Traducido fielmente del griego en romance castellano y declarado según el sentido literal con muchas consideraciones sacadas de la letra, muy necesarias al vivir cristiano.
Capítulo primero
Libro de la generacion de Jesu Cristo, hijo del David, hijo de Abraham.
Tanto vale como si dijese: este es el libro de la historia de Jesu el Mesía prometido en la ley, el cual fué hijo de David y de Abraham. Porque en la lengua hebrea por lo que nosotros decimos libro de la historia, dicen libro de la generacion. Aquí se ha de entender que Cristo es lo mismo que ungido ó Mesía, á fin que se entienda que en las primeras palabras pretendió San Mateo mostrar que Jesus es el Mesía prometido á los Judíos y dado á todos los hombres en general, para que todos los que lo aceptaran alcancen remision de pecados, sean reconciliados con Dios, amigos de Dios y justos acerca de Dios, no por su propia justicia sino por la justicia del mismo Jesu Cristo. Tambien se ha de entender que, porque estaba profetizado que el Mesía había de ser de la simiente de David segun la carne, y habia de ser de la simiente de Abraham, en las primeras palabras llama San Mateo á Jesu Cristo hijo de David é hijo de Abraham. Á Abraham entiende San Pablo que fué dicho: in semine tuo benedicentur omnes gentes terrae, etc. (1), entendiendo que en Jesu Cristo, el cual habia de nacer de la simiente de Abraham, habian de alcanzar bendicion todas las gentes del mundo; y por bendicion entiende la remision de pecados, la reconciliacion con Dios, la justificacion, la resurreccion y glorificacion, de la cual bendicion gozan generalmente todos los que aceptan la gracia del evangelio, los que creyendo son incorporados en Cristo. Á David fué muchas veces prometido que su reino en el pueblo de Dios, sería perpétuo en sus descendientes, y por tanto era, averiguadísimo entre los Hebreos que el Mesía habia de ser de la simiente de David, como con efecto lo fue; en el cual es continuado y perpetuado el reino en el pueblo de Dios, siendo así que Jesu Cristo nuestro señor, es cabeza y es rey en el pueblo cristiano que es pueblo de Dios. Sobre la cual cosa me acuerdo haber escrito una consideracion (2).
Abraham engendró á Isaac. E Isaac engendro á Jacob. Y Jacob engendró á Judas y á sus hermanos. Y Judas engendró á Fares y á Zara de Támar. Y Fares engendró á Esron. Y Esron engendró á Aram. Y Aram engendró á Aminadab. Y Aminadab engendró á Naason. Y Naason engendró á Salmon. Y Salmon engendró á Boz de Rachab. Y Boz engendró á Obed de Rut. Y Obed engendró á Jesé. Y Jesé engendró á David el rey. Y David, el rey, engendró á Salomon de la de Uría. Y Salomon engendró á Roboam. Y Roboam engendró á Abía. Y Abía engendró á Asá. Y Asá engendró á Josafat. Y Josafat engendró á Joram. Y Joram engendro á Ozía. Y Ozía engendró á Joatam. Y Joatam engendró á Ácaz. Y Ácaz engendró á Ezequía. Y Ezequía engendró á Manasé. Y Manasé engendró á Amon. Y Amon engendró á Josía. Y Josía engendró á Jeconía y á sus hermanos á la pasada de Babilonia. Y despues de la pasada de Babilonia, Jeconía engendró á Salatiel. Y Salatiel engendró á Zorobabel. Y Zorobabel engendró á Abiud. Y Abiud engendró á Eliaquim. Y Eliaquim engendró á Azor. Y Azor engendró á Sadoc. Y Sadoc engendró á Achim. Y Achim engendró á Eliud. Y Eliud engendró á Eleázar. Y Eleázar engendró á Matan. Y Matan engendró á Jacob. Y Jacob engendró á Josef, el marido de María, de la cual fué engendrado Jesu, el llamado Cristo. De manera que, todas las generaciones desde Abraham hasta David, son catorce generaciones, y desde David, hasta la pasada de Babilonia, son catorce generaciones, y desde la pasada de Babilonia hasta Cristo, son catorce generaciones.
Cuanto á las particularidades de los nombrados en este linaje de Cristo, si concuerdan con los que nombra San Lucas y con las historias del Testamento Viejo, me remito á lo que otros dicen, contentándome yo con decir esto que aquellos nombres Támar, Rachab y Rut, son nombres de mujeres; lo mismo es «de la de Uría», que: de la que fué mujer de Uría, de Bersabé. Adonde dice «la pasada,» el vocablo griego, significa, pasarse ó mudarse á vivir de una parte á otra; así pareció á San Mateo llamar á la cautividad de los Hebreos en Babilonia, adonde fueron llevados por Nabucodonosor. Adonde dice, el marido de María, se ha de advertir que lo llama así San Mateo, porque así era llamado comunmente. Y el nacimiento de Jesu-Cristo fué así: Desposada María su madre, con Josef, ántes que se ayuntasen, fué hallada preñada de espíritu santo. Y Josef, su marido, siendo justo y no queriendo disfamarla, queria secretamente apartarse de ella; pero, pensando él en esto, hé aquí el ángel del Señor que le apareció en sueños, diciendo: Josef, hijo de David, no hayas miedo de tomar á María tu mujer, porque lo que en ella esta concebido, es de espíritu santo. Parirá un hijo, y llamarásle por nombre Jesus, porque él librará á su pueblo de sus pecados. Todo esto fué así á fin que fuese cumplido lo que estaba dicho por el Señor por el profeta que dice: «Catad que la vírgen estará preñada, y parirá un hijo, y será llamado por nombre Emanuel,» que interpretado, significa: Dios con nosotros. Levantado pues Josef de dormir, hizo segun que le habia ordenado el ángel del Señor, y tomó á su mujer y no la conoció hasta que parió su hijo el primogénito, y llamólo por nombre Jesus.
Así como contando arriba San Mateo la genealogía de Cristo, tuvo intento á mostrar que segun la carne es hijo de David y de Abraham, así tiene intento aquí á mostrar que en la generacion de Cristo no tuvo parte ninguna Josef, siendo obra del Espíritu Santo, y así como vió bien allí el evangelista que no importaba traer la genealogía de Cristo hasta María sino hasta Josef, porque el parentesco entre ellos debia ser en aquel tiempo muy notorio, así vió tambien aquí que no importaba llamar á Josef marido de María ni llamar á María mujer de Josef, pues constaba claramente que su intento era mostrar que, aunque eran marido y mujer en lo exterior, en la apariencia, no lo eran en lo interior, en la existencia.
En qué manera fué concebido Jesu-Cristo nuestro señor por obra de espíritu santo en el vientre de la santísima vírgen, es mas seguro creerlo que averiguarlo, y por tanto me remito á los que hacen profesion de averiguar toda cosa, contentándome yo con creer que la concepcion de Cristo fué por obra de espíritu santo sin que en ella entreviniese simiente de hombre. Diciendo «porque él librará á su pueblo de sus pecados,» declara que por eso Cristo habia de ser llamado Jesus, que significa salud, porque había de dar salud al pueblo de Dios, salvándolo y librándolo de sus pecados. Adonde se entiende que el propio oficio de Cristo es librarnos de nuestros pecados, á los que pertenecemos al pueblo de Dios; los que no creen que esta liberacion pertenece á ellos, no son pueblo de Dios, porque no creen la salud de Cristo. Aquello: «Catad que la virgen,» etc., se lee en Esaías, capítulo 7, adonde entiende el evangelista que la señal que fué dada á los hebreos en estas palabras por confirmacion de lo que les era prometido, era decirles que vendria tiempo en el cual una doncella estaria preñada y pariria un hijo sin perder su virginidad, como si dijera Esaías: el mismo Dios, que os promete la liberacion de estos enemigos que os hacen guerra, hará que una virgen conciba y pára, sin perder su virginidad, y pues es poderoso para hacer esto, piensa si sera poderoso para hacer estotro. Acostumbra Dios facilitar nuestra incredulidad queriendo que le demos crédito en unas cosas, prometiéndonos otras de mayor calidad y de mayor admiracion. Bien que dando Dios esta señal á Ácaz no tuvo intento de facilitar en el creer, antes se la dio á su despecho, no queriendo el demandársela. Y por tanto esta señal fué á los hebreos causa de su última destruccion y perdicion.
Aquello: «hasta que parió,» etc., se ha de entender según el hablar de la lengua hebrea, de manera que entienda: y no la conoció jamas. Así dice en el salmo 110: Donec ponam inimicos tuos, etc., entendiendo: Asientate á mi diestra hasta que ponga á tus enemigos por banquillo de tus piés, adonde no se ha de entender que, puestos los enemigos por banquillo de sus piés, se habia de levantar de la diestra de Dios.
Aquello «el primogénito» esta dicho por excelencia y es tambien manera de hablar de la lengua hebrea, la cual acostumbra llamar primogénito, entendiendo lo mismo que unigénito.