Reproches, Reproches, Reproches
Hageo
por Gabirel Otero
Pasamos a considerar el libro del profeta Hageo que solamente contiene dos capítulos. Es una exhortación de parte de Dios que comienza de la siguiente manera: "En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, sumo sacerdote, diciendo:..." La fecha histórica de su profecía nos la da precisamente en el Vr.1 que hemos leído: "En el año segundo del rey Darío,..." A este profeta se le ha llamado "El profeta del templo" . La razón es que él reprochó a Judá porque después de esos setenta años de cautividad en Babilonia, ellos habían retornado a Jerusalén sin el propósito de reedificar el templo. Por esa razón el profeta habla de la negligencia del pueblo de no tener cuidado del templo de Dios.
De acuerdo al Cap.1:4, podemos entender que la obra de reedificación del templo había cesado por algunos años. Hageo habla al pueblo y le dice: "¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?" Esta pregunta del profeta pareciera también dirigida a nosotros, ¿verdad? Tenemos casas bonitas y preciosas, pero la casa de Dios, ¿está abandonada?
El versículo clave de nuestro estudio se encuentra en el Cap.2:4, donde leemos: "Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos." ¡Qué hermoso! ¿verdad? Si nos sentimos desalentados, si nos sentimos quizás con pereza, quizás nos sentimos vencidos, el libro de Hageo sin duda nos ha de ayudar.
Si bien hemos titulado a este estudio: "Reproches, reproches, reproches", todos ellos de los cuales vamos a hablar son reproches positivos. Todos estos reproches que nosotros vamos a compartir, son reproches que van a ayudarnos a vivir mucho mejor. Así que, entre los dos capítulos que componen el libro, vamos a elegir la porción que se encuentra en el Cap.2:5-9. Vamos a considerar acerca de cuatro reproches que Dios quiere que nosotros notemos en nuestra vida. Dice la Escritura: "Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis. Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos." En este libro el profeta habla a Judá cara a cara, y lo exhorta por intermedio de reproches que leemos en el Cap.1, y luego entonces lo invita a contemplar el futuro, lo invita a mirar las ventajas que están delante del pueblo de Israel para que ellos se sientan motivados por Dios en la manera más profunda, que es la manera de una convicción real. Este libro de Hageo fue escrito para aquellos que están desalentados, y el reproche que encontramos es un reproche positivo, es un reproche que nos habla de la efectividad que Dios hace y quiere cuando habla a sus hijos.
Lo primero que vamos a ver es que Hageo nos habla de tomar la responsabilidad de un trabajo: Edificar el templo de Dios. En la Primera epístola de Pedro Cap.2:5, dice: "...vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo." Notamos indudablemente que la exhortación más suave y más preciosa que encontramos en la palabra de Dios, es que nosotros almas vivientes somos esas piedras vivas del templo de Dios. Y Dios dice que cada una de esas piedras deben estar en su lugar y deben formar parte de la estructura maravillosa y preciosa de ese templo de Dios. Aquí Hageo nos da aliento por medio de ciertas observaciones que debemos observar. En primer lugar, Hageo nos habla de la presencia divina. En el Cap.2:4, dice: "Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate,..." Zorobabel de acuerdo al Cap.1:1, era hijo de Salatiel, gobernador de Judá. Y dice: "...esfuérzate también, Josué hijo de Josadac,..." que era hijo del sumo sacerdote. Ahora bien, el Vr.4 del Cap.2 termina diciendo: "...y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos." Lo primero entonces que el libro nos habla es que cobremos ánimo, tomemos fuerza, ¿por qué? porque Jehová está con nosotros. El lector me podrá decir: "Pero pastor, usted se está refiriendo al Antiguo Testamento, ¿podrá ser cierto que el Nuevo Testamento tenga tal promesa?" Mantenga su señalador en el libro de Hageo y vayamos simplemente a uno de los evangelios. En el evangelio de Mateo Cap.28: 19-20, Jesús a los suyos los envía a hacer discípulos a todas las naciones y les dice: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." Notamos entonces sin lugar a dudas, que Jesús nos prueba y nos da a conocer de que él está con nosotros. Más aun, en este mismo evangelio en el Cap.18:20, el mismo Jesús nos dice: "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." Indudablemente Jesús tiene fuerza vívida en su expresión, y tiene fuerza vívida en loque él quiere decirnos, ¿verdad?
Notemos entonces que aquí la Escritura nos habla en primer lugar de algo fundamental: que debemos tener conciencia de la presencia divina; y cuando notamos y reconocemos la presencia divina, entonces tomamos fuerza. El entusiasmo del creyente, la vitalidad de la vida cristiana, la motivación que nos inunda para movernos en la vida, todo depende de la certidumbre de Cristo en nuestra vida. Cuando creemos que realmente Cristo existe, cuando creemos que realmente Cristo puede guiarnos, cuando creemos que Jesucristo es nuestro Señor y en tal confiamos, no ya de palabra y de conocimiento sino de hechos, nuestra vida cambia. Muchas veces me he sentado en la mesa con mi esposa en nuestro hogar y hemos comentado algunas imposibilidades, como todos sabemos, económicas y quizás físicas, algo que quizás entre nosotros como familia sucede y ¿qué hicimos? se lo confiamos a Cristo y no nos sentimos desalentados porque él está nosotros. ¿No es esto hermoso? Poder confiar en la realidad de Cristo. Aquí Hageo le dice al pueblo de Judá que si ellos confían en Jehová, si la presencia de Jehová es real en sus vidas, entonces tendrán fuerza. Es como si nos dijera a nosotros los cristianos: Si ustedes confían en Cristo, si la presencia de Cristo es real en sus vidas, entonces tendrán fuerza.
En segundo lugar, en el Cap.2:6, nos habla de poder. Leamos nuevamente: "...De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra,..." Notamos que aquí las Escrituras nos hablan del poder de Dios. El poder de Dios se mueve y es siempre en una manera de aceleración que produce cosas. Recordemos lo que nos dice Génesis Cap.1:2: "Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tienieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas." El Espíritu de Dios es el poder de Dios. En el libro de los Hechos Cap.1:8, leemos que Jesús dijo: "...pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo,..." Es el Espíritu Santo el que nos enseña la palabra de Dios. Nos dice el apóstol Pablo en l.Corintios Cap.2:12, que no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu de Dios para que él nos haga conocer las cosas que son de Dios. Y entonces al conocer a Dios, recibimos poder en nuestra vida. ¡Qué hermoso! ¿verdad? Sinceramente, es algo que nosotros debemos prestar atención; es algo muy serio pero muy hermoso: Saber que el poder del evangelio no depende de nuestro poder, sino que depende de la presencia real del Espíritu Santo en nuestra vida.
Habíamos hablado en el Cap.2:4, que la realidad de Dios nos da fuerza. Ahora Hageo habla al pueblo y le dice que la realidad del poder de Dios los ha de mover en el ministerio de concluir la casa de Dios. No hay mayor realidad que esta que hemos hablado; la realidad de la presencia del Espíritu de Dios en nuestra vida es lo único que ha de darnos poder para movernos en el ministerio cristiano. Magnífico poder, poderoso poder, un poder que quiebra las barreras, un poder que sobrepasa los montes, un poder que cruza las montañas, un poder como dice aquí Hageo, que quiebra la tierra seca. Sabemos por aquellos que trabajan con la pala, por ejemplo en el fondo de sus casas, qué dura es la tierra cuando está seca. Yo recuerdo a la madre de mi cuñada Elvira de Ruiz, en Argentina, una señora italiana (hoy con el Señor, vivió hasta los 93 años), la vi trabajar con la pala; en ese entonces tenía alrededor de 80 años, ¡increíble! y no obstante que la tierra era dura, con cuánta energía lo hacía. Pero por el gozo que había en su corazón, trabajaba sonriente mezclando la fatiga con la alegría. ¿No esto algo hermoso en la vida? No lo encontramos en aquellos que no tienen a Cristo, solamente lo encontramos en aquellos en los cuales el Espíritu de Dios se mueve, ¿verdad? Sabemos que todos tenemos problemas y dificultades, sabemos que todos tenemos angustias y necesidades, pero ¿es el Espíritu de Dios real en nuestra vida? Eso es lo que el Señor por medio de Hageo nos dice: "...De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra,..." Dejemos que el Espíritu de Dios obre en nosotros, y de aquí a poco los cielos y la tierra han de temblar cuando produzcamos a través de nuestra actividad algo maravilloso.
¡Qué hermoso libro, el libro de Hageo! Nos habla de reproches que son positivos. Muchas veces nos olvidamos de ese Espíritu de Dios que está en nosotros. Muchas veces lo contristamos. Pablo hablando de esto dice que no agravemos al Espíritu Santo con el cual fuimos sellados hasta el día de la redención (Efesios 4:30).
En tercer lugar, Hageo hace referencia a otro reproche. Nos habla de la gloria de Dios. En el Vr.7 nos dice: "...y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos." Fijémonos, Hageo le dice al pueblo de Judá que armen ese edificio porque Dios ha de enviar no ya una gloria abstracta como tenía la casa de Salomón, sino que Dios ha de mandar una gloria personal. Enviaré al "Deseado" de las naciones. ¡Qué diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento el pueblo de Israel gozaba de elementos abstractos que hablaban de la gloria de Dios. En el Nuevo Testamento la palabra de Dios nos habla de elementos reales que testifican de la gloria de Dios. Nos imaginamos a Jesús cuando estaba en el barco, relato que encontramos en aquel maravilloso Cap.4:35-41 de Marcos: Se levantó una gran tempestad y la barca en que iba Jesús y sus discípulos corría el riesgo de hundirse. Jesús dormía, pero ellos estaban asustados. Lo despertaron y le dijeron: "Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?" Jesús se levanta y calma la tempestad y todo queda en calma. ¿Recordamos también cuando Jesús caminaba sobre las aguas? Los discípulos desde la barca lo vieron andar sobre el mar y creyeron que era un fantasma. Y Pedro todo asustado le dice: "¿Eres tú, Maestro?" Y entonces Jesús le dice: "Ven" Y él camina mirando a Jesús y por un momento Pedro mira hacia abajo y ve que está caminando sobre las aguas y no lo puede entender, y al ver el fuerte viento tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces clamó: "Señor, sálvame" Y él le toma las manos. (Mateo 14:22-32). Amados lectores: ¿Se imaginan la gloria de Dios en la persona de Cristo caminando aquí en la tierra? "...y vendrá el Deseado de todas las naciones;..." dice Hageo. ¡Cuánto hubieran dado David, Moisés, Abraham, por ver a ese Deseado de las naciones! Pero nosotros podemos comprender mejor que nadie, porque tenemos toda la Escritura que nos habla de la llegada de ese Deseado que terminó en la cruz del calvario, conforme a la historia del hombre, pero que para nosotros terminó en la morada de donde vino, a la derecha del Padre y en el corazón de aquellos que creen en él.
Y Hageo avanza un poquito más y nos habla de un cuarto reproche en el Vr.9: "La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos." Paz a aquellos que son de la casa de Dios. Vemos entonces aquí un reproche progresivo. En primer lugar, Hageo dice que hay una presencia divina de la cual debemos ser sensitivos. En segundo lugar, dice que hay un poder divino que nos ha de mover. En tercer lugar, que hay una gloria que ha de llenar nuestras vidas y nuestras caras han de reflejar el gozo de esa gloria. Y en cuarto lugar, en aquellos que son hijos de Dios hay una paz que el mundo desea. No hay mejor visita que la visita hecha a un hogar en paz. El esposo y la esposa son reales, comunican sus sentimientos sin herirse a pesar de que quizás son diferentes en su parecer y en su opinión. Sus hijos no temen a sus padres, pero en lugar de ello les honran y los respetan. ¡Qué diferencia cuando vemos un hogar en paz con otro donde Cristo no es el centro del mismo!
Dios quiera que las palabras de Hageo que han estado a nuestra consideración, hayan sido de provecho para nuestra vida. El título que le hemos asignado a este estudio: "Reproches, reproches, reproches", quizás llame la atención, pero estos reproches son positivos ¿verdad? Estos reproches son lindos de escuchar, reproches que nos invitan a ser reales con la presencia de Dios, para que tengamos fuerzas en las tareas de la vida. Reproches que nos invitan a contemplar el poder de Dios, para darnos cuenta de lo que podemos hacer en la vida. Reproches que nos hablan de la gloria de Dios para que podamos comprender lo importante de nuestra misión. Reproches que nos dan a conocer la paz de Dios, para que el mundo pueda ver en nosotros algo distinto. Cerramos nuestro estudio con las palabras de Jesús: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo." (S.Juan 14:27).