Salmos de Salvación
(entre el dolor y el milagro)
Versiones musicales de los Salmos 1-13
por
Alejandro Roop Martín
www.reverdecer.com
Salmo 1
Feliz el hombre que no anduvo en consejo de los malos,
ni sigue la senda de los pecadores,
ni hace causa común con los que se burlan de Dios.
Sino que pone su amor en la palabra de Dios
y en ella medita de noche y de día.
Es como un árbol plantado a la orilla
de un río y que da su fruto en su tiempo
y jamás se marchitan sus hojas
y en todo prosperará.
No es así con los malvados,
que son hojarasca que arrastra el viento.
No saldrán libres de cargos,
ni tendrán parte en el pueblo de Dios,
pues Yahveh mira con agrado y cuidado el camino del justo,
mas la senda de los malvados perecerá.
Salmo 2
¿Por qué se agitan los pueblos del mundo,
por qué hacen planes en su vanidad?
Todos sus jefes conspiran a una
contra Dios y su elegido Rey.
Dan las naciones un grito rebelde:
"¡Rompamos juntos los lazos de Dios!"
Pero el Señor desde el cielo se burla,
les responde con terrible voz:
"Ya he establecido a mi Rey en mi monte sagrado".
Voy a anunciar el decreto,
pues el Señor me ha dicho:
"Tú eres mi hijo,
yo te he engendrado hoy.
Pídeme las naciones
hasta el final del mundo
y en propiedad te las concederé;
y con tu cetro de hierro
destrozarás a los reyes
como vasijas de barro".
Por eso, jefes del mundo, ¡escuchadme!,
poned oído a esta instrucción:
con reverencia y con gozo acercaos
y adorad al Hijo de Dios.
No sea que surja su enojo terrible
y en un momento su indignación.
Pero dichosos serán los que piden
protección y abrigo en el Rey.
Salmo 3
Señor, muchos son mis enemigos,
muchos se han puesto en mi contra,
muchos dicen de mí: "Dios no lo salvará".
Pero tú, Señor,
eres mi escudo protector,
eres mi gloria
y quien mi vida reanima.
A gritos pido ayuda al Señor
y desde su santa montaña
me da contestación.
Me acuesto y duermo y vuelvo a despertar
porque Dios me da su apoyo
y nada temeré, ni a un ejército de diez mil.
¡Levántate, Señor,
sálvame, Dios mío!
Golpearás a mis enemigos,
quebrarás todos sus colmillos.
Solo tú eres quien salva
y por eso ahora te pido:
tu bendición envía
sobre el pueblo redimido.
Salmo 4
Dios y defensor mío:
respóndeme cuando te clamo,
tú que en mi angustia me diste alivio,
ten compasión de mí y escucha mi oración.
Vosotros que os creéis grandes señores,
¿hasta cuando me calumniaréis
buscando siempre la mentira
y lo que solo es vanidad?
Sabed que el Señor prefiere al hombre
que anda en fidelidad,
sabed que el Señor me escucha cuando
le suplico libertad.
Temblad y no pequéis,
y acostados, en silencio,
examinad vuestra conciencia.
Ofreced sacrificios de sinceridad
y confiad en el Señor.
Muchos se preguntan por la dicha,
no hay felicidad sin el amor de Dios.
Tú me has hecho mucho más alegre
que el que tiene vino y trigo hasta sobrar.
Yo me acuesto en paz y me adormezco,
pues sólo tú me das completa paz.
Salmo 5
Señor que existes siempre,
escucha mis palabras,
repara en mis gemidos,
y atiende tú mi grito.
Rey mío, Dios mío,
a ti oraré.
Mi voz oirás temprano,
te contaré mi caso,
y tu respuesta esperaré.
Pues sé que odias lo malo,
detestas al malvado,
y en tu morada no aceptarás:
ni al injusto, ni al orgulloso,
ni al asesino, ni al mentiroso.
En cambio yo, por tu gran amor,
puedo entrar en tu casa,
puedo adorarte con reverencia
y alzar mis manos a tu presencia.
Tú ves mis enemigos,
por eso, oh Dios, te pido
que mis pasos hagas enderezar.
Ellos nunca son sinceros,
por dentro están podridos,
sepulcro es su garganta,
su hablar es mentiroso.
Castígalos, Dios mío,
que caigan en sus propias trampas
y por su gran pecado
castiga a los rebeldes.
En cambio gócense
los que en ti confían,
den gritos de alegría
los que aman tu presencia.
Porque tú, Dios mío,
bendecirás al justo,
tu bondad lo rodeará
como un permanente escudo.
Salmo 6
No me reprendas en tu enojo, Señor,
ni me castigues en tu furor,
¡ten compasión de mí!
pues he perdido las fuerzas.
A ti suplico, ¡sáname Señor!
pues aun mis huesos tiemblan de estupor,
y mi alma está en angustia,
y tú, Señor, ¿cuándo vendrás?
Vuélvete a mí, salva mi alma, Señor,
por tu bondad, rescátame,
pues ¿quién podrá alabarte
en la región de los muertos?
Mira mi llanto que no quiere cesar,
noche tras noche el lecho viene a regar,
mis ojos se han gastado:
tanto he sufrido por mis enemigos.
Todos los malvados, apartaos de mí,
que el Señor mi llanto escuchó,
mis ruegos ha atendido, mi oración ha aceptado,
¡apartaos, lejos de mí!
De repente mis enemigos
huirán despavoridos,
en un abrir y cerrar de ojos,
huirán avergonzados.
Salmo 7
Señor, Dios mío, en ti confío,
sálvame pues me persiguen y líbrame
del gran peligro en que yo vivo:
cual leones quieren mi alma despedazar.
Señor, Dios mío, si he sido injusto
y en mis manos puede hallarse la crueldad,
si a mi aliado he traicionado;
antes al impío yo traté con bondad.
Si en algún delito mi alma incurrió,
que me alcance mi enemigo en la lid,
me derribe al suelo y caiga por tierra mi honor.
Levántate, Señor en tu ira
y enfréntate a la furia de mis enemigos.
Con la orden que has dictado en justicia, ¡ampárame!
Ven y siéntate en el trono del mundo
y sobre los pueblos reine el derecho y júzgame,
que soy inocente y amo tu ley.
Pon fin al malo, afirma al justo
tú que pruebas las conciencias con equidad.
Tú eres mi escudo, mi fiel refugio
a los rectos has traído tu salvación.
Con el malo, en cambio, airado estarás,
justo juez que envías retribución,
si el malvado no se vuelve al Señor en contrición.
Dios su espada ha afilado, tiene el arco ya entesado
y ha forjado flechas y armas de muerte.
El impío ha conspirado, ha tramado el engaño,
pero el hoyo que cavó lo sepultará.
Sobre sí caerán sus males, en su cuerpo sus agravios,
pero yo alabaré al Dios justo
y al Altísimo por siempre alabaré.
Salmo 8
Señor nuestro Dios, cuán grande es tu nombre,
bendito Yahveh, en toda la tierra.
Has puesto tu gloria sobre los cielos
y abajo en la tierra te aclaman los niños
Con la alabanza de los pequeños
fundaste un castillo que humilla al soberbio.
Con la alabanza de niños de pecho
los fuertes perdieron, los malos callaron.
Al ver estos cielos que hicieron tus manos,
la luna y estrellas que en ellos pusiste,
me admiro y exclamo: ¡qué poco es el hombre
para que lo ayudes, para que lo cuides!
Sin embargo lo creaste con gloria,
le diste honor y majestad,
pues lo hiciste casi como los ángeles
y sobre tus obras tuvo autoridad
sobre buey y oveja y fieras del campo,
las aves del cielo y los peces del mar,
sobre todo cuanto nada en las aguas
todo lo pusiste bajo sus pies.
Señor nuestro Dios,
cuán grande es tu nombre en toda la tierra.
Salmo 9
Te alabaré, Señor, con todo el corazón,
todos tus prodigios anunciaré.
Me alegraré y me regocijaré en ti
y a tu Nombre Altísimo cantaré.
Mis enemigos vuelven atrás,
caen y mueren ante ti.
Has atendido mi situación
desde tu trono de equidad.
Has castigado a imperios malignos,
has puesto fin a los malvados.
No queda rastro ni más memoria
de las ciudades de maldad.
En cambio tú, Señor, por siempre existirás,
tu trono nadie lo moverá.
A pueblos y naciones, justicia dictarás,
al mundo juzgarás con verdad.
Porque del pobre, refugio serás
y en la aflicción lo ampararás.
Quien te conoce en ti confiará,
pues nunca rechazas su clamor.
Cantadle a Dios, que mora en Sión,
y entre los pueblos, contad sus obras.
Él no ha olvidado los homicidios,
ni los lamentos del afligido.
Apiádate de mi, Eterno Salvador,
mira cuánto me hacen ellos sufrir.
Tu puedes levantarme de la muerte, oh Señor,
para proclamarte en Jerusalén.
Caen las naciones en el hoyo y la red
que prepararon para el mal.
Se hace evidente al juicio de Dios:
el mal atrapa al malhechor.
Malos e impíos serán trasladados
a la región de muerte perpetua,
pero el humilde y necesitado,
verá lo que espera y será saciado.
Levántate, Señor, al hombre humíllalo,
comparezca todo reino ante ti,
que tiemblen las naciones de sagrado estupor
y que el hombre no se vuelva a endiosar.
Salmo 10
¿Por qué estás tan lejos, Señor,
y escondes tu rostro en el dolor?
Mira cómo el malvado furioso acecha al pobre,
pero caerá en su propia trampa más temprano o más tarde.
Mira que solo obedece a su realísima gana,
bendiciendo al codicioso y despreciando al Señor.
Mira cómo insensato alza estúpido la cara,
y grita: "Dios no existe quién vendrá juzgarme".
Mira cómo triunfa en cada cosa que hace,
cree que Dios no lo observa, que su mano está lejos.
Míralo ninguneando y despreciando al adversario,
se cree un intocable, se cree que no caerá.
Préstame atención y te diré lo que su boca dice:
solo sabe mentir, maldecir y oprimir.
Mira cómo el malvado está esperando en la sombra,
esperando que pase el pobre por ese rincón del vecindario.
Mira cómo es capaz de matarlo antes que grite,
lo alcanza y lo liquida en el callejón oscuro.
Mira que es como un león en su escondite agazapado,
mira cómo se lanza y en su red atrapa al pobre:
encogido ha acechado, agachado ha esperado,
ha caído el indefenso sobre sus garras crueles.
Mira, en fin, Dios mío, lo que piensa el malvado:
que tú te has olvidado, que has mirado a otro lado.
Mira, en fin, Dios mío, lo que piensa el malvado:
que tú te has olvidado y que has mirado a otro lado.
Por eso, a ti suplico, mi Señor, oye mi grito,
levántate con fuerza y haz gloria manifiesta
que el mundo vea tu brazo en favor del oprimido,
levántate y enfrenta la soberbia del malvado.
No aguantes más sus desafíos, que no siga impune,
pues tú, Señor Dios mío, sí que estabas vigilando,
y has visto los ultrajes, y el dolor de las víctimas,
y has visto la violencia, y el clamor de los huérfanos.
Que el brazo que mataba sea quebrado por tu brazo,
demándales el pago de hasta el último delito,
que vean que Dios reina por los siglos de los siglos
y que borras al impío de la faz de la tierra.
Tú cumples el deseo que los pobres te han pedido,
atiendes sus congojas y das aliento a sus vidas,
tú luchas en defensa del humilde y afligido
y entonces el hombre, que solo es tierra,
no sembrará el terror.
Salmo 11
En Dios hallo refugio,
no me veréis cual ave asustada al monte escapar.
Las flechas del malvado
quieren herir, al hombre piadoso en la oscuridad.
Y efectivamente, si el refugio del justo
se llegase a amenazar,
si se destruyese su gran fundamento
nadie lo socorrerá.
Mas Dios, está en su templo,
sobre los cielos su trono perpetuo estableció.
Sus ojos nos observan,
pone atención en todos los pasos del hombre mortal.
Y examina igualmente, a justos e impíos,
detestando la maldad,
y sobre los violentos, el Señor, que es Santo,
su castigo hará llover:
brasas encendidas y candente azufre,
junto a un viento abrasador,
pues el juicio divino sobre los injustos
sin duda recaerá.
Pues Dios es siempre justo y se deleita en la equidad
y los ojos de los justos su faz contemplarán
Salmo 12
Sálvanos, Señor, que los fieles perecen,
ya no hay piadosos en esta sociedad.
Unos a otros se hablan mentiras
con hipocresía y malicia sutil.
Sálvanos, Señor, que los fieles perecen,
ya no hay piadosos en esta sociedad.
Pero el Señor raerá de raíz,
la lengua y los labios del calumniador
de aquel que confía en su lengua perjura
y con ella defiende su vida sin ley.
¡Sálvanos... Sálvanos...!
Dios ha atendido al pobre oprimido,
el llanto ha oído de su explotación.
Y ha dicho: "Yo ahora me levanto con fuerza,
y al débil daré lo que tanto anheló".
Así son las palabras del Santo,
son puras y como un precioso metal,
son plata refinada que un horno
probó siete veces su gran calidad.
Tú guardarás al pobre de espíritu
y de gentes impías lo defenderás.
Los malos siguen merodeando
y se exalta el delito en la sociedad.
SALMO 13
¿Hasta cuándo, Yahveh, me olvidarás,
hasta cuándo tu faz ocultarás de mí,
y en la noche mi alma se atribulará
y de día mi pecho se lamentará?
¿Y hasta cuándo, Señor, mi enemigo,
sobre mí, se enaltecerá?
Señor, Dios mío, mírame y respóndeme,
y a mis ojos vuelve a darles la luz.
Que no caiga en el sueño de la muerte,
ni el malvado se alegre de mi ruina
diciendo que a mí me venció.
Pero en tu clemencia yo esperé
y en tu inalterable amor confié.
A Yahveh por siempre alabaré,
me ha salvado y me ha hecho mucho bien.