Cristo, La Cabeza de la Iglesia
por Gabirel Otero
Continuando con el estudio de las cartas del apóstol Pablo a distintas iglesias, tenemos frente a nosotros la que enviara a los Colosenses. Como ya dijimos su autor es Pablo pues en el Cap.1:1-2, él dice: "Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas:..."
La idea general de esta carta a la iglesia de Colosas es muy simple. Pablo quiere presentarle el punto dogmático más importante de su doctrina: Cristo es la cabeza de la iglesia. No hay ningún hombre que pueda ocupar el lugar de Cristo. En el Cap.1:18, dice Pablo: "Y él -con referencia a Cristo- es la cabeza del cuerpo que es la iglesia,..." Sabemos que hay otras doctrinas que enseñan que esa cabeza de la iglesia fue transferida a Pedro, y Pedro la transfirió a sus sucesores y así sucesivamente el poder de Cristo ha sido transferido a los hombres. Pero no es así. San Pablo dice que la cabeza de la iglesia es Cristo. Así que vamos a desarrollar esta enseñanza, la vamos a analizar y a estudiar para que entendamos perfectamente bien lo que implica decir que Cristo es la cabeza de la iglesia. Vamos a mirar entonces esta carta a través de este fundamental detalle doctrinal, para poder aprender ciertas cosas que nos enseñan cómo Cristo es sin lugar a dudas la cabeza de la iglesia.
En primer lugar, leamos en el Cap.1:15: "El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación." Cristo es entonces la imagen de Dios. En segundo lugar, todas las cosas que fueron creadas, fueron creadas por él: "Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que están en la tierra,..." Encontramos entonces aquí la antigua creación. Dice: "...visibles e invisibles; sean tronos, dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él." Vemos que en la persona de Cristo, Pablo formula aquí en esta carta una tesis de tres puntos: Cristo es la cabeza de la iglesia. ¿Cómo puede ser Cristo la cabeza de la iglesia? Primero, porque observando la antigua creación, Cristo es el eje principal de la misma. Como ya hemos leido en el Vr.15, el cual nos habla de que él es la imagen del Dios invisible. Ahora nos explicamos porqué en el evangelio de Juan, la Escritura nos enseña de que nadie vio a Dios. Recordemos este versículo de Juan Cap.1:18: "A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en e l seno del Padre, él le ha dado a conocer." A Dios el Padre nadie le vio, pero el unigénito Hijo del Padre sí, es decir, Cristo. Y viendo a Cristo vemos al Padre. Entonces cuando Pablo nos presenta la tesis de que Cristo es la cabeza de la iglesia, él no está soñando, no está pensando en cosas raras, absolutamente no. El está pensando en algo tangible, visible, propio y lleno de conocimiento. También todas las cosas fueron creadas tanto en los cielos como en la tierra, visibles o invisibles, lo fueron por medio de él. El es el Rey de esa antigua creación a pesar de que su nombre como Jesucristo no es mencionado en el Antiguo Testamento, pero sí es mencionado a través de otros nombres.
En segundo lugar, vemos la nueva creación, Vrs.19-22: "...por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz." En otra palabra, en la creación nueva está diciendo Pablo que si hay paz en el cielo es porque Cristo murió en la cruz. Si hay paz en el corazón de los hijos de Dios, es porque Cristo murió en la cruz. Y si un día viviremos en paz en los cielos, es porque Cristo está en los cielos como resultado de su victoria sobre la cruz. "Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;..." Esto se refiere a los gentiles, individuos que no tenían conocimiento de Dios, a los individuos que ignoraban por supuesto el desarrollo de una vida cerca de Dios. Miremos con atención, miremos con verdadera atención lo que Dios tiene que decirnos y aprendamos de esta lección.
Ahora, luego de darnos a conocer Pablo la antigua creación, y darnos a conocer también la nueva creación, Pablo nos da a conocer el desarrollo de esa creación que Dios ha hecho en nosotros. Dice en el Vr.24: "Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros,..." En otra palabra, Pablo dice me gozo en el ministerio no obstante las circunstancias. Pero dice en el Vr.23: "...si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro." Notamos que Pablo no dice que él fue hecho cabeza, notamos que Pablo no dice que él fue hecho el eje central del ministerio de Dios, sino que en esta carta a los Colosenses notamos la ansiedad de Pablo por presentar de una manera total, de una manera posiblemente más clara y más precisa, que Cristo es el eje central de su doctrina y que él al permanecer fiel a esa doctrina, entonces fue hecho un sirviente de la misma. Hay muchas personas que dicen bueno esto es lo que Pablo piensa. Pero no es solamente lo que Pablo piensa, sino que él lo atestigua con su posición sabiendo de que Cristo es la verdadera cabeza, el verdadero centro de la iglesia, y así lo dice en el Cap.2:1-7: "Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del
conocimiento. Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas. Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo. Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias."
Bien, hemos visto cómo en la carta a los Colosenses Pablo desarrolla en ella la verdadera teología de que Cristo es el centro de la iglesia. Primero, es el centro de la antigua creación; luego es el centro de la nueva creación y finalmente Cristo ha de ser sin lugar a dudas el centro de la creación por venir.
Fijémonos ahora lo que dice Pablo al final de esta carta en el Cap.4:1-6: "Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en los cielos. Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar. Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno." Notamos a través de esta Escritura que Pablo enfatiza una y otra vez el verdadero hecho de que debemos imitar a Cristo Jesús, debemos mirar su vida, debemos mirar su vocación, debemos mirar su andar, debemos andar en sus propios pasos.
Volvamos a la pregunta clave de nuestro estudio: ¿Quién es la cabeza de la iglesia? ¿Pablo, Pedro, Santiago? No. ¡Cristo! Marquemos bien en nuestra Biblias el Cap.1:18 de esta carta. Cristo es el centro motor en el cual se mueve toda la iglesia y se desarrolla en forma maravillosa. Algunos podrán decir: "¿Y qué acerca del apóstol Pedro?" Permítannos mostrar lo que Pedro dice de sí mismo en la 1a.Epistola de este apóstol en el Cap.5:1, hablando a los ancianos o sea a los pastores: "Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que está revelada." Aquí Pedro tiene la mejor oportunidad de presentarse como cabeza de la iglesia, y él podría decir "yo soy el pastor de los pastores, yo sufrí con Cristo, yo estuve con él", sin embargo Pedro dice yo pastor entre los pastores. ¿Nos damos cuenta? Cuando en esta carta a los Colosenses Pablo enfatiza que Cristo es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él está diciendo que la escribió para demostrar que hay un mundo en el cual todo ese desarrollo, en el cual todo lo que podemos aprender y saber de este mundo, gira en la persona de Cristo Jesús. ¿Por qué? Porque él es el centro motor de nuestra vida. ¡Qué hermoso es saber que desde el punto de vista doctrinal, nuestro Jefe, nuestro Pastor soberano está en los cielos! De esta manera, la parte doctrinal y la polémica no se encuentran. Pablo desvía todo pensamiento humano y coloca el pensamiento ahora en Cristo Jesús. Lleva todas nuestras divergencias a Cristo jesús; coloca todas nuestras alternativas con Cristo Jesús y así desarrolla la tesis de que Cristo es la cabeza de la iglesia.
Ahora bien, vamos a tomar la aplicación práctica. Si Cristo es la cabeza de la iglesia, ¿de qué nos significa eso? ¿qué podemos obtener practicamente al decir que Cristo es la cabeza de la iglesia? En el Cap.1:27, leemos: "...a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,..." Cristo, al ser la cabeza de la iglesia y al estar en nosotros, en nuestros corazones, él es la única esperanza. Si hay esperanza para el cristiano, si hay esperanza para el creyente, si hay una vida más allá del cielo azul, es porque Cristo es nuestra única esperanza. En el Cap.2:9, dice: "Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad." Lo cual prueba que Cristo es la cabeza y como cabeza es la plenitud del Dios de los cielos.
Luego en el Cap.3:5-11, dice: "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creo se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircucisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos." Es indudable que siendo Cristo la cabeza de la iglesia, él entonces es el todo. No podemos dividir la iglesia con italianos, argentinos, españoles y americanos; no podemos dividir la iglesia entre circuncidados y no circuncidados. No podemos dividir la iglesia de Cristo, ¿por qué? Porque es una, porque tiene una sola cabeza, no dos. Así que la iglesia es una.
Finalmente, en el Cap.4:10-12, Pablo dice: "Aristarco, mi compañero de prisones, os saluda, y Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle; y Jesús, llamado Justo; que son los únicos de la circuncisión que me ayudan en el reino de Dios, y han sido para mí un consuelo. Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones,..." Fijémonos en este saludo "siervo de Cristo". Con lo cual confirma ese poderoso argumento de que Cristo es la cabeza de la iglesia y todos los que trabajamos somos siervos de Cristo. No siervos de la iglesia, sino siervos de Cristo que es la cabeza.
Quiera Dios bendecirnos, y darnos el privilegio de que siempre reconozcamos a Cristo como la cabeza central de Su iglesia. Darle a él el lugar que le corresponde en el trono de nuestra vida, no sólo para tener un sentimiento profundo acerca de él, sino para tener también una apreciación exacta de lo que él es en nosotros.