EL MENSAJERO FIEL

por Gerardo Martínez López


Alucinásteme, oh Jehová, y hállome frustrado: más fuerte fuiste que yo, y vencísteme: cada día he sido escarnecido; cada cual se burla de mí.
Porque desde que hablo, doy voces, grito, Violencia y destrucción: porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día.
Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre: empero fué en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos, trabajé por sufrirlo, y no pude.
Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, y denunciaremos. Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza.
Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.
Oh Jehová de los ejércitos, que sondas los justos, que ves los riñones y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque á ti he descubierto mi causa. (Jeremías 20.7-12)
Objeto: Promover el servicio fiel a Dios.
Introducción: Todo el pasaje que tenemos a la vista, desde el versículo 7 hasta el final del capítulo 20, contiene el lamento del profeta de Dios, por cuanto el resultado de su predicación fue el aborrecimiento de su pueblo. Sin embargo, este lamento contiene verdades maravillosas que nos ayudarán a entender por qué un creyente debe permanecer fiel a Dios ante todas las adversidades.
I.- PREDICA POR CONVICCION (Vers. 7,8)
a) La evidencia de que Jeremías predicaba la palabra de Dios por convicción, la hallamos en esta breve expresión: “Alucinásteme”. El verbo que aquí se traduce de esa manera, tiene las siguientes acepciones: engañar, seducir, persuadir, de modo que podemos traducir el texto así:  “7Me persuadiste, oh SEÑOR, y quedé persuadido” (La Biblia de las américas). Cuando Jeremías fue llamado por Dios para ser su profeta, él argumentó que era un niño (Jer. 1.6)
b) La respuesta del Señor a este argumento de Jeremías demuestra que el Señor lo convenció, y que él aceptó ser el mensajero divino cuanto estuvo plenamente persuadido:  “Y díjome Jehová: No digas, soy niño; porque á todo lo que te enviaré irás tú, y dirás todo lo que te mandaré. No temas delante de ellos, porque contigo soy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano, y tocó sobre mi boca; y díjome Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca”. (Jer. 1.7-9).
c) “Más fuerte fuiste que yo, y vencísteme...”, es la otra expresión que usa Jeremías para decir que no pudo resistir al llamado de Dios, y que ciertamente se convirtió en su mensajero por convicción. Pero esta tarea resultó harto difícil de realizar, pues por anunciar la palabra de Dios con toda fidelidad, se convirtió en el “hazmerreír” de su pueblo. La razón de esto fue que su mensaje era de juicio, y fue así porque esa fue la palabra que Dios puso en su boca. El cristiano de hoy,  debe estar convencido de que sirve a Dios, no importa si el mundo lo aborrece.
II- SIENTE EL PODER DE LA PALABRA DE DIOS (Vers. 9, 10)
a) Claramente Dios le hizo saber a Jeremías que su misión era difícil: “Mira que te he puesto en este día sobre gentes y sobre reinos, para arrancar y para destruir, y para arruinar y para derribar, y para edificar y para plantar”. (Jer. 1.10), pero él no comprendió la profundidad de esta verdad hasta que experimentó en carne propia el desprecio de su nación, como resultado de su predicación.
b) La reacción natural del hombre es dejar de hacer aquello que le causa molestia, y Jeremías, después de un tiempo de servicio a Dios sin resultados favorables, decidió con toda firmeza no predicar más. Justamente esa es la actitud nuestra en este tiempo, solo que muchos deciden abandonar la iglesia porque piensan que esa es la solución. ¿Es posible dejar de servir a Dios, si somos cristianos verdaderos? La respuesta nos la da el profeta:
c) “Empero fue en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos, trabajé por sufrirlo, y no pude. Este versículo 9, también se traduce así: “Si digo: “No me acordaré más de él,  ni hablaré más en su nombre”,  entonces su palabra en mi interior  se vuelve un fuego ardiente que me cala hasta los huesos.  He hecho todo lo posible por contenerla, pero ya no puedo más”. (Versión internacional).
Los apóstoles Pedro y Juan confirman esta verdad, al decir: “Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hech. 4.20)
III- CUENTA CON LA AYUDA DIVINA (Vers. 11, 12)
a) Que tan terrible fue la circunstancia que Jeremías enfrentó en su ministerio? el versículo 10 habla de este hecho: “Escucho a muchos decir con sorna: ¡Hay terror por todas partes!” y hasta agregan: ¡Denúncienlo! ¡Vamos a denunciarlo!” Aun mis mejores amigos esperan que tropiece. También dicen: “Quizá lo podamos seducir. Entonces lo venceremos y nos vengaremos de él” (Versión internacional). Sus propios paisanos intentaron matarlo (Jer. 11.21) ¿usted ha enfrentado algo así?
b) Cuando la adversidad es muy grande en nuestra vida, cuando todos están en nuestra contra, cuando buscan nuestro mal, aun si son de nuestra propia iglesia, lo cual es muy lamentable, pero debemos tener presente  esta seguridad del siervo de Dios: “Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante”. “Pero el Señor está conmigo como un guerrero poderoso; por eso los que me persiguen caerán y no podrán prevalecer, fracasarán y quedarán avergonzados. Eterna será su deshonra; jamás será olvidada”. (V. Internacional)
c) Es oportuno citar aquí las promesas del Señor Jesús: ”En el mundo tendréis aflicción: mas confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16.33), y las palabras del apóstol Juan: “Y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe” (1 Jn. 5.4). Dios “ve los riñones y el corazón”, lo que significa que Dios conoce la integridad de los que son suyos y defenderá su causa con toda oportunidad.
Conclusión: Nada ni nadie puede apartar al verdadero creyente del amor de Dios. “Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, Ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (Rom. 8.38, 39) por eso debe mantenerse fiel y servirle cada día.

Enero 7 del 2005


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