El Amor Verdadero
Cantares
por Gabriel Otero
Estamos frente a un libro muy poético que fue escrito por el rey Salomón. En el Cap.1:1, leemos: "Cantar de los cantares, el cual es de Salomón."
El versículo más importante de este libro se encuentra en el Cap.2:16 que también nos da la palabra clave del libro: "Mi amado es mío, y yo suya;..." La frase "Mi amado" es la frase clave del libro "Cantar de los cantares".
A través de este libro que ha sido tan discutido en la historia de la iglesia, encontramos a nuestro entender tres lecciones espirituales. Sabemos que la novia representada en este libro nos da a entender a la iglesia de Cristo Jesús. Y el novio es Cristo mismo. Pero dentro de todas las lecciones espirituales que el libro nos enseña, quisiéramos hablar de una de ellas en particular. Por eso la lección que el libro realmente nos expone es la que se refiere al amor. De ahí que hemos titulado este estudio: "El amor verdadero".
Vamos entonces con esta perspectiva en vista a buscar algunos de los puntos que el libro nos puede enseñar acerca del amor verdadero y qué nos tiene que decir respecto de ese amor que nunca perece.
Bien, hay tres cosas importantes que el libro nos enseña con relación al amor verdadero. En primer lugar, aprendemos que el amor de Dios es posesivo. Dice: "Mi amado es mío, y yo suya;..." La Escritura nos enseña que el amor de Dios, posee. Podemos dar una mirada a ese amor de Dios a través del Nuevo Testamento en el cual el apóstol Pablo nos lo explica con gran detalle. En la epístola a los Romanos, Pablo nos habla en forma explícita acerca del amor de Dios. Para hilar bien este pensamiento, recordemos nuevamente que el Cantar de los cantares nos explica que el verdadero amor es posesivo, es decir, no tolera otra posesión. "Mi amado es mío, -dice la Sulamita- y yo suya;..." ¿Qué es lo que la Escritura nos quiere decir con la frase: "Mi amado es mio, y yo suya"? Nos quiere dar a entender taxativamente que el verdadero amor es posesivo. Dice Pablo en Romanos Cap.5:8: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros." En otra palabra, Dios mostró su amor en una manera explícita. Cristo murió por nosotros cuando aun éramos pecadores. Y más aun, en el Vr.5 de este mismo capítulo leemos: "...y la esperanza no averguenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado." En otra palabra, nosotros los cristianos fuimos salvos a través del amor de Dios. Fue el amor lo que motivó a Dios a dirigir su mirada sobre nosotros. No había en nosotros absolutamente nada de bueno que él pudiera mirar, ni siquiera nuestras cualidades con las que él pudiera ser motivado a amarnos o quizás a salvarnos. Fue su amor puro que lo motivó a hacerlo.
En segundo lugar, cuando Dios nos salvó puso dentro de nosotros ese amor que le pertenece a él, es decir, nos dio la capacidad de amar como él ama. Volviendo otra vez al libro motivo de nuestro estudio, la primera expresión que encontramos con respecto al amor verdadero, es una expresión que nos habla de algo muy importante. La Sulamita dice del rey: "Mi amado es mío,..." es ese un pronombre demostrativo y también posesivo. "...y yo suya." En el libro de Deuteronomio Cap.6:4-5, leemos con referencia a la posesión. Dios, refiriéndose a la adoración hacia él, nos da a entender algo muy firme y muy fuerte: "Oye, Israel; Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas." La palabra de Dios nos enseña entonces que debemos amar a Dios con toda nuestra alma, nuestra fuerza, nuestra capacidad. No debemos reservarnos nada para nosotros, debemos amarle con la totalidad de nuestro ser. Eso nos da a entender entonces comparando el versiculo clave de nuestro estudio, que cuando amamos a Dios debemos hacerlo con toda nuestra integridad, debemos hacerlo con todo nuestro ser; no debemos reservarnos ni nuestro cuerpo, ni nuestra mente, ni nuestro espíritu, ni ninguna cosa que no sea Dios mismo. Por eso las Sagradas Escrituras en el Nuevo Testamento, nos aclara que nosotros somos el templo del Espíritu Santo, es decir, tenemos la capacidad de amarnos. Dice en 1.Corintios Cap.3:16-17: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es." En una palabra, el templo de Dios el cual somos nosotros, aquellos que hemos creído en Dios a través de Cristo, y siendo nosotros realmente el templo de Dios, somos en realidad una posesión de él. Dios no quiere compartir esta posesión con ningún otro. El dice, la iglesia es mía y yo soy de la iglesia. No hay intermediarios, no hay obstáculos que se puedan colocar en el medio de esta relación que puedan satisfacer realmente a Dios.
Pasemos ahora al segundo punto que nos va a mostrar las cualidades del amor de Dios: Es tolerante. Dice el Cap.4:7: "Toda tú eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha." Vemos entonces que el amor, el amor verdadero, es un amor tolerante porque es limpio. En el evangelio de San Juan Cap.15:3, dice así la palabra deDios: "Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado." Aquí en el libro del Cantar de los cantares, notamos que el novio dice a la novia: "Toda tú eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha." Es decir, no hay falta alguna, no hay nada que pueda oscurecer el brillo de tu hermosura. Si tomamos este versículo en la relación de Cristo y la iglesia, podemos ver que una de las maneras en que la iglesia puede mantenerse limpia y entonces ser parte de ese amor de Dios, es por la palabra de Dios. La palabra de Dios es la que limpia, la palabra de Dios es la que produce limpieza en nuestra vida. "Ya vosotros estáis limpios -dijo el Señor- por mi palabra" Un ejemplo práctico de ello lo encontramos en la epístola a los Efesios Cap. 5:28-32 donde la Escritura dice: "Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia." Pero leamos un versículo anterior a estos que dice: "...habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra." (Vr.26). Entonces, lo que Pablo quiere decir es que un matrimonio puede mantenerse en un amor limpio cuando ese amor está basado en la palabra de Dios. Por lo tanto el verdadero amor no solamente es posesivo, sino que también es limpio. Esto nos revela que el verdadero amor de un hombre para una mujer no oculta nada maligno dentro de esa relación. El verdadero amor es un amor que si bien es posesivo y por consiguiente demanda el uno del otro, su dedicación sin embargo también es limpio. ¿Y cómo vamos a limpiarnos los unos a los otros cuando tenemos diferentes personalidades, venimos de diferentes hogares, tenemos diferentes costumbres y también diferentes maneras de ver las cosas? ¿Cómo podemos tener una relación sin mancha? Leamos nuevamente las palabras dichas por el Señor Jesus en San Juan Cap.15:3: "Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado." No olvidemos también lo que hemos leído en Efesios Cap.5:26, donde la Escritura nos dice muy claramente que nosotros los hombres tenemos la obligación de producir el lavamiento de nuestras esposas, no por agua, sino porla palabra de Dios.
¿Queremos tener un verdadero amor, un amor que realmente perdure? Hagamos que ese amor circule a través de la palabra de Dios. Busquemos que ese amor tenga como relación y como fuente de información solamente la palabra de Dios. Hay muchos libros que se han escrito con respecto a consejos matrimoniales y consejos amorosos, pero el libro que ha de limpiar esa relación matrimonial, el libro que ha de aclarar esa relación entre el hombre y una mujer en el vínculo del amor, es la Biblia. Por eso dice el rey a su reina: "...tú eres hermosa,...y en ti no hay mancha." La razón de que no hay mancha en esa mujer, no es que fuera una mujer perfecta o que nunca pecó, sino una mujer en la cual la palabra de Dios circulaba. Una mujer en la cual la palabra de Dios toma su base y ella es capaz de asimilarla, obedecerla y cumplirla. Y cuando esas cosas ocurren entonces ese amor resulta en un amor verdadero, tanto sea un amor relacionado con la vida humana o el amor de Dios.
Cuando tomamos la palabra de Dios como base, el instrumento más sólido y más firme para nuestra vida, entonces vamos a tener una vida sin mancha. Cuando hacemos de la palabra de Dios el libro de instrucción, el libro en el cual basamos todos los pasos de nuestra vida, entonces vamos a poder decir, aquella es una persona hermosa y sin mancha.
Finalmente, el verdadero amor no solamente es posesivo, es tolerante, sino que también es mutuo. Leamos algunas frases de lo que la Biblia menciona acerca del hombre y de la mujer en amor. En el Cap.6:1-3, leemos estas palabras: "¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿A dónde se apartó tu amado, y lo buscaremos contigo? Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios. Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; él apacienta entre los lirios." Y ahora escuchemos las palabras del amado hacia la mujer. Dice en el Vr. 9-10: "Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; es la única de su madre, la escogida de la que la dio a luz. La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; las reinas y las concubinas, y la alabaron. ¿Quién es ésta que se muestra como el alba, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden?" El verdadero amor es mutuo. Muchas personas dicen: "Bueno, basta que yo lo ame es suficiente." No es cierto. En el caso de un verdadero amor debe haber amor tanto de parte de la mujer como de parte del hombre. ¿Por qué? Porque el verdadero amor debe ser compartido. Ahora apliquemos esto al reino espiritual. En el reino espiritual, si Dios nos amara solamente y nosotros no le amáramos, ¿podria ser este un verdadero amor? Creemos que no. No pede ser. El verdadero amor es mutuo. Como hemos leído al principio, Pablo nos explica de que Dios dirigió su amor hacia nosotros aun cuando éramos pecadores. ¿Es esto suficiente para salvarnos? No. ¿Qué es lo que tenemos que hacer para encontrar una relación de amor? Tenemos que haber experimentado el derramamiento del amor de Dios en nuestra vida. Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Es decir, el Espíritu Santo tiene que venir y derramar el amor de Dios sobre nuestros corazones para nosotros tener la capacidad de amar a Dios en la medida y en la capacidad que él así lo demanda. Y ahora la pregunta: ¿Cómo y cuándo el Espíritu Santo puede derramar ese amor sobre un ser humano? Recordemos que el punto clave aquí es: El verdadero amor es mutuo. Y dijimos bien claramente que en el cuadro que nos presenta el Cantar de los cantares, nos da la relación de un hombre y una mujer que realmente están enamorados el uno del otro. Y uno tiene palabras de alabanzas y palabras de admiración y el otro continúa en la misma forma. Los dos se relacionan por supuesto en una manera que habla de una comunicación encantadora, una comunicación que nunca se debe perder a través de los años de nuestra vida humana. En la vida espiritual, esta comunicación puede ser iniciada unicamente por el Espíritu de Dios, ya que estamos hablando de un nivel de amor que proviene de Dios. ¿Cómo puede entonces un cristiano recibir el amor de Dios, experimentarlo y compartirlo con Dios? La Escritura nos enseña cómo una persona puede recibir el amor de Dios. Recordemos que el amor de Dios no puede ser aprendido, el amor de Dios no se lo enseñar en una universidad, el amor de Dios no puede ser adquirido por dinero, ni por un hombre fiel, ni por una iglesia. Dice que el Espíritu de Dios lo derrama en nuestros corazones. ¿Y cómo lo derrama y cuándo? Bueno, diríamos que siguiendo la manera lógica de pensar, cuando el Espíritu Santo viene a nuestra vida y mora en nosotros, entonces en ese debido instante poseemos el Espíritu de Dios el cual derrama sobre nosotros el amor de Dios. Y la pregunta que sigue es esta: ¿Pero cuándo recibimos el Espíritu de Dios, y cuándo el Espíritu Santo comienza a trabajar y a morar en nsosotros? Fijémonos, la respuesta se encuentra en Efesios Cap.1:13: "En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espiritu Santo de la promesa,..." Notemos aquí el orden: "En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad,..." En primer lugar, debemos oír la palabra de Dios. ¿Y cuál es la palabra de Dios?: "...el evangelio de vuestra salvación,..." En segundo lugar, "...y habiendo creído en él,..." Y en tercer lugar, "...fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,..." ¡Oh, sí! El verdadero amor es mutuo, y si deseamos experimentar ese amor de Dios para nuestra vida y tener una relación mutua sobre la base del amor de Dios, debemos escuchar el evangelio, creer en el evangelio y Dios entonces en el mismo momento en que hemos creído, nos sella con el Espíritu Santo el cual tiene el amor de Dios; y de acuerdo a Romanos Cap.5:5, derrama ese amor de Dios sobre nuestra vida. El evangelio es lo que Pablo explica en 1.Corintios Cap.15:3-4: "...Que Cristo Jesús murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;..." Y esa muerte implica la sustitución de nuestra muerte por nuestros pecados. Sobre esta base, nosotros poseemos el verdadero amor de Dios en nuestra vida.
En conclusión, ¿en qué consiste el verdadero amor de Dios?: En que es un amor posesivo; Dios nos posee a nosotros y nosotros lo poseemos a Dios. Es un amor limpio; nos libra de las impurezas para que la comunicación con Dios crezca. Y por último es un amor mutuo; nos gozamos en alabar a Dios y Dios se goza en nosotros como hijos del reino de Dios.
¡Qué hermoso es este libro el Cantar de los cantares! ¿verdad? Muchas cosas podríamos seguir considerando de este libro, pero debemos concluir. Dios nos bendiga para que podamos experimentar ese amor que es posesivo, limpio y puro. Un amor que puede llenar nuestra vida de gran felicidad.