Incapacidad Total
Por Bruce McDowell
Efesios 2:1-3; Romanos 3:10-12
Y El os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados
En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de desobediencia, entre los cuales todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de la carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás (Efesios 2: 1-3).
…Y que, pues? Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera;
pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado.
…Como esta escrito:
"No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda,
no hay quien busque a Dios.
Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;
no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno" (Romanos 3:9b-12).
Toda religión y filosofía humana en el mundo, salvo la evangélica cristiana, sostiene
que el hombre es naturalmente bueno y completo por sus propios esfuerzos. Él filósofo Británico del siglo XVII, John Locke (1632-1704), creía que el hombre nace en estado de inocencia con la mente como una pizarra limpia. Jean Jacques Rousseau (1712-1778), él filósofo Francés del siglo XVIII, creyó que el hombre era bueno, comenzando la filosofía humanista que pone al hombre primero delante que Dios. Dijo, "El hombre nace bueno, y la sociedad lo corrompe." Los Islámicos enseñan que todos nacemos Musulmanes, pero que luego el medio ambiente nos desvía. El hombre se observa perfecto cuando es guiado correctamente y hace presente la unidad de Alah.
Pero solamente por la sabiduría de Dios, en su Palabra, es que entendemos de nuestra incapacidad natural, y de nuestra incapacidad de salvarnos a nosotros mismos haciendo las obras que nos van a salvar. Esta fue una verdad confirmada en la Biblia, y revelada en la Reforma en el siglo XVI, y que desde entonces transformo a todo el mundo. Desafortunadamente las enseñanzas daÔ osas del Arminismo, han tenido un papel preponderante en las iglesias Evangélicas en los tiempos modernos, al hacer al hombre el centro de veneración en lugar de Dios.
Esas enseñanzas han sido popularizadas por las enseñanzas Wesleyanas y las reuniones de avivamiento en el siglo XIX en América por predicadores como Charles Finney. Él enseñó que sé podía usar medios para convencer a la gente en creer en el evangélio por su propio poder, en ves de solo por medio del Espíritu Santo operando en el corazón por la palabra de Dios. Esto resultó en que muchas personas creyeron que eran cristianas cuando en realidad no lo eran. Este tipo de enseñanza a la vez influenció a las denominaciones a enviar misioneros para fundar iglesias evangélicas por todo el mundo. Luego, con el resurgimiento de la teología liberal se rebajó la condición pecaminosa del hombre, pensado que el progreso social, la educación y el potencial del hombre crearían una sociedad moderna de amor, justicia, de igualdad y hermandad. Pero por las terribles guerras del siglo XX y la destrucción y muertes horrendas causadas por la lucha entre las llamadas "Naciones Cristianas", esas esperanzas se han desvanecido.
A pesar de esto, la gente todavía piensa que lo puede hacer todo por su propio esfuerzo y un poquito de ayuda de Dios. La teología de liberación, muy popular en América Latina, ha adoptado el concepto de una sociedad Marxista. Bajo este concepto, el hombre no se ve totalmente corrompido por el pecado sino por la opresión económica.
Ello ha resultado en el deteriodo pecaminoso de la sociedad. Pero al liberarse de estos poderes opresivos entonces la gente quedaría libre para evolucionar en una sociedad de igualdad y justicia. Lo que inevitablemente ocurre es cuando, los que han sido oprimidos llegan al poder, entonces ellos se vuelven los opresores. Todo porque el corazón del humano no se transforma simplemente por un cambio en una sociedad en evolución.
Pero la gloria sea para el Señor porque ya viene el cambio de dirección en las iglesias que buscan ser fieles a las Escrituras y al entendimiento de que el evangélio es todo el trabajo soberano de Dios. La Biblia nos dice que el hombre no contribuye con nada para su salvación; ese es un don o un regalo de Dios (Efesios 2:8-9).
I. Transfondo Histórico
En 1619 un grupo de teólogos publico un documento de cinco capítulos como respuesta a los cinco artículos de protesta escrito por los discípulos de un profesor de un seminario en Holanda, llamado Jacobo Arminius (1560-1609). Ochenta y cuatro miembros y 18 comisionados seculares vinieron no-solo de Holanda, sino de Alemania, Bavária, Suiza e Inglaterra. Se reunieron por siete meses y formularon lo que se conoce por los cinco artículos del Calvinismo, nombrados en honor al reformista Juan Calvino (que vivió 1509-1560) quien había expandido esas doctrinas en el siglo anterior. El Sínodo reafirmó las doctrinas a las que todos los Reformistas y el patriarca de la Iglesia, Agustino de Hipo (354-430 DC) habían mantenido, mil doscientos aÔ os atrás.
Los lideres Reformistas del siglo 16 sostuvion la misma opinión de Agustino, que el hombre es totalmente pecaminoso y incapacitado en su estado natural, apartado de la gracia de Dios. Todos los primeros Reformistas estaban unidos en su opinión de que el hombre es totalmente incapacitado en su condición pecaminosa y solo puede depender del poder de Dios para su salvación. El dilema para los Reformistas no solo era que Dios es el autor de la justificación sino también de la fe. El dilema era si la cristiandad es una relación con Dios, la cual depende totalmente de Dios para salvación, o de nuestro propio esfuerzo. Para responder a esa pregunta era esencial tener un concepto básico de la naturaleza del hombre y su capacidad o incapacidad. Por lo tanto el primer articulo de los lideres eclesiásticos reunidos en el Sínodo de Dort, en Holanda en 1618-1619 para responder a los Arminios, fue el del pecado y sus efectos en la naturaleza humana. Esta doctrina es fundamental a las doctrinas que le siguen, porque los cinco artículos del Calvinismo son inseparables. Todos ellos enseñan que Dios salva a los pecadores. Los pecadores no se salvan por si mismos, de ningún sentido, ni ellos comparten la gloria de salvación con Dios. A Dios solo sea toda la gloria. Amen.
II. Muertos al Pecado
Cuando Pablo explica a los Efesos los pasos que Dios tomara para su propósito de salvar a sus elegidos, él les recuerda lo que ello eran antes de ser redimidos por la gracia de Cristo. "Antes ustedes estaban muertos a causa de las maldades y pecados…" (Ef. 2:1).
Pablo habla aquí de su condición espiritual antes de nacer de nuevo. Para poder tener vida luego de estar muertos al pecado, debemos nacer de arriba por el Espírito de Dios al ser lavados por la palabra de Dios (Juan 3:5; 1Cor. 6:11; Ef. 5:26).
La muerte espiritual que tenemos la heredamos de nuestros primeros padres, Adán y Eva. Dios los creo correctos y buenos, en comunión con él. En el jardín del Edén, Dios puso el árbol del bien y del mal y le ordeno al hombre, "puedes comer de todo fruto del jardín; pero del árbol del bien y del mal no debes comer, porque el día que comieres de el, de seguro moriréis" (Gén. 2:16-17). Adán y Eva desafiaron abiertamente al Señor y comieron del fruto prohibido. Al ser engañados por Satanás y comer del fruto prohibido ellos dejaron de estar con Dios y murieron espiritualmente y luego físicamente.
Adán representa la cabeza del género humano. El caer en pecado hizo que toda la humanidad heredara la naturaleza pecaminosa. Se puede comparar este caso como cuando un jugador esta fuera de lugar, todo el equipo es castigado. El pecado de Adán culpa al resto de la humanidad. Pablo explica en Romanos como esto sucedió. "Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo y trajo consigo la muerte, y la muerte pasó a todos porque todos pecaron" (Rom. 5:12, DHH). Se podría comparar el efecto del pecado de Adán sobre la humanidad, como el de echar veneno en un vaso de agua pura. El veneno ha contaminado toda el agua y no podemos coger ni una porción de esa agua que sea pura. Así igualmente el pecado de Adán ha contaminado todo el género humano desde el momento de la concepción.
La verdad se hace evidente a través de las Escrituras. El rey David confesó a Dios luego de ser aber visto claramente su adulterio diciendo: "En verdad, soy malo desde que nací; soy pecador desde el seno de mi madre" (Salmo 51:5). Su naturaleza pecadora estaba presente desde su nacimiento. David lo confesó así en el Salmo 58:3, "el impío se pierde desde el nacimiento; y aun desde el vientre ya habla mentiras." Job (14:4) y sus amigos Elifaz y Bildad (24: 4-6) todos declaran que el hombre no es puro. Elifaz dice: "¿Que es el hombre que podría ser puro o uno nacido de mujer que pueda ser justo? Si Dios no confía en sus santos o si aun los cielos no son puros ante sus ojos, cuanto menos el hombre que es vil y corrupto, que bebe agua como el demonio" (Job 15: 14-16). Pablo nos dice esto: "A causa de esa naturaleza merecíamos el terrible castigo de Dios, igual que los demás" (Ef. 2:3). En otras palabras, nuestra condición espiritual no se debe a lo que hicimos, sino a lo que hacemos por naturaleza desde el nacimiento.
Esto quiere decir que el único camino para escapar de nuestra naturaleza muerta en la que nos encontramos es cuando Dios nos mira con misericordia y radicalmente nos transforma con el nacer de nuevo. Jesús mismo le dijo a Nicodemo el líder religioso,
"De verdad te digo que ninguno que no naciere del agua y del Espíritu no podrá entrar en el reino de Dios" (Juan 3:5-7). Juan enseña que los que creen en el nombre de Jesús serán llamados hijos de Dios. "Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado" (Juan 1:12-13, DHH). En otras palabras, la transformación a la nueva vida sola sucede por el poder y la voluntad de Dios. Nosotros somos incapaces de hacerlo por nuestro poder o deseo propio, sin la intervención de Dios.
Aquellos que sostienen la teoría Arminista, incluyendo a los Católicos y Ortodoxos, ellos ven al hombre ahogándose en el mar abierto. Él mueve sus extremidades tratando de mantenerse a flote. Él necesita ayuda; aunque sus pulmones se llenen de agua, todavía sobrevive y podría hacer algo ayudándose así mismo. Si mismo Jesús apareciera en un bote y le entregara el salvavidas a un hombre que se esta ahogando. El pobre estira el brazo y se agarra del salvavidas por su gran fe y confianza. Y Jesús lo halaría al bote para salvarlo.
Pero la teoría Calvinista ve al hombre completamente ahogado y muerto en el fondo del mar. Tiene un corazón petrificado por la muerte. El no puede ver cuando Jesús viene a salvarlo, porque esta muerto y totalmente ciego en esa dimensión espiritual. Así como Jesús llamó a Lázaro que saliera de la tumba luego de estar muerto por cuatro días, así tambien ‹ l da la vida a nuestros cuerpos putrefactos. Con gran amor y misericordia ‹ l nos llama a la resurrección en la cual oímos su voz pues hemos sido levantados a la vida, a pesar de que antes estábamos muertos. Así no podemos decir que tuvimos alguna participación en nuestra salvación, pues todo vino de Dios. Como lo explica Pablo a los Colosenses: "Ustedes, en otro tiempo, estaban muertos espiritualmente a causa de sus pecados y por no haber sido circuncidados; pero ahora Dios les ha dado vida juntamente con Cristo…" (Col 2:13, DHH).
III. Esclavos del Pecado
Habiendo nacido con naturaleza pecaminosa, tenemos la tendencia innata a crear pensamientos malos, hablar cosa malas y cometer actos demoníacos. O sea esa es la capacidad que tenemos de hacer a la vista de Dios. Porque somos esclavos del pecado y prisioneros de las garras de Satanás.
No es porque nadie carezca de buenas obras. Todos tenemos relativamente "buenas obras." Inclusive el peor criminal que conozcamos hace algunas obras buenas. Él puede tener amor por su propia madre o puede llevar dulces a los niños del vecindario. O el mafioso del barrio puede hacer millones traficando en drogas en un vecindario pobre pero arruinar a muchas familias y matar unos cuantos. Pero cuando hace caridad con las familias de los pobres marginados, en el día de navidad por ejemplo, entonces si es alabado y su nombre sale en los periódicos.
Todo obra buena que hacemos es en verdad pecaminosa ante Dios si no lo hacemos con la motivación correcta de darle gloria a Dios y no por nuestro proprio egoismo. El catecismo de Heidelberg define muy bien lo que son "buenas obras". "Solo aquellas obras que se hacen por verdadera fe, de acuerdo a la ley de Dios y para Su gloria" (Respuesta 91). Edwin Palmer lo explica así: "De acuerdo al Catecismo, hay tres elementos que constituyen o forman buenas obras: verdadera fe, aceptación de la ley de Dios y motivación propia. Una buena obra, por otro lado, puede tener una apariencia sincera si no se hace por fe autentica o para la gloria de Dios. Así los paganos pueden hacer relativamente buenas obras, pero así mismo son totalmente depravados."
La depravación total no significa que somos totalmente impíos. Nadie comete todo el pecado que puede. Jesús inclusive refirió que aun el impío hace algo bueno cuando dijo: "Y si haceis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque tambien los pecadores hacen lo mismo" (Lu. 6:33). Es por la gracia de Dios que Él controla al demonio en cada uno (2Tes 2:17) y los capacita para hacer algo bueno. Y aun muchos que no creen, reconocen la pecaminosidad del hombre. Un viejo proverbio Chino dice: "Existen dos hombres buenos; uno esta muerto y el otro aun no ha nacido."
Pablo les recuerda a los Efesios de su condición anterior diciendo: "…pues seguían el ejemplo de este mundo y hacían la voluntad de aquel espíritu que domina en el aire y que anima a los que desobedecen a Dios" (Ef. 2:2). Él dice que ellos vivían en los pasos de Satanás y sus vidas estaban bajo su control. Jesús decía a los judíos que se oponían a el, "Les aseguro que todos los que pecan son esclavos del pecado" (Juan 8:34). El continuó en decirles, "El Padre de ustedes es el diablo; ustedes le pertenecen, y tratan de hacer lo que él quiere" (Juan 8:44). Aquellos esclavos del pecado están bajo el control de Satanás. Esta es la condición de cada uno de nosotros antes de reconocer a Cristo como Señor, por fe. Así como dice Juan "Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero está bajo el poder del maligno" (1 Juan 5:19).
IV. Instrumentos del Castigo de Dios
Nuestro pecado Dios no lo considera como algo pasajero. No, nuestro Dios es un Dios Santo que no lo puede pasar de largo o tolerarlo en su presencia. Como lo dice el profeta Habacuc: "Tú eres demasiado puro para consentir el mal, para contemplar con agrado la iniquidad…" (Hab. 1:13). Como Dios es justo, el pecado debe ser castigado. Cada uno de nosotros merece ir al infierno. Pablo explica como los cristianos de Efeso vivían antes. "...Entre los cuales también nosotros vivíamos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás" (Ef. 2:3). La ira de Dios está contra nosotros debido a nuestra naturaleza pecaminosa. Porque todo debe hacerse solo para su gloria. Desde que nacemos hablamos mentiras y somos egoístas. La Escritura nos dice que "Es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo, con los ángeles de su poder, en llama de fuego radiante, para dar retribución a los que desconocen a Dios y no obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Ellos sufrirán pena de eterna perdición, y alejados de la presencia del Señor y de la majestad de su poder cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros)" (2 Tes. 1:6-10).
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V. Reinado Universal del Pecado
Así Pablo explica a los Romanos el por qué necesitamos la justicia de Cristo para cubrir nuestros pecados, al recitar del Salmo 14 y 53 diciendo:
"Como esta escrito:
no hay justo, ni aun uno;
no hay quien entienda,
no hay quien busque a Dios" (Rom. 3:10-11).
Este pasaje declara primero, que no hay ningún justo ante los ojos de Dios. Segundo, nadie entiende lo bueno. Tercero, todos somos incapaces de buscar a Dios. Expliquemos un poco mas en estos puntos. Otra forma de describir nuestra raíz depravada es nuestra inhabilidad completa. Esto significa que el hombre es incapaz de entender lo bueno, o mejor de desear lo que es bueno.
Primero, cada uno es un pecador que necesita la gracia de Dios, porque ninguno es justo. La perversidad del hombre se ha esparcido por toda la humanidad desde la caída de Adán. Pablo así dice: "Porque como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores…" (Rom. 5:19). Antes del diluvio: "Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal" (Gén. 6:5). Aun después del diluvio el Señor dijo del hombre: "porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud" (Gén. 8:21). Jesús nos enseña que es del corazón de donde sale toda forma de pecado (Marcos 7:20). "Nada sale del cuerpo del hombre que es plancetero. Así tambien nada bueno sale del corazón que sea placentero ante Dios (hacia la salvación)." Pablo dice en Romanos 3:12, "No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno."
VI. Mentes Cegadas por el Pecado
Segundo, nadie entiende lo bueno. No-solo esta el hombre muerto por el pecado sino que también es esclavo del pecado y su mente esta cegada por el pecado. El hombre no redimido no entiende las cosas de Dios. Les son tontería. Pablo afirma que el hombre no redimido "esta ciego en su entendimiento y separado de la vida de Dios, por la ignorancia de ellos y la dureza de su corazón (Ef. 4:18). Concerniente a los judíos incrédulos Pablo dice: "Porque el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo esta puesto sobre el corazón de ellos, pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará" (2 Cor. 3:14-16).
El Evangelio de Juan describe la venida de Jesús al mundo como una luz que ilumina al hombre. Su introducción dice: "La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella" (Juan 1:5). Mas adelante dice: "En el mundo estaba, y el mundo por Él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A los suyos vino, y los suyos no le recibieron" (Juan 1:10-11). El problema que Jesús tuvo no fue en su presentación, o estilo o su habilidad de comunicarse. Ninguno pudo haber hecho un mejor trabajo al declarar la verdad. Mas bien fue la dureza, los corazones incrédulos que eran incapaces de entender la verdad. Jesús le dijo a los judíos: "Y si digo la verdad, ¿por qué no me creen? El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; pero como ustedes no son de Dios, no quieren escuchar" (Juan 8:46-47, DHH).
Juan explica que debedo a que el corazón de los incrédulos es duro y ciego ellos evitan la luz de la verdad de Dios. "Los que no creen, ya han sido condenados, pues, como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz. Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo" (Juan 3:19-20, DHH). Cuando Pablo habló del poder y la gloria de la cruz de Cristo, él explicó el por qué muchos la rechazan: "Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios" (1 Cor. 1:18). Mas adelante añade: "Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espirito de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente" (1 Cor. 2:14).
Ay muchos teólogos y pastores que dedican su vida estudiando la Biblia, pero aun así no son creyentes. No pueden creer porque el Espíritu Santo no ha revivido sus corazones. Son capaces de explicar con seguridad el evangelio y las verdades de la Biblia pero así rechazan las historias en torno a los eventos que no se entendían antes de la era científica. Es solo por el poder e iluminación del Espíritu Santo que una persona puede entender las verdades del evangelio.
VII. Incapacidad del Hombre para Arrepentirse y Créer
Tercero, somos totalmente incapaz de aun buscar a Dios. Así dice Pablo: "No hay … ni uno que busque a Dios." De hecho, el hombre odia a Dios y lo que Él significa. El hombre odia lo bueno y no le preocupa. Solo el trabajo milagroso de Dios hace que una persona llegue a la fe de salvación. Como dijo Jesús: "ninguno viene a mí a menos que mi Padre que me envió no lo trajere" (Juan 6:44). Y más tarde Jesús repite el mismo principio diciendo, "ninguno puede venir a mí, si no se le fuese dado del Padre" (Juan 6:65). Ello significa que nadie escoge el seguir a Jesús; todos estamos atados al pecado.
La voluntad es libre de escoger lo que uno cree que es lo mejor, pero lo que uno naturalmente cree que es lo mejor no es buscar o escoger a Dios. El hombre natural no desea someterse o servirle a Dios. Él prefiere su vida en lugar de la soberanía de Dios. El cree que la felicidad y el éxito en la vida no se encuentran en la justicia de Dios. A pesar de que el libre albedrío del hombre seria escoger para "gustar y ver que Jehová es bueno" (Sal 34:8), él "odia" el pan vivo que descendió del cielo (Juan 6:51). La voluntad del hombre natural está atada al pecado, el cual le afecta su entendimiento y visión. ¿Por qué el hombre natural no puede venir a Dios? Como dice Jeremías: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?" (Jer. 17:9). Solo a los que tienen el Espíritu de Dios, que trabaja en sus corazones, se les permite venir a Jesús. Cuando Pablo le hablo a un grupo de mujeres reunidas en Filipos junto al río, Lidia vino a la salvación. Se nos dice que "el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía" (He 16:14). Ella no abrió su corazón. Dios le abrió el corazón.
Jeremías que era un gran amigo del africano Ebed-melec, y quien lo rescató con sogas del muladar de la cisterna (Jer 38:7-13), usó a un negro para ilustrar la verdad espiritual. "¿Cambiará el etiope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?" (Jer. 13:23). La pregunta retórica de Jeremías confirma el hecho de lo imposible que es para alguno cambiar de una vida de pecado para hacer bien, mucho menos alcanzar la justicia de Dios.
El gran predicador del siglo 19, Charles Spurgeon lo describió así:
No puedes cambiar un hombre de negro a blanco, o a un blanco volverlo negro. Puedes hacer lo que te plazca destruyendo, pero nada puedes hacer para repararlo. Te puedes hacer impuro por el pecado, pero no te puedes purificar espiritualmente como lo quisieras. Hay cierto dilema al caerse: puedes lanzarte a un precipicio rápidamente, pero quien podría pararse en el fondo de un risco si esta atado? El hombre puede caer en contra de su voluntad, pero no puede levantarse aun por su voluntad. Tu puedes hacer todo el mal con facilidad; lo puedes hacer con las dos manos, vorazmente, y hacerlo una y otra vez, y no cansarte de ello; pero volver al sendero recto ahí esta la dificultad.
¿Qué puede hacer el hombre para cambiar su naturaleza y transformarse en un hombre nuevo? ¡Nada! Escuchando sermones, asistiendo a la iglesia, dando dinero al pobre, ayudando a las viudas reparando sus casas, eso no va a cambiar al corazón del pecador. Cualquier obra manual que hagamos de nada servirá. Es solo el trabajo del Espíritu Santo el que puede cambiar el corazón de piedra a un corazón de carne que responda al llamado de Dios.
El hombre de continuo piensa que uno puede contribuir con algo para su salvación. Algunos admiten que la salvación es por la gracia de Dios, pero todavía piensan que es porque son ellos quienes escojen a Dios y contribuyen por su fe para creer. La pregunta que confrontamos sobre el problema de la depravación total del hombre Edwin Palmer la explica así:
¿Es Dios el originador solo de la redención o solo de la fe? ¿Permitió Dios el sacrificio parcial de Jesucristo y el hombre coopera con su fe? ¿O es la Fe también un don de Dios? (Ef. 2:8). ¿Depende la salvación parcialmente de Dios (al dar a Cristo en la cruz) o totalmente de Dios (al dejar que Cristo muriera en la cruz mas la fe de nosotros)?
¿Guarda el hombre un poquito de gloria para sí mismo—la esperanza de creer? ¿O para Dios es toda la gloria? La enseñanza de la incapacidad total es que para Dios es toda la gloria, y ninguna para el hombre.
VII. Lección
Lo que aprendemos de la enseñanza de la incapacidad total es la explicación para todos los problemas que encontramos en el mundo de odio, guerra, pobreza, avaricia, drogas y anarquía. Aun si todo el mundo fuere convertido, eso no resolvería todos nuestros problemas, porque aun los cristianos somos pecadores. Pero vemos que el evangelio nos ayuda a resolver los problemas en el mundo hasta cuando Jesús retorne y todas las cosas sean renovadas.
En segundo lugar, sabemos que estamos en condición terrible por nuestra depravación. Nos da ese afán de buscar al Señor. Nos damos cuenta que no hay esperanza aparte de la gracia sobrenatural e inmerecida de Dios. Nos impulsaría a pedirle a Dios por su misericordia. Deberíamos invocar el nombre de Jesús, para que nos rescate de nuestra condición miserable.
En tercer lugar, sabemos que si buscamos la ayuda y misericordia de Dios, es solo porque Dios ha empezado a trabajar primero con su Espíritu para que nuestros corazones le invoquen. "Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2:13).
En cuarto lugar, al entender que es por la incapacidad total del hombre, que se afectan las decisiones que se toman en los hogares, en el colegio, en los cargos públicos y de gobierno. Entendemos que por la naturaleza pecaminosa del hombre afecta el cómo se disciplinan nuestros hijos. Ello afecta las reglas sobre el crimen y el castigo. La incapacidad del hombre tuvo grande influencia para que los fundadores de la constitución Americana desarrollaran un sistema de fiscalización de las tres ramas del gobierno (ejecutivo, legislativo y judicial), entendiendo que hay la tendencia innata del hombre de dominar a los demás si se les permitiera hacer eso.
Pero el centro de esta doctrina es la necesidad de entender que estamos totalmente arruinados delante de Dios. Si sostenemos la idea que tenemos algo de don espiritual, aun cuando sea pequeño, jamás nos preocuparíamos de nuestra condición espiritual. Generalmente pensamos que vamos a vivir largo tiempo y todavía hay tiempo para creer en Cristo mas tarde. Pero si conociéramos nuestra verdadera condición de estar muertos al pecado, estaríamos totalmente desesperados y buscando a Cristo.
Tendríamos ese afán de arrepentirnos y creer en Cristo. Porque no tenemos ningún don que ofrecerle a Dios para recibir la salvación. La salvación viene solamente de Dios, a través de Cristo, solo por gracia, solo por la fe que se nos es dada como un regalo de Dios, para la gloria de Dios. Amen.
Bendición:
"Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho mas abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a Él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amen (Ef. 3:20-21).