AMONESTACION DEL
OBISPO DE CONSTANZA
Y RESPUESTA DE ZUINGLIO
A la amonestación y la respuesta ya nos hemos referido someramente. La respuesta siguió a la «Súplica al Obispo de Constanza», un escrito que, al parecer, no obtuvo contestación. Pero Zuinglio pisaba terreno seguro y por eso redactó en latín su «Defensa del principio y el fin». El tono de este escrito es bastante más duro que el empleado en la «Súplica». Y se comprende; se comprende si se tiene en cuenta la «Amonestación» obispal que se reduce a exigir el retorno al pasado, la reintegración en la Iglesia romana..., de la que Zuinglio no se sentía separado, y la supeditación total a las autoridades eclesiásticas hasta entonces vigentes.
En el preámbulo a su respuesta manifiesta el Reformador entre otras cosas lo siguiente: «Con órdenes no se conseguirá nada; lo único que vale es la Sagrada Escritura. Cuanto más saques a relucir, obispo Hugo, tu soberanía tanto más odiado te harás. Sólo la Sagrada Escritura ha de ser el guía y maestro, y todo el que la use rectamente queda libre de castigo, aunque ello desagrade a esos "señoritos" sabios. Si esto no fuera así, perdidos andaríamos, pues hoy en día no es la Sagrada Escritura un privilegio de los sacerdotes, sino que se ha convertido en propiedad de todos.»
Sabia y por tanto atinadamente pasa el Reformador a replicar a cada párrafo o capítulo de la «Amonestación», que no pasa de ser una serie de reproches. A los 27 reproches contesta el Reformador. Veamos los reproches de la «Amonestación»:
1. Zuinglio pretende abolir todas las ceremonias. — 2. Los que no se dejan aleccionar. — 3. Los seductores del pueblo. — 4. Aumentan los escándalos. — 5. Lucha contra la unidad de la Iglesia. — 6. Zuinglio enseña a despreciar los méritos de la penitencia. — 7. Zuinglio se vanagloria de poseer el Espíritu de Dios. — 8. La Tradición es despreciada. — 9. Es preciso se predique el evangelio. — 10. El evangelio no puede existir sin la unidad de la Iglesia. — 11. Solamente el evangelio aprobado por la Iglesia es el verdadero evangelio. — 12. So-lamente existe una Iglesia fundada sobre la roca. — 13. Instituciones humanas que se oponen a lo ordenado por la Iglesia van contra Dios. — 14. No se puede echar abajo de repente la tradición de los antepasados. — 15. La tradición vale tanto como las disposiciones ordenadas por los Concilios. — 16. Es de menester seguir con las ceremonias del Culto, a fin de que no haya desorden. — 17. El abolir las ordenanzas eclesiásticas reconocidas significa la abolición de todo orden. — 18. Está prohibido cambiar lo que ha sido antes aceptado por todos. — 19. En cuestiones que no contradigan a la ley divina, la mayoría es la que ha de decidir. — 20. Más vale buscar un puerto seguro que abrigar esperanzas imprecisas. — 21. Habrá que apelar a la fuerza contra la desobediencia. — 22. Con caridad hay que aceptar un error piadoso. — 23. El papa León X y el emperador Carlos V (en la bula de excomunión contra Lutero y el edicto de Worms de 1521) han condenado esta clase de nuevas doctrinas.1 — 24. No hay que cambiar absolutamente nada. — 25. Solamente «quienes tienen autoridad o están autorizados» tienen derecho a consultar las Sagradas Escrituras con objeto de corregir los abusos que haya. — 26. Hay que apelar a la oración para reconciliarse con Dios. — 27. Quiera Dios mantener la paz de su Iglesia.2
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1 Zuinglio responde: « ¿Cuáles son "esa clase" de nuevas doctrinas? ¿El Evangelio, acaso? ¡Pero el Evangelio surgió hace 1522 años! ¿La doctrina apostólica? ¡Pero ésta es brevemente posterior al Evangelio! ¿Lo que enseñan patriarcas y profetas? ¡Pero su doctrina es muy anterior a las "sibilas" de la antigüedad! Os conmino a que os expliquéis con mayor claridad, y entonces podremos guardarnos de lo que sea pernicioso. Finalmente, lo que haremos es examinarlo todo con la piedra de toque del evangelio y el fuego del apóstol Pablo...»
2 Zuinglio prosigue respondiendo: «Bajo tu dirección, justísimo Jesús, gozará tu Iglesia de la mayor paz y la tranquilidad más profunda. Pues ya ves cómo le tapan los oídos esos frívolos charlatanes, engañadores, apetitosos de ganancia. Los creyentes, aunque oigan tu voz, no saben lo que dices, porque los otros alborotan, ni pueden vivir conforme a lo que tú enseñas, pues los otros se oponen a ello...» (Texto completo de la «Defensa, etc.» Finsler, Kühler, Ruegg, o. a. c., págs. 75-97. Selección de la «Defensa, etc.» E. Künzli, o. a. c., págs. 42-53.)