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Sermones
La Salvación de Dios

Isaías

Por Gabriel Otero

El libro de Isaías en sí es un libro no solamente instructivo, sino que es un libro para leer con sumo cudado pues nos enseña muchísimas cosas acerca del Señor. Creemos que en el breve espacio que disponemos para este estudio, no le podremos hacer justicia a este libro, pero sí nos vamos a poder informar de ciertas cosas que son de vital importancia y que nos podrán dar un entendimiento total de este libro profético por excelencia.



El autor del libro es Isaías mismo. La Escritura nos dice en el Cap.1:1: "Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequíass, reyes de Judá." En el Cap.7:3, leemos acerca de su familia pues se nos dice que Isaías tenía un hijo: "Entonces dijo Jehová a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz, tú, y Sear-jasub tu hijo, al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador."



En el Cap.6:1-8, encontramos el llamamiento de este hombre para el servicio de Dios como profeta. Vamos a leer este llamamiento para que tengamos en cuenta que Isaías fue elegido por Dios para una función tan importante y para escribir Su profecía: "En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrian sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quisiales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de un pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aqui que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí." El profeta Isaías fue llamado entonces por Dios a cumplir una misión muy especial.



La palabra clave en el libro de Isaías es la palabra salvación. Y la lección espiritual que el libro trae a nosotros es la salvación de Dios. Así que si alguien quisiera hablar de la salvación en el Antiguo Testamento, entendemos que tal persona podría elegir cualquier libro de la Biblia, pues cada uno de ellos, los sesenta y seis libros nos hablan del Señor Jesús como Mesías, como Rey, o como Profeta, pero el libro de Isaías nos habla más que ningún otro de la salvación de Dios. Por consiguiente hemos decidido titular a este estudio: "La salvación de Dios" Y para reforzar nuestro tópico vamos a marcar en cadena aquellos versículos que realmente nos hablan de la salvación de Dios, es decir, la salvación que proviene de Dios.



En primer lugar, en el Cap.12:3, el libro nos habla de la fuente de nuestra salvación. Dice: "Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación." Este versículo nos habla de algo muy importante. Si lo miramos con cuidado tendremos que las palabras que resaltan son: gozo, aguas y salvación. Hay un verbo que indica que sacamos con gozo aguas de la salvación. La palabra de Dios nos enseña en el evangelio de San Juan Cap.7:37-39, algo muy importante con respecto al agua y a la salvación que proviene realmente de Dios. Leemos: "En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habian de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado." Vemos que cuando Isaías nos habla acerca de sacar con gozo aguas de la fuente de la salvación, nos indica que la salvación de Dios provee ese gozo, y ese gozo viene a través del agua, o sea a través del Espíritu, ya que la palabra "agua" en las Escrituras es usada indistintamente por el "Espíritu de Dios" o por "la palabra de Dios", es decir, es una palabra símbolo porque puede ser tomada de esas dos maneras. Por consiguiente y en primer lugar, podemos nosotros interpretar que la fuente de la salvación provee gozo.



En segundo lugar, en el Cap.25:9, fijémonos lo que nos dice Isaías con respecto a la salvación: "Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación." Las palabras son muy importantes. Nos está hablando la Escritura no solamente de la fuente de la salvación que provee el gozo, sino que ahora nos habla del gozo de la salvación que viene de Dios. Así que, Isaías realmente en su libro nos desarrolla las ventajas y el carácter de nuestra salvación. En primer lugar, es la fuente que produce el gozo, y en segundo lugar, es la salvación de Dios que nos da el gozo.



En el Cap.26:1 podemos leer: "En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro." Esto nos habla de la seguridad de la salvación. Vemos que en la palabra de Dios y especialmente en el Antiguo Testamento, la palabra "muro" nos habla de una ciudad cercada ¿verdad? Y esa ciudad cercada de acuerdo a la Escritura era una ciudad fortificada. Ejemplo de ello lo tenemos en Jericó y también en Jerusalén donde el muro era muy importante. Aquí, Dios, en este versículo que hemos leído a través de la Inspiración del Espíritu Santo, y bajo la pluma del profeta Isaias, nos escribe que: "...Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro." Nuestra salvación está asegurada. Resumiendo lo estudiado hasta ahora tenemos que la fuente de la salvación produce gozo (Cap.25:9); eso elimina que cualquier hombre pueda culpar a Dios que no tiene gozo, porque quizás él está confiando en su propia salvación y no en la salvación de Dios. Y luego tenemos aquí una expresión muy característica del idioma hebreo, los muros de la salvación que nos habla de la seguridad de la salvación (Cap.26:l). Este versículo nos lleva al apóstol San Pablo ¿verdad? El,en el Cap.8:34 39 de su carta a los Romanos, dice así: "¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro." Notamos entonces que los muros de la salvación nos hablan de una seguridad que indudablemente cuando Pablo la experimentó, la pudo explicar también por inspiración del Espíritu Santo en una forma clara.



Ahora pasemos al Cap.45:17, donde leemos estas palabras: "Israel será salvo en Jehová con salvación eterna; no os avergonzaréis ni os afrentaréis, por todos los siglos." Israel se refiere al Israel espiritual de Dios. No ya al pueblo de Israel como nación, sino a aquel Israel que vino de la simiente de Abraham, aquellos que creyeron, que tuvieron y que tienen la misma fe que él, de acuerdo a lo que nos dice el apóstol Pablo en su epístola a los Romanos Cap. 4. Porque todos, dicho sea de paso, somos hijos de Abraham; él es el padre de la fe. Por eso entonces aquí cuando Isaías dice: "Israel será salvo en Jehová con salvación eterna; no os avergonzaréis..." la palabra de Dios nos habla no solamente que nuestra salvación es segura, sino que también es eterna. Es casi seguro que en estos momentos pasa por la mente del lector algún versículo en el Nuevo Testamento que confirma esta verdad. Se nos ocurre que hay uno entre todos ellos que la mayoría de nuestro pueblo de habla hispana lo sabe de memoria. Es el que está en S.Juan Cap.3:16: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." Como hemos dicho, sin lugar a dudas hay otros versículos que nos hablan de la vida eterna en el Nuevo Testamento. En el mismo Cap.3:36 del evangelio de San Juan, dice: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él." Leamos nuevamente con suma atención: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna;..." ¿Nos damos cuenta? No es que posiblemente podramos tener vida eterna, no. La Escritura es terminante y precisa, es algo posesivo, algo real, algo que puede ser tangible, es decir, que la podemos tocar.



Luego en el Cap.49:8, leemos acerca del día de salvación: "Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé;..." No sólo la Escritura nos habla de la seguridad de la salvación, de la salvación eterna que Dios nos da, sino que nos habla de una salvación personal. Hubo un día en que asumimos la responsabilidad de enfrentarnos a Dios y aceptar su salvación.



En el Cap.59:16, encontramos una vez más la palabra salvación tantas veces usada por el profeta: "Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia." El brazo de la salvación. El brazo de la salvación es el que Dios extendió en la persona de su Hijo, Jesucristo. Pablo hablando de ese brazo de la salvación nos dice que El es realmente el mediador entre Dios y los hombres. El es el que de una manera particular ha venido a este mundo en la forma de hombre para experimentar el sufrimiento del pecado, siendo él sin pecado, pero en su muerte expiatoria, es decir, en su muerte en lugar de nosotros, pagó el precio de nuestro pecado y se hace valer de aquellos que creen. Por eso Dios extendió su brazo de salvación.



Ahora en Isaías Cap.61:10, la Biblia nos habla de la vestidura de la salvación. Dice: "En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas." Esto realmente nos conduce al libro de Apocalipsis Cap.21:2, que dice asi: "Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido." Vemos entonces que en Isaías ya Dios se adelanta y nos da a entender que nosotros tendremos vestidos como los de una novia, que tendremos vestidos blancos, puros delante de Dios, en vista de que él nos salvó.



Un versículo más vamos a leer acerca de la salvación. Cap.62:1: "Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha." En otra palabra, aunque nos parezca muchas veces que Dios está durmiendo, no lo pensemos así. Dios no está durmiendo, Dios no está lejos de nuestra vida. La antorcha de la luz de la salvación está encendida. Dios está dispuesto a salvar. ¿No es esto maravilloso? No es culpa de Dios que el hombre no se salva, ¿verdad? La culpa está en nosotros que no asumimos la responsabilidad con respecto a esa salvación que Dios provee.



Vamos a ver ahora si podemos hacer un repaso de la palabra salvación en este libro tan extraordinario como es el libro de Isaías. Dijimos que el tópico central de este libro profético es: La salvación de Dios. No hay otro libro en el Antiguo Testamento que nos hable en una manera tan remarcable, tan resaltante de la salvación. Y al usar la palabra salvación, Isaías nos da diferentes características de esta palabra. Isaías dice primero que: La fuente de la salvación es la que produce gozo (Cap.12:3), y que la salvación de Dios es la que nos da el gozo. Hay muchas personas que juegan con la salvación y creen que son salvas porque ellos se salvaron. Tal cosa nos existe. ¿Recordamos que leímos en el Cap.25:9, que la salvación es de Dios? El hizo, él obró para que fuéramos salvos. Nosotros creemos por supuesto, pero él proveyó en qué creer. ¿Nos damos cuenta? Luego la Escritura a través de Isaías nos habla de los muros de la salvación, es decir, la seguridad de la salvación. Seria bastante triste tener una salvación que se nos escapara de las manos. ¿Hemos tenido un pajarito en nuestras manos alguna vez? Y vemos cómo ese pajarito quisiera volar y lo tenemos que sujetar bien sino se escapa. Imaginémonos que la salvación sea una cosa así. Que tuviéramos un pequeño pájaro en la mano y de repente se nos escapara y fuéramos responsables en tratar de tener esa salvación. En verdad sería imposible tenerla, ¿verdad? Y después tratar de cazar al pajarito de nuevo. ¿Alguna vez nos pasó esto? A mi me ocurrió cuando era joven; correr por los campos y al final perderlo. ¿Es eso lo que Dios hace con nosotros? ¿Nos hace gustar de la salvación y cuando ya la tenemos luego nos la quita de las manos? No. Pablo, aclarando este versículo de la seguridad de la salvación que hemos leido en el Cap.26:1, nos dice respecto a la misma, que nadie nos podrá separar del amor de Dios, nadie nos podrá borrar de la presencia de Dios, nadie nos podrá remover de su gloria. ¡Qué ventaja! ¿verdad?



Para concluir, en el Cap.45:17, se nos habla de la salvación eterna. Anotemos bien esto: La salvación es eterna. ¿Por cuánto tiempo somos salvos? Por una eternidad. ¿Y cuánto es una eternidad? ¿Alguna vez pensamos en eso? ¿Alguna vez pensamos en medir una eternidad? Sabemos por ejemplo lo que es esperar un año. Sabemos cuánto es esperar dos o tres años. Parece mucho, ¿verdad? Pero una eternidad, realmente a veces no podemos comprender las cosas de Dios, ¿no es cierto? Cuando leemos una "eternidad" se nos escapa de la mente, y realmente nos parece difícil, nos parece que realmente no vamos a poder entender específicamente lo que Dios nos quiere decir. Por eso el apóstol Pablo, después de escribir profundamente acerca de Dios, después de analizar por revelación del Espiritu todas aquellas cosas maravillosas, escribe a los Romanos en el Cap.11:33-36 y les da la conclusión de toda su teología de esta manera: ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén." ¡Qué hemoso! ¿verdad? Después que este hombre, Pablo, analizó todas las Escrituras y comprendió toda la integridad del plan de Dios, dice: ¡Y quién puede entender la mente de Dios! Algunas personas se pasan discutiendo en lugar de gozarse de la salvación.



Quiera Dios que este breve estudio sobre Isaías nos llene de alegría, una alegría que esté fundada en Dios, una paz que esté provista por Dios y una tranquilidad que tenga su raíz en Dios.