautizar por mandato de Dios trino y uno, ya que el mandamiento de hacer eso se encuentra en las palabras de Cristo: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos  Las palabras En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo tienen un profundo significado. (Y es aquí donde el bautismo funciona como medio de gracia). Ya que por el bautismo los hombres son hechos discípulos de Cristo, estas palabras indican las bendiciones que el bautismo otorga. Somos bautizados en (griego: eis) en el nombre de Dios trino y uno. ¿Qué queremos decir con el nombre de Dios? Queremos referirnos no solamente aquellos nombres con los cuales lo invocamos, sino dar a entender todo lo que él nos ha revelado referente a sí mismo, y todo lo que significa para nosotros. Lo que significa bautizar en alguno o en el nombre de alguno, lo aprendemos de 1 Corintios 10:2 y 1 Corintios 1:13. Los hijos de Israel fueron bautizados en (eis) Moisés, y Pablo niega que alguien fuera bautizado en (eis) el nombre de Pablo. En ambos casos el significado no es haber sido bautizado por mandato de estos hombres, sino más bien que por el bautismo ellos entraron en una relación definida, un discipulado con ellos. De la misma manera aquí, al ser bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo nosotros entramos en una íntima y bendita relación con el Dios Trino y Uno. Somos, por decirlo así, inmersos en Dios, somos iniciados en su comunión; entramos en una alianza con él y somos hechos participes de todas las bendiciones de su gracia. En el bautismo Dios promete ser nuestro Padre, y nos adopta como sus hijos; en el bautismo nos revestimos de Cristo (Gálatas 3:26-27), y recibimos el don del Espíritu Santo (Hch 2:38). De esta manera estas palabras son un resumen breve de todas las bendiciones en quien y en el nombre de quien somos bautizados. Haber sido bautizado en el nombre del Dios Trino y Uno debe significar mas para nosotros que simplemente haber sido bautizados por su mandato. Somos bautizados por mandamiento de Cristo para que por tal bautismo podamos entrar en comunión con el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.

¿Quién debe ser bautizado?
El bautismo que Cristo instituyó no debe ser administrado a cosas sin vida, a animales, a personas muertas. Según la Biblia todas las naciones deben ser bautizadas, y esto incluye hombres, mujeres y niños.
Pero esto lo tratare con mayor profundidad en la segunda parte.

Que el Espíritu Santo le ayude por medio de este.

Reverendo Presbítero
Carlos Mario Marín O.
"ecclesia reformata semper reformanda" a la luz de la palabra de Dios.
Selecciones usadas bajo permiso exclusivo de misionpresbiteriana@yahoo.com
Recursos Relacionados
·Mateo 28:18-20
·Juan 1:33
·Hechos 8:36
·Hechos 10:47
·Efesios 5:26
·Juan 3:5
·Marcos 7:3

www.iglesiareformada.com
Sermones