EL SANTO EVANGELIO

DE

NUESTRO SEÑOR JESU-CRISTO SEGUN

SAN LUCAS

Capítulos 12-24

(oprima aquí para capítulos 1-11)

CAPITULO 12.

1 EN esto, juntándose muchas gentes, tanto que unos á otros se hollaban,
comenzó á decir á sus discípulos primeramente: Guardáos de la levadura de los
Fariséos, que es hipocresía.

2 Porque nada hay encubierto, que no haya de ser descubierto; ni oculto, que
no haya de ser sabido.

3 Por tanto las cosas que dijisteis en tinieblas, á la luz serán oidas; y lo
que hablasteis al oido en las cámaras, será pregonado en los terrados.

4 Mas os digo, amigos mios: No temais de los que matan el cuerpo, y despues
no tienen más que hacer.

5 Mas os enseñará á quien temais: Temed á aquel que despues de haber quitado
la vida, tiene poder de echar en la gehenna: así os digo: A este temed.

6 ¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas? pues ni uno de ellos está
olvidado delante de Dios.

7 Y aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temais pues:
de mas estima sois [vosotros] que muchos pajarillos.

8 Y os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, tambien
el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios:

9 Mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los
ángeles de Dios:

10 Y todo aquel que dice palabra contra el Hijo del hombre, le será
perdonado; mas al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no [le] será
perdonado.

11 Y cuando os trajeren á las sinagogas, y á los magistrados y potestades,
no esteis solícitos cómo ó qué hayais de responder, ó qué hayais de decir;

12 Porque el Espíritu Santo os ensenará en la misma hora lo que será
necesario decir.

13 Y díjole uno de la compañía: Maestro, dí á mi hermano que parta conmigo
la herencia.

14 Mas él le dijo: hombre, ¿quién me puso por juez ó partidor sobre
vosotros?

15 Y díjoles: Mirad, y guardáos de toda avaricia; porque la vida del hombre
no consiste en la abundancia de los bienes que posee.

16 Y refirióles una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico habia
llevado mucho;

17 Y [él] pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, que no tengo donde
junte mis frutos?

18 Y dijo: Esto haré; derribaré mis alfolíes, y edificaré[los] mayores; y
allí juntaré todos mis frutos y mis bienes,

19 Y diré á mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos
años: repósate, come, bebe, huélgate.

20 Y díjole Dios: ¡Necio! esta noche vuelven á pedir tu alma: y lo que has
prevenido, ¿de quién será?

21 Así [es] el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios.

22 Y dijo á sus discípulos: Por tanto os digo, no esteis afanosos de vuestra
vida, que comeréis, ni del cuerpo, qué vestiréis.

23 La vida más es que la comida, y el cuerpo que el vestido.

24 Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen
cillero, ni alfolí; y Dios los alimenta. ¿Cuánto de más estima sois vosotros
que las aves?

25 ¿Y quién de vosotros podrá con [su] afan añadir á su estatura un codo?

26 Pues si no podeis aun lo que es ménos, ¿para qué estaréis afanosos de lo
demás?

27 Considerad los lirios, como crecen; no labran, ni hilan: y os digo, que
ni Salomon con toda su gloria se vistió como uno de ellos.

28 Y si así viste Dios á la yerba, que hoy está en el campo, y mañana es
echada en el horno, ¿cuánto más á vosotros, [hombres] de poca fé?

29 Vosotros, pues, no procuréis qué hayais de comer, ó qué hayais de beber,
ni estéis en ansiosa perplejidad.

30 Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo: que vuestro Padre
sabe que necesitais estas cosas.

31 Mas procurad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.

32 No temais, manada pequeña, porque al Padre ha placido daros el reino.

33 Vended lo que poseeis, y dad limosna; hacéos bolsas que no se envejecen,
tesoro en los cielos que nunca falta; donde ladron no llega, ni polilla
corrompe.

34 Porque donde está vuestro tesoro, allí tambien estará vuestro corazon.

35 Estén ceñidos vuestros lomos, y [vuestras] antorchas encendidas:

36 Y vosotros, semejantes á hombres que esperan cuando su señor ha de volver
de las bodas; para que cuando viniere, y tocare, luego le abran.

37 Bienaventurados aquellos siervos á los cuales, cuando el señor viniere,
hallare velando; de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten á la
mesa y pasando les servirá.

38 Y aunque venga á la segunda vigilia: y aunque venga á la tercera vigilia,
y [los] hallare así, bienaventurados son los tales siervos.

39 Esto empero sabed, que si supiese el padre de familia á que hora habia de
venir el ladron, velaria ciertamente y no dejaria minar su casa.

40 Vosotros, pues, tambien estad apercibidos: porque á la hora que no
pensais, el Hijo del hombre vendrá.

41 Entónces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola á nosotros, ó tambien
á todos?

42 Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor
pondrá sobre su familia, para que en tiempo les de [su] racion?

43 Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando el señor viniere, hallare
haciendo así.

44 En verdad os digo, que él le pondrá sobre todos sus bienes.

45 Mas si el tal siervo dijere en su corazon: Mi señor tarda en venir, y
comenzare á herir los siervos y las criadas, y á comer, y á beber, y á
embriagarse,

46 Vendrá el señor de aquel siervo el dia que [él] no espera, y á la hora
que [él] no sabe, y le apartará, y pondrá su parte con los infieles.

47 Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió,
ni hizo conforme á su voluntad, será azotado mucho.

48 Mas el que no entendió, é hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco:
porque á cualquiera que fué dado mucho, mucho será vuelto á demandar de él; y
al que encomendaron mucho, mas le será pedido.

49 Fuego vine á meter en la tierra: ¿y qué quiero, si ya está encendido?

50 Empero de bautismo me es necesario ser bautizado: y ¡cómo me angustio
hasta que sea cumplido!

51 Pensais que he venido á la tierra á dar paz? No, os digo; mas disension.

52 Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa divididos, tres contra
dos, y dos contra tres.

53 El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre, la
madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y
la nuera contra su suegra.

54 Y decia tambien á las gentes: Cuando veis la nube que sale del Poniente,
luego decís: Agua viene: y es así.

55 Y cuando sopla el Austro, decís: Habrá calor; y lo hay.

56 ¡Hipócritas! Sabeis examinar la faz del cielo y de la tierra: ¿Y cómo no
reconoceis este tiempo?

57 ¿Y por qué aun de vosotros mismos no juzgais lo que es justo?

58 Pues cuando vas al magistrado con tu adversario, procura en el camino
librarte de él; porque no te arrastre al juez, y el juez te entregue al
alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.

59 Te digo que no saldrás de allá, hasta que hayas pagado hasta el último
maravedí.



CAPITULO 13.

1 Y EN este mismo tiempo estaban allí unos que le contaban acerca de los
Galiléos cuya sangre Pilato habia mezclado con sus sacrificios.

2 Y respondiendo Jesus les dijo: ¿Pensais que estos Galiléos, porque han
padecido tales cosas, hayan sido más pecadores que todos las Galiléos?

3 No, os digo: ántes, si no os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente.

4 O aquellos diez y ocho, sobre los cuales cayó la torre de Siloé, y los
mató, ¿pensais que ellos fueron más deudores que todos los hombres que
habitan en Jerusalem,

5 No, os digo: ántes si no os arrepintiereis, todos pereceréis asimismo.

6 Y dijo esta parábola: Tenia uno una higuera plantada en su viña, y vino á
buscar fruto en ella, y no [lo] halló.

7 Y dijo al viñero: Hé aquí tres años ha que vengo á buscar fruto en esta
higuera, y no [le] hallo; córtala, ¿por que ocupará aun la tierra?

8 El entónces respondiendo, le dijo: Señor, déjala aun este año, hasta que
[yo] la excave, y estercole.

9 Y si hiciere fruto, [bien;] y si no, la cortarás despues.

10 Y enseñaba en una sinagoga en Sábado.

11 Y hé aquí una mujer que tenia espíritu de enfermedad diez y ocho años,
andaba agobiada que en ninguna manera [se] podia enhestar.

12 Y como Jesus la vió, llamó[la,] y díjole: Mujer, libre eres de tu
enfermedad.

13 Y puso las manos sobre ella, y luego se enderezó, y glorificaba á Dios.

14 Y respondiendo el príncipe de la sinagoga, enojado que Jesus hubiese
curado en el Sábado, dijo á la compañía: Seis dias hay en que es necesario
obrar: en estos, pues, venid y sed curados, y no en dia de Sábado.

15 Entónces el Señor le respondió, y dijo: Hipócrita, ¿cada uno de vosotros
no desata en Sábado su buey, ó su asno del pesebre, y [lo] lleva á beber?

16 Y á esta hija de Abraham, que hé aquí que Satanás la habia ligado diez y
ocho años, ¿no convino desatarla de esta ligadura en dia de Sábado?

17 Y diciendo estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios: mas todo
el pueblo se gozaba de todas las cosas gloriosas que eran por él hechas.

18 Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y á qué le compararé?

19 Semejante es al grano de la mostaza, que tomándo[lo] un hombre [le] metió
en su huerto; y creció, y fué hecho árbol grande, y las aves del cielo
hicieron nidos en sus ramas.

20 Y otra vez dijo: ¿A qué compararé el reino de Dios?

21 Semejante es á la levadura, que tomó una mujer, y [la] escondió en tres
medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado.

22 Y pasaba por todas las ciudades y aldéas enseñando, y caminando á
Jerusalem.

23 Y díjole uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:

24 Porfiad á entrar por la puerta angosta: porque os digo que muchos
procurarán entrar, y no podrán.

25 Despues que el padre de familias se levantare, y cerrare la puerta, y
comenzaréis á estar fuera, y tocar á la puerta, diciendo: Señor, Señor,
ábrenos: y respondiendo [él] os dirá: No os conozco de donde seais:

26 Entónces comenzaréis á decir: Delante de tí hemos comido y bebido, y en
nuestras plazas enseñaste.

27 Y [os] dirá: Dígoos que no os conozco de donde seais: apartáos de mí,
todos los obreros de iniquidad.

28 Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando viereis á Abraham, y á
Isaac, y á Jacob, y á todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros
excluidos.

29 Y vendrán del Oriente y del Occidente, del Norte, y del Mediodia, y se
sentarán á la mesa en el reino de Dios.

30 Y hé aquí, que son postreros los que eran los primeros; y que son
primeros los que eran los postreros.

31 Aquel mismo dia llegaron unos de los Fariséos, diciéndoles: Sal y véte de
aquí, porque Heródes te quiere matar.

32 Y les dijo: Id, y decid á aquella zorra: Hé aquí, echo fuera demonios, y
acabo sanidades hoy y mañana, y al tercer dia soy consumado.

33 Empero es menester que hoy, y mañana, y pasado mañana camine: porque no
es posible que profeta muera fuera de Jerusalem.

34 ¡Jerusalem, Jerusalem! que matas los profetas, y apedreas los que son
enviados á tí: ¡cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina sus
pollos debajo de [sus] alas, y no quisiste!

35 Hé aquí os es dejada vuestra casa desierta: y os digo que no me veréis,
hasta que venga [tiempo] cuando digais: Bendito el que viene en nombre del
Señor.



CAPITULO 14.

1 Y ACONTECIÓ que entrando en casa de un príncipe de los Fariséos un Sábado
á comer pan, ellos le acechaban.

2 Y hé aquí un hombre hidrópico estaba delante de él.

3 Y respondiendo Jesus, habló á los doctores de la ley, y á los Fariséos
diciendo: ¿Es lícito sanar en Sábado?

4 Y ellos callaron. Entónces él tomándo[le,] lo sanó, y despidió[le.]

5 Y respondiendo á ellos, dijo: ¿El asno ó el buey de cuál de vosotros caerá
en [algun] pozo, y [él] no le sacará luego en dia de Sábado?

6 Y no le podian replicar á estas cosas.

7 Y observando como escogian los primeros asientos á la mesa, propuso una
parábola á los convidados, diciéndoles:

8 Cuando fueres convidado de alguno á bodas, no te sientes en el primer
lugar; no sea que otro mas honrado que tú esté por él convidado,

9 Y viniendo el que te llamó á tí y á él, te diga: Da lugar á este: y
entónces comiences con vergüenza á tener el lugar último.

10 Mas cuando fueres convidado, vé, y siéntate en el postrer lugar; porque
cuando viniere el que te llamó, te diga: Amigo, sube arriba: entónces tendrás
gloria delante de los que juntamente se asientan á la mesa.

11 Porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla,
será ensalzado.

12 Y dijo tambien el que le habia convidado: Cuando haces comida ó cena,^ no
llames á tus amigos, ni á tus hermanos, ni á tus parientes, ni á [tus]
vecinos ricos; porque tambien ellos no te vuelvan á convidar, y te sea hecha
compensacion.

13 Mas cuando haces banquete, llama á los pobres, los mancos, los cojos, los
ciegos,

14 Y serás bienaventurado; porque no te pueden retribuir: mas te será
recompensado en la resurreccion de los justos.

15 Y oyendo esto uno de los que juntamente estaban sentados á la mesa, le
dijo: Bienaventurado el que comerá pan en el reino de los cielos.

16 El entónces le dijo: Un hombre hizo una grande cena, y convido á muchos.

17 Y á la hora de la cena envió á su siervo á decir á los convidados: Venid,
que ya todo esta aparejado.

18 Y comenzaron todos á una á excusarse. El primero le dijo: He comprado una
hacienda, y necesito salir, y verla; te ruego que me des por excusado.

19 Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy á probarlos:
ruégote que me des por excusado.

20 Y el otro dijo: Acabo de casarme y por tanto no puedo ir.

21 Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas á su señor. Entónces enojado
el padre de la familia, dijo á su siervo: Vé presto por las plazas, y por las
calles de la ciudad, y mete acá los pobres, los mancos, y cojos, y ciegos.

22 Y dijo el siervo: Señor, hecho es como mandaste, y aun hay lugar.

23 Y dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y
fuérza[los] á entrar, para que se llene mi casa.

24 Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados,
gustará mi cena.

25 Y muchas gentes iban con él; y volviéndose les dijo:

26 Si alguno viene á mí, y no aborrece á su padre, y madre, y mujer, é
hijos, y hermanos, y hermanas, y aun tambien su vida, no puede ser mi
discípulo.

27 Y cualquiera que no trae su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi
discípulo.

28 Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no cuenta primero
sentado los gastos, si tiene [lo que necesita] para acabar[la?]

29 Porque despues que haya puesto el fundamento, y no pueda acabar[la,]
todos los que [lo] vieren, no comiencen á hacer burla de él,

30 Diciendo: Este hombre comenzó á edificar, y no pudo acabar.

31 ¿O cuál rey, habiendo de ir á hacer guerra contra otro rey, sentándose
primero, no consulta si puede salir al encuentro con diez mil al que viene
contra él con veinte mil?

32 De otra manera, cuando aun el otro está léjos, le ruega por la paz,
enviándole embajada.

33 Así pues cualquiera de vosotros que no renuncia á todas las cosas que
posee, no puede ser mi discípulo.

34 Buena es la sal; mas si aun la sal fuere desvanecida ¿Con qué se adobará?

35 Ni para la tierra, ni para el muladar es buena; fuera la arrojan. Quien
tiene oidos para oir, oiga.



CAPITULO 15.

1 Y SE llegaban á él todos los publicanos y pecadores á oirle.

2 Y murmuraban los Fariséos y los escribas, diciendo: Este á los pecadores
recibe, y con ellos come.

3 Y él les propuso esta parábola, diciendo:

4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas,
no deja las noventa y nueve en el desierto, y va á la que se perdió, hasta
que la halle?

5 Y hallada, [la] pone sobre sus hombros gozoso;

6 Y viniendo á casa junta á los amigos y á los vecinos, diciéndoles: Dadme
el parabien: porque he hallado mi oveja que se habia perdido.

7 Os digo, que así habrá [más] gozo en el cielo de un pecador que se
arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento.

8 ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere una dracma, no enciende
el candil y barre la casa. y busca con diligencia hasta hallar[la?]

9 Y cuando [la] hubiere hallado, junta las amigas y las vecinas, diciendo:
Dadme el parabien, porque he hallado la dracma que habia perdido.

10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador
que se arrepiente.

11 Y dijo: Un hombre tenia dos hijos;

12 Y el menor de ellos dijo á su padre: Padre, dáme la parte de la hacienda
que [me] pertenece: y [él] les repartió la hacienda.

13 Y no muchos dias despues, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos á
una provincia apartada, y allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente.

14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una grande hambre en aquella
provincia, y comenzóle á faltar.

15 Y fué, y se llegó á uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le
envió á su hacienda para que apacentase los puercos.

16 Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que comian los puercos;
mas nadie se [las] daba.

17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!

18 Me levantaré, é iré á mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el
cielo, y contra tí;

19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como á uno de tus
jornaleros.

20 Y levantándose, vino á su padre. Y como aun estuviese lejos, viólo su
padre, y fué movido á misericordia, y corrió, y echóse sobre su cuello, y
besóle.

21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra tí, y ya no
soy digno de ser llamado tu hijo.

22 Mas el padre dijo á sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle,
y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus piés;

23 Y traed el becerro grueso, y matad[lo,] y comamos, y hagamos fiesta.

24 Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es
hallado. Y comenzaron á regocijarse.

25 Y su hijo el mayor estaba en el campo; el cual como vino, y llegó cerca
de casa, oyó la sinfonía y las danzas;

26 Y llamando uno de los criados, preguntóle qué era aquello.

27 Y él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha muerto el becerro
grueso, por haberle recibido salvo.

28 Entónces [él] se enojó, y no queria entrar. Salió por tanto su padre, y
le rogaba [que entrase.]

29 Mas él respondiendo, dijo al padre: Hé aquí, tantos años [há que] te
sirvo, no habiendo traspasado jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un
cabrito para gozarme con mis amigos.

30 Mas cuando vino este tu hijo, que ha consumido tu hacienda con rameras
has matado para él el becerro grueso.

31 El entónces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas
son tuyas.

32 Mas era menester hacer fiesta y holgar[nos,] porque este tu hermano
muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado.



CAPITULO 16.

1 Y DIJO tambien á sus discípulos; Habia un hombre rico, el cual tenia un
mayordomo; y este fué acusado delante de él como disipador de sus bienes.

2 Y lo llamó, y le dijo: ¿Qué [es] esto [que] oigo de tí? da cuenta de tu
mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo.

3 Entónces el mayordomo dijo dentro de sí: ¿Qué haré? que mi señor me quita
la mayordomía. Cavar, no puedo, mendigar, tengo vergüenza.

4 [Yo] sé lo que haré, para que cuando fuere quitado de la mayordomía, me
reciban en sus casas.

5 Y llamando á cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero:
¿Cuánto debes á mi señor?

6 Y él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu obligacion, y
siéntate presto, y escribe cincuenta.

7 Y despues dijo á otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él dijo: Cien coros de
trigo. Y él le dijo: Toma tu obligacion, y escribe ochenta.

8 Y alabó el señor al mayordomo malo por haber hecho discretamente; porque
los hijos de este siglo son en su generacion mas sagaces que los hijos de
luz.

9 Y yo os digo: Hacéos amigos de las riquezas de maldad, para que cuando
faltareis, os reciban en las moradas eternas.

10 El que es fiel en lo muy poco, tambien en lo más es fiel: y el que en lo
muy poco es injusto, tambien en lo mas es injusto.

11 Pues si en las malas riquezas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo
verdadero?

12 Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?

13 Ningun siervo puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y
amará al otro; ó se allegará al uno, y menospreciará al otro.  No podeis
servir á Dios y á las riquezas.

14 Y oian tambien todas estas cosas los Fariséos, los cuales eran avaros, y
se burlaban de él.

15 Y díjoles: Vosotros sois los que os justificais á vosotros mismos delante
de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones: porque lo que los hombres
[tienen] por sublime, delante de Dios [es] abominacion.

16 La ley y los profetas hasta Juan: desde entónces el reino de Dios es
anunciado, y quien quiera se esfuerza á entrar en él.

17 Empero más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra, que frustrarse un
tilde de la ley.

18 Cualquiera que repudia á su mujer, y se casa con otra, adultera: y el que
se casa con la repudiada del marido, adultera.

19 Habia un hombre rico, que se vestia de púrpura y de lino fino, y hacia
cada dia banquete con esplendidez:

20 Habia tambien un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado á la
puerta de él, lleno de llagas,

21 Y deseando hartarse de las migajas que caian de la mesa del rico; y aun
los perros venian y le lamian las llagas.

22 Y aconteció que murió el mendigo, y fué llevado por los ángeles al seno
de Abraham: y murió tambien el rico, y fué sepultado.

23 Y en el infierno alzó sus ojos estando en los tormentos, y vió á Abraham
de lejos, y á Lázaro en su seno.

24 Entónces él dando voces dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y
envia á Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua;
porque soy atormentado en esta llama.

25 Y díjole Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y
Lázaro tambien males; mas ahora este es consolado aquí, y tú atormentado.

26 Y además de todo esto, una grande sima está constituida entre nosotros y
vosotros, que los que quisieren pasar de aquí á vosotros, no pueden, ni de
allá pasar acá.

27 Y dijo: Ruégote, pues, padre, que le envies á la casa de mi padre;

28 Porque tengo cinco hermanos; para que les testifique, porque no vengan
ellos tambien á este lugar de tormento.

29 Y Abraham le dice: A Moisés y á los profetas tienen; óiganlos.

30 El entónces dijo: No, padre Abraham: mas si alguno fuere á ellos de los
muertos, se arrepentirán.

31 Mas [Abraham] le dijo: Si no oyen á Moisés y á los profetas, tampoco se
persuadirán, si alguno se levantare de os muertos.



CAPITULO 17.

1 Y A sus discípulos dice: Imposible es que no vengan escándalos; mas ¡ay de
aquel por quien vienen!

2 Mejor le fuera, si le pusiesen al cuello una piedra de molino, y le
lanzasen en el mar, que escandalizar uno de estos pequeñitos.

3 Mirad por vosotros: Si pecare contra tí tu hermano, repréndelo; y si se
arrepintiere, perdónale.

4 Y si siete veces al dia pecare contra tí, y siete veces al dia se volviere
á tí, diciendo: Pésame; perdónale.

5 Y dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fé.

6 Entónces el Señor dijo: Si tuvieseis fé como un grano de mostaza, diréis á
este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecerá.

7 ¿Y quién de vosotros tiene un siervo que ara ó apacienta, que vuelto del
campo le diga luego: Pasa, siéntate á la mesa?

8 ¿No le dice ántes: Adereza que cene, y arremángate, y sírveme hasta que
haya comido y bebido; y despues de esto come tú y bebe?

9 ¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le habia sido mandado? Pienso que
no.

10 Así tambien vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado,
decid: Siervos inútiles somos; porque lo que debiamos hacer, hicimos.

11 Y aconteció que yendo él á Jerusalem, pasaba por medio de Samaria, y de
Galiléa.

12 Y entrando en una aldéa, viniéronle al encuentro diez hombres leprosos,
los cuales se pararon de léjos,

13 Y alzaron la voz diciendo: Jesus, Maestro, ten misericordia de nosotros.

14 Y como él [los] vió, les dijo: Id, mostráos á los sacerdotes. Y
aconteció, que yendo ellos, fueron limpios.

15 Entónces uno de ellos como se vió que estaba limpio, volvió, glorificando
á Dios á gran voz;

16 Y derribóse sobre el rostro á sus piés, dándole gracias: y este era
Samaritano.

17 Y respondiendo Jesus, dijo: ¿No son diez los que fueron limpios? ¿Y los
nueve donde [están?]

18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria á Dios, sino este extranjero?

19 Y díjole: Levántate, véte; tu fé te ha salvado.

20 Y preguntado por los Fariséos cuando habia de venir el reino de Dios, les
respondió, y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia;

21 Ni dirán: Hélo aquí, ó hélo allí; porque hé aquí el reino de Dios entre
vosotros está.

22 Y dijo á sus discípulos: Tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno de los
dias del Hijo del hombre, y no [lo] veréis.

23 Y os dirán: Hélo aquí, ó hélo allí. No vayais ni sigais.

24 Porque como el relámpago relampagueando desde una parte debajo del cielo,
resplandece hasta [la otra] debajo del cielo, así tambien será el Hijo del
hombre en su dia.

25 Mas primero es necesario que padezca mucho, y sea reprobado de esta
generacion.

26 Y como fué en los dias de Noé, así tambien será en los dias del Hijo del
hombre.

27 Comian, bebian, [los hombres] tomaban mujeres, y las mujeres maridos
hasta el dia que entró Noé en el arca y vino el diluvio, y destruyó á todos.

28 Asimismo tambien como fué en los dias de Lot: comian, bebian, compraban,
vendian, plantaban, edificaban:

29 Mas el dia que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y
destruyó á todos:

30 Como esto será el dia en que el Hijo del hombre se manifestará.

31 En aquel dia, el que estuviere en el terrado, y sus alhajas en casa, no
descienda á tomarlas: y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás.

32 Acordáos de la mujer de Lot.

33 Cualquiera que procurare salvar su vida, la perderá; y cualquiera que la
perdiere, la salvará.

34 Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado,
y el otro será dejado.

35 Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada, y la otra
dejada.

36 Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado.

37 Y respondiendo, le dicen: ¿Dónde, Señor? Y él les dijo: Donde [estuviere]
el cuerpo, allá se juntarán tambien las águilas.



CAPITULO 18.

1 Y PROPÚSOLES tambien una parábola sobre que es necesario orar siempre, y
no desmayar.

2 Diciendo: Habia un juez en una ciudad, el cual ni temia á Dios, ni
respetaba hombre.

3 Habia tambien en aquella ciudad una viuda, la cual venia á él, diciendo:
Hazme justicia de mi adversario.

4 Pero él no quiso por [algun] tiempo: mas despues de esto dijo dentro de
sí: Aunque ni temo á Dios, ni tengo respeto á hombre;

5 Todavia porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, porque al fin
no venga y me muela.

6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto.

7 ¿Y Dios no hará justicia á sus escogidos, que claman á él dia y noche,
aunque sea longánime acerca de ellos?

8 Os digo que los defenderá presto. Empero cuando el Hijo del hombre
viniere, ¿hallará fé en la tierra?

9 Y dijo tambien á unos que confiaban de sí como justos, y menospreciaban á
los otros, esta parábola:

10 Dos hombres subieron al templo á orar; el uno Fariséo, y el otro
publicano.

11 El Fariséo, en pié, oraba consigo de esta manera: Dios, te doy gracias,
que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como
este publicano.

12 Ayuno dos veces en la semana; doy diezmos de todo lo que poseo.

13 Mas el publicano estando lejos, no queria ni aun alzar los ojos al cielo;
sino que heria su pecho, diciendo: Dios, sé propicio á mí, pecador.

14 Os digo que éste descendió á su casa [más] justificado que el otro:
porque cualquiera que se ensalza, será humillado, y el que se humilla, será
ensalzado.

15 Y traian á él los niños para que los tocase; lo cual viéndo[lo] los
discípulos, les reñian.

16 Mas Jesus llamándolos, dijo: Dejad los niños venir á mí, y no los
impidais, porque de tales es el reino de Dios.

17 De cierto os digo, que cualquiera que no recibiere el reino de Dios como
un niño, no entrará en él.

18 Y preguntóle un príncipe diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer
la vida eterna?

19 Y Jesus le dijo: ¿Por qué me dices bueno? ninguno [hay] bueno sino solo
Dios.

20 Los mandamientos sabes: No matarás, No adulterarás, No hurtarás, No dirás
falso testimonio, Honra á tu padre, y á tu madre.

21 Y él dijo: Todas estas cosas he guardado desde mi juventud.

22 Y Jesus, oido esto, le dijo: Aun te falta una cosa: vende todo lo que
tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

23 Entónces él, oidas estas cosas, se puso muy triste, porque era muy rico.

24 Y viendo Jesus que se habia entristecido mucho, dijo: ¡Cuán
dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

25 Porque más fácil cosa es entrar un camello por el ojo de una aguja, que
un rico entrar en el reino de Dios.

26 Y los que [lo] oian, dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo?

27 Y él [les] dijo: Lo que es imposible para con los hombres, posible es
para Dios.

28 Entónces Pedro dijo: Hé aquí, nosotros hemos dejado las posesiones
nuestras, y te hemos seguido.

29 Y él les dijo: De cierto os digo que nadie hay que haya dejado casa, ó
padres, ó hermanos, ó mujer, ó hijos, por el reino de Dios,

30 Que no haya de recibir mucho mas en este tiempo, y en el siglo venidero
la vida eterna.

31 Y Jesus tomando [aparte] los doce, les dijo: Hé aquí subimos á Jerusalem,
y serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los profetas del
Hijo del hombre.

32 Porque será entregado á las gentes, y será escarnecido, é injuriado, y
escupido.

33 Y despues que le hubieren azotado, le matarán; mas al tercer dia
resucitará.

34 Pero ellos nada de estas cosas entendian, y esta palabra les era
encubierta; y no entendian lo que se decia.

35 Y aconteció que acercándose él á Jericó, un ciego estaba sentado junto al
camino mendigando:

36 El cual como oyó la gente que pasaba, preguntó qué era aquello.

37 Y dijéronle que pasaba Jesus Nazareno.

38 Entónces dió voces, diciendo: Jesus, hijo de David; ten misericordia de
mí.

39 Y los que iban delante, le reñian que callase; mas él clamaba mucho mas:
Hijo de David, ten misericordia de mí.

40 Jesus entónces parándose, mandó traerle á sí: y como él llegó, le
preguntó,

41 Diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que vea.

42 Y Jesus le dijo: Vé: tu fé te ha hecho salvo.

43 Y luego vió, y le seguia, glorificando á Dios: y todo el pueblo como vió
[esto,] dió á Dios alabanza.



CAPITULO 19.

1 Y HABIENDO entrado [Jesus,] iba pasando por Jericó:

2 Y hé aquí un varon llamado Zaquéo, el cual era el principal de los
publicanos, y era rico.

3 Y procuraba ver á Jesus quien fuese; mas no podia á causa de la multitud,
porque era pequeño de estatura.

4 Y corriendo delante, subióse á un árbol sicómoro para verle; porque habia
de pasar por allí.

5 Y como vino á aquel lugar Jesus, mirando le vió, y díjole: Zaquéo, dáte
priesa, desciende, porque hoy es necesario que pose en tu casa.

6 Entónces el descendió aprisa, y le recibió gozoso.

7 Y viendo [esto] todos, murmuraban, diciendo que habia entrado á posar con
un hombre pecador.

8 Entónces Zaquéo, puesto en pié, dijo al Señor: Hé aquí, Señor, la mitad de
mis bienes doy á los pobres; y si en algo he defraudado á alguno, lo vuelvo
con el cuatro tanto.

9 Y Jesus le dijo: Hoy ha venido la salvacion á esta casa; por cuanto él
tambien es hijo de Abraham.

10 Porque el Hijo del hombre vino á buscar y á salvar lo que se habia
perdido.

11 Y oyendo ellos estas cosas, prosiguió y dijo una parábola, por cuanto
estaba cerca de Jerusalem; y porque pensaban que luego habia de ser
manifestado el reino de Dios.

12 Dijo pues: Un hombre noble partió á una provincia lejos, para tomar para
sí un reino, y volver.

13 Mas llamados diez siervos suyos les dió diez minas, y díjoles: Negociad
entretanto que vengo.

14 Empero sus ciudadanos le aborrecian; y enviaron tras de él una embajada,
diciendo: No queremos que este reine sobre nosotros.

15 Y aconteció que vuelto él, habiendo tomado el reino, mandó llamar á si á
aquellos siervos, á los cuales habia dado el dinero, para saber lo que habia
negociado cada uno.

16 Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.

17 Y él le dice: Está bien, buen siervo; pues que en lo poco has sido fiel,
tendrás potestad sobre diez ciudades.

18 Y vino otro diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas.

19 Y tambien á este dijo: Tú tambien se sobre cinco ciudades.

20 Y vino otro diciendo: Señor, hé aquí tu mina, la cual he tenido guardada
en un pañizuelo,

21 Porque tuve miedo de tí, que eres hombre recio; tomas lo que no pusiste,
y siegas lo que no sembraste.

22 Entónces [él] le dijo: Mal siervo, de tu boca te juzgo. Sabias que yo era
hombre recio, que tomo lo que no puse, y siego lo que no sembré;

23 ¿Por qué pues no diste mi dinero al banco; y yo viniendo lo demandará con
el logro?

24 Y dijo á los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que
tiene las diez minas.

25 Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.

26 Pues [yo] os digo que á cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que
no tuviere, aun lo que tiene le será quitado.

27 Y tambien á aquellos mis enemigos, que no querian que yo reinase sobre
ellos, traedlos acá, y degolladlos delante de mí.

28 Y dicho esto, iba delante subiendo á Jerusalem.

29 Y aconteció, que llegando cerca de Bethfage, y de Bethania, al monte que
se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos.

30 Diciendo: Id á la aldéa de enfrente; en la cual como entrareis, hallaréis
un pollino atado, en el que ningun hombre se ha sentado jamás: desatadle, y
traed[lo.]

31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué [le] desatais? le responderéis así:
Porque el Señor lo ha menester.

32 Y fueron los que habian sido enviados, y hallaron como [él] les dijo.

33 Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por que desatais
el pollino?

34 Y ellos dijeron: Porque el Señor le ha menester.

35 Y trajéronlo á Jesus; y habiendo echado sus vestidos sobre el pollino
pusieron á Jesus encima.

36 Y yendo él, tendian sus capas por el camino.

37 Y como llegasen ya cerca de la bajada del monte de las Olivas, toda la
multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron á alabar á Dios á gran voz
por todas las maravillas que habian visto,

38 Diciendo: Bendito el rey que viene en nombre del Señor: paz en el cielo,
y gloria en lo altísimo.

39 Entónces algunos de los Fariséos de la compañía le dijeron: Maestro,
reprende á tus discípulos.

40 Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si estos callaren, las piedras
clamarán.

41 Y como llegó cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella,

42 Diciendo: ¡Oh si tambien tú conocieses, á lo ménos en este tu dia, lo que
[toca] á tu paz! mas ahora está encubierto de tus ojos.

43 Porque vendrán dias sobre tí, que tus enemigos te cercarán con baluarte;
y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho;

44 Y te derribarán á tierra, y á tus hijos, [los que están] dentro de tí; y
no dejarán sobre tí piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de
tu visitacion.

45 Y entrando en el templo, comenzó á echar fuera á todos los que vendian y
compraban en él,

46 Diciéndoles: Escrito esta: Mi casa, casa de oracion es; mas vosotros la
habeis hecho cueva de ladrones.

47 Y enseñaba cada dia en el templo mas los príncipes de los sacerdotes, y
los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle.

48 Y no hallaban qué hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso
oyéndole.



CAPITULO 20.

1 Y ACONTECIÓ un dia, que enseñando él al pueblo en el templo, y anunciando
el Evangelio, llegáronse los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, con
los ancianos,

2 Y le hablaron, diciendo: Dínos ¿con qué potestad haces estas cosas? ¿ó
quién es el que te ha dado esta potestad?

3 Respondiendo entónces Jesus, les dijo: Os preguntaré yo tambien una
palabra; respondedme:

4 El bautismo de Juan ¿era del cielo, ó de los hombres?

5 Mas ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo; dirá:
¿Por qué pues no le creisteis?

6 Y si dijéremos: De los hombres: todo el pueblo nos apedreará; porque están
ciertos que Juan era profeta.

7 Y respondieron, que no sabian de donde [habia sido.]

8 Entónces Jesus les dijo: Ni yo os digo con qué potestad hago estas cosas.

9 Y comenzó á decir al pueblo esta parábola: Un hombre planto una viña, y
arrendóla á labradores, y se ausentó por mucho tiempo.

10 Y al tiempo envió un siervo á los labradores, para que le diesen del
fruto de la viña; mas los labradores le hirieron, y enviaron vacío.

11 Y volvió á enviar otro siervo: mas ellos á este tambien herido y
afrentado le enviaron vacío.

12 Y volvió á enviar al tercer siervo; mas ellos tambien á este echaron
herido.

13 Entónces el señor de la vina dijo: ¿Qué haré? enviaré mi hijo amado:
quizás cuando á este vieren, tendrán respeto.

14 Mas los labradores viéndole, pensaron entre sí diciendo: Este es el
heredero, venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra.

15 Y echáronlo fuera de la viña, y [le] mataron. ¿Qué pues les hará el señor
de la viña?

16 Vendrá, y destruirá á estos labradores, y dará su vina á otros. Y como
ellos [lo] oyeron, dijeron: Guarda.

17 Mas él mirándolos, dice: ¿Qué pues es lo que está escrito: La piedra que
condenaron los edificadores, esta fué por cabeza de esquina?

18 Cualquiera que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre
el que la piedra cayere, le desmenuzará.

19 Y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas echarle mano
en aquella hora, porque entendieron que contra ellos habia dicho esta
parábola; mas temieron al pueblo.

20 Y acechándo[le] enviaron espías que se simulasen justos, para
sorprenderle en palabras, para que le entregasen al principado y á la
potestad del presidente:

21 los cuales le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas
bien, y que no tienes respeto á persona; ántes enseñas el camino de Dios con
verdad.

22 ¿Esnos lícito dar tributo á Cesar, ó no?

23 Mas él, entendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentais?

24 Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imágen y la inscripcion? Y
respondiendo dijeron: De César.

25 Entónces les dijo: Pues dad a César lo que es de César; y lo que es de
Dios, á Dios.

26 Y no pudieron reprender sus palabras delante del pueblo, ántes
maravillados de su respuesta, callaron.

27 Y llegándose unos de los Saducéos, los cuales niegan haber resurreccion,
le preguntaron,

28 Diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere
teniendo mujer, y muriere sin hijos, que su hermano tome la mujer, y levante
simiente á su hermano.

29 Fueron pues siete hermanos: y el primero tomó mujer, y murió sin hijos.

30 Y la tomó el segundo, el cual tambien murió sin hijos.

31 Y la tomó el tercero, asimismo tambien todos siete: y murieron sin dejar
prole.

32 Y á la postre de todos murió tambien la mujer.

33 En la resurreccion, pues, ¿mujer de cuál de ellos será? porque los siete
la tuvieron por mujer.

34 Entónces respondiendo Jesus, les dijo: los hijos de este siglo se casan,
y son dados en casamiento:

35 Mas los que fueren tenidos por dignos de aquel siglo, y de la
resurreccion de los muertos, ni se casan, ni son dados en casamiento:

36 Porque no pueden ya mas morir; porque son iguales á los ángeles, y son
hijos de Dios, cuando son hijos de la resurreccion.

37 Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó junto á la
zarza, cuando dice al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de
Jacob.

38 Porque Dios no es [Dios] de muertos, mas de vivos; porque todos viven
[cuanto] á él.

39 Y respondiéndole unos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho.

40 Y no osaron más preguntarle algo.

41 Y él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es Hijo de David?

42 Y el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor á mi
Señor: Siéntate á mi diestra,

43 Entretanto que pongo tus enemigos [por] estrado de tus piés.

44 Así que David le llama Señor: ¿como pues es su hijo?

45 Y oyéndo[lo] todo el pueblo, dijo á sus discípulos:

46 Guardáos de los escribas; que quieren andar con ropas largas, y aman las
salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los
primeros asientos en las cenas:

47 Que devoran las casas de las viudas, poniendo por pretexto la larga
oracion: estos recibirán mayor condenacion.



CAPITULO 21.

1 Y MIRANDO, vió los ricos que echaban sus ofrendas en el gazofilacio.

2 Y vió tambien una viuda pobrecilla que echaba allí dos blancas.

3 Y dijo: De verdad os digo, que esta pobre viuda echó mas que todos.

4 Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios
mas ésta de su pobreza echó todo el sustento que tenia.

5 Y á unos que decian del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y
dones, dijo:

6 Estas cosas que veis, dias vendrán que no quedará piedra sobre piedra que
no sea destruida.

7 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Y qué señal
[habrá] cuando estas cosas hayan de comenzar á ser hechas?

8 El entónces dijo: Mirad, no seais engañados; porque vendrán muchos en mi
nombre, diciendo: Yo soy, y el tiempo está cerca: por tanto no vayais en pos
de ellos.

9 Empero cuando oyereis guerras y sediciones no os espanteis; porque es
necesario que estas cosas acontezcan primero: mas no luego [será] el fin.

10 Entónces les dijo: Se levantará gente contra gente, y reino contra reino:

11 Y habrá grandes terremotos en [varios] lugares, y hambres, y
pestilencias; y habrá espantos, y grandes señales del cielo.

12 Mas ántes de todas estas cosas os echarán mano, y perseguirán
entregándo[os] á las sinagogas, y á las cárceles, siendo llevados á los reyes
y á los gobernadores por causa de mi nombre.

13 Y os será [esto] para testimonio.

14 Poned pues en vuestros corazones no pensar ántes como habeis de
responder.

15 Porque yo os daré boca y sabiduría á la cual no podrán resistir ni
contradecir todos los que se os opondrán.

16 Mas seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y
amigos: y matarán [á algunos] de vosotros.

17 Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre.

18 Mas un pelo de vuestra cabeza no perecerá.

19 En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas.

20 Y cuando viereis á Jerusalem cercada de ejércitos, sabed entónces que su
destruccion ha llegado.

21 Entónces los que estuvieren en Judéa, huyan á los montes; y los que en
medio de ella, váyanse, y los que [estén] en los campos, no entren en ella.

22 Porque estos son dias de venganza; para que se cumplan todas las cosas
que están escritas.

23 Mas ¡ay de las preñadas y de las que crian en aquellos dias! porque habrá
apuro grande sobre [esta] tierra, é ira en este pueblo.

24 Y caerán á filo de espada, y serán llevados cautivos á todas las
naciones: y Jerusalem será hollada de las gentes, hasta que los tiempos de
las gentes sean cumplidos.

25 Entónces habrá señales en el sol y en la luna, y en las estrellas; y en
la tierra angustia de gentes por la confusion del sonido de la mar y de las
ondas:

26 Secándose los hombres á causa del temor y espectacion de las cosas que
sobrevendrán á la redondez de la tierra: porque las virtudes de los cielos
serán conmovidas.

27 Y entónces verán al Hijo del hombre, que vendrá en una nube con potestad
y majestad grande

28 Y cuando estas cosas comenzaren á hacerse, mirad, y levantad vuestras
cabezas, porque vuestra redencion está cerca.

29 Y díjoles una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles:

30 Cuando ya brotan, viéndolo de vosotros mismos entendeis que el verano
está ya cerca.

31 Así tambien vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, entended que
está cerca el reino de Dios.

32 De cierto os digo que no pasará esta generacion, hasta que todo sea
hecho.

33 El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.

34 Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de
glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida; y venga de repente
sobre vosotros aquel dia.

35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de
toda la tierra.

36 Velad pues orando en todo tiempo, que seais tenidos por dignos de evitar
todas estas cosas que han de venir y de estar en pié delante del Hijo del
hombre.

31 Y enseñaba de dia en el templo; y de noche saliendo, estábase en el monte
que se llama de las Olivas.

38 Y todo el pueblo venia á el por la mañana, para oirle en el templo.



CAPITULO 22.

1 Y ESTABA cerca el dia de la fiesta de los ázimos, que se llama la Pascua.

2 Y los príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo le matarian,
mas tenian miedo del pueblo.

3 Y entró Satanás en Júdas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del
número de los doce;

4 Y fué, y habló con los príncipes de los sacerdotes, y con los magistrados,
de cómo se lo entregaria,

5 Los cuales se holgaron, y concertaron de darle dinero.

6 Y prometió, y buscaba oportunidad para entregarle á ellos sin bulla.

7 Y vino el dia de los ázimos, en el cual era necesario matar [el cordero
de] la Pascua.

8 Y envió á Pedro, y á Juan, diciendo: Id, aparejadnos [el cordero de] la
Pascua, para que comamos.



9 Y ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que aparejemos?

10 Y él les dijo: Hé aquí, cuando entrareis en la ciudad, os encontrará un
hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare.

11 Y decid al padre de la familia de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde
esta el aposento donde tengo de comer [el cordero de] la Pascua con mis
discípulos?

12 Entónces él os mostrará un gran cenáculo aderezado; aparejad allí.

13 Fueron pues, y hallaron como les habia dicho; y aparejaron [el cordero
de] la Pascua.

14 Y como fué hora, sentóse á la mesa, y con él los apóstoles.

15 Y les dijo: En gran manera he deseado comer con vosotros esta Pascua
ántes que padezca;

16 Porque os digo que no comeré mas de ella, hasta que se cumpla en el reino
de Dios.

17 Y tomando el vaso, habiendo dado gracias, dijo: Tomad esto, y partid
entre vosotros;

18 Porque os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino
de Dios venga.

19 Y tomando el pan, habiendo dado gracias, partió, y les dió, diciendo:
Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.

20 Asimismo tambien [tomó y les dió] el vaso, despues que hubo cenado,
diciendo: Este vaso [es] el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se
derrama.

21 Con todo eso hé aquí la mano del que me entrega, conmigo en la mesa.

22 Y á la verdad el Hijo del hombre va, segun lo que está determinado;
empero ¡ay de aquel hombre por el cual es entregado!

23 Ellos entónces comenzaron á preguntar entre sí, cuál de ellos seria el
que habia de hacer esto.

24 Y hubo entre ellos una contienda: Quién de ellos parecia [que habia de]
ser el mayor.

25 Entonces él les dijo: los reyes de las gentes se enseñorean de ellas; y
los que sobre ellas tienen potestad, son llamados bienhechores:

26 Mas vosotros, no así; ántes el que es menor entre vosotros, sea como el
más mozo; y el que es príncipe, como el que sirve.

27 Porque ¿cuál es mayor, el que se sienta á la mesa, ó el que sirve? ¿No es
el que se sienta á la mesa? y yo soy entre vosotros como el que sirve.

28 Empero vosotros sois los que habeis permanecido conmigo en mis
tentaciones:

29 Yo pues os ordeno un reino, como mi Padre me lo ordeno [á mí,]

30 Para que comais y bebais en mi mesa en mi reino: y os senteis sobre
tronos juzgando á las doce tribus de Israel.

31 Dijo tambien el Señor: Simon, Simon, hé aquí [que] Satanás os ha pedido
para zarandaros como á trigo;

32 Mas yo he rogado por tí que tu fé no falte; y tú, una vez vuelto,
confirma á tus hermanos.

33 Y él le dijo: Señor, pronto estoy á ir contigo aun á cárcel, y á muerte.

34 Y él dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy ántes que tú
niegues tres veces que me conoces.

35 Y á ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos,
¿os faltó algo? Y ellos dijeron: Nada.

36 Y les dijo: Pues ahora el que tiene bolsa tóme[la,] y tambien la alforja;
y el que no tiene, venda su capa y compre espada.

37 Porque os digo, que es necesario se cumpla todavia en mí aquello que está
escrito: Y con los malos fué contado: porque lo que [está escrito] de mí,
[su] cumplimiento tiene.

38 Entónces ellos dijeron: Señor, hé aquí dos espadas. Y él les dijo: Basta.

39 Y saliendo, se fué, como solia, al monte de las Olivas; y sus discípulos
tambien le siguieron.

40 Y como llegó á aquel lugar, les dijo: Orad que no entreis en tentacion.

41 Y él se apartó de ellos como un tiro de piedra; y puesto de rodillas,
oró,

42 Diciendo: Padre, si quieres pasa este vaso de mí; empero no se haga mi
voluntad, sino la tuya.

43 Y le apareció un ángel del cielo confortándole.

44 Y estando en agonía, oraba mas intensamente; y fué su sudor como gotas de
sangre que descendian hasta la tierra.

45 Y como se levantó de la oracion, y vino á sus discípulos, hallólos
durmiendo de tristeza.

46 Y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantáos, y orad que no entreis en
tentacion.

47 Estando él aun hablando, hé aquí una turba, y el que se llamaba Judas,
uno de los doce, iba delante de ellos; y llegóse á Jesus para besarlo.

48 Entónces Jesus le dijo: Júdas, ¿con beso entregas al Hijo del hombre?

49 Y viendo los que estaban con él lo que habia de ser, le dijeron: Señor,
herirémos á cuchillo?

50 Y uno de ellos hirió á un siervo del príncipe de los sacerdotes, y le
quitó la oreja derecha.

51 Entónces respondiendo Jesus, dijo: Dejad hasta aquí. Y tocando su oreja,
le sanó.

52 Y Jesus dijo á los que habian venido á él, [de] los príncipes [de] los
sacerdotes, y [de] los magistrados del templo, y [de] los ancianos: ¿Como á
ladron habeis salido con espadas y con palos?

53 Habiendo estado con vosotros cada dia en el templo, no extendisteis las
manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas.

54 Y prendiéndole, trajéronlo, y metiéronle en casa del príncipe de los
sacerdotes. Y Pedro le seguia de lejos.

55 Y habiendo encendido fuego en medio de la sala, y sentándose todos
alrededor, se sentó tambien Pedro entre ellos.

56 Y como una criada le vió que estaba sentado al fuego, fijóse en él, y
dijo: Y este con él estaba.

57 Entónces él lo negó, diciendo: Mujer, no le conozco.

58 Y un poco despues viéndole otro, dijo: Y tú de ellos eras. Y Pedro dijo:
Hombre, no soy.

59 Y como una hora pasada, otro afirmaba diciendo: Verdaderamente tambien
este estaba con él; porque es Galiléo.

60 Y Pedro dijo: Hombre, no sé que dices. Y luego, estando aun él hablando.
el gallo cantó.

61 Entónces, vuelto el Señor, miró á Pedro; y Pedro se acordó de la palabra
del Señor, como le habla dicho: Antes que el gallo cante me negarás tres
veces.

62 Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente.

63 Y los hombres que tenian á Jesus, se burlaban de él hiriéndole.

64 Y cubriéndolo, herian su rostro, y preguntábanle diciendo: Profetiza
quien es el que te hirió.

65 Y decian otras muchas cosas injuriándole.

66 Y cuando fué de dia, se juntaron los ancianos del pueblo, y los príncipes
de los sacerdotes, y los escritas, y le trajeron á su concilio,

67 Diciendo: ¿Eres tú el Cristo? Dínos[lo.] Y les dijo: Si os [lo] dijere,
no creeréis;

68 Y tambien si os preguntare, no me responderéis, ni [me] soltaréis:

69 Mas despues de ahora el Hijo del hombre se asentará á la diestra de la
potencia de Dios.

70 Y dijeron todos: ¿Luego tú eres Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros
[lo] decís que yo soy.

71 Entónces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio deseamos? porque nosotros
[lo] hemos oido de su boca.



CAPITULO 23.

1 LEVANTÁNDOSE entónces toda la multitud de ellos lleváronle á Pilato.

2 Y comenzaron á acusarle diciendo: A este hemos hallado que pervierte la
nacion, y que veda dar tributo á Cesar, diciendo que él es el Cristo, el Rey.

3 Entónces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y
respondiendo él, dijo: Tu [lo] dices.

4 Y Pilato dijo á los príncipes de los sacerdotes, y á las gentes: Ninguna
culpa hallo en este hombre.

5 Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda
Judéa, comenzando desde Galiléa hasta aquí.

6 Entónces Pilato, oyendo [hablar] de Galiléa, pregunto si el hombre era
Galiléo.

7 Y como entendió que era de la jurisdiccion de Heródes, le remitió á
Heródes, el cual tambien estaba en Jerusalem en aquellos dias.

8 Y Heródes, viendo á Jesus, holgóse mucho, porque hacia mucho [tiempo] que
deseaba verle; porque habia oido de él muchas cosas, y tenia esperanza que le
veria hacer alguna señal.

9 Y le preguntaba con muchas palabras; mas él nada le respondió.

10 Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole con
gran porfía.

11 Mas Heródes con su corte le menospreció, y escarneció, vistiéndole de una
ropa rica; y volviólo á enviar á Pilato.

12 Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Heródes en el mismo dia; porque
ántes eran enemigos entre sí.

13 Entónces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los
magistrados, y el pueblo,

14 Les dijo: Me habeis presentado á este por hombre que desvía al pueblo; y
hé aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado alguna culpa en
este hombre de aquellas de que le acusais.

15 Y ni aun Heródes; porque os remití á él, y hé aquí que ninguna cosa digna
de muerte ha hecho.

16 Le soltaré pues castigado.

17 Y tenia necesidad de soltarles uno en cada fiesta.

18 Mas toda la multitud dió voces á una diciendo: Quita á este [la vida,] y
suéltanos á Barrabás:

19 El cual habia sido echado en la cárcel por una sedicion hecha en la
ciudad, y una muerte.

20 Y hablóles otra vez Pilato, queriendo soltar á Jesus.

21 Pero ellos volvieron á dar voces diciendo: Crucifícale, crucifícale.

22 Y él les dijo la tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho este? ninguna culpa
de muerte he hallado en él: le castigaré, pues, y soltaré[lo.]

23 Mas ellos instaban á grandes voces pidiendo que fuese crucificado; y las
voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecian.

24 Entónces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedian.

25 Y les soltó á aquel que habia sido echado en la cárcel por sedicion y una
muerte, al cual habian pedido; y entregó á Jesus á la voluntad de ellos.

26 Y llevándole, tomaron á un Simon Cirenéo, que venia del campo, y le
pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesus.

27 Y le seguia una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le
lloraban, y lamentaban.

28 Mas Jesus, vuelto á ellas, les dice: Hijas de Jerusalem, no me lloreis á
mí, mas llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos.

29 Porque hé aquí vendrán dias en que dirán; Bienaventuradas las estériles,
y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron.

30 Entónces comenzarán á decir á los montes: Caed sobre nosotros; y á los
collados: Cubridnos.

31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará?

32 Y llevaban tambien con él otros dos, malhechores, á ser muertos.

33 Y como vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron
allí, y á los malhechores, uno á la derecha, y otro á la izquierda.

34 Y Jesus decia: Padre, perdónalos; porque no saben lo que hacen. Y
partiendo sus vestidos, echaron suertes.

35 Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban [de el] los príncipes con
ellos, diciendo: A otros hizo salvos; sálvese á sí, si este es el Mesías, el
escogido de Dios.

36 Escarnecian de él tambien los soldados, llegándose y presentándole
vinagre,

37 Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate á tí mismo.

38 Y habia tambien sobre él un título escrito con letras griegas, y latinas,
y hebráicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.

39 Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si
tú eres el Cristo, sálvate á tí mismo y á nosotros.

40 Y respondiendo el otro, reprendióle diciendo: ¿Ni aun tú temes á Dios,
estando en la misma condenacion,

41 Y nosotros, á la verdad, justamente [padecemos;] porque recibimos lo que
merecieron nuestros hechos; mas este ningun mal hizo.

43 Y dijo á Jesus: Acuerdate de mí cuando vinieres á tu reino.

43 Entónces Jesus le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el
paraiso.

44 Y cuando era como la hora de sexta fueron hechas tinieblas sobre toda la
tierra hasta la hora de nona.

45 Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rompió por medio.

46 Entónces Jesus, clamando á gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo
mi espíritu. Y habiendo dicho esto, espiró.

47 Y como el centurion vió lo que habia acontecido, dió gloria á Dios
diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.

48 Y toda la multitud de los que estaban presentes á este espectáculo,
viendo lo que habia acontecido, se volvian hiriendo sus pechos.

49 Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habian seguido desde
Galiléa estaban de léjos mirando estas cosas.

50 Y hé aquí un varon llamado José, el cual era senador, varon bueno y
justo,

51 El cual no habia consentido en el consejo ni en los hechos de ellos, de
Arimatéa, ciudad de la Judéa, el cual tambien esperaba el reino de Dios;

52 Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesus.

53 Y quitado, le envolvió en una sábana: y le puso en un sepulcro abierto en
una peña, en la cual ninguno habia aun sido puesto.

54 Y era dia de la víspera [de la Pascua;] y estaba para rayar el Sábado.

55 Y las mujeres que con él habian venido de Galiléa, siguieron tambien, y
vieron el sepulcro, y como fué puesto su cuerpo.

56 Y vueltas aparejaron [drogas] aromáticas, y ungüentos; y reposaron el
Sábado, conforme al mandamiento.



CAPITULO 24.

1 Y EL primer [dia] de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro,
trayendo las [drogas] aromáticas que habian aparejado, y algunas [otras
mujeres] con ellas.

2 Y hallaron la piedra revuelta [de la puerta] del sepulcro.

3 Y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesus.

4 Y aconteció que estando ellas espantadas de esto, hé aquí se pararon junto
á ellas dos varones con vestiduras resplandecientes;

5 Y como tuviesen ellas temor, y bajasen el rostro á tierra, les dijeron:
¿Por qué buscais entre los muertos al que vive?

6 No está aquí, mas ha resucitado: acordáos de lo que os habló, cuando aun
estaba en Galiléa,

7 Diciendo: Es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos de
hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer dia.

8 Entónces ellas se acordaron de sus palabras.

9 Y volviendo del sepulcro dieron nuevas de todas estas cosas á los once, y
á todos los demás.

10 Y eran María Magdalena, y Juana, y María [madre] de Jacobo, y las demás
[que estaban] con ellas, las que dijeron estas cosas á los apóstoles.

11 Mas á ellos les parecian como locura las palabras de ellas, y no las
creyeron.

12 Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y como miró dentro, vió solo
los lienzos [allí] echados, y se fué maravillándose de lo que habia sucedido.

13 Y hé aquí, dos de ellos iban el mismo dia á una aldéa que estaba de
Jerusalem sesenta estadios, llamada Emmaús;

14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habian acaecido.

15 Y aconteció, que yendo hablando entre sí, y preguntándose el uno al otro,
el mismo Jesus se llegó é iba con ellos juntamente.

16 Mas los ojos de ellos estaban embargados, para que no le conociesen.

17 Y díjoles: ¿Qué platicas son estas que tratais entre vosotros andando, y
estais tristes?

18 Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Tu solo
peregrino eres en Jerusalem, y no has sabido las cosas que en ella han
acontecido estos dias?

19 Entónces él les dijo: ¿Que? Y ellos le dijeron: De Jesus Nazareno, el
cual fué varon profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de
todo el pueblo:

20 Y cómo le entregaron los príncipes de los sacerdotes, y nuestros
príncipes á condenacion de muerte, y le crucificaron.

21 Mas nosotros esperábamos que él era el que habia de redimir á Israel; y
ahora sobre todo esto, hoy es el tercer dia que esto ha acontecido.

22 Aunque tambien unas mujeres de los nuestros nos han espantado, las cuales
ántes del dia fueron al sepulcro;

23 Y no hallando su cuerpo, vinieron diciendo que tambien habian visto
vision de ángeles, los cuales dijeron que el vive.

24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron [ser] así como
las mujeres habian dicho; mas á él no le vieron.

25 Entónces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazon para creer todo
lo que los profetas han dicho!

26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara
[así] en su gloria?

27 Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales [esto]
en todas las escrituras que de él [hablaban.]

28 Y llegaron á la aldéa á donde iban; y él hizo como que iba más léjos.

29 Mas ellos le detuvieron por fuerza diciendo: Quédate con nosotros, porque
se hace tarde, y el dia ya ha declinado. Entró pues á estarse con ellos.

30 Y aconteció que estando sentado con ellos á la mesa, tomando el pan,
bendijo, y partió, y dióles.

31 Entónces fueron abiertos los ojos de ellos, y le conocieron; mas él se
desapareció de los ojos de ellos.

32 Y decian el uno al otro: ¿No ardia nuestro corazon en nosotros, mientras
nos hablaba en el camino, y cuando nos abria las escrituras?

33 Y levantándose en la misma hora tornáronse á Jerusalem, y hallaron á los
once reunidos, y á los que estaban con ellos,

34 Que decian: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido á
Simon.

35 Entónces ellos contaban las cosas que [les habian acontecido] en el
camino y como habia sido conocido de ellos al partir el pan.

36 Y entretanto que ellos hablaban estas cosas, él se puso en medio de
ellos, y les dijo: Paz [sea] á vosotros.

37 Entónces ellos espantados, y asombrados, pensaban que veian [algun]
espíritu.

38 Mas él les dice: ¿Por qué estais turbados, y suben pensamientos á
vuestros corazones?

39 Mirad mis manos y mis piés, que yo mismo soy. Palpad, y ved: que el
espíritu ni tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.

40 Y en diciendo esto, les mostró las manos y los piés.

41 Y no creyéndolo aun ellos de gozo y maravillados, díjoles: ¿Teneis aquí
algo de comer?

42 Entónces ellos le presentaron parte de un pez asado, y un panal de miel.

43 Y el tomó, y comió delante de ellos.

44 Y les dijo: Estas son las palabras que os habló, estando aun con
vosotros: Que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están
escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos.

45 Entónces les abrió el sentido, para que entendiesen las escrituras.

46 Y díjoles: Así está escrito, y así fué necesario que el Cristo padeciese,
y resucitase de los muertos al tercer dia;

47 Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la remision de
pecados en todas las naciones, comenzando de Jerusalem.

48 Y vosotros sois testigos de estas cosas.

49 Y hé aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; mas vosotros
asentad en la ciudad de Jerusalem, hasta que seais investidos de potencia de
lo alto.

50 Y sacólos fuera hasta Bethania, y alzando sus manos los bendijo.

51 Y aconteció que bendiciéndoles, se fué de ellos, y era llevado arriba al
cielo.

52 Y ellos, despues de haberle adorado, se volvieron á Jerusalem con gran
gozo.

53 Y estaban siempre en el templo alabando y bendiciendo á Dios. Amen.
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