CELEBRACION DE LA SANTA CENA
por Ulrico Zuinglio
Dos años después de abolida la misa, o sea, en el año 1525, se celebró en Zürich por vez primera la Santa Cena conforme al ritual compuesto por el mismo Zuinglio, ritual que ofrecemos íntegro.1
ACTO O USO DE LA SANTA CENA
El profeta o pastor orará de cara al pueblo con voz fuerte y clara, diciendo:
Oh Dios todopoderoso y eterno, al que honran como es debido todas las criaturas, al que adoran y alaban como Hacedor, Creador y Padre; concédenos a nosotros, pobres pecadores, el que fielmente y con fe celebremos, loándote, la acción de gracias que tu Hijo Unigénito, nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, nos ha ordenado a los creyentes en memoria de su muerte.
En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en unión del Espíritu Santo, Dios por toda eternidad. Amén.
El diácono o lector dirá con voz fuerte así:
Lo que vamos a leer está escrito en la La Epístola de Pablo a los Corintios, capítulo 11.
(Lectura de la Escritura.)
Los diáconos y toda la congregación, acto seguido: ¡Loado sea Dios!
El cántico de alabanza será iniciado por el pastor con la primera estrofa y entonces todo el pueblo, hombres y mujeres, recitarán una estrofa tras otra.
Pastor. — ¡Gloria sea a Dios en las alturas!
Hombres. — ¡Y paz en la tierra!
Mujeres. — ¡Y a los hombres buena voluntad!
Hombres. — Te alabamos, te ensalzamos.
Mujeres. — Te adoramos, te honramos.
Hombres. — Te damos gracias por tu grande gloria y tu bondad, ¡oh Señor y Dios, rey de los cie-los, Padre y Todopoderoso!
Mujeres. — Oh Señor, Hijo Unigénito, Jesucristo y Espíritu Santo.
Hombres. — Oh Señor, Dios, tú, cordero de Dios, Hijo del Padre, que quitas los pecados del mundo, apiádate de nosotros.
Mujeres. — Tú, que quitas los pecados del mundo, acepta nuestra oración.
Hombres. — Tú, que estás sentado a la diestra del Pa-de, apiádate de nosotros.
Mujeres. — Pues sólo Tú eres santo.
Hombres. — Sólo Tú eres Señor.
Mujeres. — Sólo Tú eres el Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Hombres y mujeres. — Amén.
Ahora dirá el diácono o lector:
— ¡El Señor sea con vosotros!
El pueblo responde. — Y con tu espíritu.
Lector. — La lectura del Evangelio se encuentra escrita en el evangelio de Juan, capítulo 6.
El pueblo responde. — ¡Loado sea Dios!
Lectura bíblica. — Evangelio de Juan 6:47-63. Lector. — (Besa el libro después de la lectura y dice): ¡Demos alabanza y gracias! Que El con-forme a su santa palabra nos perdone todos los pecados.
El pueblo. — Amén.
Primer diácono. — Creo en Dios...
(Hombres y mujeres alternan recitando el Credo Apostólico y todos juntos dicen: Amén.) 2
Diácono. — Ahora, amados hermanos, vamos a comer del pan y a beber conforme a la institución de nuestro Señor Jesucristo y como él lo ha ordenado: En memoria suya y en alabanza y acción de gracias por haber él muerto por nosotros y derramado su sangre lavando con ella nuestros pecados. Por lo tanto, que cada cual reflexione, según amonesta Pablo, qué consuelo, qué fe y qué confianza tiene en nuestro Señor Jesucristo, a fin de que nadie se tenga por creyente, no siéndolo, y por no serlo se haga culpable de la muerte del Señor y peque contra toda la Iglesia cristiana, que es el cuerpo de Cristo. Arrodillaos, pues, y orad.
(Sigue el Padrenuestro, sin la doxología.) 3
El pueblo. — Amén.
Diácono. — Oh Señor, Dios todopoderoso, que por tu espíritu nos has concedido estar unidos en la fe y con ello has hecho que seamos tu cuerpo: A este tu cuerpo le has ordenado te alabe y dé gracias por el bien y el generoso don recibido, entregando a tu Hijo Unigénito, nuestro Señor Jesucristo. Otórganos que fielmente te alabemos y demos gracias y no provoquemos con hipocresía o falsedad la verdad que no consiente engaños. Concédenos también el poder vivir en pureza, como corresponde a tu cuerpo, a los que has hecho tu familia e hijos tuyos, a fin de que igualmente los incrédu-los aprendan a reconocer tu nombre y tu honra.
Señor, guárdanos de que por causa nuestra tu nombre y honra sean escarnecidos; Se-ñor, aumenta de continuo nuestra fe, o sea, nuestra confianza en ti, que vives y gobier-nas, Dios por toda la eternidad. Amén.
(Institución de la Santa Cena según Cristo.)
Diácono. — Jesús, en la noche que fue entregado... (Lectura de 1ª Cor. 11:23-36.)
Terminada la lectura, los diáconos reconocidos como tales ofrecen el pan ácimo a todos y cada creyente tome con su propia mano un trozo de pan, y aun más, o acepte el pan de la mano del diácono que lo ofrece. Una vez que cada cual haya comido su trozo de pan, los otros diáconos se acercarán con el cáliz y darán de beber a cada cual. Y que todo esto se haga con el respeto y la decencia propios de la Iglesia de Dios y de la Cena de Cristo.
Luego de haber comido y bebido, dígase, siguiendo el ejemplo de Cristo, el Salmo 113, en acción de gracias. Empezará el pastor.
Pastor. — ¡Alabad, oh servidores del Señor, alabad el nombre del Señor!
Hombres. — ¡Alabado sea el nombre del Señor ahora y hasta la eternidad!
Mujeres. — Desde que sale el sol hasta su ocaso es muy alabado el nombre del Señor.
Hombres. — El Señor es engrandecido sobre todos los pueblos y su honra ensalzada sobre los cielos.
Mujeres. — ¿Quién es el Señor, Dios nuestro, que estando tan alto se inclina para mirar los cielos y la tierra?
Hombres. — El Señor que de entre el polvo levanta al humilde y al pobre saca de la inmundicia,
Mujeres. — y le hace sentarse con los príncipes, con los príncipes de su pueblo.
Hombres. — El Señor que a la mujer estéril le concede maternidad y hace que tenga alegría en los hijos.
Pastor. — Señor, te damos gracias por todos los bienes y dádivas; gracias, Señor, que vives y gobiernas, Dios por toda eternidad.
El pueblo. — Amén.
Pastor. — Id en paz.
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1 Este ritual figura en el breve tratado que el Reformador tituló: «Acto y uso de la Santa Cena», impreso en marzo o a principios de abril de 1525. El tratado prescribe que la Santa Cena se celebre cuatro veces al año (Pascua de Resurrección, Pentecostés, el 11 de septiembre, o sea, cuando antes de la Reforma se veneraba a los santos Félix y Régula, y Navidad). Los hombres habían de sentarse en la nave derecha y las mujeres en la nave izquierda. El pan y el vino, en bandejas y cálices de madera, respectivamente, es repartido por los diáconos a la congregación que permanece sentada. No había ni música ni cánticos.
2 En el original se señala cada artículo del Credo.
3 Doxología: «Porque tuyo es el reino, etc.»
Nota. — La más reciente publicación especial sobre Zuinglio como liturgo: Fritz Schmidt-Clausing, «Zwinglis liturgische Formulare», Francfort d. M., 1970. Enemigo de reformas radicales y obligadas y confiando en que lo accesorio en la liturgia acabaría por ser eliminado, el Reformador mantiene aún la costumbre de besar la Biblia y de ofrecer pan ácimo en la Santa Cena. Tanto en Suiza como en otros países prevalece hasta ahora la celebración de la Cena del Señor como Zuinglio pensaba. Sin embargo, la participación de los fieles según el ritual del año 1525 cayó más y más en desuso. En cuanto a la Santa Cena como sacramento, el Reformador manifiesta claramente su opinión en su Carta a Mateo Alber, 16 de noviembre de 1524 (M. Alber, pastor luterano en Reutlingen, Alemania), y en su tratado, titulado: «Clara enseñanza de la Cena de Cristo», fechado el 23 de febrero de 1526. Excepcionalmente, Zuinglio redactó este tratado en alemán, y no en latín, y lo justifica añadiendo el siguiente subtítulo: «... Escrito en alemán, como hasta ahora nunca lo hice, a fin de que la gente sencilla no pueda ser engañada con sofismas y agudezas.»