PORQUE CREO EN DIOS
Por CORNELIO VAN TIL
Traductor: Ediberto García
Corrector: Oscar Arocha
Usted ha notado, estoy seguro, que científicos y filósofos en días recientes han hablado mucho sobre religión y sobre Dios. Científicos como el Dr. Santiago Jeans y el señor Arturo Eddington han admitido que puede haber algo de contenido en las aseveraciones de hombres que dicen haber tenido una experiencia de Dios. El filósofo, doctor C. E. M. Joad, escribe que lo "imponente del mal" lo ha compelido a reconsiderar el argumento sobre la existencia de Dios.
¿En ocasiones se ha preguntado también si la muerte lo termina todo? ¿Recuerda usted, quizás, cómo Sócrates, el gran filósofo griego, luchó con ese problema el día antes de beber la copa de cicuta? ¿Se pregunta si habrá algo en lo absoluto en la idea de un juicio después de la muerte? ¿Estoy yo absolutamente seguro, se pregunta, que no hay Dios? ¿Cómo sé yo que no hay Dios?
Para abreviar, como persona inteligente y con sentido de responsabilidad, de vez en cuando ha cuestionado el motivo de su pensamiento y de sus acciones. Ha considerado, o por lo menos ha estado interesado sobre lo que los filósofos llaman su “teoría de la realidad”. Usted está bastante interesado, por consiguiente, en oír las razones para mi creencia en Dios.
Empecemos comparando notas de nuestro pasado. El debate acerca de la herencia y el ambiente es prominente en nuestros días. Quizás usted piensa que la única razón real que tengo para creer en Dios es el hecho de que fui instruido así en mis días de infancia. Por supuesto, yo no pienso que es así. No niego que yo fuera instruido para creer en Dios cuando era niño, pero afirmo que desde grande he oído una exposición bastante completa de los argumentos en contra de la creencia en Dios. Y es después de haber oído tales argumentos que estoy más inclinado a creer en Dios. De hecho, siento que el todo de la historia y la civilización me sería ininteligible si no fuera por mi creencia en Dios. Tan verdadero es esto, que propongo defender que a menos que no tenga a Dios como respaldo o base de todo lo existente, usted no podría encontrar significado en nada. Ni siquiera puedo defender la creencia en Él, sin ya haberlo dado por sentado. Y semejantemente contiendo que usted no puede argumentar contra la creencia en Él antes de que lo dé también por sentado. Argumentar sobre la existencia de Dios, sostengo, es como argumentar en contra del aire. Usted puede afirmar que el aire existe, y yo que no existe.
Pero mientras debatimos el punto, los dos estamos respirando aire todo el tiempo. Para usar otra ilustración, Dios es como el emplazamiento en que deben establecerse las mismas armas que se supone lo deshagan de Su existencia. Sin embargo, si después de oír brevemente mi historia todavía piensa que es todo un asunto de herencia y ambiente, no discreparé de manera violenta.
Mi punto en su totalidad será que hay armonía perfecta entre mi creencia de niño y mi creencia de adulto, simplemente porque Dios es el ambiente por el que mi vida temprana fue dirigida y mi vida de adulto se me hizo inteligible.
Frecuentemente se nos dice que mucho en nuestra vida depende del "accidente del nacimiento". Yo nací en Holanda—en una pequeña casa de tejado de paja con un pequeño granero para las vacas de contiguo. Usted pudo haber nacido en una cabaña o en la mansión de un gobernador. Permítame asumir que nació en la sala de partos de un hospital moderno en los suburbios de Washington, D.C.
¿Es esto realmente importante para nuestro propósito? Sí, por cuanto los dos nacimos en medio de una "civilización cristiana". Nosotros podemos limitar nuestra discusión, por consiguiente, al "Dios del cristianismo". Yo creo en ese Dios. Usted no cree, o por lo menos usted no está seguro de que cree. Este límite servirá de punto de partida para nuestra discusión.
No tiene ningún sentido hablar sobre la existencia de Dios, sin saber qué clase de Dios es que puede o no puede existir.
Tanto entonces nosotros hemos ganado. Sabemos, por lo menos en lo general, qué clase de Dios es el que nosotros vamos a hacer el tema de nuestra conversación. Si ahora venimos a un acuerdo preliminar similar acerca del estandar o test que hemos de utilizar para probar o refutar la existencia de Dios, podemos proceder. Usted, por supuesto, no espera que yo traiga a Dios aquí, al salón, para que pueda verlo. Si yo pudiera hacer tal, Él no sería el Dios del cristianismo.
Todo lo que usted espera que yo haga es hacer razonable el usted creer en Él. Quisiera responder rápidamente diciendo que es justo lo que intento hacer. Pero al pensarlo, dudo por un momento.
Si usted realmente no cree en Dios, entonces, naturalmente, no cree que es Su criatura. Por otro lado, yo, quién creo en Dios, naturalmente creo que independientemente de lo que usted piense, usted realmente es Su criatura. Y ciertamente es razonable para la criatura de Dios creer en Dios.
Así que yo sólo puedo intentar mostrar que aun cuando no le parezca razonable a usted, es razonable el creer en Dios para usted.
Pero permítame volver al tema de la crianza. Puedo recordar que cuando niño jugaba en una caja de tierra construida en una esquina del granero del heno. Del granero del heno yo pasaba por el granero de las vacas a la casa. También construido en el granero del heno, pero con puertas que abrían al granero de las vacas, había un cuarto de cama para el jornalero. ¡Mucho deseaba que me dieran permiso para dormir en esa cama por una noche! El permiso me fue dado finalmente por una noche. Freud todavía era absolutamente desconocido para mí, pero había oído hablar de los fantasmas y "los heraldos de la muerte". Esa noche oía que las vacas tintineaban sus cadenas. Yo sabía que habían vacas y que ellas tintineaban mucho con sus cadenas, pero después de un rato comencé a dudar que era sólo las vacas las que hacían todos los ruidos que oía. ¿No había alguien caminando detrás, en el pasillo de las vacas, acercándose a mi cama? Ya había sido enseñado a elevar mis plegarias nocturnales. Algunas de las palabras eran, "Señor, conviérteme, para que yo pueda convertirme". Ignorante de la paradoja, yo oré esa oración esa noche cual nunca había orado antes.
Yo no recuerdo hablar a mis padres sobre mi aflicción. Ellos eran incapaces de proporcionar el remedio moderno. Psychology ni siquiera se encontraba en su mesa-biblioteca–ni tampoco The Ladies Home Journal. Aunque sé lo que ellos habrían dicho. ¡No había ningún fantasma por supuesto, y ciertamente no debo tener miedo, puesto que con cuerpo y alma yo pertenecía a mi Salvador quien murió por mí en la cruz y resucitó para que Su pueblo pueda ser salvo del infierno y puedan ir al cielo! Yo debo orar seriamente y a menudo que el Espíritu Santo pueda darme corazón nuevo para que yo pueda amar a Dios de veras en lugar del pecado y a mí mismo.
¿Cómo sé yo qué clase de cosa me habrían dicho ellos? Pozo que era la clase de cosa sobre la cual ellos de vez en cuando hablaban. O más bien, ésa era la clase de cosa que constituyó la atmósfera de nuestra vida diaria. La nuestra no era en ningún sentido una familia pietista. No hubo grande conmoción emocional en ninguna ocasión que recuerde. Había mucha dificultad sobre hacer heno en el verano y sobre el cuidado de las vacas y las ovejas en el invierno, pero en todo ese contexto había una atmósfera profundamente acondicionadora.
Aunque no había ninguna llovizna tropical de reavivamiento, sin embargo, la humedad relativa siempre era muy alta. En cada comida la familia entera estaba presente. Había una oración al comienzo y otra al final, y un capítulo de la Biblia se leía cada vez. La Biblia se leía desde Génesis hasta Apocalipsis. Desayunando o cenando, como fuera el caso, nosotros oiríamos hablar del Nuevo Testamento, o de "los hijos de Dios después por familia, de Zephón y Haggai y Shuni y Ozni, de Eri y Areli". No digo que entendía el significado de todo. Sin embargo, no puede haber ninguna duda del efecto total. La Biblia se volvió para mí, en todas sus partes, en cada sílaba, la misma Palabra de Dios. Yo aprendí que debo creer la historia de La Escritura, y que "fe" era un regalo de Dios. Lo que había acontecido en el pasado, y particularmente lo que había acontecido en el pasado en Palestina, era de capital importancia para mí. Para abreviar, yo fui criado en lo que el Dr. Joad llamaría "parroquialismo topográfico y temporal". Yo era "acondicionado" de la manera más completa. ¡Yo no podía evitar el creer en Dios—en el Dios de los cristianos—en el Dios de la Biblia entera!
Quizá su niñez no tenía las mismas limitaciones que la mía. Sus padres, yo supongo, eran en gran parte ilustrados en materia religiosa. Ellos leían para usted alguna Biblia del Mundo en lugar de la Biblia de Palestina. No, usted dice, ellos no hicieron cosa tal. Ellos no quisieron preocuparlo con lo religioso en sus días de niñez. Ellos buscaron cultivar una mente abierta en sus hijos.
¿Diremos nosotros entonces que en mí vida temprana yo fui acondicionado para creer en Dios, mientras que usted tenía libertad para desarrollar su propio juicio cuando le agradara así hacerlo? Pero es difícil que sea así. Usted sabe así como yo que cada niño es acondicionado por su ambiente. Aparentemente usted fue tan profusamente acondicionado para no creer en Dios como yo lo fui para creer en Dios. Así que evitemos ponernos nombres despectivos. Si usted quiere decir que mi creencia me fue forzada por mi garganta, de igual manera puedo contestar que esa incredulidad suya le fue forzada por su garganta.
No tenía aun cinco años cuando alguien—afortunadamente no recuerdo quién—me llevó a la escuela. En el primer día me vacunaron y me dolió. Todavía lo siento. Pero mucho antes de ir a la escuela, había ido ya a la iglesia. Recuerdo eso de manera definitiva porque a veces llevaba mis zapatos de cuero muy bien lustrados. De hecho, fui a la iglesia antes de que fuera a cualquier otra parte, pues aun era un infante cuando me llevaron a la iglesia a ser bautizado. Una fórmula doctrinal se leyó en mi bautismo que solemnemente afirmaba que había sido concebido y nacido en pecado; la idea es que mis padres, como todos los hombres, habían heredado el pecado de Adán, el primer hombre y representante de la raza humana. La fórmula doctrinal afirmaba, además, que aunque yo había sido acondicionado por ineludible pecado, como hijo del pacto, era redimido en Cristo. Y en la ceremonia, mis padres prometieron que solemnemente me instruirían en estos asuntos con todos los medios a su disposición tan pronto como yo pudiera entenderlos.
Fue en prosecución de este voto que ellos me inscribieron en una escuela cristiana de primaria. En ella aprendí que mi salvación del pecado y el pertenecer a Dios hacía la diferencia en lo que yo sabía y en lo que yo hacía. Yo vi el poder de Dios en la naturaleza y Su providencia en el curso de la historia. Eso proporcionó el contexto apropiado para mi salvación, la cual poseía en Cristo. Para abreviar, el mundo que en toda su anchura gradualmente se me abrió a través de mi instrucción escolar era considerado como operando en todos sus aspectos bajo la dirección del Dios omnipotente y omnisciente cuyo hijo era yo por mediación de Cristo. Yo habría de aprender a pensar y a ver las cosas según Dios, en todas las áreas del desenvolvimiento humano.
Naturalmente, había pleitos en el patio de la escuela y yo participaba en algunos. Los zapatos de madera eran armas bélicas maravillosas. Pero nos prohibieron estrictamente usarlos, ni siquiera para propósitos defensivos. Había siempre instrucción, por parte de nuestros padres y maestros, acerca del pecado y la maldad en relación a nuestras prácticas marciales. Éste fue el caso cuando uno de nuestros regimientos salió para batallar contra los alumnos de la escuela pública. Los estudiantes de la escuela pública nos detestaban. Ellos tenían un vocabulario obsceno muy extenso. Sin embargo, ¿quiénes pensábamos nosotros que éramos? ¡Nosotros éramos lo mejor de lo mejor—demasiado buenos como para ir a la escuela pública! ¡Ahí! ¡Toma, y que lo disfrutes! Nosotros contestábamos de igual manera. Entretanto nuestro sentido de distinción crecía como por saltos. Por la noche en la casa, nos decían que debíamos aprender a llevar con paciencia el ridículo del "mundo". ¿No odiaba el mundo a la iglesia desde los tiempos de Caín?
En cuanto a usted, supongo que su instrucción de temprana edad fue bastante diferente a la mía. Usted asistió a una escuela "neutral". Como sus padres hacían en su casa, así sus maestros hacían en la escuela. Ellos le enseñaron a tener una "mente abierta". No le relacionaron a Dios con su estudio de la naturaleza o de la historia. Usted fue educado sin prejuicio alguno, todo el tiempo.
Por supuesto, ahora comprende mejor. Usted comprende que todo eso era completamente imaginario. Ser "sin prejuicios" es sólo tener un tipo particular de prejuicio. La idea de "neutralidad" simplemente es un traje descolorido que cubre una actitud negativa hacía Dios. Por lo menos, ha de estar claro que el que no está a favor del Dios de los cristianos está contra Él. Se da cuenta, el Dios del cristianismo hace afirmaciones prodigiosas. Él dice que el mundo entero pertenece a Él; y que usted es Su criatura; y como tal debe reconocer ese hecho honrándolo ya sea que coma o beba o haga cualquier otra cosa. Dios dice que usted vive, como si así fuera, en la propiedad de Él. Y esa propiedad tiene grandes letreros por todas partes, para que el que pase incluso a setenta millas por hora no pueda sino leerlos. El Dios de la Biblia acierta que cada hecho en este mundo tiene Su estampa indeleblemente grabada. ¿Cómo podría ser usted neutral con respecto a semejante Dios? ¿Podría usted, como ciudadano de los Estados Unidos que se pasea entre la muchedumbre en Washington D.C., el 4 de Julio, preguntarse si el Memorial a Lincoln le pertenece a alguien? Contempla usted la "Gloria Antigua" (la bandera de los Estados Unidos, “Old Glory”) que en lo alto ondea y se pregunta si la bandera del país representa alguna cosa. Usted merecería sufrir el destino del "hombre sin patria" si como Americano fuera neutral hacía América. Bien, en un sentido mucho más profundo usted merece vivir para siempre sin Dios si usted no le honra y lo glorifica como su Creador. No se atreva a manipular el mundo de Dios, y mucho menos a sí mismo como criatura a Su imagen, para sus propios propósitos.
Cuando Eva, en el jardín de Edén, la jugó de neutral entre Dios y el Diablo, sopesando las afirmaciones de ambos como si fueran de igual valor, ella ya estaba del lado del Diablo!
Veo que usted no quiere que nuestra conversación tome este rumbo. Todavía usted tiene la mente abierta y neutral, ¿no es así? ¿Ha aprendido usted a pensar que cualquier hipótesis tiene, como una teoría de la vida, igual derecho a ser oída como cualquier otra? ¿No es así? Después de todo, yo sólo le estoy pidiendo que vea lo que comprende la concepción cristiana de Dios. Si el Dios del cristianismo existe, la evidencia para Su existencia es tan abundante y llana como para que sea anticientífico y pecado el no creer en Él. Por ejemplo, cuando el Dr. Joad dice: "La evidencia de la existencia de Dios está lejos de ser llana," suponiendo que si fuera sencilla, todos creeríamos en Él, él está suponiendo lo que intenta afirmar. Si el Dios del cristianismo existe, la evidencia a su favor debe ser llana. Y la razón, por consiguiente, por la que "todos" no creemos en Él debe ser que "todos" estamos cegados por el pecado. Todos llevamos lentes coloreados.
Usted ha oído la historia del valle de los ciegos. Un hombre joven que estaba de caza cayó de un precipicio en el valle de los ciegos. No había ningún escape. Los hombres ciegos no entendieron cuando él les habló de haber visto el sol y los colores del arco iris, pero una elegante y joven mujer lo entendió cuando él le habló el idioma del amor. El padre de la muchacha no consentía el matrimonio de su hija con un loco que hablaba tan a menudo de cosas que no existían. Pero los grandes psicólogos de la universidad de los hombres ciegos ofrecieron curarlo de su locura cosiendo sus párpados. Entonces, ellos le aseguraron, que sería normal como "todos" los demás.
Pero el simple vidente siguió protestando que él había visto el sol.
Yo propongo no sólo operar su corazón para cambiar su voluntad, sino también sus ojos para cambiar su manera de ver las cosas. Pero espere un momento. No, yo no propongo operar en lo absoluto. Yo no puedo hacer tal cosa. Yo sólo puedo sugerir que usted esté quizás muerto, y quizás ciego, dejándolo ponderar el asunto por sí mismo. Si ha de hacerse alguna operación debe ser realizada por Dios mismo.
Entretanto terminemos nuestra historia. A los diez años de edad yo vine a este país y después de algunos años decidí estudiar para el ministerio. Esto involucraba entrenamiento preliminar en una escuela preparatoria y colegio cristiano. Todos mis maestros se habían comprometido a enseñar partiendo desde el punto de vista cristiano. ¡Imagine no sólo enseñando religión sino álgebra desde el punto de vista cristiano! Pero lo hicieron. Nos decían que todos los hechos en todas sus relaciones, numéricos así como los que no, son lo que son debidos al plan todo comprensivo de Dios respecto a ellos. Así, las mismas definiciones de las cosas no estarían meramente incompletas sino básicamente erróneas si Dios es omitido en el contexto. ¿No se nos ha enseñado de lo que creen otros? ¿No oímos hablar nosotros de la evolución y sobre Emmanuel Kant, el gran filósofo moderno que mostró concluyentemente que todos los argumentos a favor de la existencia de Dios eran inválidos? Oh sí, nosotros oímos hablar de todas estas cosas, pero se ofrecían refutaciones, y estas refutaciones parecían adecuadas para cada caso.
En los seminarios que asistí, a saber Calvin y Princeton--antes de su reorganización en dirección al semi-modernismo, en 1929--, la situación era similar. Así que por ejemplo, el Dr. Roberto Dick Wilson nos decía, y hasta donde podíamos entender los idiomas, nos mostraba de los documentos, que los "altos críticos" no habían logrado nada que pudiera dañar nuestra fe infantil en el AntiguoTestamento como Palabra de Dios. Semejantemente, el Dr. J. Gresham Machen y otros demostraron que el cristianismo del Nuevo Testamento era intelectualmente defendible y que la Biblia estaba correcta en sus afirmaciones. Usted puede juzgar sus argumentos leyéndolos por usted mismo. Para abreviar, he escuchado los temas del cristianismo histórico y la doctrina de Dios sobre la cual han edificado una y otra vez aquellos que la han creído y han podido interpretar mejor su significado.
Espero que el relato de esta breve biografía haya ayudado a hacer simple y llana la pregunta principal. Ya sabe claramente de qué clase de Dios le estoy hablando. Si mi Dios existe, era Él quién guiaba a mis padres y maestros. Fue Él quién acondicionó a todos los que me acondicionaron en mi vida temprana. Pero además, era Él quién acondicionaba todo lo que lo acondicionó a usted en su vida temprana. ¡Dios, el Dios del cristianismo, es el que acondiciona a todos!
Como el Acondicionador de todos, Dios es el todo-consciente. Un Dios que controla todas las cosas debe controlar "por el consejo de Su voluntad". Si no fuera así, Él también sería producto de acondicionamiento. Entonces, yo sostengo que mi creencia en Él y su incredulidad no tienen sentido si no fuera por Él.
A estas alturas usted probablemente se estará preguntando si yo he oído las objeciones que se han levantado en contra de la creencia en semejante Dios. Bueno, pienso que sí las he oído. Yo las oí de mis maestros quienes, además, intentaron responderlas. También las oí de maestros que creían que no se podían contestar. Mientras estudiaba en el Seminario de Princeton, asistí a los cursos de verano en la Escuela de Divinidad de Chicago. Naturalmente, oí una completa exposición del punto de vista moderno-liberal acerca de La Escritura. Después de haberme graduado del Seminario (Chicago) me pasé dos años en la Universidad Princeton estudiando filosofía de postgrado. Allí, las teorías de filosofía moderna eran expuestas y defendidas por hombres muy capaces. Para abreviar, se me ha presentado un repertorio completo, tanto de razones para no creer, como de razones para creer. Oí ambos lados de boca de aquellos que tenían convicción de lo que enseñaban.
Quizás usted no puede entender cómo alguien enteramente familiarizado con los hechos y argumentos presentados por la ciencia y la filosofía moderna puede creer en un Dios que realmente creó el mundo, que realmente dirige todas las cosas en el mundo con un plan que incluye los fines que Él ha establecido para ellas. Bien, yo soy sólo uno de los muchos que sostienen la antigua fe en vista de lo planteado por la ciencia, la filosofía, y la crítica bíblica moderna.
Obviamente no puedo entrar en una discusión de todos los hechos y todas las razones instadas contra la creencia en Dios. Hay aquellos que han hecho el Antiguo Testamento, como otros el Nuevo Testamento, el estudio de toda su vida. Son sus trabajos los que usted debe consultar para la refutación detallada de la crítica bíblica. Otros se han especializado en física y biología. A ellos debo referirles para una discusión de los muchos puntos relacionados con otros temas como la teoría de la evolución. Pero hay algo que sirve de base a todas estas discusiones.
Es con eso que deseo tratar ahora. Usted puede pensar que yo me he expuesto terriblemente. En lugar de hablar sobre Dios como algo vago e indefinido, a la manera del modernista, los seguidores de Barth, y el místico-- un dios tan vacío y remoto de la experiencia que no demanda nada de los hombres--yo he venido con la idea de Dios con ciencia "obsoleta" y lógica contradictoria. Parece como si yo haya añadido insulto a daño presentando la clase más inaceptable de Dios que pudiera encontrar. Ha de ser muy fácil para usted pinchar mi burbuja. Quizás está listo para amontonar sobre mi cabeza cantidad de hechos tomados de los libros de físicas, biología, antropología, y psicología de la universidad promedio, o me va a aplastar con tanques de sesenta toneladas sacados del libro famoso de Kant, Crítica de la Razón Pura. Pero ya muchas veces he estado bajo tales duchas calientes. Antes de que usted se moleste en abrir la llave de nuevo, hay un punto preliminar que yo quiero traer a colación. Ya me referí a él cuando discutimos el asunto del método de examen o norma de evaluación. El punto es el siguiente. Ya que no cree en Dios, usted no cree que es criatura de Dios. Por la misma razón, usted no piensa que el universo ha sido creado por Dios.
Esto es, usted piensa que usted y el mundo simplemente existen. Ahora, si usted realmente es criatura de Dios, entonces su presente actitud es muy injusta para con Él. En ese caso es, incluso, un insulto a Él. Y puesto que ha insultado a Dios, Su enojo está sobre usted. Dios y usted "no se hablan." Y usted tiene muy buenas razones para intentar demostrar que Él no existe. Si Él existe, Él lo castigará por su descuido de Él. Por consiguiente, es como si usted tuviera lentes coloreados. Y esto determina todo lo que usted dice sobre los hechos y las razones para no creer en Él. Es como si usted haya entrado sin permiso en la propiedad de Dios para irse de jira campestre y de casería. Usted ha tomado las uvas de la viña de Dios sin pagarle y ha insultado a Sus representantes y cobradores.
Debo disculparme de usted en este momento. Muchos de los que creemos en Dios no siempre hemos aclarado este punto. Muy a menudo hemos hablado con usted acerca de los hechos y de buenos razonamientos como si estuviéramos de acuerdo con usted en lo que realmente son estas entidades. En nuestros argumentos a favor de la existencia de Dios, frecuentemente hemos dado por sentado que usted y nosotros tenemos un área de conocimiento en común. Pero en realidad nosotros no concedemos que usted vea ningún hecho, en cualquier dimensión de la vida que sea, de manera correcta. Nosotros realmente pensamos que usted tiene lentes coloreados en su nariz tanto cuando habla sobre los pollos y las vacas, como cuando habla sobre la vida en el más allá. Debimos de haberle dicho esto más claro de lo que lo hemos dicho.
Pero nosotros realmente estábamos un poco avergonzados de que esta creencia nuestra le pareciera extrema o retorcida. Nosotros estábamos tan ansiosos de no ofenderlo que en cambio ofendimos a nuestro propio Dios. Pero nosotros ya no nos atrevemos a presentarle a nuestro Dios más pequeño o menos exigente de lo que Él realmente es. Él quiere ser presentado como el Todo-acondicionador, como la base en la cual incluso aquellos que lo niegan deben estar basados.
Ahora, al presentarme todas sus razones, usted ha asumido que semejante Dios no existe. Usted ha dado por sentado que no necesita base alguna fuera de usted mismo. Ha asumido la autonomía de su propia experiencia. Por consiguiente usted no es capaz, esto es, no desea aceptar como posible, ningún hecho que desafíe su autosuficiencia. Está obligado a tener como contradictorio todo aquello que no se conforme a su discernimiento intelectual. Usted recuerda lo que Procrustus de antiguo hizo, usando su cama como medida. Si sus visitantes eran demasiado largos, él les cortaba unas tajadas de cada extremo; si ellos eran demasiado cortos, él usaba el palo estrechador de la cortina con ellos--para alargarlos. Es esa clase de cosa que yo siento que usted ha hecho con cada hecho de la experiencia humana. Y le pido que sea crítico de su más básica presuposición. ¿No iría usted al sótano de su propia experiencia para ver lo que ha estado recogiendo allí mientras estaba ocupado aquí y allá con la inspección superficial de la vida?
Podría sorprenderse grandemente de lo que encuentre.
Para aclarar lo que quiero decir, ilustraré lo que he dicho señalando cómo los filósofos y científicos modernos manejan los hechos y doctrinas del cristianismo.
Básica a todos los hechos y doctrinas del cristianismo, y por consiguiente relacionado a la creencia en Dios, es la doctrina de la creación. Ahora, los filósofos y científicos modernos, en conjunto, dicen que sostener semejante doctrina o creer en semejante hecho es negar nuestra propia experiencia. Ellos no dicen meramente esto en el sentido de que nadie estaba en el momento de la creación para verlo hecho, pero en el sentido más básico, que es lógicamente imposible. Ellos afirman que violaría las leyes fundamentales de la lógica.
El argumento actual contra la doctrina de la creación deriva de Kant. Puede expresarse adecuadamente en las palabras de un filósofo más reciente, Jaime Ward: "Si intentamos concebir a Dios aparte del mundo, no hay nada que lo relacione a la creación". Esto quiere decir, si Dios ha de ser conectado al universo de algún modo, Él debe estar sujeto a las condiciones y leyes del universo. La doctrina más tradicional de la creación dice que Dios causó la existencia del mundo.
¿Pero qué queremos decir nosotros con la palabra "causa"? En nuestra experiencia, ésta es la palabra más lógicamente correlativa a la palabra "efecto". Si existe un efecto dado debe haber una causa [correspondiente], y si hay una causa debe haber un efecto. Si Dios causó [creó] el mundo, debe de haber sido por consiguiente porque Dios no podía sino producir [necesariamente] un efecto. Y así, el efecto, puede decirse, es realmente la causa de la Causa.
Nuestra experiencia, entonces, no permite la existencia de un Dios que no dependa del mundo tanto como el mundo depende de Él.
El Dios del cristianismo no reúne los requisitos que el hombre autónomo demanda de Él. Dios afirma ser todo-suficiente. Él afirma haber creado el mundo, no de necesidad sino de Su libre albedrío. Él afirma no haber cambiado en nada cuando Él creó el mundo. Debe decirse, por consiguiente, que su existencia es imposible y debe decirse que la doctrina de la creación es una absurdidad.
También se dice que la doctrina de la providencia entra en conflicto con la experiencia. Esto no es sino natural. El que rechaza la creación debe también lógicamente rechazar la providencia. Si todas las cosas son controladas por la providencia de Dios, nos dicen, no puede haber nada nuevo, y la historia no es sino un baile de títeres.
Usted ve entonces que yo podría presentarle gran número de hechos para demostrar la existencia de Dios. Podría decir que cada efecto necesita de una causa. Yo podría aludir a la estructura maravillosa del ojo como evidencia del propósito de Dios en la naturaleza. Yo podría traer a memoria la historia de la humanidad y mostrar que ha sido dirigida y controlada por Dios.
Pero ninguna de estas evidencias lo afectaría. Usted simplemente diría que no importa de que manera nosotros expliquemos [interpretemos] la realidad, nosotros no podemos introducir a Dios en ella. Causa y propósito, usted dice, son palabras que nosotros los seres humanos usamos con respecto a las cosas a nuestro alrededor porque ellas parecen actuar como nosotros actuamos, pero no podemos ir más lejos.
Y cuando las evidencias a favor del cristianismo mismo les son presentadas, el procedimiento es el mismo. Si yo le señalo que se han cumplido las profecías de La Escritura, usted contesta que es bastante natural que aparente de esa manera para mí y otros, pero que en realidad es imposible que alguna mente pueda predecir el futuro. Si fuera posible, todo estaría fijado ya, y la historia no tuviera ni novedad ni libertad.
Entonces si yo enfoco los muchos milagros, una vez más, la historia es la misma. Para ilustrar este punto cito del finado Dr. Guillermo Adams Brown, excelente teólogo modernista.
"Tome cualquiera de los milagros del pasado," dice Brown, "el nacimiento virginal, la resurrección de Lázaro, la resurrección de Jesucristo. Suponga que puede demostrar que estos eventos pasaron así como ellos se afirman haber pasado. ¿Qué ha logrado usted? Usted ha mostrado que nuestra concepción de los límites de lo posible necesita ser ampliada; que nuestras generalizaciones anteriores eran demasiado limitadas y necesitan revisión; que problemas se acumulan en torno al origen de la vida y su sostenimiento, de los cuales nosotros no nos habíamos percatado. Pero hay una cosa que usted no ha mostrado, que de hecho usted no puede mostrar--que un milagro ha acontecido; pero éso es confesar que estos problemas son inherentemente insolubles, que no pueden determinarse hasta que todos los estudios pertinentes y necesarios se hayan realizado". Usted ve con qué resolución Brown usa las armas de la imposibilidad lógica contra la idea de lo milagroso. Muchos de los pasados críticos de La Escritura desafiaron la evidencia a favor de los milagros en éste u otros puntos similares. Ellos hicieron, como si fuera, una lenta y gradual invasión del "país de los cristianos". Brown, por otro lado, resuelve el asunto en seguida con una miríada de Stukas del cielo. Cualquier fortín que no pudiera destruir en lo inmediato, la barrerá después. Primero él busca conseguir mando rápido de todo el terreno. Él logra esto aplicando directamente la ley de la no-contradicción. Sólo es posible, dice Brown, aquello que yo puedo mostrar ser relacionado lógicamente según mis leyes de lógica. Entonces, si los milagros quieren tener amparo científico, esto es, ser reconocidos como hechos genuinos, deben solicitar admisión en el puerto de entrada del continente científico.
Y la admisión se les otorgará tan pronto como ellos se sometan al angosto proceso de generalización que los priva de su singularidad o aspecto extraordinario. Los milagros deben presentar documentos de “naturalización” [de naturalismo, perder lo de extraordinario] si ellos desean votar en la república de la ciencia.
Tome los cuatro puntos que yo he recién mencionado—creación, providencia, profecía y milagros. Juntos, ellos representan el todo del teísmo cristiano. Juntos, ellos incluyen lo que está explícito en la idea de Dios y lo que Él ha hecho en torno y a favor de nosotros. Sobradas veces y de distintas maneras, la evidencia para todo esto se ha presentado. Pero usted tiene siempre la respuesta disponible y eficaz a mano. ¡Es imposible! ¡Es imposible! Básico a todas las objeciones que el filósofo y científico promedio levanta contra la evidencia a favor de la existencia de Dios, es la aserción o la asunción de que aceptar tal evidencia sería violar las reglas de la lógica.
Ahora, antes que yo taladre en el nervio del asunto, yo debo disculparme de nuevo. El hecho de que se han expuesto tantas personas a una exposición plena de la evidencia a favor de la existencia de Dios, y todavía no creen en Él, nos ha descorazonado grandemente a quienes creemos. Por consiguiente hemos adoptado medidas de desesperación. Ansiosos de ganar la buena voluntad, nosotros hemos comprometido a nuestro Dios de nuevo. Notando el hecho que los hombres no ven, nosotros hemos concedido que lo que ellos han de ver es difícil de ver. En nuestra gran preocupación para ganar a los hombres, nosotros hemos permitido que la evidencia para la existencia de Dios sólo sea muy probable. Y de esa confesión fatal nosotros hemos ido un paso más lejos, al punto de admitir o virtualmente admitir que realmente esa evidencia no es concluyente en lo absoluto. Así nosotros nos retiramos al testimonio en lugar del argumento.
Después de todo, nosotros decimos, Dios no se encuentra al final de un argumento. Él se encuentra en nuestros corazones. Así que nosotros simplemente testificamos a los hombres que una vez estábamos muertos, y ahora vivimos, que éramos ciegos, y que ahora vemos, y rendimos todo el argumento intelectual.
¿Supone usted que nuestro Dios aprueba esta actitud de Sus seguidores? No creo. El Dios que exige haber hecho todos los hechos y haber puesto Su estampa en ellos no concederá que haya realmente alguna excusa para aquellos que se niegan a ver. Además, tal procedimiento es suicida.
Veamos lo que el moderno psicólogo de religión, fundado en la misma base del filósofo, hará a nuestro testimonio. Él hace una distinción entre el dato bruto y la causa de tal dato, dándome el dato bruto a mí y guardándose para él la explicación de la causa del dato. El profesor Jaime H. Leuba, gran psicólogo de Bryn Mawr, tiene un procedimiento muy típico. Él dice, "La realidad de cualquier dato—de una experiencia inmediata en el sentido que el término se usa aquí, no puede impugnarse: cuando yo me siento con frío o calor, triste o alegre, desanimado o seguro, yo tengo frío, estoy triste, descorazonado, etc., y cualquier argumento que pueda ser avanzado para demostrar que yo no tengo frío es, por la naturaleza del caso, prepóstero; una experiencia inmediata no puede controvertirse; no se puede equivocar". Todo esto, en la superficie, parece ser muy animador. El inmigrante tiene esperanza de una admisión rápida. Sin embargo, la Isla Ellis todavía debe ser pasada de largo. "Pero si los datos crudos de la experiencia no están sujetos a la crítica, las causas atribuidas a ellos sí lo están. Si yo digo que mi sensación de frío es debido a una ventana abierta, o mi estado de exultación es causado por una droga, o que mi valor renovado es inducido por Dios, mi afirmación va más allá de mi experiencia inmediata; Yo le he atribuido una causa, y esa causa puede ser correcta o no". Y así el inmigrante debe esperar en la Isla Ellis un millón de años. Es decir, como creyente en Dios por medio de Cristo, afirmo que he nacido de nuevo por la acción del Espíritu Santo. El psicólogo dice que ése es un dato crudo de la experiencia y como tal, incontrovertible. Nosotros no lo negamos, dice él. Pero no significa nada para nosotros. Si usted quiere que signifique algo para nosotros debe atribuirle una causa a su experiencia. Después nosotros examinaremos la causa que usted señale. Su experiencia pudo ver sido causada por opio o por Dios. Usted dice que por Dios. Pero esto, dicen estos psicólogos, es imposible, puesto que la filosofía ha demostrado que es lógicamente contradictorio creer en Dios. Puede regresar tan pronto cambie de opinión sobre la causa de su regeneración. ¡Nosotros nos alegraremos de tenerlo y darle la bienvenida como ciudadano de nuestro reino, si sólo usted presenta sus documentos de naturalización!
Si yo le he ofendido ha sido porque no me atrevo, incluso en el interés de ganarlo, a ofender mi Dios. Y si yo no lo he ofendido entonces no he hablado de mi Dios. Puesto que lo que usted realmente ha hecho en su manejo de la evidencia a favor de la creencia en Dios es ponerse usted como Dios. Usted ha hecho el límite de su intelecto la norma de lo que es posible o imposible. De esa manera, ha prácticamente determinado que nunca encontrará un hecho que apunte hacia Dios. Los hechos, para tener amparo científico y filosófico—prácticamente deben tener su sello de creador en vez del de Dios.
Por supuesto que comprendo muy bien que usted no pretende ser el creador de las secoyas y los elefantes. Pero usted prácticamente afirma que esas secoyas y esos elefantes no pueden ser creación de Dios. Usted ha oído hablar del hombre que nunca quiso ver o convertirse en una vaca purpúrea. De la misma manera, usted ha prácticamente determinado que nunca verá o que usted mismo no es un acto de creación divina. Con el señor Arturo Eddington usted dice, en efecto, que "lo que mi red no puede atrapar no es pez". Yo no pretendo, por supuesto, que una vez que haya sido confrontado con su verdadera situación, usted cambie de actitud. De la misma manera que el etíope no puede cambiar su piel o el leopardo sus manchas, usted no puede cambiar su propia actitud. Usted ha cementado sus lentes coloreados tan firmemente a su cara que no puede quitárselos ni siquiera cuando duerme. Freud no tuvo ni indicios de cómo la maldad del pecado controla el corazón humano. Sólo el gran Médico mediante la expiación con Su sangre en la cruz y por el regalo de Su Espíritu puede quitarle esos lentes coloreados y hacerle ver los hechos como ellos son--como evidencia inexorable de la existencia de Dios.
Debe quedar bastante claro para usted en que clase de Dios creo. Él es Dios, el Todo-acondicionador. Es el Dios que creó todas las cosas, quien por Su providencia acondicionó mi adolescencia, haciéndome creer en Él; y quien en mi vida posterior ha seguido haciéndome querer creer en Él. Es el Dios que también controló su juventud y hasta ahora no le ha dado, al parecer, Su gracia para que usted pueda creer en Él.
Usted puede contestar a esto: “¿Entonces que tiene de útil el argumentar y razonar conmigo?” Bien, hay mucha utilidad en ello. Como verá, si usted realmente es una criatura de Dios, usted siempre está accesible a Él. Cuando Lázaro estaba en la tumba, él todavía estaba accesible a Cristo quien lo volvió a llamar a la vida. Es de esto que los verdaderos predicadores dependen. El hijo pródigo pensaba que él había escapado totalmente de la influencia del padre.
En realidad, el padre controlaba el "país lejano" a donde el pródigo se marchó. Lo mismo es en el razonar. El verdadero razonamiento sobre Dios está fundamentado en Dios mismo como la base que de manera exclusiva da significado a cualquier clase de argumento humano. Y tal razonamiento, tenemos el derecho a esperar será usado por Dios para deshacer el carruaje de un caballo de la autonomía humana. En lo profundo de su corazón, sabe que lo que yo he dicho es verdad. Usted sabe que no hay unidad en su vida. Usted no quiere ningún Dios que por Su consejo provea la unidad que usted necesita. Semejante Dios, usted dice, no permitiría nada nuevo. Así que usted proporciona su propia unidad. Pero esta unidad, por su propia definición, ha de preservar aquello que es totalmente nuevo. Lo que realmente significa es que debe estar por encima de lo nuevo sin nunca tocarlo en lo absoluto.
Por su lógica usted habla sobre lo posible y lo imposible, pero toda esta charla queda en el aire. Nunca puede tener nada que ver con la realidad. Su lógica pretende tratar con materias eternas e inmutables; y sus hechos o datos son del todo cambiantes; y "nunca han de encontrarse ambos". Así que usted ha hecho cosa sin sentido su propia experiencia. Por otro lado, por mi creencia en Dios yo tengo unidad en mi experiencia. No, por supuesto, la clase de unidad que usted quiere. No una unidad que es el resultado de mi propia determinación autónoma de lo que es posible. Pero una unidad que es más alta que la mía y que antecede a la mía. Sobre la base del consejo de Dios yo puedo buscar hechos o datos y puedo encontrarlos sin destruirlos de antemano. Sobre la base del consejo de Dios yo puedo ser un físico, biólogo, psicólogo o filósofo bueno. En todos estos campos yo uso mi capacidad de arreglo lógico para ver tanto orden en el universo de Dios como puede otorgársele a una criatura para ver. Las unidades o sistemas que yo construyo son verdaderos porque ellos son indicadores genuinos de la unidad básica u original que se encuentra en el consejo de Dios. Mirando a mi alrededor, veo a los dos: el orden y el desorden, en cada dimensión de vida.
Pero yo miro a ambos a la luz del Gran Ordenador quien está detrás y como respaldo de ellos. Yo no necesito negar ninguno de ellos en favor del optimismo o en favor del pesimismo. Yo veo a los grandes hombres de biología que investigan diligentemente colinas y valles para demostrar que la doctrina de la creación no es verdad con respecto al cuerpo humano, sólo para volverse y admitir que el eslabón perdido todavía continúa perdido. Yo veo a los grandes de la psicología buscar profundo y lejos en el subconsciente, la conciencia del niño y del animal, para demostrar que la creación y la doctrina de la providencia no son verdad con respecto al alma humana, sólo para volverse y admitir que el golfo entre el humano y la inteligencia animal es tan grande como nunca. Yo veo a los grandes de la lógica y la metodología científica buscar profundamente en lo trascendental por una validez que no sea barrida por la marea perpetuamente cambiante de lo totalmente nuevo, sólo para volverse y decir que ellos no pueden encontrar ningún puente que cruce de la lógica a la realidad, o de la realidad a la lógica. Y aun encuentro a todos estos, aunque parados de cabeza, reportando mucho que es verdad. Yo sólo necesito voltear sus informes cabeza arriba, haciendo a Dios, en vez del hombre, el centro de todo, y de inmediato tengo delante de mí un maravilloso despliegue de los hechos como Dios ha intencionado que yo los vea.
Mi unidad es lo bastante comprensiva como para incluir los esfuerzos de aquellos que la rechazan, lo suficientemente extensa como para incluir lo que aun aquellos que han sido puestos cabeza arriba por regeneración no pueden ver. Mi unidad es la del niño que atraviesa el bosque con su padre. El niño no tiene miedo porque su padre lo conoce todo y es capaz de manejar cualquier situación que se presente. No obstante, concedo que hay algunas "dificultades" con respecto a la creencia en Dios y Su revelación en la naturaleza y La Escritura que yo no puedo resolver. De hecho, hay misterio en todas las relaciones de todos los hechos que me rodean, puesto que todos los hechos tienen su explicación final en Dios cuyos pensamientos son más altos que mis pensamientos, y cuyos caminos son más altos que mis caminos. Y es exactamente esa clase de Dios que yo necesito. Sin semejante Dios, sin el Dios de la Biblia, el Dios de autoridad, el Dios que sólo Él es exhaustivamente auto consciente de sí mismo, y por consiguiente incomprensible a los hombres, no habría razón de ser para lo que existe. Ningún ser humano puede explicar de manera absolutamente transparente todas las cosas, pero sólo el que cree en Dios tiene derecho a sostener que las cosas existentes tienen alguna explicación.
Se da cuenta entonces que cuando yo era joven fui acondicionado por todos lados; Yo no podía evitar creer en Dios. Ahora que soy más viejo, todavía no puedo evitar creer en Dios. Ahora creo en Dios porque a menos que yo lo presuponga como el Todo-acondicionador, la vida sería un caos.
Yo sé que no está en mi poder convertirlo al terminar mi argumentación. Aunque pienso que mi argumento es poderoso. Sostengo que la creencia en Dios no es meramente tan razonable como otras creencias; no es un poco más probable, o infinitamente más probable, que la incredulidad. Sostengo más bien que a menos que usted crea en Dios usted no puede creer lógicamente en nada en lo absoluto. Sé que usted puede, para satisfacción propia y con la ayuda de los biólogos, los psicólogos, los lógicos, y los críticos de la Biblia, reducir todo lo que he dicho al desvarío circular de un autoritario desesperado. Bien, mis desvaríos han sido, en hecho, circular; ellos han hecho que todo circule sobre Dios. Ahora lo dejaré con Él y con Su misericordia.
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