LA IGLESIA: HUERTO Y FUENTE CERRADA DE CRISTO
Por R.M. McCheyne
«Huerto cerrado eres, mi hermana, esposa mía; fuente cerrada, fuente ,sellada» (Cantar de los Cantares, 4:12).
El nombre que aquí se da a los creyentes es "mi hermana, esposa mía". Hay muchos nombres dulces en los labios de Cristo dirigidos a los creyentes. "Oh, hermosa entre las mujeres" (1:8); "Mi amiga" (2:2); "Oh, amiga mía, hermosa mía" (2:10); "hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía" (5:2); "Oh, hija de príncipes" (7:1). Pero aquí tenemos uno que los supera a todos en ternura: "Mi hermana, esposa mía" (4:9); y otra vez, v.10, y en el leído como texto, v.12. Que él mundo hable bien de nosotros constituye escaso atractivo para que lo deseemos; pero si Cristo dice de nosotros tales palabras, es suficiente para colmar de gozo celestial nuestros corazones. El significado lo comprenderéis a la luz de lo que Pablo dice en I Cor. 9:5: "¿No tenemos potestad de traer con nosotros una hermana mujer como los otros apóstoles?" El apóstol quiere decir si no está facultado para casarse con un ser que le sea semejante -una hermana en el Señor; uno que le sea tanto una esposa como una hermana en Cristo Jesús---, una esposa por la ley, una hermana por el nacimiento espiritual de mismo Padre celestial. Del mismo modo Cristo aquí dice de los creyentes "mi hermana, esposa mía" porque ellos están no tan sólo unidos a Él por una elección y un pacto, sino también porque le son semejantes.
I. ESTAS DOS COSAS SON INSEPARABLES.
A algunos les gustaría ser la esposa del Salvador, pero sin ser la hermana. A algunos les gustaría ser salvados por Cristo, pero no ser hechos semejantes a Cristo. Cuando Cristo elige a un pecador y derrama su amor sobre su alma, y cuando le corteja -como un delicado novio a su novia- y le lleva a contraer con Él un compromiso de amor, es solamente para que pueda hacerle una hermana, para que pueda impartir su forma de ser, su mismo corazón, su todo, en su alma. Ahora bien, muchos descansan solamente en el perdón de Sus pecados. Muchos han sentido a Cristo cortejando su alma Y ofreciéndosele libremente y le han aceptado. Han consentido a sus galanteos y le han aceptado, como la mujer acepta la declaración de amor de aquel que, desde entonces, pasa a ser su novio. Pecador indigno y merecedor de sólo el infierno como se siente el hombre, descubre que, sin embargo, Cristo le ama; descubre también que El no se avergüenza de tener relación con él, indigno pecador; halla que, por el contrario, Cristo cifra toda su gloria precisamente en ese hecho y su corazón, que ha descubierto lo inmerecido del amor de Cristo, rebosa de gozo por el privilegio de haber venido a tener relación con tan glorioso ser, verdadero novio y esposo de su alma. ¿Y por qué lo ha hecho así? Para hacerle partícipe de su santidad, para cambiar su naturaleza, para hacerle su hermana, para hacerle de su propia mente y espíritu. Hermanos, Cristo os ha lavado con agua limpia para que pueda daros también un corazón nuevo. Os ha llevado a al mismo y oí; ha dado descanso, con la mira, además, de enseñaros de Él su mansedumbre y dulzura de corazón.
1. Tú no puedes ser la esposa de Cristo sin venir a ser al mismo tiempo la hermana. - Cristo ofrece ser el esposo de las almas cubiertas de miseria y llenas de pecado. Descendió del cielo para esto; participó de carne y sangre con este propósito, Corteja a los pecadores, en intentos numerosos y constantes, con ese mismo fin. Les habla de su omnipotencia y gloria y riquezas y les dice que todo sería de ellos. Él es un "esposo de sangre" "porque sangre le ha costado venir a ser el cortejador de las almas". El alma, entonces, cree su palabra, siente sobre sí los rayos de su amor, consiente a ser suya. "Mi amado es mío y yo soy de él." Entonces Él lava el alma en su propia sangre, la viste de su propia justicia y la presenta con Él en la presencia del Padre. Desde aquel momento el alma empieza a reflejar la imagen de Cristo. Cristo empieza a vivir en el alma. El mismo corazón y el mismo espíritu, ambos son inseparables. El alma pasa a ser tanto la hermana como la esposa de Cristo; somos de Cristo no sólo por pacto sino también por semejanza. Cristo ha escogido a algunos de vosotros y habéis venido a ser sus justificados. ¿Descansáis en esa verdad? ¿No necesitáis nada más? ¿Es completo vuestro descanso?
Recordad que debéis ser hechos como es Él, reflejar su imagen; no podéis separar ambas cosas.
2. El orden de las dos cosas. - Debéis ser primeramente la esposa antes de que podáis ser la hermana, suyos
por pacto antes que suyos por semejanza. Algunos piensan ser como Cristo primeramente para que puedan copiar -valga la expresión- su carácter, hasta que puedan recomendarse a sí mismos a Cristo. No, esto no debe ser así. Él escoge solamente a aquellos que no tienen hermosura de santidad, a los contaminados y corrompidos en su propia sangre, para que Él pueda tener el honor de lavarlos. "En tus sangres, vive; vive, díjete, en tus sangres" (Ezeq. 16:6). ¿Hay alguna prueba que demuestre que es necesario el cambio de vida para recomendarse a sí mismo? ¡Oh, qué poco le conocéis! Viene a buscar a quienes están en negruras de pecado. ¿Hay alguien entre vosotros pobre, imperfecto, sucio? Tú eres precisamente el alma que Cristo anda buscando y a quien trata de galantear y festejar. ¿Eres orgulloso y detestable? Cristo te busca. Te ofrece su todo y después Él te cambiará. Es a ti a quien corteja para enamorarte.
II. A QUÉ COMPARA CRISTO A LOS CREYENTES
1. "Huerto cerrado". - En el Oriente, los jardines siempre están cerrados. A veces lo están por una valla de cañas, tales como los jardines de cohombros en el desierto; otras veces, por un vallado de obra, como el huerto de Getzemaní, y otras por un vallado espinoso. Pero lo que resulta más, interesante es que a menudo están cerrados con miras al exterior, que es un desierto. Alrededor todo es arena, y este huerto es como el jardín del Señor. Así sucede con el creyente.
Huerto cerrado por elección. - Ante los ojos de Dios todo el mundo, todos los seres humanos eran un gran desierto, todo era lodo, todo muerte, todo infructífero. Nada era -aprovechable sino para dar solamente cardos. Estaba todo el mundo cercano a maldición. No había, a sus ojos, parte alguna que se pudiese considerar mejor que otra. Los corazones de los hombres eran todos duros como la roca. secos y estériles como la arena. Así es que de solamente el beneplácito de su voluntad señaló un jardín de delicias en el que pudiese mostrar su gracia y su poder, para que fuese para alabanza suya. Algunos de vosotros conocéis que habéis sido objeto de la elección de Dios por los frutos que ella Produce en vuestras vidas, por vuestra fe, amor y santidad. Sed humildes considerando que se debe ello sola y exclusivamente a su elección "¿Por qué yo, Señor, por qué yo habéis Preguntado más de una vez
Huerto cerrado por la obra del Espíritu. - La elección es algo así como el diseño del jardín. La obra del Espíritu consiste en llevarla a efecto. "Habíala cercado" dice Isaías 5:2. Cuándo el Espíritu empieza su obra, empieza a hacer una obra de separación. Cuando un hombre es redargüido de pecado por su obra, deja de pertenecer al mundo descuidado de Dios e impío. Avisa a sus compañeros, pero va solo. Cuando un alma acude a Cristo, queda para siempre separada del mundo de que ha sido rescatada para ser de un mundo nuevo. No está ya más bajo maldición, no ya más bajo ira. De entonces en adelante disfruta del favor y de la sonrisa de Dios. Como el vellón de Gedeón, sólo él recibe el rocío en tanto los demás permanecen secos.
1. Huerto cerrado por los brazos de Dios. - Dios es una valla de fuego. Ángeles rodean al creyente. El monte de Ellas está rodeado de caballos de fuego. Dios cerca al alma como las montañas rodean a Jerusalén. El alma está escondida en lo secreto de la presencia de Dios. Nunca ningún ladrón Podrá introducirse por la valla. Dios habla de su pueblo como de "una viña de vino rojo". "Yo, Jehová, -dice--- la guardo, cada momento la regaré; la guardaré de noche y de día para que nadie la visite" (Isaías 27:2-3). Ésta era la canción de Dios sobre la viña y es la canción sobre ti.
Un jardín en el Oriente puede ser regado de tres maneras. Por medio de un pozo escondido y tapado. Es costumbre en el Oriente cubrir con una losa la boca del pozo con objeto de evitar que la arena se introduzca en él. La forma de regadío halla provisión en un pozo de "agua viva" lo que hoy llamaríamos una fuente, de la que siempre fluye agua, y también otro sistema se provee de las corrientes del Líbano, de simples corrientes siempre burbujeantes.
2. "Fuente cerrada". - El Espíritu en su más velada forma de obrar hace esto en el corazón. En algunos jardines existe solamente un pozo secreto, o cubierto; una piedra tapa su boca. Si quieres regar el jardín, has de remover la piedra y hacer bajar el pozal. Tal es la vida de Dios en muchas almas. Algunos de vosotros sentía que hay una grande piedra sobre la boca del pozo. Vuestro mismo corazón de piedra es esa roca. "Despierta el don de que está en ti."
3. Un pozo. de agua viva. - 0 sea, un pozo como el de que se habla en Juan 4, la fuente de Jacob, más aún la fuente de agua viva de que habló Jesús a la Samaritana, tal es el pozo que tienes a tu disposición. En todo momento hallarás gracia nueva, corrientes frescas de agua viva fluyendo constantamente de Dios. Sólo así puede haber progreso, en el creyente.
4. Corrientes del Líbano. - En el Líbano son abundantisimas; por doquier se derraman en frescas cascadas viniéndose a unir en los valles en caudalosas corrientes, regando en su curso los más ricos huertos. El jardín de Ibrahim Pachá, cerca de Acre, se riega con estas corrientes del Líbano. Así, los creyentes a menudo son regados con las corrientes del Líbano que está en los cielos. Tomemos de la plenitud de Cristo; bebamos del vino de sus deleites. i Oh, que nos sea dado disfrutar más de las corrientes del Líbano! Aún en la estación calurosa se mantienen abundantes. Aún en lo más caluroso del verano, como un reto, las corrientes del Líbano vienen a ser más caudalosas, más abundantes, porque el calor sólo consigue derritir mayor cantidad de la nieve de las montañas.
III. EL FRUTO
La finalidad de todo jardín o huerto es producir fruto y flores. Este es el propósito por el que se le cierra, se le valla, se le cerca, se le planta y riega. Si no da fruto, ni llores, toda labor es labor perdida. El campo está cercano de maldición. Así es con el cristiano. Tres cosas notables se nos presentan aquí.
1. No se nos habla aquí de hierbas inútiles. Deliciosos árboles frutales y toda suerte de las principales especies olorosas, pero no se cita hierba alguna. De haber sido la descripción del jardín hecha por un hombre, hubiese empezado por mencionar las hierbas malas e inútiles; la incredulidad, la corrupción, el temperamento violento, etc. Pero no es así con Cristo. Él ha desterrado y cubierto todos los pecados. Las hierbas han sido desarraigadas y arrojadas de su vista. 21 no ve, en su huerto, perversidad alguna. Como dice el evangelio de Juan "Han guardado tu palabra; no son del mundo" (Juan,. 17). Como dice Apocalipsis 2:2 "Yo sé tus obras".
2. El fruto era el mejor que se podía dar, el granado. Todo es fruto delicioso y todo le pertenece. "De mí será hallado tu fruto." Parece decirnos la esposa del Cantar de los Cantares que todo pertenece al esposo, de quien podemos hacer suyas las palabras de la frase cuando en el v. 16 dice: "Venga mi amado a su huerto y coma de su dulce fruta". Las gracias que Cristo derrama en el corazón y se producen en la vida del creyente son las mejores, las más ricas, las más dulces, las más excelentes que una criatura humana puede dar. Amar a Cristo, amar a los hermanos, amar el día del Señor perdonar a los enemigos, son todo ello los mejores frutos que pueden crecer en el corazón humano. i Mundo necio e insensato, que condenas y desprecias la conversión verdadera cuando ella produce los mismos frutos del Paraíso, frutos ,aceptables y gratos a Dios, ya que no lo son a ti! ¿No debiera este hecho hacer que te detuvieses a pensar?
3. Había especies en este jardín. - Estas especies, las que se mencionan en el texto, no se dan de forma natural, no crecen espontáneamente en el jardín, a menos que alguien las plante. Ni aun en el Oriente se dio nunca tal caso. Del mismo modo las gracias del Espíritu Santo no son naturales en el corazón humano. Son traídas de un país lejano. Han de ser vigiladas cuidadosamente. Necesitan las corrientes de agua y la suave brisa del occidente. Mucho me temo que, al Cristo os preguntara por las fragantes especies de vuestro corazón, casi todos tendríais que bajar avergonzados vuestras cabezas. ¿Dónde están? En vez de especies fragantes, lo que vemos son cristianos locuaces y presuntuosos; cristianos egoístas, que aman la vanagloria y buscan agradar a los hombres; cristianos que oran con orgullo; cristianos de temperamento incontrolable; cristianos ociosos y holgazanes. Señor, ¿dónde están las especies? Ciertamente Cristo es un manojito de mirra. i Oh, ser como es Él! i Oh, que cada fruto y flor creciesen en nosotros! Tales frutos deben venir de lo alto. -Muchos hay de quienes es forzoso reconocer. "Sí, pueden ser cristianos, pero no me gustaría estar cerca de ellos en el cielo!" Clamad para que el viento sople sobre vosotros. "Levántate, Aquilón, y ven, Austro, sopla mi huerto, despréndanse sus aromas."