LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
Capítulos 1-15
(oprima aquí para capítulos 16-
CAPITULO 1.
1 EN el primer tratado, oh Teófilo, he hablado de todas las cosas que Jesus
comenzó á hacer, y á enseñar,
2 Hasta el dia en que, habiendo dado mandamientos por el Espíritu Santo á
los apóstoles que escogió, fué recibido arriba:
3 A los cuales, despues de haber padecido, se presentó vivo con muchas
pruebas indubitables, apareciéndoles por cuarenta dias, y hablándo[les] del
reino de Dios.
4 Y estando juntos, les mandó que no se fuesen de Jerusalem, sino que
esperasen la promesa del Padre, que oisteis, [dijo,] de mí.
5 Porque Juan á la verdad bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados
con el Espíritu Santo no muchos dias despues de estos.
6 Entónces los que se habian juntado le preguntaron, diciendo: Señor,
¿restituirás el reino á Israel en este tiempo?
7 Y les dijo: No toca á vosotros saber los tiempos ó las sazones que el
Padre puso en su sola potestad:
8 Mas recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y
me seréis testigos en Jerusalem, y en toda Judéa, y Samaria, y hasta lo
último de la tierra.
9 Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fué alzado; y una nube le
recibió, [y le quitó] de sus ojos.
10 Y estando con los ojos puestos en el cielo entretanto que él iba, hé aquí
dos varones se pusieron junto á ellos en vestidos blancos;
11 Los cuales tambien les dijeron: Varones Galiléos, ¿qué estais mirando al
cielo? este mismo Jesus que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo,
así vendrá como le habeis visto ir al cielo.
12 Entónces se volvieron á Jerusalem del monte que se llama del Olivar, el
cual está cerca de Jerusalem camino de un Sábado.
13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro, y Jacobo y
Juan, y Andrés, Felipe, y Tomás, Bartolomé, y Mateo, Jacobo [hijo] de Alféo,
y Simon Zelotes, y Judas [hermano] de Jacobo.
14 Todos estos perseveraban unánimes en oracion y ruego, con las mujeres, y
con María la madre de Jesus, y con sus hermanos.
15 Y en aquellos dias Pedro, levantándose en medio de los hermanos, dijo (y
era la compañía junta como de ciento y veinte en número):
16 Varones hermanos, convino que se cumpliese la escritura, la cual dijo
ántes el Espíritu Santo por la boca de David, de Júdas, que fué guia de los
que prendieron á Jesus.
17 El cual era contado con nosotros, y tenia suerte en este ministerio.
18 Este pues adquirió un campo del salario de [su] iniquidad; y colgándose,
reventó por medio, y todas sus entrañas se derramaron.
19 Y fué notorio á todos los moradores de Jerusalem: de tal manera que aquel
campo es llamado en su propia lengua, Acéldama, que es, Campo de sangre.
20 Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su
habitacion, y no haya quien more en ella: y tome otro su obispado.
21 Conviene, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros
todo el tiempo que el Señor Jesus entró y salió entre nosotros,
22 Comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el dia en que fué recibido
arriba de [entre] nosotros, uno sea hecho testigo con nosotros de su
resurreccion.
23 Y señalaron á dos: á José, llamado Barsabás, que tenia por sobrenombre
Justo, y á Matías.
24 Y orando, dijeron. Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra
cuál escoges de estos dos.
25 Para que tome el oficio de este ministerio, y del apostolado, del cual
cayó Júdas por transgresion, para irse á su lugar.
26 Y les echaron suertes, y cayó la suerte sobre Matías; y fué contado con
los once apóstoles.
CAPITULO 2.
1 COMO se cumplieron los dias de Pentecostes, estaban todos unánimes juntos:
2 Y de repente vino un estruendo del cielo como de un viento recio que
corria, el cual hinchió toda la casa donde estaban sentados.
3 Y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego, que se asentó sobre
cada uno de ellos.
4 Y fueron todos llenos de Espíritu Santo, y comenzaron á hablar en otras
lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen.
5 (Moraban entónces en Jerusalem Judíos, varones religiosos, de todas las
naciones debajo del cielo).
6 Y hecho este estruendo, juntóse la multitud; y estaban confusos, porque
cada uno les oia hablar su propia lengua.
7 Y estaban atónitos, y maravillados, diciendo: Hé aquí, ¿no son Galiléos
todos estos que hablan?
8 ¿Como, pues, les oimos nosotros [hablar] cada uno en nuestra lengua en que
somos nacidos?
9 Partos, y Medos, y Elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judéa,
y en Capadocia, en el Ponto, y en Asia,
10 En Phrygia y en Pamphylia, en Egipto y en las partes de Africa que está
de la otra parte de Cirene, y Romanos extranjeros, Judíos, y convertidos,
11 Cretenses, y Arabes, les oimos hablar en nuestras lenguas las maravillas
de Dios.
12 Y estaban todos atónitos y perplejos, diciendo los unos á los otros: ¿Qué
quiere ser esto?
13 Mas otros burlándose decian: Que están llenos de mosto.
14 Entónces Pedro, poniéndose en pié con los once, alzó su voz, y hablóles
diciendo: Varones Judíos, y todos los que habitais en Jerusalem, esto os sea
notorio, y oid mis palabras:
15 Porque estos no están borrachos como vosotros pensais, siendo la hora
tercia del dia.
16 Mas esto es lo que fué dicho por el profeta Joel:
17 Y será en los postreros dias, (dice Dios) derramaré de mi Espíritu sobre
toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; y vuestros
mancebos verán visiones, y vuestros viejos soñarán sueños:
18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos dias
derramaré de mi Espíritu; y profetizarán.
19 Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre
y fuego, y vapor de humo.
20 El sol se volverá en tinieblas, y la luna en sangre, ántes que venga el
dia del Señor grande y manifiesto.
21 Y será que todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
22 Varones Israelitas, oid estas palabras: Jesus Nazareno, varon aprobado de
Dios entre vosotros en maravillas y prodigios, y señales, que Dios hizo por
él en medio de vosotros, como tambien vosotros sabeis,
23 A este, entregado por determinado consejo y providencia de Dios,
[vosotros] prendisteis y matasteis por manos de los inicuos, crucificándole:
24 Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte; por cuanto era
imposible ser detenido de ella.
25 Porque David dice de él: Veia al Señor siempre delante de mí: porque está
á mi diestra, no seré conmovido.
26 Por lo cual mi corazon se alegró, y gozóse mi lengua; y aun mi carne
descansará en esperanza:
27 Que no dejarás mi alma en el infierno, ni darás á tu santo que vea
corrupcion.
28 Hicísteme notorios los caminos de la vida; me henchirás de gozo con tu
presencia.
29 Varones hermanos, se os puede libremente decir del patriarca David, que
murió y fué sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el dia de hoy.
30 Empero siendo profeta, y sabiendo que con juramento le habia Dios jurado,
que del fruto de su lomo, cuanto á la carne, levantaria al Cristo que se
sentaria sobre su trono,
31 Viéndolo ántes, habló de la resurreccion de Cristo, que su alma no fué
dejada en el infierno, ni su carne vió corrupcion.
32 A este Jesus resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
33 Así que levantado por la diestra de Dios, y recibiendo del Padre la
promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.
34 Porque David no subió á los cielos; empero él dice: Dijo el Señor á mi
Señor, Siéntate á mi diestra,
35 Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus piés.
36 Sepa pues ciertisimamente toda la casa de Israel, que á este Jesus, que
vosotros crucificasteis,
Dios ha hecho Señor y Cristo.
37 Entónces oido [esto,] fueron compungidos de corazon, y dijeron á Pedro, y
á los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿que harémos?
38 Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesu-Cristo para perdon de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo.
39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos
los que están léjos; [para] cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
40 Y con otras muchas palabras testificaba y exhortaba, diciendo: Sed salvos
de esta perversa generacion.
41 Así que los que recibieron su palabra, fueron bautizados: y fueron
añadidas [á la iglesia] aquel dia como tres mil personas.
42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la comunion, y en el
partimiento del pan, y en las oraciones.
43 Y toda persona tenia temor; y muchas maravillas y señales eran hechas por
los apóstoles.
44 Y todos los que creian estaban juntos; y tenian todas las cosas comunes.
45 Y vendian las posesiones y las haciendas, y repartíanlas á todos, como
cada uno habia menester.
46 Y perseverando unánimes cada dia en el templo, y partiendo el pan en las
casas, comian juntos con alegria y con sencillez de corazon.
47 Alabando á Dios y teniendo gracia con todo el pueblo. Y el Señor añadia
cada dia á la iglesia los que habian de ser salvos.
CAPITULO 3.
1 PEDRO y Juan subian juntos al templo á la hora de oracion, la de nona.
2 Y un hombre, que era cojo desde el vientre de su madre, era traido, al
cual ponian cada dia á la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que
pidiese limosna de los que entraban en el templo.
3 Este como vió á Pedro y á Juan que iban á entrar en el templo, rogaba que
le diesen limosna.
4 Y Pedro con Juan, fijando los ojos en él, dijo: mira á nosotros.
5 Entónces el estuvo atento á ellos, esperando recibir de ellos algo.
6 Y Pedro dijo: Ni tengo plata ni oro; mas lo que tengo te doy: En el nombre
de Jesu-Cristo de Nazaret, levántate y anda.
7 Y tomándole por la mano derecha, le levantó: y luego fueron afirmados sus
piés y tobillos;
8 Y saltando, se puso en pié, y anduvo, y entró con ellos en el templo,
andando, y saltando, y alabando á Dios.
9 Y todo el pueblo le vió andar, y alabar á Dios.
10 Y conocian que él era el que se sentaba á la limosna á la puerta del
templo la Hermosa: y fueron llenos de asombro y de espanto por lo que le
habia acontecido.
11 Y teniendo á Pedro y á Juan el cojo que habia sanado, todo el pueblo
concurrió á ellos al pórtico que se llama de Salomon, atónitos.
12 Y viendo [esto] Pedro, respondió al pueblo: Varones Israelitas, ¿por qué
os maravillais de esto? ó ¿por qué poneis los ojos en nosotros como si con
nuestra virtud ó piedad hubiésemos hecho andar á este?
13 El Dios de Abraham, y de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres ha
glorificado á su Hijo Jesus; al cual vosotros entregasteis, y negasteis
delante de Pilato, juzgando el que habia de ser suelto.
14 Mas vosotros al Santo y al Justo negasteis, y pedisteis que se os diese
un homicida;
15 Y matasteis al Autor de la vida: al cual Dios ha resucitado de los
muertos, de lo que nosotros somos testigos.
16 Y en la fé de su nombre, á este que vosotros veis y conoceis ha
confirmado su nombre: y la fe que por él es, ha dado á este esta completa
sanidad en presencia de todos vosotros.
17 Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habeis hecho, como tambien
vuestros príncipes.
18 Empero Dios ha cumplido así lo que habia ántes anunciado por boca de
todos sus profetas, que su Cristo habia de padecer.
19 Así que arrepentíos, y convertíos, para que sean borrados vuestros
pecados; pues que vendrán los tiempos del refrigerio de la presencia del
Señor.
20 Y enviará á Jesu-Cristo, que os fué ántes anunciado:
21 Al cual de cierto es menester que el cielo tenga hasta los tiempos de la
restauracion de todas las cosas, que habló Dios por boca de sus santos
profetas que han sido desde el siglo,
22 Porque Moisés dijo á los padres: El Señor vuestro Dios os levantará
profeta de vuestros hermanos como yo; á él oiréis en todas las cosas que os
hablare.
23 Y será, [que] cualquiera alma que no oyere á aquel profeta, será
desarraigada del pueblo.
24 Y todos los profetas desde Samuel, y en adelante todos los que han
hablado, han anunciado estos dias.
25 Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios concertó
con nuestros padres, diciendo á Abraham: Y en tu simiente serán benditas
todas las familias de la tierra.
26 A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado á su Hijo, le envió
para que os bendijese, á fin que cada uno se convierta de su maldad.
CAPITULO 4.
1 Y HABLANDO ellos al pueblo, sobrevinieron los sacerdotes, y el magistrado
del templo, y los Saducéos,
2 Resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesus la
resurreccion de los muertos.
3 Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el dia siguiente;
porque era ya tarde.
4 Mas muchos de los que habian oido la palabra creyeron; y fué el numero de
los varones como cinco mil.
5 Y aconteció al dia siguiente^, que se juntaron en Jerusalem los príncipes
de ellos, y los ancianos, y los escribas,
6 Y Anás, príncipe de los sacerdotes y Caifás, y Juan, y Alejandro, y todos
los que eran del linaje sacerdotal:
7 Y haciéndolos presentar en medio les preguntaron: ¿Con qué potestad, ó en
qué nombre habeis hecho vosotros esto,
8 Entónces Pedro, lleno de Espíritu Santo, les dijo: Príncipes del pueblo, y
ancianos de Israel,
9 Pues que somos hoy demandados acerca del beneficio [hecho] á un hombre
enfermo, de qué manera este haya sido sanado;
10 Sea notorio á todos vosotros, y á todo el pueblo de Israel, que en el
nombre de Jesu-Cristo de Nazaret, el que vosotros crucificasteis, y Dios le
resucito de los muertos, por él [mismo] este hombre esta en vuestra presencia
sano.
11 Este es la piedra reprobada de vosotros los edificadores, la cual es
puesta por cabeza del ángulo.
12 Y en ningun otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo
dado á los hombres en que podamos ser salvos.
13 Entónces viendo la constancia de Pedro y de Juan, sabido que eran hombres
sin letras é ignorantes, se maravillaban; y les conocian que habian estado
con Jesus.
14 Y viendo al hombre que habia sido sanado, que estaba con ellos, no podian
decir nada en contra.
15 Mas les mandaron que se saliesen fuera del concilio; y conferian entre
sí,
16 Diciendo: Qué hemos de hacer á estos hombres? porque de cierto señal
manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria á todos los que moran en
Jerusalem, y no [lo] podemos negar.
17 Todavia, porque no se divulgue más por el pueblo, amenacémosles que no
hablen de aquí adelante á hombre ninguno en este nombre.
18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen
en el nombre de Jesus.
19 Entónces Pedro y Juan, respondiendo, les dijeron: Juzgad si es justo
delante de Dios obedecer ántes á vosotros que á Dios:
20 Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oido.
21 Ellos entónces los despacharon amenazándoles, no hallando ningun modo de
castigarles, por causa del pueblo: porque todos glorificaban á Dios de lo que
habia sido hecho.
22 Porque el hombre en quien habia sido hecho este milagro de sanidad, era
de mas de cuarenta años.
23 Y sueltos [ellos,] vinieron á los suyos, y contaron todo lo que los
príncipes de los sacerdotes y los ancianos les habian dicho.
24 Y ellos, habiéndolo oido, alzaron unánimes la voz á Dios, y dijeron.
Señor, tú [eres] el Dios, que hiciste el cielo y la tierra, la mar, y todo lo
que en ellos [hay:]
25 Que por la boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué han bramado las
gentes, y los pueblos han pensado cosas vanas?
26 Asistieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno
contra el Señor, y contra su Cristo.
27 Porque verdaderamente se juntaron en esta ciudad contra tu santo Hijo
Jesus, al cual ungiste, Heródes y Poncio Pilato, con los Gentiles y los
pueblos de Israel,
28 Para hacer lo que tu mano y tu consejo habian ántes determinado que habia
de ser hecho.
29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y da á tus siervos que con toda
confianza hablen tu palabra:
30 Que extiendas tu mano á que sanidades y milagros y prodigios sean hechos
por el nombre de tu santo Hijo Jesus.
31 Y como hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y
todos fueron llenos de Espíritu Santo, y hablaron la palabra de Dios con
confianza.
32 Y de la multitud de los que habian creido era un corazon y un alma; y
ninguno decia ser suyo algo de lo que poseia, mas todas las cosas les eran
comunes.
33 Y los apóstoles daban testimonio de la resurreccion del Señor Jesus con
gran esfuerzo: y gran gracia era en todos ellos;
34 Que ningun necesitado habia entre ellos; porque todos los que poseian
heredades ó casas, vendiéndolas, traian el precio de lo vendido,
357 Y lo ponian á los piés de los apóstoles, y era repartido á cada uno
segun que habia menester.
36 Entónces José, que fué llamado de los apóstoles por sobrenombre Bernabé,
(que es, interpretado, Hijo de consolacion,) Levita, [y] natural de Cipro,
37 Como tuviese una heredad, [la] vendió, y trajo el precio, y púso[lo] á
los piés de los apóstoles.
CAPITULO 5.
1 MAS un varon llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una posesion,
2 Y defraudó del precio, sabiéndo[lo] tambien su mujer; y trayendo una
parte, púso[la] á los piés de los apóstoles.
3 Y dijo Pedro: Ananías, ¿Por qué ha llenado Satanás tu corazon á que
mintieses al Espíritu Santo, y defraudases del precio de la heredad?
4 Reteniéndola ¿no se te quedaba á tí? y vendida, ¿no estaba [el precio] en
tu potestad? ¿Por qué pusiste esto en tu corazon? No has mentido á los
hombres, sino á Dios.
5 Entónces Ananías, oyendo estas palabras, cayó, y espiró. Y vino un gran
temor sobre todos los que lo oyeron.
6 Y levantándose los mancebos le tomaron; y sacándo[lo,] sepultáron[le.]
7 Y pasado espacio como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no
sabiendo lo que habia acontecido.
8 Entónces Pedro le dijo: Díme: ¿vendísteis en tanto la heredad? Y ella
dijo: Sí, en tanto.
9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué os concertásteis para tentar al Espíritu del
Señor? Hé aquí á la puerta los piés de los que han sepultado á tu marido, y
te sacarán [á sepultar.]
10 Y luego cayó á los piés de él, y espiró: y entrados los mancebos, la
hallaron^ muerta; y [la] sacaron, y [la] sepultaron junto á su marido.
11 Y vino un gran temor en toda la iglesia y en todos los que oyeron estas
cosas.
12 Y por las manos de los apóstoles eran hechos muchos milagros y prodigios
en el pueblo; (y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomon:
13 Y de los otros, ninguno osaba juntarse con ellos; mas el pueblo los
alababa grandemente.
14 Y los que creian en el Señor se aumentaban mas, gran número así de
hombres como de mujeres:)
15 Tanto que echaban los enfermos por las calles, y [los] ponian en camas y
en lechos, para que viniendo Pedro, á lo ménos su sombra tocase á alguno de
ellos.
16 Y aun de las ciudades vecinas concurria multitud á Jerusalem, trayendo
enfermos, y atormentados de espíritus inmundos, los cuales todos eran
curados.
17 Entónces levantándose el príncipe de los sacerdotes, y todos los que
estaban con él, que es la secta de los Saducéos, se llenaron de zelo,
18 Y echaron mano á los apóstoles, y pusiéronlos en la cárcel pública.
19 Mas el ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel, y
sacándoles, dijo:
20 Id, y estando en el templo, hablad al pueblo todas las palabras de esta
vida.
21 Y oido que hubieron [esto,] entraron de mañana en el templo, y enseñaban.
Entretanto viniendo el príncipe de los sacerdotes, y los que eran con él,
convocaron el concilio, y á todos los ancianos de los hijos de Israel, y
enviaron á la cárcel para que fuesen traidos.
22 Mas como llegaron los ministros, y no les hallaron en la cárcel,
volvieron, y dieron aviso,
23 Diciendo: Por cierto la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad,
y los guardas que estaban delante de las puertas, mas cuando abrimos, á nadie
hallamos dentro.
24 Y cuando oyeron estas palabras el pontífice y el magistrado del templo, y
los príncipes de los sacerdotes, dudaban en qué vendria á parar aquello.
25 Pero viniendo uno, dióles [esta] noticia: Hé aquí los varones que
echásteis en la cárcel, están en el templo, y enseñan al pueblo.
26 Entónces fué el magistrado con los ministros, y trájoles sin violencia,
porque temian del pueblo ser apedreados.
27 Y como los trajeron, [los] presentaron en el concilio; y el príncipe de
los sacerdotes les preguntó,
28 Diciendo: ¿No os denunciamos estrechamente, que no enseñaseis en este
nombre, y hé aquí habeis llenado á Jerusalem de vuestra doctrina, y quereis
echar sobre nosotros la sangre de este hombre.
29 Y respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es menester obedecer á
Dios ántes que á los hombres.
30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesus, al cual vosotros matásteis
colgándole en un madero.
31 A este ha Dios ensalzado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar
á Israel arrepentimiento y remision de pecados.
32 Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y tambien el Espíritu
Santo, el cual ha dado Dios á los que le obedecen.
33 Ellos oyendo [esto] regañaban, y consultaban matarles.
34 Entónces levantándose en el concilio un Fariséo, llamado Gamaliel, doctor
de la ley, venerable á todo el pueblo, mandó que sacasen fuera un poco á los
apóstoles;
35 Y les dijo: Varones Israelitas, mirad por vosotros acerca de estos
hombres en lo que habeis de hacer.
36 Porque ántes de estos dias se levantó [un] Teudas, diciendo que era
alguien; al que se agregó un número de hombres, como cuatrocientos; el cual
fué matado, y todos los que le creyeron fueron dispersos, y reducidos á nada.
37 Despues de este se levantó Júdas el Galiléo en los dias del
empadronamiento, y llevó mucho pueblo tras sí. Pereció tambien aquel, y todos
los que consintieron con el fueron derramados.
38 Y ahora os digo: Dejáos de estos hombres, y dejadles; porque si este
consejo, ó esta obra es de los hombres, se desvanecerá;
39 Mas si es de Dios, no la podreis deshacer: [mirad] no seais tal vez
hallados resistiendo á Dios.
40 Y convinieron con él: y llamando á los apóstoles, despues de azotados,
[les] intimaron que no hablasen en el nombre de Jesus, y soltáronlos.
41 Y ellos partieron de delante del concilio, gozosos de que fuesen tenidos
por dignos de padecer afrenta por el nombre de [Jesus.]
42 Y todos los dias, en el templo. y por las casas, no cesaban de enseñar y
predicar á Jesu-Cristo.
CAPITULO 6.
1 EN aquellos dias, creciendo el número de los discípulos, hubo murmuracion
de los Griegos contra los Hebréos; de que sus viudas eran menospreciadas en
el ministerio cotidiano.
2 Así que los doce convocaron la multitud de los discípulos, y dijeron: No
es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, y sirvamos á las mesas.
3 Buscad pues, hermanos, siete varones de vosotros de buen testimonio,
llenos de Espíritu Santo y de sabiduría, los cuales pongamos en esta obra.
4 Y nosotros persistirémos en la oracion y en el ministerio de la palabra.
5 Y plugo el parecer á toda la multitud; y eligieron á Esteban, varon lleno
de fé y de Espíritu Santo, y á Felipe, y á Procoro, y á Nicanor y á Timon, y
á Parmenas, y á Nicolás, prosélito de Antioquía.
6 A estos presentaron delante de los apóstoles, los cuales orando les
pusieron las manos encima.
7 Y crecia la palabra del Señor, y el número de los discípulos se
multiplicaba mucho en Jerusalem: tambien una gran multitud de los sacerdotes
obedecia á la fé.
8 Empero Esteban, lleno de gracia y de potencia, hacia prodigios y milagros
grandes en el pueblo.
9 Levantáronse entónces unos de la sinagoga que se llama de los Libertinos,
y Cirenéos, y Alejandrinos, y de los de Cilicia, y de Asia, disputando con
Esteban.
10 Mas no podian resistir á la sabiduría y al espíritu con que hablaba.
11 Entónces sobornaron á unos que dijesen que le habian oido hablar palabras
blasfemas contra Moisés y Dios.
12 Y conmovieron al pueblo, y á los ancianos y á los escribas; y
arremetiendo, le arrebataron y trajeron al concilio.
13 Y pusieron testigos falsos que dijesen: Este hombre no cesa de hablar
palabras blasfemas contra este lugar santo y la ley.
14 Porque le hemos oido decir, que este Jesus de Nazaret destruirá este
lugar, y mudará las ordenanzas que nos dió Moisés.
15 Entónces todos los que estaban sentados en el concilio, puestos los ojos
en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.
CAPITULO 7.
1 EL príncipe de los sacerdotes dijo entónces: ¿Es esto así?
2 Y él dijo: Varones hermanos, y padres, oid: El Dios de la gloria apareció
á nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, ántes que morase en Charan,
3 Y le dijo: Sal de tu tierra, y de tu parentela, y ven á la tierra que te
mostraré.
4 Entónces salió de la tierra de los Caldéos, y habitó en Charan: y de allí,
muerto su padre, le traspaso á esta tierra, en la cual vosotros habitais
ahora.
5 Y no le dió herencia en ella, ni aun para asentar un pié: mas le prometió
que se la daria en posesion, y á su simiente despues de él, no teniendo aun
hijo.
6 Y hablóle Dios así: Que su simiente seria extranjera en tierra ajena, y
que los reducirian á servidumbre, y maltratarian por cuatrocientos años.
7 Mas yo juzgaré, dijo Dios, la nacion á la cual serán siervos: y despues de
esto saldrán, y me servirán en este lugar.
8 Y dióle el pacto de la circuncision: y así [Abraham] engendró á Isaac, y
le circuncidó al octavo dia; é Isaac á Jacob, y Jacob á los doce patriarcas.
9 Y los patriarcas, movidos de envidia, vendieron á José para Egipto; mas
Dios era con él,
10 Y le libró de todas sus tribulaciones, y le dió gracia y sabiduría en la
presencia de Pharaon, rey de Egipto, el cual le puso por gobernador sobre
Egipto, y sobre toda su casa.
11 Vino entónces hambre en toda la tierra de Egipto, y de Chanaan, y grande
tribulacion: y nuestros padres no hallaban alimentos.
12 Y como oyese Jacob que habia trigo en Egipto, envió á nuestros padres la
primera vez.
13 Y en la segunda José fué conocido de sus hermanos, y fué sabido de
Pharaon el linaje de José.
14 Y enviando José, hizo venir á su padre Jacob, y á toda su parentela, en
[número de] setenta y cinco personas.
15 Así descendió Jacob á Egipto, donde murió él y nuestros padres;
16 Los cuales fueron trasladados á Sichem, y puestos en el sepulcro que
compró Abraham á precio de dinero de los hijos de Hemor, [padre] de Sichem.
17 Mas como se acercaba el tiempo de la promesa la cual Dios prometió á
Abraham, el pueblo creció y multiplicóse en Egipto,
18 Hasta que se levantó otro rey en Egipto que no conocia á José.
19 Este, usando de astucia con nuestro linaje, maltrató á nuestros padres, á
fin de que pusiesen á peligro [de muerte] sus niños, para que cesase la
generacion.
20 En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fué agradable á Dios: y fué criado
tres meses en casa de su padre.
21 Mas siendo puesto al peligro, la hija de Pharaon le tomó, y le crió como
á hijo suyo.
22 Y fué enseñado Moisés en toda la sabiduría de los Egipcios; y era
poderoso en sus dichos y hechos.
23 Y cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino voluntad de
visitar á sus hermanos los hijos de Israel.
24 Y como vió á uno que era injuriado, defendióle, é hiriendo al Egipcio,
vengó al injuriado.
25 Pues él pensaba que sus hermanos entendian que Dios les habia de dar
salud por su mano: mas ellos no [lo] habian entendido.
26 Y al dia siguiente riñendo ellos, se les mostró, y les metia en paz,
diciendo: Varones hermanos sois, ¿por qué os injuriais los unos á los otros?
27 Entónces el que injuriaba á su prójimo, le rempujó diciendo: ¿Quién te ha
puesto por príncipe y juez sobre nosotros?
28 ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al Egipcio?
29 A esta palabra Moisés huyó: y se hizo extranjero en tierra de Madian,
donde engendró dos hijos.
30 Y cumplidos cuarenta años, un ángel le apareció en el desierto del monte
Sina en fuego de llama de una zarza.
31 Entónces Moisés mirando, se maravilló de la vision; y llegandose para
considerar, fué hecha á él voz del Señor:
32 Yo [soy] el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac,
y^ el Dios de Jacob. Mas Moisés, temeroso, no osaba mirar.
33 Y le dijo el Señor: Quita los zapatos de tus piés, porque el lugar en que
estás, es tierra santa.
34 He visto, he visto la afliccion de mi pueblo que está en Egipto, y he
oido el gemido de ellos, y he descendido para librarlos. Ahora pues ven, te
enviaré á Egipto.
35 A este Moisés, al cual habian rehusado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por
príncipe y juez? á este envió Dios por príncipe y redentor con la mano del
ángel que le apareció en la zarza.
36 Este los saco, habiendo hecho prodigios y milagros en la tierra de
Egipto, y en el mar Bermejo, y en el desierto por cuarenta años.
37 Este es el Moisés, el cual dijo á los hijos de Israel: Profeta os
levantará el Señor Dios vuestro, de vuestros hermanos, como yo; á él oiréis.
38 Este es aquel que estuvo en la congregacion en el desierto con el ángel
que le hablaba en el monte Sina, y con nuestros padres; y recibió las
palabras de vida para darnos:
39 Al cual nuestros padres no quisieron obedecer; ántes [le] desecharon, y
se apartaron de corazon á Egipto,
40 Diciendo á Aaron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque á
este Moisés, que nos sacó de tierra de Egipto, no sabemos qué le ha
acontecido.
41 Y entónces hicieron un becerro, y ofrecieron sacrificios al ídolo, y en
las obras de sus manos se holgaron,
42 Y Dios se apartó y los entregó que sirviesen al ejército del cielo, como
está escrito en el libro de los profetas: ¿Me ofrecisteis víctimas y
sacrificios en el desierto por cuarenta años, casa de Israel?
43 Antes trajísteis el tabernáculo de Moloch, y la estrella de vuestro dios
Remfan, figuras que os hicísteis para adorarlas: os trasportaré pues más allá
de Babilonia.
44 Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del Testimonio en el desierto
como habia [Dios] ordenado, hablando á Moisés que le hiciese segun la forma
que habia visto.
45 El cual recibido, metieron tambien nuestros padres con Josué en la
posesion de los Gentiles, que Dios echó de la presencia de nuestros padres,
hasta los dias de David:
46 El cual halló gracia delante de Dios, y pidió hallar tabernáculo para el
Dios de Jacob.
47 Mas Salomon le edificó casa.
48 Si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como el profeta
dice:
49 El cielo [es] mi trono, y la tierra el estrado de mis piés. ¿Qué casa me
edificaréis? dice el Señor: ó ¿cuál [será] el lugar de mi reposo?
50 ¿No hizo mi mano todas estas cosas?
51 Duros de cerviz, é incircuncisos de corazon y de oidos; vosotros resistís
siempre al Espíritu Santo: como vuestros padres, [así] tambien vosotros.
53 ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? y mataron á los
que ántes anunciaron la venida del Justo, del cual vosotros ahora habeis sido
entregadores y matadores:
53 Que recibísteis la ley por disposicion de ángeles, y no [la] guardásteis.
54 Y oyendo estas cosas, regañaban de sus corazones, y crujian los dientes
contra él.
55 Mas él estando lleno de Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vió
la gloria de Dios, y á Jesus que estaba á la diestra de Dios.
56 Y dijo: Hé aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está á
la diestra de Dios.
57 Entónces dando grandes voces, se taparon sus oidos, y arremetieron
unánimes contra él.
58 Y echándolo fuera de la ciudad, [le] apedreaban: y los testigos pusieron
sus vestidos á los piés de un mancebo que se llamaba Saulo.
59 Y apedrearon á Esteban, invocando él, y diciendo: Señor Jesus, recibe mi
espíritu.
60 Y puesto de rodillas, clamó á gran voz: Señor, no les imputes este
pecado. Y habiendo dicho esto, durmió [en el Señor.]
CAPITULO 8.
1 Y SAULO consentia en su muerte. Y en aquel dia se hizo una grande
persecucion en la iglesia que [estaba] en Jerusalem; y todos fueron
esparcidos por las tierras de Judéa y de Samaria, salvo los apóstoles.
2 Y llevaron [á enterrar] á Esteban varones piadosos, é hicieron gran llanto
sobre él.
3 Entónces Saulo asolaba la iglesia entrando por las casas; y trayendo
hombres y mujeres, [los] entregaba en la cárcel.
4 Mas los que fueron esparcidos, iban por todas partes anunciando la
palabra.
5 Entónces Felipe, descendiendo á la ciudad de Samaria, les predicaba á
Cristo.
6 Y las gentes escuchaban atentamente unánimes las cosas que decia Felipe,
oyendo y viendo las señales que hacia.
7 Porque de muchos que tenian espíritus inmundos, salian [estos] dando
grandes voces: y muchos paralíticos y cojos eran sanados.
8 Así que habia gran gozo en aquella ciudad.
9 Y habia un hombre llamado Simon, el cual habia sido ántes mágico en
aquella ciudad, y engañado la gente de Samaria diciéndose ser algun grande,
10 Al cual oian todos atentamente desde el más pequeño hasta el mas grande,
diciendo: Este es la grande virtud de Dios.
11 Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas los habia embelesado
mucho tiempo.
12 Mas cuando creyeron á Felipe, que anunciaba el Evangelio del reino de
Dios, y el nombre de Jesu-Cristo, se bautizaban hombres y mujeres.
13 El mismo Simon creyó tambien entónces, y bautizándose se llegó á Felipe;
y viendo los milagros y grandes maravillas que se hacian, estaba atónito.
14 Y los apóstoles que estaban en Jerusalem, habiendo oido que Samaria habia
recibido la palabra de Dios, les enviaron á Pedro y á Juan:
15 Los cuales venidos, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu
Santo.
16 (Porque aun no habia descendido sobre alguno de ellos, mas solamente eran
bautizados en el nombre de Jesus.)
17 Entónces les impusieron las manos, y recibieron el Espíritu Santo.
18 Y como vió Simon que por la imposicion de las manos de los apóstoles se
daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,
19 Diciendo: Dadme tambien á mí esta potestad, que á cualquiera que pusiere
las manos encima, reciba el Espíritu Santo.
20 Entónces Pedro le dijo: Tú dinero perezca contigo, que piensas que el don
de Dios se gane por dinero.
21 No tienes tú parte ni suerte en este negocio: porque tu corazon no es
recta delante de Dios.
22 Arrepiéntete pues de esta tu maldad, y ruega á Dios, si quizás te será
perdonado el pensamiento de tu corazon.
23 Porque en hiel de amargura y en prision de maldad veo que estás.
24 Respondiendo entónces Simon, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, que
ninguna cosa de estas, que habeis dicho, venga sobre mí.
25 Y ellos habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron á
Jerusalem, y en muchas tierras de los Samaritanos anunciaron el Evangelio.
26 Empero el ángel del Señor habló á Felipe, diciendo: Levántate y vé hacia
la Mediodia, al camino que desciende de Jerusalem á Gaza, la cual es
desierta.
27 Entónces él se levantó, y fué: y hé aquí un Etiope, eunuco, gobernador de
Candace, reina de los Etiopes, el cual era puesto sobre todos sus tesoros, y
habia venido á adorar á Jerusalem,
28 Se volvia, sentado en su carro, y leyendo el profeta Isaías.
29 Y el Espíritu dijo á Felipe: Llégate y júntate á este carro.
30 Y acudiendo Felipe, le oyó que leia al profeta Isaías; y dijo Mas
¿entiendes lo que lees?
31 Y él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? y rogó á Felipe que
subiese, y se sentase con él.
32 Y el lugar de la escritura que leia, era este: Como oveja á la muerte fué
llevado; y como cordero mudo delante del que le trasquila, así no abrió su
boca.
33 En su humillacion su juicio fué quitado: mas su generacion, ¿quién la
contará? porque es quitada de la tierra su vida.
34 Y respondiendo el eunuco á Felipe, dijo: Ruégote ¿de quién el profeta
dice esto? ¿de sí, ó de otro alguno?
35 Entónces Felipe abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le
anunció el Evangelio de Jesus.
36 Y yendo por el camino llegaron á cierta agua; y dijo el eunuco: Hé aquí
agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?
37 Y Felipe dijo: Si crees de todo corazon, bien puedes: Y respondiendo
dijo: Creo que Jesu-Cristo es el Hijo de Dios.
38 Y mandó parar el carro: y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco;
y bautizóle.
39 Y como subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató á Felipe, y no
le vió mas el eunuco: y se fué por su camino gozoso.
40 Felipe empero se halló en Azoto: y pasando anunciaba el Evangelio en
todas las ciudades, hasta que llegó á Cesaréa.
CAPITULO 9.
1 Y SAULO, respirando aun amenazas y muerte contra los discípulos del Señor,
vino al príncipe de los sacerdotes,
2 Y demandó de él letras para Damasco á las sinagogas, para que si hallase
algunos hombres ó mujeres de esta secta, los trajese presos á Jerusalem.
3 Y yendo por el camino, aconteció que llegando cerca de Damasco,
súbitamente le cercó un resplandor de luz del cielo.
4 Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decia: Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues?
5 Y él dijo: ¿Quién eres, Señor, Y él dijo: Yo soy Jesus á quien tú
persigues: dura cosa te es dar coces contra el aguijon.
6 El temblando y temeroso dijo: Señor, ¿qué quieres que haga? Y el Señor le
dice: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que te conviene hacer.
7 Y los hombres que iban con Saulo, se pararon atónitos, oyendo á la verdad
la voz, mas no viendo á nadie.
8 Entónces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos no veia á nadie:
así que llevándole por la mano, metiéronle en Damasco,
9 Donde estuvo tres dias sin ver; y no comió, ni bebió.
10 Habia entónces un discípulo en Damasco, llamado Ananías; al cual el Señor
dijo en vision: Ananías. Y él respondió: Héme aquí, Señor.
11 Y el Señor le [dijo:] Levántate, y vé á la calle, que se llama la
Derecha, y busca en casa de Júdas á [uno] llamado Saulo, de Tarso: porque hé
aquí él ora;
12 Y ha visto en vision un varon llamado Ananías, que entra, y le pone la
mano encima para que reciba la vista.
13 Entónces Ananías respondió: Señor, he oido á muchos acerca de este
hombre, cuántos males ha hecho á tus santos en Jerusalem.
14 Y aun aquí tiene facultad de los príncipes de los sacerdotes de prender á
todos los que invocan tu nombre.
15 Y le dijo el Señor: Vé; porque instrumento escogido me es este, para que
lleve mi nombre en presencia de los Gentiles, y de reyes, y de los hijos de
Israel.
16 Porque yo le mostraré cuánto le sea menester que padezca por mi nombre.
17 Ananías entónces fué, y entró en la casa; y poniéndole las manos encima,
dijo: Saulo, hermano, el Señor Jesus, que te apareció en el camino por donde
venias, me ha enviado para que recibas la vista, y seas lleno de Espíritu
Santo.
18 Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al punto la vista:
y levantándose fué bautizado.
19 Y como comió fué confortado. Y estuvo Saulo por algunos dias con los
discípulos que estaban en Damasco.
20 Y luego en las sinagogas predicaba á Cristo, [diciendo] que este era el
Hijo de Dios.
21 Y todos los que [le] oian estaban atónitos, y decian: ¿No es este él que
asolaba en Jerusalem á los que invocaban este nombre, y á eso vino acá, para
llevarlos presos á los príncipes de los sacerdotes?
22 Empero Saulo mucho más se esforzaba, y confundia á los Judíos que moraban
en Damasco, afirmando que este es el Cristo.
23 Y como pasaron muchos dias, los Judíos hicieron entre sí consejo de
matarle.
24 Mas las asechanzas de ellos fueron entendidas de Saulo: y ellos guardaban
las puertas de dia y de noche para matarle.
25 Entónces los discípulos, tomándole de noche, [le] bajaron por el muro
[metido] en una espuerta.
26 Y como [Saulo] vino á Jerusalem tentaba de juntarse con los discípulos
mas todos tenian miedo de él, no creyendo que era discípulo.
27 Entónces Bernabé, tomándole, [le] trajo á los apóstoles; y contóles como
habia visto al Señor en el camino, y qué le habia hablado, y cómo en Damasco
habia hablado confiadamente en el nombre de Jesus.
28 Y entraba y salia con ellos en Jerusalem.
29 Y hablaba confiadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los
Griegos; mas ellos procuraban matarle.
30 Lo cual como los hermanos entendieron, le acompañaron hasta Cesaréa y le
enviaron á Tarso.
31 Las iglesias entónces tenian paz por toda Judéa, y Galiléa, y Samaria, y
eran edificadas andando en el temor del Señor; y con consuelo del Espíritu
Santo eran multiplicadas.
32 Y aconteció que Pedro, andándolos á todos, vino tambien á los santos que
habitaban en Lidda.
33 Y halló allí á uno que se llamaba Eneas, que hacia ocho años que estaba
en cama, que era paralítico.
34 Y le dijo Pedro: Eneas, Jesu-Cristo te sana: levántate, y hazte tu cama.
Y luego se levantó.
35 Y viéronle todos los que habitaban en Lidda y en Sarona, los cuales se
convirtieron al Señor.
36 Entónces en Joppe habia una discípula llamada Tabita, que si lo declaras,
quiere decir Dorcas. Esta era llena de buenas obras, y de limosnas que hacia.
37 Y aconteció en aquellos dias que enfermando, murió; á la cual, despues de
lavada, pusieron en una sala.
38 Y como Lidda estaba cerca de Joppe, los discípulos, oyendo que Pedro
estaba allí, le enviaron dos hombres rogándole: No te detengas en venir hasta
nosotros.
39 Pedro entónces levantándose, fué con ellos: y llegado que hubo, le
llevaron á la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando, y
mostrándole las túnicas y los vestidos que Dorcas hacia, cuando estaba con
ellas.
40 Entónces echados fuera todos, Pedro puesto de rodillas, oró, y vuelto al
cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y viendo á Pedro,
incorporóse.
41 Y él le dió la mano, y levantóla: entónces llamando los santos y las
viudas, la presentó viva.
42 Esto fué notorio por toda Joppe: y creyeron muchos en el Señor.
43 Y aconteció que se quedó muchos dias en Joppe, en casa de un cierto
Simon. curtidor.
CAPITULO 10.
1 HABIA un varon en Cesaréa, llamado Cornelio, centurion de la compañía que
se llamaba la Italiana,
2 Pio, y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacia muchas limosnas al
pueblo, y oraba á Dios siempre.
3 Este vió en vision manifiestamente como á la hora nona del dia, que un
ángel de Dios entraba á él, y le decia: Cornelio.
4 Y él, puestos en él los ojos, espantado, dijo ¿Qué es, Señor? Y díjole:
Tus oraciones y tus limosnas han subido en memoria á la presencia de Dios.
5 Envia pues ahora hombres á Joppe y haz venir á un Simon, que tiene por
sobrenombre Pedro.
6 Este posa en casa de un Simon, curtidor, que tiene su casa junta á la mar:
él te dirá lo que te conviene hacer.
7 E ido el ángel que hablaba con Cornelio, llama dos de sus criados, y un
devoto soldado de los que le asistian:
8 A los cuales, despues de habérselo contado todo, les envió á Joppe.
9 Y el dia siguiente, yendo ellos su camino, y llegando cerca de la ciudad,
Pedro subió á la azotéa á orar, cerca de la hora de sexta.
10 Y aconteció que le vino una grande hambre, y quiso comer: pero mientras
[se lo] disponian, sobrevínole un éxtasi,
11 Y vió el cielo abierto, y que descendia un vaso, como un gran lienzo, que
atado de los cuatro cabos, era bajado á la tierra;
12 En el cual habia de todos los animales cuadrúpedos de la tierra, y
reptiles^, y aves del cielo.
13 Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.
14 Entónces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa comun é inmunda he
comido jamás.
15 Y volvió la voz hacia él la segunda vez: Lo que Dios limpió no [lo]
llamas tú comun.
16 Y esto fué hecho por tres veces; y el vaso volvió á ser recogido en el
cielo.
17 Y estando Pedro dudando dentro de sí, qué seria la vision que habia
visto, hé aquí los hombres que habian sido enviados por Cornelio, que
preguntando por la casa de Simon, llegaron á la puerta.
18 Y llamando, preguntaron si un Simon, que tenia por sobrenombre Pedro,
posaba allí.
19 Y estando Pedro pensando en la vision, le dijo el Espíritu: Hé aquí tres
hombres te buscan.
20 Levántate pues, y desciende, y no dudes ir con ellos; porque yo los he
enviado.
21 Entónces Pedro descendiendo á los hombres que eran enviados por Cornelio,
dijo: Hé aquí, yo soy el que buscais: ¿qué [es] la causa por que habeis
venido?
22 Y ellos dijeron: Cornelio, el centurion, varon justo, y temeroso de Dios,
y que tiene testimonio de toda la nacion de los Judíos, ha recibido respuesta
por un santo ángel, de hacerte venir á su casa, y oir de tí palabras.
23 Entónces metiéndoles dentro, los hospedó: y al dia siguiente levantándose
se fué con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de Joppe.
24 Y al otro dia entraron en Cesaréa. Y Cornelio les estaba esperando,
habiendo llamado sus parientes y los amigos más familiares.
25 Y como Pedro entró, salió Cornelio á recibirle; y derribándose á sus
piés, adoró.
26 Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate: yo mismo tambien soy hombre.
27 Y hablando con él, entró, y halló á muchos que se habian juntado.
28 Y les dijo: Vosotros sabeis que es abominable á un varon Judío juntarse ó
llegarse á extranjero; mas me ha mostrado Dios, que á ningun hombre llame
comun ó inmundo.
29 Por lo cual llamado, he venido sin dudar. Así que pregunto, ¿por qué
causa me habeis hecho venir?
30 Entónces Cornelio dijo: Cuatro dias ha que á esta hora yo estaba ayuno;
ya la hora de nona estando orando en mi casa, hé aquí un varon se puso
delante de mí en vestido resplandeciente,
31 Y dijo: Cornelio, tu oracion es oida, y tus limosnas han venido en
memoria en la presencia de Dios.
32 Envia pues á Joppe, y haz venir á un Simon, que tiene por sobrenombre
Pedro; este posa en casa de Simon, un curtidor, junto á la mar, el cual
venido te hablará.
33 Así que, luego envié á tí; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues,
todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios para oir todo lo que Dios
te ha mandado.
34 Entónces Pedro, abriendo su boca, dijo: Por verdad hallo que Dios no hace
acepcion de personas,
35 Sino que de cualquier nacion, que le teme y obra justicia, se agrada.
36 Envió palabra [Dios] á los hijos de Israel, anunciando la paz por Jesu-
Cristo: este es el Señor de todos.
37 Vosotros sabeis lo que fué divulgado por toda Judéa, comenzando desde
Galiléa, despues del bautismo que Juan predicó,
38 [Cuanto] á Jesus de Nazaret; como le ungió Dios de Espíritu Santo y de
potencia: el cual anduvo haciendo bienes, y sanando todos los oprimídos del
diablo: porque Dios era con él.
39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo en la tierra de
Judéa, y en Jerusalem; al cual mataron colgándole en un madero.
40 A este levantó Dios al tercer dia, é hizo que apareciese manifiesto,
41 No á todo el pueblo, sino á los testigos que Dios ántes habia ordenado,
[es á saber,] á nosotros, que comimos y bebimos con él, despues que resucitó
de los muertos.
42 Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos: Que él es el
que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.
43 A este dan testimonio todos los profetas, de que todos los que en el
creyeren, recibirán perdon de pecados por su nombre.
44 Estando aun hablando Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre
todos los que oian el sermon.
45 Y se espantaron los fieles que eran de la circuncision que habian venido
con Pedro, de que tambien sobre los Gentiles se derramase el don del Espíritu
Santo.
46 Porque los oian que hablaban en lenguas, y que magnificaban á Dios.
Entónces respondió Pedro:
47 ¿Puede alguno impedir el agua para que no sean bautizados estos que han
recibido el Espíritu Santo tambien como nosotros?
48 Y les mandó bautizar en el nombre del Señor Jesus. Entónces le rogaron
que se quedase [con ellos] por algunos dias.
CAPITULO 11.
1 Y OYERON los apóstoles y los hermanos que estaban en Judéa, que tambien
los Gentiles habian recibido la palabra de Dios.
2 Y como Pedro subió á Jerusalem, contendian contra él los que eran de la
circuncision,
3 Diciendo: ¿Por qué has entrado á hombres incircuncisos, y has comido con
ellos?
4 Entonces comenzando Pedro, les declaró por órden [lo pasado,] diciendo:
5 Estaba yo en la ciudad de Joppe orando, y ví en rapto de entendimiento una
vision; un vaso, como un gran lienzo, que descendia, que por los cuatro cabos
era abajado del cielo, y venia hasta mí:
6 En el cual como puse los ojos, consideré y ví animales terrestres de
cuatro piés, y fieras, y reptiles, y aves del cielo.
7 Y oí una voz que me decia: Levántate, Pedro; mata y come.
8 Y dije: Señor, no; porque ninguna cosa comun ni inmunda entró jamás en mi
boca.
9 Entónces la voz me respondió del cielo segunda vez: Lo que Dios limpió no
[lo] llamas tu comun.
10 Y esto fué hecho por tres veces: y volvió todo á ser tomado arriba en el
cielo.
11 Y hé aquí que luego sobrevinieron tres hombres á la casa donde yo estaba,
enviados á mí de Cesaréa.
12 Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Y vinieron tambien
conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varon,
13 El cual nos contó como habia visto un ángel en su casa, que se paró, y le
dijo: Envia á Joppe, y haz venir á un Simon que tiene por sobrenombre Pedro;
14 El cual te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu
casa.
15 Y como comencé á hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos, tambien como
sobre nosotros al principio.
16 Entónces me acordé del dicho del Señor, como dijo: Juan ciertamente
bautizó en agua, más vosotros seréis bautizados en Espíritu Santo.
17 Así que, si Dios les dió el mismo don tambien como á nosotros que hemos
creido en el Señor Jesu-Cristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar á Dios?
18 Entónces, oidas estas cosas, callaron, y glorificaron á Dios, diciendo:
De manera que tambien á los Gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida.
19 Y los que habian sido esparcidos por causa de la tribulacion que
sobrevino en tiempo de Esteban, anduvieron hasta Fenicia, y Cipro, y
Antioquia, no hablando á nadie la palabra, sino á solos los Judíos.
20 Y de ellos habia unos varones Ciprios y Cirenenses, los cuales como
entraron en Antioquia, hablaron á los Griegos, anunciando el Evangelio del
Señor Jesus.
21 Y la mano del Señor era con ellos; y creyendo gran numero [de gente,] se
convirtió al Señor.
22 Y llegó la fama de estas cosas á oidos de la iglesia que estaba en
Jerusalem; y enviaron á Bernabé que fuese hasta Antioquia.
23 El cual, como llegó, y vió la gracia de Dios, regocijóse, y exhortó á
todos que permaneciesen en el propósito del corazon en el Señor.
24 Porque era varon bueno y lleno de Espíritu Santo y de fé: y mucha
compañía fué agregada al Señor.
25 Despues partió Bernabé á Tarso á buscar á Saulo; y hallado, le trajo á
Antioquia.
26 Y conversaron todo un año allí con la iglesia y enseñaron mucha gente; y
los discípulos fueron llamados Cristianos primeramente en Antioquia.
27 Y en aquellos dias descendieron de Jerusalem profetas á Antioquia.
28 Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba á entender por Espíritu,
que habia de haber una grande hambre en toda la redondez de las tierras; la
cual tambien hubo en tiempo de Claudio.
29 Entónces los discípulos, cada uno conforme á lo que tenia, determinaron
enviar subsidio á los hermanos que habitaban en Judéa.
30 Lo cual asimismo hicieron, enviándo[lo] á los ancianos por mano de
Bernabé y de Saulo.
CAPITULO 12.
1 EN el mismo tiempo el rey Heródes echó mano á maltratar algunos de la
iglesia.
2 Y mató á cuchillo á Jacobo, hermano de Juan:
3 Y viendo que habia agradado á los Judíos, pasó adelante para prender
tambien á Pedro. Eran entónces los dias de los ázimos.
4 Y habiéndole preso, púso[lo] en la cárcel, entregándole á cuatro
cuaterniones de soldados que le guardasen; queriendo sacarle al pueblo
despues de la Pascua.
5 Así que, Pedro era guardado en la cárcel; y la iglesia hacia oracion á
Dios sin cesar por él.
6 Y cuando Heródes le habia de sacar, aquella misma noche estaba Pedro
durmiendo entre dos soldados, preso con dos cadenas: y los guardas delante de
la puerta que guardaban la cárcel.
7 Y hé aquí el ángel del Señor sobrevino, y una luz resplandeció en la
cárcel; é hiriendo á Pedro en el lado, le despertó diciendo: Levántate
prestamente. Y las cadenas se le cayeron de las manos.
8 Y le dijo el ángel: Cíñete, y átate tus sandalias. Y lo hizo así. Y le
dijo: Rodéate tu ropa, y sígueme.
9 Y saliendo, le seguia, y no sabia que era verdad lo que hacia el ángel;
mas pensaba que veia vision.
10 Y como pasaron la primera y la segunda guarda, vinieron á la puerta de
hierro, que va á la ciudad, la cual se les abrió de suyo: y salidos, pasaron
una calle; y luego el ángel se apartó de él.
11 Entónces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que
el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Heródes, y de
todo el pueblo de los Judíos que me esperaba.
12 Y habiendo considerado [esto,] llegó á casa de María la madre de Juan, el
que tenia por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban juntos orando.
13 Y tocando Pedro á la puerta del patio, salió una muchacha, para escuchar,
llamada Rhode:
14 La cual, como conoció la voz de Pedro, de gozo no abrió el postigo, sino
corriendo dentro, dió nueva que Pedro estaba al postigo.
15 Y ellos le dijeron: Estás loca: mas ella afirmaba que así era. Entónces
ellos decian: Su ángel es.
16 Mas Pedro perseveraba en llamar: y cuando abrieron, viéronle, y se
espantaron.
17 Mas él haciéndoles señal con la mano que callasen, les contó cómo el
Señor le habia sacado de la cárcel, y dijo: Haced saber esto á Jacobo y á los
hermanos. Y salió, y partió á otro lugar.
18 Luego que fué de dia, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué
se habia hecho de Pedro.
19 Mas Heródes, como le buscó, y no le halló, hecha inquisicion de los
guardas, los mandó llevar. Despues descendiendo de Judéa á Cesarea, se quedó
[allí.]
20 Y Heródes estaba enojado contra los de Tiro, y los de Sidon: mas ellos
vinieron concordes á él, y sobornado Blasto, que era el camarero del rey,
pedian paz: porque las tierras de ellos eran abastecidas por las del rey.
21 Y un dia señalado, Heródes vestido de ropa real, se sentó en el tribunal,
y arengóles.
22 Y el pueblo aclamaba: Voz de Dios, y no de hombre.
23 Y luego el ángel del Señor le hirió, por cuanto no dió la gloria á Dios;
y espiró comido de gusanos.
24 Mas la palabra del Señor crecia, y era multiplicada.
25 Y Bernabé y Saulo volvieron de Jerusalem cumplido su servicio, tomando
tambien consigo á Juan, el que tenia por sobrenombre Marcos.
CAPITULO 13.
1 HABIA entónces en la iglesia que estaba en Antioquia, profetas y doctores;
Bernabé, y Simon el que se llamaba Niger, y Lucio Cirenéo, y Manahen, que
habia sido criado con Heródes el tetrarca, y Saulo.
2 Ministrando pues estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo:
Apartadme á Bernabé y á Saulo para la obra para la cual los he llamado.
3 Entónces habiendo ayunado, y orado, y puéstoles las manos encima,
despidiéron[les.]
4 Y ellos, enviados así por el Espíritu Santo, descendieron á Seleucia; y de
allí navegaron á Cipro.
5 Y llegados á Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de
los Judíos: y tenian tambien á Juan en el ministerio.
6 Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafo, hallaron un hombre mago,
falso profeta Judío, llamado Barjesus:
7 El cual estaba con el procónsul Sergio Paulo, varon prudente. Este,
llamando á Bernabé y á Saulo, deseaba oir la palabra de Dios.
8 Mas les resistia Elimas el encantador, (que así se interpreta su nombre),
procurando apartar de la fé al procónsul.
9 Entónces Saulo, que tambien [es] Pablo, lleno del Espíritu Santo, poniendo
en él los ojos,
10 Dijo: Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo
de toda justicia, ¿no cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?
11 Ahora, pues, hé aquí, la mano del Señor [es] contra tí, y serás ciego,
que no veas el sol por tiempo. Y luego cayeron en él oscuridad y tinieblas; y
andando alrededor, buscaba quien le condujese por la mano.
12 Entónces el procónsul, viendo lo que habia sido hecho, creyó, maravillado
de la doctrina del Señor.
13 Y partidos de Pafo, Pablo y sus compañeros arribaron á Perge de
Pamphylia: entónces Juan, apartándose de ellos, se volvió á Jerusalem.
14 Y ellos pasando de Perge, llegaron á Antioquia de Pisidia, y entrando en
la sinagoga un dia de Sábado, sentáronse.
15 Y despues de la leccion de la ley y de los profetas, los príncipes de la
sinagoga enviaron á ellos diciendo: Varones hermanos, si teneis alguna
palabra de exhortacion para el pueblo, hablad.
16 Entónces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dice:
Varones Israelitas, y los que temeis á Dios, oid.
17 El Dios del pueblo de Israel escogió á nuestros padres, y ensalzó el
pueblo, siendo ellos extranjeros en la tierra de Egipto, y con brazo
levantado los sacó de ella.
18 Y por tiempo como de cuarenta años soportó sus costumbres en el desierto:
19 Y destruyendo siete naciones en la tierra de Chanaan, les repartió por
suerte la tierra de ellas.
20 Y despues, como por cuatrocientos y cincuenta años, dió los jueces hasta
el profeta Samuel.
21 Y entónces demandaron rey; y les dió Dios á Saul, hijo de Cis, varon de
la tribu de Benjamin, por cuarenta años.
22 Y quitado aquel, levantóles por rey á David, al que dió tambien
testimonio, diciendo: He hallado á David, [hijo] de Jessé, varon conforme á
mi corazon, el cual hará todo lo que yo quiero.
23 De la simiente de este, Dios, conforme á la promesa, levantó á Jesus por
Salvador á Israel;
24 Predicando Juan delante de la faz de su venida el bautismo de
arrepentimiento á todo el pueblo de Israel.
25 Mas como Juan cumpliese su carrera, dijo: ¿Quién pensais que soy? No soy
yo: mas hé aquí viene tras mí [aquel] cuyo calzado de los piés no soy digno
de desatar.
26 Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros
temen á Dios, á vosotros es enviada la palabra de esta salud.
27 Porque los que habitaban en Jerusalem, y sus príncipes, no conociendo á
este, y las voces de los profetas que se leen todos los Sábados,
condenándo[le las] cumplieron.
28 Y sin hallar [en él] causa de muerte, pidieron á Pilato que le matasen.
29 Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas,
quitándo[le] del madero, [le] pusieron en el sepulcro.
30 Mas Dios le levantó de los muertos:
31 Y él fué visto por muchos dias de los que habian subido juntamente con él
de Galiléa á Jerusalem, los cuales son sus testigos al pueblo.
32 Y nosotros tambien os anunciamos el Evangelio de aquella promesa que fué
hecha á los padres, la cual Dios ha cumplido á los hijos de ellos, á
nosotros, resucitando á Jesus;
33 Como tambien en el salmo segundo esta escrito: Mi Hijo eres tú, yo te
engendré hoy.
34 Y que le levantó de los muertos para nunca más volver á corrupcion, así
[lo] dijo: Os daré las misericordias fieles de David.
35 Por eso dice tambien en otro [lugar:] No permitirás que tu Santo vea
corrupcion.
36 Porque á la verdad David, habiendo servido en su edad á la voluntad de
Dios, durmió, y fué juntado con sus padres, y vió corrupcion.
37 Mas aquel que Dios levantó, no vió corrupcion.
38 Séaos pues notorio, varones hermanos, que por este os es anunciada
remision de pecados:
39 Y de todo lo que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en
este es justificado todo aquel que creyere.
40 Mirad pues que no venga sobre vosotros lo que ésta dicho en los profetas:
41 Mirad, oh menospreciadores, y entontecéos, y desvanecéos: porque yo obro
una obra en vuestros dias, obra que no creeréis, si alguien os la contare.
42 Y salidos de la sinagoga de los Judíos, los Gentiles les rogaron que el
Sábado siguiente les hablasen estas palabras.
43 Y despedida la congregacion, muchos de los Judíos y de los religiosos
prosélitos siguieron á Pablo y á Bernabé: los cuales hablándoles, les
persuadian que permaneciesen en la gracia de Dios.
44 Y el Sábado siguiente se juntó casi toda la ciudad á oir la palabra de
Dios.
45 Mas los Judíos, visto el gentío, llenáronse de zelo, y se oponian á lo
que Pablo decia, contradiciendo y blasfemando.
46 Entónces Pablo y Bernabé, usando de libertad, dijeron: A vosotros á la
verdad era menester que se os hablase la palabra de Dios; mas pues que la
desechais, y os juzgais indignos de la vida eterna, hé aquí nos volvemos á
los Gentiles.
47 Porque así nos ha mandado el Señor: Te he puesto para luz de los
Gentiles, para que seas salud hasta lo postrero de la tierra.
48 Y los Gentiles oyendo esto, fueron gozosos, y glorificaban la palabra del
Señor; y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
49 Y la palabra del Señor era sembrada por toda aquella provincia.
50 Mas los Judíos concitaron mujeres pias y honestas, y á los principales de
la ciudad, y levantaron persecucion contra Pablo y Bernabé, y los echaron de
sus términos.
51 Ellos entónces sacudiendo en ellos el polvo de sus piés, se vinieron á
Iconio.
52 Y los discípulos estaban llenos de gozo, y de Espíritu Santo.
CAPITULO 14.
1 Y ACONTECIÓ en Iconio, que entrados juntamente en la sinagoga de los
Judíos, hablaron de tal manera que creyó una grande multitud de Judíos, y
asimismo de Griegos.
2 Mas los Judíos que fueron incrédulos, incitaron y corrompieron los ánimos
de los Gentiles contra los hermanos.
3 Con todo eso se detuvieron [allí] mucho tiempo confiados en el Señor, el
cual daba testimonio á la palabra de su gracia, dando que señales y milagros
fuesen hechos por las manos de ellos.
4 Mas el vulgo de la ciudad estaba dividido; y unos eran con los Judíos, y
otros con los apóstoles.
5 Y haciendo ímpetu los Judíos y los Gentiles, juntamente con sus príncipes
para afrentar[los] y apedrearlos,
6 Habiéndo[lo] entendido, huyéronse á Listra y Derbe, ciudades de Licaonia,
y por toda la tierra alrededor.
7 Y allí predicaban el Evangelio.
8 Y un hombre de Listra, impotente de los piés, estaba sentado cojo desde el
vientre de su madre, que jamás habia andado.
9 Este oyó hablar á Pablo, el cual como puso los ojos en él, y vió que tenia
fé para ser sano,
10 Dijo á gran voz: Levántate derecho sobre tus piés. Y [él] saltó, y
anduvo.
11 Entónces las gentes, visto lo que Pablo habia hecho, alzaron la voz,
diciendo en lengua Licaónica: Dioses semejantes á hombres han descendido á
nosotros.
12 Y á Bernabé llamaban Júpiter; y á Pablo, Mercurio, porque era el que
llevaba la palabra.
13 Y el sacerdote de Júpiter que estaba delante de la ciudad de ellos,
trayendo toros y guirnaldas delante de las puertas, queria con el pueblo
sacrificar.
14 [Lo cual] como oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rotas sus ropas, se
lanzaron al gentío, dando voces,
15 Y diciendo; Varones, ¿por qué haceis esto? Nosotros tambien somos hombres
semejantes á vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtais
al Dios vivo, que hizo el cielo, y la tierra, y la mar, y todo lo que está en
ellos:
16 El cual en las edades pasadas ha dejado á todas las gentes andar en sus
caminos;
17 Si bien no se deja á sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándoos
lluvias del cielo, y tiempos fructíferos, y hinchiendo de mantenimiento y de
alegria nuestros corazones.
18 Y diciendo estas cosas, apénas apaciguaron el pueblo para que no les
ofreciesen sacrificio.
19 Entónces sobrevinieron unos Judíos de Antioquia y de Iconio, que
persuadieron á la multitud, y habiendo apedreado á Pablo, [le] sacaron fuera
de la ciudad, pensando que [ya] estaba muerto.
20 Mas rodeándole los discípulos, se levantó, y entró en la ciudad, y un dia
despues partió con Bernabé á Derbe.
21 Y como hubieron anunciado el
Evangelio á aquella ciudad, y enseñado á muchos, volvieron á Listra y á
Iconio, y á Antioquia.
22 Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles á que
permaneciesen en la fé, y [enseñándoles] que es menester que por muchas
tribulaciones entremos en el reino de Dios.
23 Y habiéndoles constituido ancianos en cada una de las iglesias, y
habiendo orado con ayunos, les encomendaron al Señor en el cual habian
creido.
24 Y pasando por Pisidia vinieron á Pamphylia.
25 Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron á Atalia.
26 Y de allí navegaron á Antioquia, donde habian sido encomendados á la
gracia de Dios para la obra que habian acabado.
27 Y habiendo llegado, y reunido la iglesia, relataron cuán grandes cosas
habia Dios hecho con ellos, y cómo habia abierto á los Gentiles la puerta de
la fé.
28 Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos.
CAPITULO 15.
1 ENTONCES algunos que venian de Judéa enseñaban á los hermanos: Que si no
os circuncidais, conforme al rito de Moisés, no podeis ser salvos.
2 Así que suscitada una disension y contienda no pequeña á Pablo y á Bernabé
contra ellos, determinaron que subiesen Pablo y Bernabé á Jerusalem, y
algunos otros de ellos, á los apóstoles y á los ancianos sobre esta cuestion.
3 Ellos, pues habiendo sido acompañados de la iglesia [al salir,] pasaron
por la Fenicia y Samaria, contando la conversion de los Gentiles, y daban
gran gozo á todos los hermanos.
4 Y llegados á Jerusalem, fueron recibidos de la iglesia, y de los
apóstoles, y de los ancianos: y refirieron todas las cosas que Dios habla
hecho con ellos.
5 Mas algunos de la secta de los Fariséos, que habian creido, se levantaron
diciendo: Que es menester circuncidarlos, y mandar[les] que guarden la ley de
Moisés.
6 Y se juntaron los apóstoles y los ancianos para conocer de este negocio.
7 Y habiendo habido grande contienda, levantándose Pedro, les dijo: Varones
hermanos, vosotros sabeis como ya hace algun tiempo que Dios escogió que los
Gentiles oyesen por mi boca la palabra del Evangelio, y creyesen.
8 Y Dios, que conoce los corazones les dió testimonio, dándoles el Espíritu
Santo tambien como á nosotros:
9 Y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando con la fé
sus corazones.
10 Ahora pues, ¿por qué tentais á Dios poniendo yugo sobre la cerviz de los
discípulos, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?
11 Antes por la gracia del Señor Jesus creemos que serémos salvos, como
tambien ellos.
12 Entónces toda la multitud calló, y oyeron á Bernabé y á Pablo que
contaban cuán grandes maravillas y señales Dios habia hecho por ellos entre
los Gentiles.
13 Y despues que hubieron callado, Jacobo respondió diciendo: Varones
hermanos, oidme.
14 Simon ha contado cómo Dios primero visitó á los Gentiles, para tomar de
ellos pueblo para su nombre.
15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
16 Despues de esto volveré, y restauraré la habitacion de David que estaba
caida, y repararé sus ruinas, y la volveré á levantar;
17 Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los Gentiles
sobre los cuales es llamado mi nombre, dice el Señor, que hace estas cosas.
18 Conocidas son á Dios desde el siglo todas sus obras.
19 Por lo cual yo juzgo, que los que de los Gentiles se convierten á Dios,
no han de ser inquietados;
20 Sino escribirles que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, y
de fornicacion, y de ahogado, y de sangre.
21 Porque Moisés desde los tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien le
predique en las sinagogas, donde es leido cada Sábado.
22 Entónces pareció bien a los apóstoles, y á los ancianos con toda la
iglesia, elegir varones de ellos, y enviar[los] á Antioquia con Pablo, y
Bernabé; á Júdas, que tenia por sobrenombre Barsabas, y á Silas, varones
principales entre los hermanos;
23 Y escribir por mano de ellos [así:] los apóstoles y los ancianos y los
hermanos, á los hermanos de los Gentiles, que están en Antioquía, y en Siria,
y en Cilicia, salud:
24 Por cuanto hemos oido que algunos, que han salido de nosotros, os han
inquietado con palabras, trastornando vuestras almas, mandando circuncidaros
y guardar la ley, á los cuales no mandamos;
25 Nos ha parecido, congregados en uno, elegir varones, y enviarles á
vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo,
26 Hombres que han expuesto sus vidas por el nombre de nuestro Señor Jesu-
Cristo.
27 Así que, enviamos á Júdas, y á Silas, los cuales tambien por palabra [os]
harán saber lo mismo.
28 Que ha parecido bien al Espíritu Santo, y á nosotros, no imponeros
ninguna carga mas que estas cosas necesarias:
29 Que os abstengais de cosas sacrificadas á ídolos, y de sangre, y de
ahogado, y de fornicacion; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis.
Pasadlo bien.
30 Ellos entónces enviados, descendieron á Antioquia, y juntando la
multitud, dieron la carta.
31 La cual, como leyeron, fueron gozosos de la consolacion.
32 Júdas tambien y Silas, como ellos tambien eran profetas, consolaron y
confirmaron los hermanos con abundancia de palabra.
33 Y pasando [allí] algun tiempo, fueron enviados de los hermanos á los
apóstoles en paz.
34 Mas á Silas pareció bien de quedarse allí.
35 Y Pablo y Bernabé se estaban en Antioquia enseñando la palabra del Señor,
y anunciando el Evangelio con otros muchos.
36 Y despues de algunos dias Pablo dijo á Bernabé: Volvamos á visitar los
hermanos por todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la palabra del
Señor, cómo están.
37 Y Bernabé queria que tomasen consigo á Juan, el que tenia por sobrenombre
Marcos;
38 Mas á Pablo no le parecia bien llevar consigo al que se habia apartado de
ellos desde Pamphylia, y no habia ido con ellos á la obra.
39 Y hubo tal contencion entre ellos, que se apartaron el uno del otro; y
Bernabé tomando á Marcos, navegó á Cipro,
40 Y Pablo escogiendo á Silas, partió encomendado de los hermanos á la
gracia del Señor.
41 Y anduvo la Siria y la Cilicia confirmando las iglesias.