El Evangelio de San Mateo

Traducido fielmente del griego en romance castellano y declarado según el sentido literal con muchas consideraciones sacadas de la letra, muy necesarias al vivir cristiano.
www.iglesiareformada.com
Capítulo cuarto

         Entónces Jesus fué llevado por el espíritu en el desierto á ser tentado del diablo. Y habiendo ayunado cuarenta dias y cuarenta noches al fin hubo hambre, y viniendo á él el tentador, le dijo: Si eres hijo de Dios, dí que estas piedras se tornen panes. Y él respondiendo dijo: Escrito está: (18) «No de solo pan vive el hombre, pero de toda palabra salida de la boca de Dios.»

    Llevando el espíritu santo á Cristo al desierto, luego que fué bautizado, para que allí combatiese con el demonio y lo venciese allí, ántes que comenzase su predicacion, enseña á los predicadores del evangelio que antes que se pongan á predicarlo se aparten en lugares solitarios, atendiendo á sentir la enseñanza interior del espíritu santo y á combatir con el demonio y vencerlo, á fin que no acontezca que, predicando sin la doctrina inspirada, pierdan tiempo y que, siendo tentados y vencidos entre los hombres despues de comenzada la predicacion, den mal nombre al evangelio. El intento que tuvo Dios, queriendo que Cristo fuese tentado, entiendo que fué que el demonio quedase vencido y por tanto amilanado y acobardado. Estaba el demonio victorioso y por tanto animoso y esforzado contra los hombres desde que, combatiendo al primer hombre, lo venció y vencido lo sujeto á muerte y á otras miserias, y viniendo el segundo Adam Jesu-Cristo nuestro señor á reparar el mal que era venido en el mundo por la victoria que el demonio habia habido contra el primer Adam, fué necesario que la primera cosa que hiciese fuese vencer al demonio, y porque no lo pudiera vencer si no fuera acometido de él, ordenó Dios que lo tentase, para que, quedado vencido el demonio, comenzase la humana generacion á sentir el beneficio de Cristo, comenzando el demonio á ser cobarde por haber sido vencido.

    El ser igual el número de los dias que Cristo estuvo en el desierto, antes que viniese á predicar el evangelio, con el número de los dias que Moisen estuvo en el monte hablando con Dios, ántes que bajase á dar la ley al pueblo hebreo, me hace pensar que hay alguna correspondencia entre los unos dias y los otros, que, así como Moisen estuvo cuarenta dias y cuarenta noches en el monte antes que viniese á publicar la ley, así haya querido Dios que Cristo estuviese cuarenta dias y cuarenta noches en el desierto antes que viniese á publicar el evangelio. Adonde entiendo que el que en todas las obras de Cristo mirara unas veces á Adam y otras veces á Moisen, atinara mucho en el divino consejo que hay en ellos. El intento que el diablo tuvo tentando á Cristo no pienso que fué certificarse si era ó no era hijo de Dios, pues consta por lo que veremos adelante que estaba certificado, pero entiendo que fué el mismo que tuvo tentando al primer hombre; quiero decir que, así como persuadió al primer hombre que no creyese á la voz de Dios que dijo: «si comereis, morireis», así pretendio persuadir á Cristo que no creyese á la voz de Dios que habia dicho: «este es mi hijo», ó por lo menos conducir á Cristo á que, obedeciéndolo á él, se apartase de la obediencia de Dios.

    Habia Dios ordenado á Cristo en que manera se habia de gobernar en el negocio de la reparacion de la humana generacion, y, siendo necesario que de ninguna manera se apartase de aquel órden de Dios, el diablo procuró de apartarlo por pervertir el divino consejo de Dios. Acerca del cual me acuerdo haber escrito en una epístola (19) lo que siento, á lo cual me remito, y tambien á lo que he escrito 1ª Cor. 1. Y viniendo á las palabras del texto, se ha de entender que, diciendo «por el espíritu», entiende: por el espíritu santo; y que el haber Cristo hambre fué un dar ocasion á la tentacion; y que al mismo, que el evangelista llama diablo, llama tentador, entendiendo que el oficio del diablo es tentar á los hombres, solicitarlos á que se aparten de la obediencia de Dios. Y tambien me acuerdo haber escrito una epístola (20), en la cual he dicho lo que entiendo acerca de la tentacion.

    Para decir el demonio á Cristo «si eres hijo de Dios» entiendo (como he dicho) que tomó ocasion de aquella voz del padre que había dicho: «este es mi hijo», como si dijera el demonio á Cristo: ¿Quieres ver si es verdad lo que aquella voz dijo que eres hijo de Dios? Pues tienes hambre, haz de estas piedras panes. ¡Oh cuántas y cuántas veces son tentados los que por Cristo vienen á ser hijos de Dios, de la misma manera y con las mismas palabras que fué tentado Cristo! Antes por la experiencia que tengo de esto soy venido á entender el intento que el demonio tuvo en estotro, y lo mismo soy cierto que entenderán todos los hombres que, dando crédito á la predicacion del evangelio, se tendrán por hijos de Dios.

    De ver el demonio á Cristo hambriento tomó atrevimiento á tentarlo queriendo tomarlo por hambre, y así le dijo: «Dí que estas piedras se tornen panes», adonde lo mismo es «dí» que manda ó haz, pues, siendo hijo de Dios, te será cosa fácil y así remediarás tu necesidad. Las palabras con que Cristo modestísimamente rebate la tentacion del demonio están escritas Deut. 8, adonde dice Moisen al pueblo hebreo que la causa, porque Dios lo habia traido por el desierto y le habia hecho padecer hambre, era por mantenerlo él por vía extraordinaria y así mostrarle que no es solo el pan el que sustenta y mantiene al hombre, porque es así que sera sustentado y mantenido con cualquiera cosa, otra á la cual Dios querrá dar virtud de mantener y sustentar como la da al pan. Adonde se ha de entender que por pan entiende la santa escritura todas las cosas que naturalmente tienen virtud de mantener y sustentar al hombre, siendo naturalmente y por vía ordinaria producidas de la tierra.

    Entendido el intento que tuvo Moisen cuando dijo estas palabras al pueblo hebreo, se entiende que, alegándolas Cristo al demonio, pretendió decirle: si bien yo tengo hambre, no tengo necesidad de tomar tu consejo, haciendo de piedras panes, pues me consta por la escritura santa que acostumbra Dios mantener y sustentar á los hombres con aquello que le place y es su voluntad, dándole la virtud y eficacia que da al pan, de manera que no hay para que haga yo de piedras panes, pues es así que, siendo así la voluntad de Dios, las piedras harán en mí el mismo efecto que los panes.

    Y aquí se deben fortificar las personas cristianas cuando se verán necesitadas de estas cosas con que naturalmente son sustentados nuestros cuerpos humanos, considerando que es poderoso Dios, antes que acostumbra Dios mantener y sustentar á los hombres sin estas cosas que por vía ordinaria los sustentan y los mantienen, de manera que, cuando el demonio les persuadirá á apartarse del deber cristiano, del decoro cristiano, por proveerse para sus necesidades corporales, digan ellas luego con Cristo: no de solo pan vive el hombre, pero de toda palaba salida por la boca de Dios. Adonde por palabra entiende cosa, segun el hablar de la lengua hebrea, la cual usa de un mismo vocablo para decir palabra y para decir cosa, segun que se ve en muchos lugares de la santa escritura. Diciendo «salida de la boca de Dios», alude á lo que ha dicho «palabra» y entiende que, así como, cuando un hombre fuese omnipotentísimo, con sola la palabra que saliese de su boca haría todo lo que quisiese, dando á las cosas la virtud y la eficacia que le pluguiese, así Dios, que es omnipotentísimo, con solo su voluntad hace todo lo que quiere, haciendo que las cosas tengan aquella fuerza y eficacia que á él le place que tengan (21).

         Entónces lo toma el diablo y lo lleva á la santa ciudad y lo pone sobre el ala del templo y le dice: Si eres hijo de Dios, échate de aquí abajo, porque escrito está (22) que á sus ángeles mandará de tí y tomaránte sobre las manos para que no tropieces en piedra con tu pié. Díjole Jesus: Tambien está escrito: (23) No tentarás al Señor Dios tuyo.

    Así como no entiendo en la primera tentacion en qué forma ó manera vino el diablo á persuadir á Cristo que hiciese de piedras panes, así tampoco entiendo en esta segunda en que forma o manera lo llevó á Jerusalem, á la cual llama santa ciudad, y lo puso sobre el ala del tejado del templo ó sobre el chapitel del templo, entiende lo más alto y peligroso. Entiendo bien que en esta tentacion tuvo el diablo el mismo intento que en la primera; en la una pensó tomar á Cristo por hambre, y en la otra lo quiso tomar por aparente piedad y así le dijo: Quieres ver si aquella voz que oiste era verdadera ó no, échate de aquí abajo, porque, si eres hijo de Dios, no te haras mal ninguno, pues es así que Dios promete en la santa escritura, tener tanto cuidado de los suyos que tendrá siempre ángeles en su guarda á fin que no haya cosa que les ofenda, de manera que siendo tu hijo de Dios, no tienes de qué temer á esta persuasion del diablo respondió Cristo con la misma santa escritura, diciendo: No es bien que yo haga lo que tu me dices, porque seria tentar á Dios, cosa prohibida por el mismo Dios. Adonde se ha de notar la modestia con que Cristo responde al diablo, rebatiéndole sus persuasiones con palabras de la santa escritura; y entiendo que, habiendo el diablo sido rebatido en la primera tentacion con la autoridad de la santa escritura, pensó en esta segunda vencer con la misma escritura y así la alegó á Cristo, á mi parecer harto á propósito, pero mucho mas á propósito se la rebatió Cristo con aquello: «No tentarás,» ó no tientes «al Señor Dios tuyo.» Adonde entiendo que entónces tentamos los hombres á Dios cuando temerariamente nos confiamos de Dios en aquellas cosas de que no tenemos prometimientos de Dios, y cuando en las cosas, de que tenemos prometimiento, sin necesidad ninguna nos ponemos en peligros por probar lo que tenemos en Dios, y cuando demandamos á Dios aquellas cosas de que tenemos necesidad, como dudando de la omnipotencia de Dios ó de la verdad de Dios, y de esta manera entiendo que tentaron los hebreos á Dios en el desierto. Y sobre estos prometimientos de Dios he escrito una respuesta. Y aquí entiendo que no es menor la impiedad de los que se sirven de estas palabras. «No tentarás,» etc. para encubrir su desconfianza en los prometimientos de Dios en lo que pertenece á la sustanciacion de los cuerpos sin nuestra solicitud y cuidado y en lo que pertenece á la justificacion de los ánimos por la justicia de Dios ejecutada en Cristo, que la temeridad de los que sin mirar á estas palabras se ponen á peligros sin necesidad, diciendo: Dios me ayudara. ¡Y pluguiese á Dios que no fuesen mas los que caen en aquella impiedad que los que caen en esta temeridad! Esto digo, porque es tanto mayor el número de los que caen en la impiedad que el de los que caen en la temeridad, cuanto es mayor el número de los falsos cristianos que él de los verdaderos cristianos. Adonde entiendo que los verdaderos cristianos son tentados á caer en la temeridad como Cristo fué tentado, pero son guardados de caer en ella como Cristo fué guardado, y que los falsos cristianos son tentados á caer en la impiedad y caen y son derribados en la tentacion antes en ella perecen. Son bien tentados los verdaderos cristianos con la impiedad, pero los falsos cristianos pocas veces son tentados con la temeridad y cuando son tentados caen en la tentacion como se ha visto de muchos.

    En aquel «toma» se entiende tomar y llevar. Diciendo «de tí,» entiende: de lo que pertenece á ti. En lo demás me remito á lo que he dicho sobre el salmo 91. En aquel futuro «tentarás» se ha de entender imperativo: tientes, segun el hablar de la lengua hebrea.

         Otra vez lo toma el diablo y lo lleva á un monte muy alto y muéstrale todos los reinos del mundo y la gloria de ellos y dícele: Todo esto te daré si derribado en tierra me adoraras. Entónces le dijo Jesus: ¡Véte, Satanas! porque escrito está: Al Señor Dios tuyo adorarás y á él solo servirás. Entónces lo dejó el diablo, y he aquí los ángeles vinieron y lo sirvieron.

    Tampoco entiendo aquí en qué manera el diablo mostró á Cristo lo que aquí dice el evangelista, ni importa mucho para lo que aquí importa entender. Esto es que, viendo el diablo que no habia podido tomar á Cristo ni por hambre ni por aparente piedad, pensó tomarlo por vanagloria mundana, no ya como á hijo de Dios sino como á hijo de Adam, como á hombre del mundo; y así no le dice como las otras veces: «Si eres hijo de Dios,» porque lo que queria de él, no era cosa perteneciente á hijo de Dios, como era el hacer de piedras panes y el echarse de lo alto del templo sin padecer detrimento.

    Adonde noto que, si bien el diablo no podia persuadir á Cristo nada de lo que queria, viendo que Cristo se excusaba no como hijo de Dios sino como puro hombre, iba perdiendo la estimacion en que lo tenia, como parece por esto que primero lo tentó con una cosa que tenia muestra de honestidad: has hambre, estás en este desierto; si eres hijo de Dios, haz de estas piedras panes y come; segundo lo tentó con una cosa temeraria, diciéndole que se echase del templo abajo, y tercero lo tentó con una cosa impía, diciéndole «todo esto te daré,» etc.

    Y considerando esto, no tengo por mala inteligencia la de los que dicen que el diablo pretendió certificarse si Cristo era hijo de Dios. Es bien verdad que, segun mi opinion, dirian mejor si dijesen, que pretendió certificarse qué filiacion era la de Cristo, si era hijo de Dios de la manera que la santa escritura acostumbra llamar á algunas suertes de hombres ó si lo era de otra nueva manera, bien que todavía me atengo á la mera inteligencia con la cual no es escluida esta, antes esta bien la una y la otra, que el diablo tuviese intento á hacer con Cristo lo que hizo con Adam y á certificarse qué suerte de filiacion era aquella de Cristo.

    Y en esto consiste la victoria de Cristo en que el diablo no salió con lo uno ni con lo otro. Y tornando á la tentacion digo, que en esta tercera tentacion se ha de entender, que prometia el diablo á Cristo lo que no le podia dar y que, porque la condicion que le propuso diciendo «si derribado en tierra me adoraras» era contra la honra de Dios, Cristo como zeloso de ella no le respondió con la mansedumbre que las otras dos veces le había respondido, sino con alguna cólera, diciéndole, «¡Véte, Satanas!» Entiendo: ¡quítateme delante, espíritu maligno é infernal! que no puedo comportar que me propongas cosa que sea contra la honra de Dios.

    Adonde entenderán las personas cristianas que no han de sufrir de ninguna manera que les sea propuesta cosa que perjudique la gloria de Dios, que han de guardar la mansedumbre cristiana cuando les serán propuestas cosas que perjudiquen su propia gloria de ellas y que han de entrar en moderada cólera cuando les serán propuestas cosas que perjudiquen la gloria de Dios. La cual es perjudicada cuando es atribuido á las criaturas lo que se debe atribuir á solo Dios y cuando se pretende haber por las criaturas lo que se ha de haber de solo Dios, como es la piedad y la justicia y la santidad, las cuales cosas se alcanzan de Dios por Cristo.

    Y he dicho moderada cólera, considerando que aunque Cristo echó de sí á Satanás con alguna cólera, no se apartó de su acostumbrada modestia, defendiéndose con la escritura santa que dice: Al Señor Dios tuyo adorarás, etc., como si dijera Cristo: Dígote, Satanas, que te me quites de aquí, porque me persuades que haga una cosa que derechamente es contraria á la ley de Dios, á la voluntad de Dios. Tú quieres que yo te adore á tí, y Dios quiere que los suyos adoren y sirvan solamente á él.

    Adonde aprenden las personas cristianas en qué manera han de defenderse contra las persecuciones del diablo, quiero decir que así como Cristo, estando debajo de la ley, se defendió alegando las palabras de la ley, así ellas, que están debajo de gracia, se defenderán alegando el deber del evangelio, el decoro que pertenece á personas cristianas, de manera que, siendo combatidas del demonio, de su propia carne ó de los hombres del mundo con alguna cosa que no sea segun el deber y el decoro cristiano, súbito digan ellos: No, que esto no lo hiciera Cristo. Segun que más largamente lo he dicho en una consideracion. (24)

    Y aquí entiendo que es de muy mayor eficacia para resistir á las persuasiones del diablo en este tiempo del evangelio este escudo: No, que esto no lo hiciera Cristo, que era en tiempo de la ley el escudo de las palabras de la misma ley; quiero decir que se aparta más presto la tentacion, sintiendo decir: No, que esto no lo hiciera Cristo, que se apartaba, sintiendo las palabras de la ley. Y pensando en que Cristo defendiéndose alegó al diablo las palabras de la ley, si bien él no dejaba de adorar al diablo porque mandaba la ley que solo Dios fuese adorado, dejándolo de hacer porque no era cosa conveniente á él, considero la grandísima humildad de Cristo, en cuanto no solamente vivió sujeto á la ley, pero mostró no hacer lo que la ley prohibia, porque la ley lo prohibia, disimulando en todo y por todo su altísima divinidad.

    Adonde aprenderán las personas cristianas que se deben humillar, disimulando su dignidad espiritual cuando será necesario que la disimulen, mostrándose iguales á los otros hombres, mostrando moverse á las cosas con el intento que se mueven los otros hombres, si bien ellas se moverán con intento diferentísimo, de manera que, así como los santos del mundo tienen intento á publicar sus perfecciones, así ellas tengan intento á disimular sus perfecciones, cosa que en grandísima manera abate y á tierra á la presuncion y ambicion humana, la cual en las personas cristianas conviene que esté abatidísima y aterradísima.

    En aquello «entónces lo dejó el diablo,» etc., se ha de advertir que á las personas cristianas acontece siempre lo mismo que aconteció á Cristo, en cuanto, así como, quedando Cristo victorioso contra el diablo, él se apartó de él y lo dejó de molestar y los ángeles lo vinieron á servir, así tambien, quedando ellas victoriosas contra sus tentaciones, ellas se apartan y las dejan, y los ángeles, las divinas inspiraciones, los divinos gustos y sentimientos interiores las vienen á servir. De esto que digo soy cierto que han tenido experiencia las personas cristianas cual más y cual ménos segun que más ó ménos habrán combatido y vencido.

    En el Griego es casi lo mismo «adorarás» que: servirás, porque el servicio con que Dios quiere ser servido de los suyos es la adoracion. En tiempo de la ley placia á Dios la adoracion hebrea que consistia en obediencias esteriores que eran señales de las interiores, y en tiempo del evangelio place á Dios la adoracion cristiana que consiste en obediencias interiores en espíritu y en verdad, y así como el hebreo no cumplia con la adoracion interior si no tenia la esterior, así el cristiano no cumple con la adoracion esterior si no tiene la interior, la cual es á él propia y como natural. En el Hebreo á la letra dice: «Al Señor Dios tuyo temerás y á él servirás,» por donde parece que es lo mismo en el Hebreo temer que adorar, acatar y reverenciar.

    El mal espíritu en el Hebreo es llamado Satanas, que significa impedidor ó estorbador, porque siempre va impidiendo y estorbando las obras de Dios, pervirtiendo los consejos de Dios. El mismo es llamado en Griego diablo, que significa acusador ó calumniador, porque su oficio es acusar y calumniar á los hombres. Y aquí se ha de advertir que, refiriendo el evangelista las palabras de Cristo, dice: «Satanas», y, hablando el del suyo, dice «diablo», del cual vocablo no usara de ninguna manera si escribiera en Hebreo, porque la lengua hebrea no lo conoce, y si esta escritura fuera traducida de Hebreo, parece que el intérprete pusiera, siempre diablo ó Satanas; pero esto importa poco.

         Oyendo pues Jesus que Juan estaba preso, se apartó á Galilea y, dejando á Nazaret, viniendo moró en Capernaum la marítima en las comarcas de Zabulon y Neptalim, á fin que se cumpliese lo que estaba dicho por el profeta Esaías que dice: (25) «Tierra de Zabulon y Neptalim, camino del mar allende el Jordan, Galilea la de los gentiles, el pueblo asentado en la obscuridad vio grande luz, y los asentados en region y sombra de muerte les nació luz.

    Cuenta San Mateo que despues que Cristo salió del ayuno y de la victoria contra el diablo, entendiendo como Heródes habia prendido á San Juan porque lo reprehendia, porque no hiciese otro tanto con él, no siendo aún venido el tiempo determinado por la divina majestad, se tornó en Galilea y que no quiso ir á Nazaret adonde habia sido criado, sino á Capernaum, la cual dice que es ciudad vecina al mar en las comarcas de Zabulon y Neptalim. Y dice que hizo esto Cristo porque se cumpliese lo que dice Esaías «tierra de Zabulon» etc., adonde entiende San Mateo que en aquellas palabras profetizó Esaías la luz de la predicacion de Cristo que habia de resplandecer en aquellas partes. En aquello «á fin que se cumpliese» etc., se ha de advertir que usan los evangelistas esta manera de decir, queriendo entender que, porque habia de ser esto, dijo el profeta estotro.

    Lo mismo es «allende el Jordan» que: de la otra parte del río Jordan. En aquello «asentado en obscuridad» se ha de entender que están asentados en obscuridad todos los que, estando sin Dios y sin Cristo, viven seguros en su ceguedad. Aquello «sombra de muerte» es del hablar hebreo; así llaman á los lugares que por su obscuridad y tenebregura parece que amenazan la muerte á los que pasan por ellos. Cuanto al confrontar las palabras del evangelista con las del profeta, me remito á los que más saben.

         Desde entónces comenzó Jesus á predicar y decir: Reconocéos, catad que está cercano el reino de los cielos.

    Muestra San Mateo que Cristo comenzó á predicar en Capernaum y que comenzó con las mismas palabras que habia comenzado San Juan, á confusion de los predicadores de este tiempo que van buscando cosas nuevas que decir en sus sermones por no decir lo que otros han dicho y aún se avergüenzan de decir una buena cosa dos veces, no como San Pablo que, mirando al útil de aquellos á quienes escribia, no recibia pena de replicarles una misma cosa. Es bien verdad que segun San Marco parece que no eran todas unas las palabras con que predicaba Cristo y las con que predicaba San Juan, porque dice que Cristo decia: «Ya es cumplido el tiempo y acercado se ha el reino de Dios. Reconocéos y creed al evangelio.»

    Adonde entiendo que la predicacion de San Juan, la de Cristo y la de los discípulos de Cristo mientras vivió Cristo consistió solamente en intimar á los hombres la breve venida del reino espiritual que comienza en la vida presente en los que aceptan el evangelio y va continuado en la vida eterna, no descubriéndoles el secreto de la puerta por donde se entra en este reino, que es la aceptacion de la justicia de Cristo, porque aun Cristo no habia hecho la reconciliacion de los hombres con Dios que hizo muriendo en la cruz; el cual secreto entiendo que los apóstoles lo descubrieron despues que por el espíritu santo ellos lo entendieron, y en el cual consiste el evangelio.

         Y andando Jesus junto al mar de Galilea, vió dos hermanos, á Simon llamado Pedro y á Andrés, su hermano, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores. Y díceles: Venid tras mí y haréos pescadores de hombres. Y ellos, dejando luego las redes, le siguieron. Y pasando de allí vió otros dos hermanos á Jacobo el del Zebedeo y á Juan, su hermano, en una barca con el Zebedeo, su padre, remendando sus redes. Y llamólos, y ellos, dejando luego la barca y á su padre, lo siguieron.


    Tres cosas me parece que hay aquí dignas de consideracion. La primera que el oficio del apóstol, del predicador del evangelio, es pescar hombres, sacarlos de la obscuridad, de las tinieblas y de la confusion del reino del mundo y traerlos á la luz, á la claridad y á la paz del reino de Dios; y la red, con que son pescados estos hombres, es la palabra del evangelio, la intimacion del indulto y perdon general por la justicia de Dios ejecutada en Cristo, y es así que los que aceptan este indulto salen de la obscuridad, de las tinieblas y de la confusion del reino del mundo y entran en la luz, en la claridad y en la paz del reino de Dios. Yo entiendo: cuando la aceptacion es obra del mismo Dios; porque, cuando es industria humana, no se siente este efecto.

    La segunda que estos cuatro apóstoles en sintiendo la voz de Cristo sin consultar con su prudencia humana ni esperar otras persuasiones mas que aquella «haréos pescadores de hombres,» la cual ellos no entendieron á la hora, siguieron á Cristo, como tengo por cierto que hacen todos cuantos sienten interiormente la voz de Cristo; los que, ántes que se deliberen en aceptar el evangelio y así salir del reino del mundo y entrar en el reino de Dios, van consultando con la prudencia humana, dan testimonio de sí mismos que no sienten la voz de Cristo, porque, si la sintiesen, harian lo que hicieron los apóstoles.

    La tercera que, si los hijos del Zebedeo miraran al deber de la generacion humana, no dejaran al padre por seguir á Cristo. Adonde se entiende que el hombre que es llamado de Dios para ser discípulo de Cristo, para imitar á Cristo, debe renunciar el deber de la generacion humana, teniendo solamente respeto al deber de la regeneracion cristiana, segun que mas largamente he dicho, lo que acerca de esto siento, en dos respuestas á dos preguntas (26). Adonde se ha de advertir que entónces el hombre ha de renunciar el deber de la generacion humana por seguir el deber de la regeneracion cristiana, cuando el deber de la generacion humana le impedirá ó estorbará el atender enteramente y como se debe al deber de la regeneracion cristiana, el cual consiste en predicar el evangelio, el enseñar el vivir cristiano y en imitar la humildad, la mansedumbre, la obediencia á Dios y la caridad con el prójimo, con que vivió en la presente vida Jesu-Cristo nuestro Señor.

         Y rodeaba Jesus toda Galilea enseñando en sus sinagogas y predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo y divulgóse su fama por toda la Siria y traíanle á todos los enfermos de diversas enfermedades y contrechos de torozones y endemoniados y lunáticos y paralíticos y sanábalos, y seguíanlo muchas gentes de Galilea y Decápoli y de Jerusalem y Judea y de allende el Jordan.

    Diciendo que rodeaba Jesus toda Galilea, entiende que andaba por todas las partes de aquella provincia, y diciendo «en sus sinagogas,» entiende en las casas públicas á donde los judíos se agrupaban no á adorar, porque para esto tenían señalado el templo de Jerusalem, y no les era permitido adorar en otra parte ninguna, ni á orar, porque oraban en todo lugar, sino á enseñar y ser enseñados, pero las cosas y en las cosas de la ley; y á las casas donde se ayuntaban llama el evangelista sinagogas que es lo mismo que ahora decimos iglesias. Y sobre esta usanza hebrea me acuerdo haber hablado en una epístola (27).

    Tres cosas dice San Mateo que hacia Cristo: enseñaba, predicaba el evangelio del reino y sanaba á los enfermos. La enseñanza pienso que consistia en declarar la ley, mostrando la verdadera inteligencia de ella, y entiendo que del enseñar tomaba ocasion para predicar el evangelio del reino, y entiendo que era llamada así la predicacion de Cristo porque en ella intimaba la venida del reino de Dios, diciendo: «Catad que está cercano el reino de Dios.» Y entiendo que esta intimacion era llamada evangelio porque es felicísima cosa que Dios huelgue y se contente de regir y gobernar á los hombres sin ley y sin preceptos sino con su espíritu santo, como con efecto lo sienten los que aceptando la justicia de Cristo están en el reino de Dios, que en tiempo de Cristo era predicado que habia de venir y que vino cuando fué dado el espíritu santo, pero no se deja ver y conocer sino de los que pertenecen á él y están en él, los cuales aún mas presto lo sienten que lo ven.

    Y entiendo que por despertar, desvelar y abrir los ojos á los hombres para que creyeren esta buena nueva hacia Cristo milagros, sanando diversas y estrañas enfermedades, de las cuales entiendo que pone algunas San Mateo, callando las otras; y tras estos milagros entiendo que iban las gentes que dice San Mateo que seguian á Cristo, venidas de las partes que aquí nombra. En efecto los hombres nos movemos mucho por estas cosas exteriores que traen consigo admiracion y utilidad corporal, moviéndonos poquísimo por las que traen edificacion y utilidad espiritual. Aquello «y contrechos de torozones» etc. entiendo que es declaracion de lo que ha dicho «diversas enfermedades.» Lo mismo es paralíticos que perláticos, los que tienen perlesía.