CAPITULO IV.
LA CAMPAÑA EN GALILEA

"¿Os iréis también vosotros?" (Juan 6:67).

JESUS PROCURARA ahora, por medio de trabajo vigoroso, establecer el reino en Galilea. Ya ha predicado mucho en distintas partes del país, pero los resultados no han sido grandes. Las multitudes han sido grandes y la excitación intensa.

1. Hace un Segundo Viaje por Galilea, llevando consigo a los doce, su nuevo grupo de discípulos. Será una experiencia de mucho valor para ellos. Ciertas mujeres, una compañía noble de trabajadoras, le siguieron también durante este viaje de predicación. ¡Cuán temprano comenzaron las mujeres a trabajar por Jesús, y con cuánta fidelidad le han servido! Una iglesia nunca es mejor que sus mujeres, y no siempre tan buena como ellas. Estas buenas mujeres contribuyeron de sus bienes para el sostenimiento de Cristo y su compañía. Tal vez Judas más tarde fue influenciado por este hecho cuando resintió que María de Betania gastara tanto dinero para el ungimiento, aunque al mismo tiempo habló de los pobres. María Magdalena era una de este grupo, y es mencionada aquí por primera vez. No es la mujer pecadora que en el banquete fariseo lavó los pies de Jesús. Aquella leyenda es una calumnia imperdonable contra María Magdalena. Tampoco era María Magdalena la María de Betania, hermana de Lázaro. No sabemos nada de este viaje con excepción de las declaraciones generales que se hacen, pero fácilmente podemos imaginar el carácter del trabajo que se hizo.

2. Jesús Repele los Ataques de sus Enemigos. Tiene que llevar una nueva cruz, la de ser mal entendido en su propio hogar. Su madre y sus hermanos han llegado a estar perplejos acerca de toda esta conmoción y confusión. Las multitudes son tan grandes que hasta suprimen su comer. La familia llega a creer que está fuera de sí y vienen a llevarle para casa. ¡Está extraviado! ¡Pobre de María! Debió de haber sido una hora triste para ella. Aun Juan el Bautista había tenido dudas, y ahora su madre ha perdido las buenas esperanzas que tenía acerca de él. Todo ha sido tan distinto de lo que había esperado del Mesías. Sin duda María oyó la explicación de la conducta de Jesús dada por algunos de sus amigos que deseaban representar la situación de la mejor manera posible. Nuestros “amigos" son excesivamente bondadosos en sus explicaciones que dan acerca de nuestra conducta. El pueblo todo procuraba explicar la conducta de Jesús, mientras él cuidadosamente evitaba decir algo que fuera una excusa a sus enemigos. Así el misterio acerca de él creció y se hizo más profundo.

Pero los fariseos no eran tan caritativos en su explicación del asunto. Ya habían insinuado su opinión. Un día, cuando las multitudes asombradas llegaron a preguntar, ¿Es este el hijo de David? los fariseos replicaron que estaba en liga con Belcebú, ¡el príncipe de los demonios! Esta es la verdadera explicación de estos milagros, dijeron ellos. Esto asombró a la multitud y fue un ataque público hecho en presencia de Jesús, ataque que no podía ser pasado por alto. Estaban un poco retirados de él, pero él sabía sus pensamientos, y los llamó hacia sí. Habían hecho un ataque osado y desesperado. Jesús pretendía ser el siervo de Dios; aunque en realidad según ellos, era el agente de Belcebú. La contienda era clara. Jesús contestó con una sarta de aforismos (parábolas) que los hirió en lo vivo. Les señaló lo absurdo de su acusación, porque Satanás estaría echando fuera a Satanás, cosa que nunca haría. Usa con ellos el argumentum ad hominem. Ellos pretendían también echar fuera demonios. ¿Por quién lo hacían? Era una pregunta justa; Jesús podía usar esta arma sin consentir en la realidad de su pretensión. Aquí tenemos un reductio ad absurdum. Cristo entonces afirma lo alternativo, esto es, que él echaba fuera a los demonios por el Espíritu de Dios en vez de hacerlo por el diablo. La conclusión es que el Reino de Dios les había llegado. Volvió contra ellos su argumento, pero Jesús no ha acabado todavía. Ellos mismos han cometido el pecado imperdonable de atribuir la obra manifiesta del Espíritu de Dios al poder del diablo. Esto era inexcusable y nunca sería perdonado. Eran culpables de un pecado eterno. Sería más excusable el blasfemar a Jesús, quien era hombre y también Dios. El era el Hijo del hombre. Aún ahora Cristo no ha acabado su acusación. Con algo del fuego de Juan el Bautista y su propia acusación, que más tarde hace, de sus enemigos (Mat. 23), vuelve contra ellos y los llama "Generación de víboras." Son malos y no pueden hablar sino cosas malas. Creería uno que los fariseos se habían marchitado bajo esta acusación justa. ¡Pero algunos de ellos blandamente se adelantaron y suplicaron a Jesús que hiciera una señal! Probablemente lo hicieron como una burla, pero recibieron aun más acusación. Cristo los llama una "generación mala y adúltera." Ellos repiten la idea judaica usual del Mesías, de que él vendrá con una ostentación aparatosa. Jesús les da la señal de su muerte y resurrección refiriéndose a la historia de Jonás. Por supuesto, la señal de Jonás dejó de hacer impresión en ellos, aunque Jesús dijo claramente que el Hijo del hombre habría de estar tres días y tres noches en el corazón de la tierra, esto es, tres días como los hombres cuentan los días, no queriendo acentuar demasiado la distinción entre día y noche. Les recuerda, sin embargo, cómo los hombres de Nínive se arrepintieron por la predicación de Jonás, cosa que ellos no estaban haciendo.

La madre y los hermanos de Jesús se abrieron camino hasta la casa para tener una palabra con él y llevarle a casa. Jesús "miró en su derredor a los que estaban sentados en torno suyo" y dijo "He aquí mi madre y mis hermanos." Ya no había de ser mandado ni aun por su madre. Había entrado en una comunión más amplia de espíritu en la que admitía a todo aquel que hacía la voluntad de Dios. Sus discípulos eran sus verdaderos parientes, porque en este momento los que estaban ligados a él con los vínculos de la carne habían dejado de entenderle. María, aunque tan cerca de Jesús, se había extraviado. Pero ya volverá a hallar, el camino y algún día aun sus hermanos creerán.
3. Jesús Adopta un Nuevo Estilo de Enseñar. No es la primera vez que Jesús usa parábolas, pero es la primera vez que las usa con especialidad. Las que había usado antes habían sido breves y aisladas. En esta ocasión hay muchas y amplias. Pero desde ahora en adelante forman una notable característica de su enseñanza y hacen un cambio definido en su método de instruir. Jesús pudo soportar el escrutinio más exigente como maestro que seguía las leyes más profundas de la naturaleza en sus esfuerzos para influir en los corazones de los hombres, las seguía de la manera más natural y sencilla mientras nosotros andamos a tientas y dificultosamente descubrimos algunos de los grandes principios de enseñanza. Es una de las señales de los tiempos modernos que da más esperanza: que vemos la importancia de estudiar al discípulo así como el asunto que ha de enseñarse. Jesús en este mismo contexto instó a sus oyentes a cuidar de lo que oían y cómo lo oían.

La parábola no es una invención de Jesús. Los rabíes judaicos tenían gusto de usar esta forma de instrucción. No hay nada que prohíba a cualquier maestro moderno usar la parábola, y algunos lo hacen. Pero las parábolas de Jesús superan tanto a las de todos los otros hombres, que las demás se pierden en el olvido. Sus parábolas son claras, verdaderas y perfectas. No son demasiado elaboradas ni faltas de detalles. Ilustran más bien que obscurecen el punto. Esto no es de manera alguna el hecho menos digno de notarse. El término parábola se usa de distintas maneras, pero la idea esencial es la de un objetivo paralelo a la verdad moral o espiritual (parábola). En esta ocasión, como de costumbre, las parábolas de Jesús resulta ron de las circunstancias. La actitud hostil de amigos y enemigos en su día tan ocupado dio el tono a este grupo entero. Le habían acusado de estar en liga con el diablo. Por esto no merecieron recibir más de la enseñanza de Jesús. El uso de las parábolas sirvió entonces para esconder de estos enemigos los misterios del reino, mientras que los de mente espiritual recordarían la maravillosa historia y algún día entenderían la enseñanza contenida en ella. La dureza de este juicio sobre los enemigos de Cristo parece aminorarse mucho cuando se perciben las circunstancias actuales de este día. Vendrá el día cuando los fariseos verán el propósito de aquellas parábolas dirigidas contra ellos.

No es extraño que Jesús deseara salir de la atmósfera cargada y hostil de la casa para gozar del aire vigorizante de la hermosa Galilea. Pero aun aquí halló una multitud y se sentó en el barco y enseñó a las multitudes en la ribera. El pueblo se asombró oyéndole enseñar por parábolas, y ni los discípulos pudieron entenderle. Somos tan esclavizados a la rutina y al ritual intelectual que lo nuevo nos choca. No sabemos cuántas parábolas pronunció Jesús en este día. Mateo da siete y Lucas una más, pero se agrega que dijo "muchas cosas en parábolas." Jesús trajo de su tesoro cosas nuevas y viejas. Algunas fueron dichas después de que dejó la ribera y volvió a la casa. Dos de ellas (la del Sembrador y la de la Cizaña) fueron explicadas por Jesús a súplica de los discípulos. Sirven como modelos para la interpretación de las parábolas que no son explicadas.

Las ocho que se nos han conservado de la enseñanza de este día se dividen en cuatro pares: el Sembrador y la Semilla, la Cizaña y la Red, la Levadura y la Semilla de Mostaza, el Tesoro Escondido y la Perla de Gran Precio. Juntas ilustran muchos aspectos del Reino del Cielo, que en verdad se parece a un diamante de muchas facetas; y también el Reino de Dios es un crecimiento vital que no puede realizarse, así como la vida se rehúsa a ser puesta debajo del microscopio. El reino de Dios tiene resultados distintos debido a la diversidad de suelo, y el secreto de su crecimiento en el corazón es como el de la naturaleza. La línea de separación entre los que tienen el reino y los que no lo tienen aun no está hecha perfectamente clara. Crecen en el mismo campo (el mundo) hasta el tiempo de la siega. El crecimiento del Reino, aunque lento y de principios pequeños, es seguro y penetrante. Al fin cubrirá la tierra. Entre tanto, a pesar de mucho mal y muchas decepciones, muchos hallarán gozo en el reino y lo considerarán el más grande tesoro de la tierra. Habrá otros grandes grupos de parábolas, pero ninguno superará a este primero en cuanto a lo sugestivo.

4. Jesús en Territorio Pagano. Había sido un día de violencia y tempestad, como otros muchos en la vida de Jesús. La cuña había entrado más profundamente y la separación entre Jesús y los jefes era más ancha. En verdad el fierro había entrado en el alma de Cristo. Con el corazón triste y el cuerpo cansado se dejó caer en la popa del bote, "así como estaba," y salió con los discípulos al atardecer para cruzar el lago. Probablemente el aire y las olas le traerían descanso. No es extraño que pronto se durmiera Jesús. Cuando la repentina borrasca del norte cayó sobre el pequeño lago y agitó el agua con furia, Jesús siguió dormido hasta que los discípulos, excitados, le despertaron con un grito de desesperación. Habló al viento y al mar y ellos le obedecieron; le obedecieron, aunque los fariseos acababan de menospreciarle. Los discípulos se admiran preguntándose qué clase de hombre es. Le habían tomado como el Mesías, pero no tenían una idea perfectamente clara de cómo sería el Mesías. Su percepción en cuanto a la significación del término Mesías crecía hasta el fin de su carrera. Hubo pues, un desarrollo doble. Jesús se reveló cada vez más a los discípulos, y su comprensión de él iba creciendo. En la ribera el Maestro tuvo una experiencia de horror. Estaba en la región de Decápolis, en la villa de Khersa (Gérasa) no lejos de Gadara. El furioso endemoniado, corriendo violentamente entre las rocas, no era una escena que diera descanso al espíritu. Y aun en el mar se había levantado una tempestad. Al menos Jesús dio paz al corazón de este desdichado hombre. El misterio de la posesión por demonios nunca parece más oscuro que en este incidente. La destrucción de los puercos añadida a los gritos frenéticos del hombre hace un fondo terrible en el crepúsculo de esta ribera pagana. El misterio del mal no se resuelve por la negación del diablo y los demonios. La presencia de la enfermedad aquí puede estar o puede no estar en unión con el poder del malo. La suposición de que Jesús meramente se acomodaba a la costumbre al hablar de los demonios no puede resolver todas las dificultades acerca de la posesión de los demonios. Como ya hemos dicho, sabemos poco acerca de los asuntos psíquicos para decir la última palabra sobre este particular. Pero al menos podemos regocijarnos de que Jesús tiene dominio tanto sobre el pecado como sobre la enfermedad. A veces bendecirá a los que no lo aprecian. El pueblo de la comarca rogó a Jesús que se fuera definitivamente de sus riberas, pero el cuadro del hombre, antes tan violento, vestido y sentado, en su juicio, es un consuelo para los que batallan con el pecado ya sea en el campo o en la ciudad. Aquí, donde no hay fariseos para molestar, Jesús dice al hombre que vaya a su casa y diga qué cosas tan grandes Dios ha hecho por él.

5. Jesús Hace su Ultima Visita a Nazaret. Nazaret no merecía la segunda oportunidad. Es verdad que algunos eruditos niegan que así fue, pero considerándolo todo parece probable que ésta no es la visita que hizo al principio y que es narrada por Lucas. No es sorprendente que Jesús volviera a visitar Nazaret, la villa de su niñez, a pesar del trato que había recibido. Era su propio país. Es verdad que, como él lo dice, un profeta no tiene honra, ninguna honra perdurable, en su propio país, entre su propia parentela, y en su propio hogar. Pero quería darles su oportunidad. Se asombran. Son incrédulos. ¿Cómo puede ser? ¿De dónde vino todo esto? Conocemos a su familia y le conocemos a él. Tropezaron por él y hasta rehusaron creer lo que veían con sus propios ojos. En semejante atmósfera Jesús hizo pocas obras grandiosas. Tan grande, en efecto, era su incredulidad que se admiró de ella. Y esto en Nazaret. Debe haber sido una mirada triste la que dio Jesús a Nazaret al verla por última vez cuando la perdió de vista al pasar sobre la colina. ¿Quién le dará la bienvenida a Jesús ahora? La región pagana de Decápolis le había desechado. Su propia villa le había hecho a un lado. Jerusalén procuraba su destrucción. ¿Le soportará Galilea cuando llegue a saber la verdad?

6. Un Tercer Viaje por Galilea. Este viaje resolverá el asunto por lo que toca a Galilea. Será el último. La ocasión fue la compasión de Jesús por las multitudes. Tenía en verdad una pequeña compañía de obreros, pero eran del todo incapaces para competir con la situación en Galilea. La mies era mucha y los obreros pocos. El remedio sugerido por Cristo para este nuevo dilema de reclutar es la oración al Señor de la Mies. Por algún motivo dejamos de acentuar el único encargo dado a los predicadores por Jesús, que supliquen que otros predicadores sean levantados. No puede haber celos aquí porque es una necesidad mundial.

Pero estos doce deben ir y segar lo que puedan. Así es que Jesús los envía por vez primera sin ir con ellos. Han tenido mucha instrucción y observación. Ahora pueden poner eso en práctica. Una cosa es estudiar acerca de la predicación. Cosa enteramente distinta es predicar. ¿Tendrán éxito al ir a predicar el reino de Dios? ¿Serán convertidos los pecadores bajo su predicación? ¿Saldrán los demonios a su mandato? ¿Quién no se acuerda de su primera experiencia en conducir un pecador a Cristo? El Maestro los seguirá para ver el resultado de su trabajo, porque mucho depende de estos hombres. En la lucha con las autoridades de Jerusalén éstos tenían el poder y el prestigio del Estado y la fuerza de la preocupación. ¿Sería triste si los discípulos fracasaran completamente después de su educación? Jesús repite las instrucciones que les ha dado, o antes bien les da en forma condensada las ideas principales que necesitarán para este viaje, detalles incidentales así como principios fundamentales. Algunas de las cosas aquí ordenadas fueron, después, expresamente cambiadas por Jesús, así como el mandato de que no fueran por el  camino de los gentiles ni por el de los samaritanos. El espíritu "Antimisionero” siempre ha interpretado literalmente las palabras de Jesús sobre este punto, pero obscureciendo ciegamente la situación histórica y los mandatos posteriores del Maestro. Pero que no piense nadie que los detalles dictados por el sentido común en cuanto a la comida, el vestido y a los costumbres tienen poco valor. Tienen mucho que ver para determinar el éxito final de todo ministro.

El punto que acentuó más Jesús fue el del espíritu en que deberían ir. Salen como ovejas en medio de lobos, un retrato vivo de impotencia. Pero no deben temer a los lobos. Si son perseguidos en una ciudad irán a otra. Aquel a quien debían temer es Dios, no al hombre. Después de todo Jesús vino para enviar una espada, no la paz. Esto parece ser clara contradicción de lo que Cristo había dicho en otras partes. Pero debemos reunir todo cuanto dijo por más paradójico que parezca. Entonces el resultado será claro. El hombre que falte al cumplimiento de su deber por el miedo a los lobos, perderá su vida. Esta es la paradoja del valor y del sacrificio, pero es la ley de la vida. Juntamente con la inocencia de la paloma, han de tener la sabiduría de las serpientes. Es la combinación que manda Jesús, no la posesión aislada de cualquiera de estas cualidades. Así, pues, los nuevos predicadores del Evangelio salieron por toda Galilea. Echaron fuera muchos demonios y predicaron el Evangelio del Reino.

El miedo de Herodes Antipas fue uno de los resultados. Los discípulos manifestaron el debido valor y lograron algún grado de éxito. Aparentemente Galilea fue conmovida profundamente por esta campaña concertada. Noticias de la conmoción llegaron a Herodes que ya era víctima de sus temores. Su conciencia nunca había aprobado la muerte de Juan el Bautista, y ansiaba ver si era Juan que había vuelto a la vida. Otros pensaban que Jesús sería Elías u otro de los profetas. Pero Jesús cuidadosamente se apartó de Herodes, nombre que no presagiaba ningún bien para él.

7. ¿Aceptarán los Galileos a un Mesías Espiritual? Hasta ahora no entienden claramente lo que Jesús se dice ser. Lo conocen como un Maestro maravilloso, un obrador de milagros, hombre que ha incurrido en la enemistad de las fuerzas eclesiásticas en Jerusalén, que es mofado por los fariseos en Galilea, pero que es inmensamente popular entre el pueblo. No les había dicho que era el Mesías. ¿Quién será él? Aunque era muy grande el favor del pueblo de que gozaba Jesús, el dar de comer a los cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños, levantó el entusiasmo fuera de todo límite. Cristo y los discípulos habían acabado de volver del gran viaje por Galilea y se dirigían a las faldas de las montañas que estaban cerca de Betsaida Julias para descansar. Pero una gran multitud de gente le esperaba allí. Cubrieron la montaña, ansiosos de oír sus palabras y ver sus obras. Jesús se puso a plena vista de todos los que habían venido. Su corazón se enterneció en favor de la multitud. Le dio enseñanzas, e hizo más. Ofreció dar de comer a todo el gentío con unos pocos panes y peces de un jovencito que estaba allí. Fue una escena preciosa, cuando en sus vestidos de muchos colores se reclinaron en hileras como arriates de un jardín sobre la hierba verde. Vieron como las manos de Jesús proporcionaron de continuo peces y panes, y, lo que era más, los comieron. No hubo sino una sola conclusión. El era el Mesías. Le llevaremos a Jerusalén y le haremos rey. Piensen lo que quieran los fariseos. Sabemos que Jesús es el Mesías. Estableceremos el Reino Mesiánico en Jerusalén y echaremos fuera a los odiados romanos y ganaremos el mundo para Jesús. Esta era la esperanza Mesiánica de los fariseos. Era la voz del pueblo pero no la voz de Dios. La voz del pueblo es vox dei, si no es vox diaboli. Esta vez fue la misma tentación que Satanás había ofrecido a Jesús en el principio. Cristo vio que le era menester obrar con prontitud. Y por esto despidió a la gente para que fuese a sus hogares e hizo que los discípulos tornaran a la barca. El mismo subió a la cumbre de la montaña para estar con el Padre quien era el único que comprendería a él y a su soledad. Allí encontró la simpatía que necesitaba. Volvió a ganar la victoria sobre esta nueva tentación, pero perdió a los galileos como pronto veremos. A los discípulos, Cristo les parecía ser, al principio, un espectro cuando le vieron deslizándose sobre el agua hacia ellos. Pedro tuvo la osadía de desear andar en el agua con él, pero se dio cuenta de que soplaba el viento, perdió el valor y comenzó a hundirse. En el barco los discípulos adoraron a Jesús como el Hijo de Dios.

Cristo gozaba entonces del elevado favor de los galileos. Era el hombre de la hora con el pueblo; sí, el hombre de la hora. ¿Sería el hombre de todo el tiempo con ellos? Jesús estaba resuelto a dar a entender a la multitud su verdadero carácter. Ellos andaban equivocados. No empleará términos para poner en manos de sus enemigos un garrote que puedan usar contra él, pero es preciso hacer saber a los galileos que él no pretende ser un Mesías temporal. No ha venido para cumplir sus sueños políticos. Ha venido para darles la vida eterna, una bendición mucho más grande, tan sólo con que lo sepan. Por esto Jesús cuida de venir a la sinagoga la mañana siguiente para decir la verdad al pueblo. Quisiera tener su amor y lealtad, pero en condiciones apropiadas. El Maestro les dijo terminantemente que todo cuanto ellos deseaban era recibir los panes y los peces. Procura guiarlos paso por paso a desear la comida que dura para vida eterna, a comer el verdadero pan de Dios, que es Jesús mismo, a tomarle a él como el pan de la vida, en una palabra a "comerle." Al fin una verdadera tempestad se desató en la sinagoga cuando el pueblo llegó a entender que él decía que había bajado del cielo y que él era el pan de la vida eterna. Su ira fue aumentada por un vivo escepticismo que desechaba sus pretensiones y la posibilidad de comerle. Estos racionalistas al fin disputaron el uno con el otro y se fueron disgustados. Una cosa era ya cierta. Y era que Jesús deliberadamente había perdido su influencia sobre gran parte del pueblo de Galilea. Ya no era un ídolo popular para ellos.

Pero el asunto no terminó aquí. Cristo tenía entre los que profesaban ser sus discípulos algunos a quienes les parecía esto ser un dicho duro, especialmente duro ya que tantos se habían levantado y salido. Sus dificultades teológicas se aumentaron hasta que ellos mismos comenzaron a irse. La gente se va en tumulto. Ellos mismos salieron. Al fin todos habían dejado a Jesús con excepción de los doce. Esto fue, pues, el resultado en Capernaum cuando el pueblo comenzó a entender lo que Jesús realmente decía que era. ¡Si esta es la clase de Mesías que es, no le queremos! La campaña en Galilea ha fracasado definitivamente. Cristo no tenía lugar seguro ni en Judea ni en Samaria. No falta sino un año ahora, para el fin. Ha trabajado probablemente dos años y medio, y casi nulo ha sido el resultado espiritual. Conocía

a las multitudes, pero se entristeció Cristo cuando bajo esta prueba fatal estas multitudes se dispersaron.

Jesús se volvió a los doce. ¿Qué harán ellos? Fue un momento solemne en su ministerio. Una vez más, todo dependía de ellos. ¿Se irían ellos, también, con la corriente? Estaban todavía en la casa, pero ¿desearían irse? ¿Serían leales en su corazón a Cristo? " ¿ Os iréis también vosotros?" Fue Simón quien contestó. Su contestación indica que habían pensado en irse. ¿Cómo podrían evitarlo? Pero ya habían resuelto quedarse con él por un motivo: ¿A quién irían? No habría esperanzas si volvían a los fariseos. Además de esto, ellos tienen una confianza firme y un conocimiento experimental de que él es el Santo de Dios. No es una experiencia nueva para ellos. La han tenido desde el principio, pero la bendita esperanza ha sufrido variaciones de luz y sombra. Ya que él ha dicho más acerca de sí mismo, se sienten más atraídos a él. Desearían acercarse más y aprender más. Esto, pues, es el gozo de Jesús. De todos modos tiene a estos hombres. Pero aun uno de ellos es un diablo.

8. Los Fariseos de Jerusalén Renuevan Su Ataque. Era un tiempo oportuno después de la ruptura entre Jesús y el populacho en Capernaum. Por esto la comisión reguladora de Jerusalén osadamente retó a la ortodoxia de Jesús sobre la cuestión de comer con manos no lavadas. Habían hallado a sus discípulos culpables de este odioso crimen. A la mente de ellos vino toda la cuestión de la religión ceremonial. Los discípulos de Jesús habían quebrantado la tradición de los ancianos. No dijeron, sino asumieron, que ésta era también un mandato de Dios. Precisamente en este punto es donde se equivocaron. Jesús no se oponía a que las manos fueran lavadas antes de comer. Esto era y es una cosa buena y necesaria. Sólo se oponía a hacer de esta costumbre tan conveniente una doctrina, una doctrina con asuntos espirituales, fundamentales.

Con una ironía mordaz, el Maestro reveló la hipocresía de estos campeones de la ortodoxia ceremonial, los cuales violaban con impunidad el mandato de Dios y obligaban a otros a cumplir la tradición de los hombres, hombres que sabían ganarse el crédito de la observancia puntillosa de estas tradiciones sin la molestia y la abnegación de obedecerlas y cumplirlas estrictamente, hombres cuya ortodoxia consistía en cuidar de que otros las obedecieran estrictamente, y no en obedecerlas ellos mismos a su vez. Habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. "Y muchas cosas semejantes a éstas hacéis." Esta espada penetró la armadura de la complacencia hipócrita con que se acercaron a Cristo. Hasta disimulaban el robo del padre y de la madre bajo el uso tradicional del "Corbán," especialmente si una parte del dinero caía en manos de ellos.

Jesús no se contentó con esta terrible revelación y acusación, porque sentía que todo el caso entre él y los fariseos se resumía en estas palabras, una religión espiritual, --versus, contra,-- el ceremonialismo. Llamó así a las multitudes y las amonestó especialmente sobre ese punto. No fue la observancia exterior la que hacía al hombre bueno o malo, sino el estado de su corazón. Jesús aquí puso el hacha a la raíz de] árbol del judaísmo común. Fue un conflicto, en una palabra, entre la verdad espiritual y el tradicionalismo. Tan fuertemente había hablado Jesús que se inquietaron los discípulos. En la casa preguntaron a Cristo si no había notado que los fariseos se habían ofendido por lo que él había dicho. Todavía temían el poder de los fariseos. Temían que el Maestro hubiera dicho demasiado. Pero Cristo no tenía idea de retroceder en cuanto a este asunto. Vio que era imposible que él cooperase con estas personas tan obstinadas en el cumplimiento de las cosas insignificantes de la mera observancia religiosa mientras descuidaban la vida espiritual. "Dejadlos: son ciegos, guías de ciegos." Esta es la descripción patética de los fariseos en la respuesta de Jesús. Se exhiben como luces religiosas para guiar a otros a la verdad, siendo ellos mismos ciegos y andan tropezando en la oscuridad. Viajeros sin éxito son los que siguen semejantes guías espirituales. Pedro aún insistió en que Cristo explicara esta descripción parabólica de los fariseos, y recibió una reprensión de Jesús por su torpeza al no entender lo que él había dicho acerca de lo espiritual y lo ceremonial. En términos claros dice a Pedro que de] corazón proceden todos los pensamientos y los hechos malos. Esta lección, que era tan difícil entonces, es cosa dada por sentada entre todos los cristianos evangélicos. Pero aun ahora la mayoría de los que se llaman cristianos se han ligado a las cosas externas, obscureciendo así o aun destruyendo las realidades espirituales.

Marcos añade que al decir esto purificó así todas las viandas. Fue, en verdad, una posición revolucionaria desde el punto de vista del judío ordinario, por no decir del fariseo. Tal vez no sea extraño que los discípulos tropezaran en ello. Es digno de notarse que es Pedro quien recibirá la visión, sobre la azotea de la casa de Simón el Curtidor cuando será invitado a comer toda clase de carne.. Lo enérgico de su protesta entonces mostrará cuán lejos está aquí de comprender cuanto Cristo quería dar a entender cuando habló. Pero se ha sembrado la semilla que dará fruto. Sin embargo' el primer resultado de la discusión fue el de acentuar las diferencias entre Cristo y los fariseos. Tienen otro motivo definido de queja contra él. La lucha por la religión espiritual no se ganará en un día, en verdad no se ha ganado todavía en todas partes de la cristiandad. Pero Jesús ve claramente que la senda del deber está recta guiándole hacia delante. No obstante ha llegado a una verdadera crisis en su ministerio. Y se multiplican las evidencias de que su trabajo efectivo en Galilea ya se acabó. Cada vez más sus esperanzas se fundan en los doce. A éstos debe dedicarse más exclusivamente si es que han de ser preparados para llevar a cabo la obra sin él y soportar los eventos decisivos que ya se acercaban rápidamente. ¿Están ahora listos para soportar el pesar de su muerte? Falta menos de un año para aquel terrible acontecimiento.

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CAPITULO V.
LA ENSEÑANZA ESPECIAL DADA  A LOS DOCE

"Pero vosotros ¿quién decía que soy?” (Mat. 16:15).

1. Las Razones de Semejante Instrucción Son 0bvias. Falta menos de un año para que venga el fin. Por casi seis meses Jesús se dedicará principalmente a la compañía de hombres escogidos con quienes se ha rodeado. Si estos hombres llegan a entenderle no le preocuparán tanto los demás. Hasta ahora no aprecian plenamente ni al Mesías ni su mensaje. Es sumamente difícil que uno se levante sobre sus propias circunstancias. El punto de vista tiene mucho que ver con lo que ve uno. Una de las pruebas más grandes de que Jesús es más que hombre es precisamente esto que, aunque rodeado M frío ceremonialismo y miramiento externo vino con vida abundante y poder espiritual. Hasta aquí Jesús ha procurado principalmente enseñar las grandes ideas acerca del reino. Los discípulos no entendieron todo cuanto habían oído ni lo harían hasta más tarde. Pero entre tanto era necesario que aprendieran más del Mesías mismo. Desde ahora Jesús hablará más acerca del Rey y menos acerca del Reino. Este no es un orden histórico incorrecto, sino que es el justo. Las primeras revelaciones mesiánicas eran personales y cesaron en gran parte por razones obvias. Sobre el ancho fundamento de su enseñanza acerca del Reino Jesús había edificado; pero ahora ellos deberían, por más que dejara de hacerlo el pueblo, alzarse hasta la verdadera idea del Mesías. Los discípulos tuvieron que crecer antes de que pudiera decirles más cosas. Pero ahora tenía más que decirles. El tiempo había venido cuando no podía esperar más. La sombra de la cruz avanzaba rápidamente hacia él. El eclipse total hallaría a los doce del todo sin preparación para la catástrofe. No es cierto que, aún ahora, los discípulos sean capaces de apreciar cuanto tiene Jesús que decir acerca de sí mismo y de su misión. Últimamente han dado señales de desarrollo que le animan. De todos modos era preciso decirles la verdad.

Jesús ve que le será difícil dedicarse exclusivamente a los discípulos en Capernaum o en Galilea. Las distracciones son demasiadas y las interrupciones demasiado frecuentes en medio de las multitudes excitadas. Además de esto la tensión ahora en Capernaum es aguda desde la crisis en la sinagoga. El resultado será más definitivo y la separación más marcada entre él y los fariseos. Hay peligro de un levantamiento fanático de parte de sus adherentes, como se veía después de dar de comer a los cinco mil. Además de esto, Herodes mismo se había hecho celoso e inquieto y probablemente causaría dificultades. Por esto Jesús pasa el caluroso verano lejos de Galilea, principalmente en las comarcas montañosas. Tiene una escuela de verano de teología. Quién nos diera haber sido uno de aquellos del pequeño grupo. Aparecen en varios lugares y no están del todo solos ni en los distritos paganos. Pero, después de todo, es un verano de libertad y comunión íntima. Jesús abre su corazón a los hombres que ha escogido hasta donde ellos se lo permiten.

2. El Viaje a Fenicia. El trabajo de Jesús se limitó a los judíos por motivos claros. Eran el pueblo escogido, el pueblo de la promesa. Debían tener la primera oportunidad. El trabajar mucho en Samaria o Fenicia despertaría las Preocupaciones de los judíos en general en contra de] evangelio. Por esto Jesús pasó la mayor parte de su ministerio en territorio judío. Ahora está en un país pagano, y estará allí la mayor parte del verano, pero su trabajo es, en su mayor parte, con los discípulos.

Jesús es el Salvador del mundo como él mismo lo dijo con énfasis, pero había de comenzar con el judío. Al judío primero y después al gentil. Todo esto debe recordarse y sin embargo sí se detenía entre los gentiles y fue destinado por su evangelio de gracia y libertad a derrumbar la pared divisoria que había entre Judíos y Gentiles, así como ya lo había indicado en su enseñanza acerca de comer con las manos sin lavar. Parece que entró en una casa gentil (Marcos 7:24), aunque deseaba que nadie lo supiese. Sin embargo, parece que su reclusión se debía al deseo de retirarse de las multitudes más bien que al temor de contaminarse ceremonialmente tal como lo pensó Pedro en casa de Cornelio.

La repugnancia de Jesús para sanar a la hija de la mujer Sirofenisa no es difícil de entender a la luz de lo que se ha dicho. No fue dureza de corazón de parte de Cristo. Debe notarse que Jesús no la envió bruscamente como sugirieron los discípulos. Oyó su ruego, aunque explicó que su misión era primeramente a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Probó a la mujer e hizo manifiesta la grandeza de su fe.

En efecto, concedió su súplica' cosa que los discípulos no habrían hecho. El discípulo es con frecuencia más mezquino que su maestro. La inteligencia de esta mujer es tan notable como su fe. "Los perrillos también comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores." Merecía ser oída por dar este giro vivo a la protesta del Maestro. Jesús no se quedó mucho tiempo aquí, sino que siguió desde Tiro hasta Sidón, aunque no tenemos más detalles sobre este viaje. Inferiría uno que hiciera menos trabajo aquí que en Galilea, aunque ha de recordarse que cuando Jesús predicó el Sermón de la Montaña hubo personas presentes que procedían de las costas de Tiro y de Sidón. Por esto Jesús no era del todo extraño a los fenicios y otros muchos habían oído hablar del admirable rabí de Galilea.

3. En Decápolia. Se quedaron en las montañas después de partir de Sidón. Marcos narra brevemente el viaje desde Sidón por los confines de Decápolis a la ribera del mar de Galilea. Esto querría decir probablemente un viaje hacia el oriente, luego hacia el sur y hasta la ribera oriental del mar de Galilea donde se internarían entre los altos peñascos del sudeste. Este es todavía territorio pagano. Decápolis era una liga de ciudades griegas que fueron enteramente helenizadas después de la conquista de Alejandro. La enseñanza de Jesús en esta región, así como en Fenicia, muestra que usaba el griego cuando le era necesario. Las gentes de aquí "quedaron sobre manera asombradas" por la curación del hombre sordo-mudo, y se admiraron al oír hablar al mudo, y vieron sanos a los paralíticos, andar a los cojos, y que los ciegos veían: Y glorificaron il Dios de Israel. Así como en otras partes, aquí también, la obra de Jesús hizo una impresión maravillosa. En el sentido moderno de] término Jesús fue aquí un Misionero extranjero. Estos griegos glorificaron "A] Dios de Israel." Un poco al norte de este distrito Jesús había venido cuando sanó al endemoniado furioso que tenía una legión de demonios. Como un resultado de aquella excitación, aunque no hay fariseos aquí, Jesús les da a todos que no digan nada de la curación de sordo-mudo. “Pero cuanto más se los encargaba, con tanto más celo lo divulgaban" (Marcos 7:36).

Hubo aquí también un milagro de dar de comer a cuatro mil, semejante al de dar de comer a los cinco mil en Betsaida Julias. Algunos críticos no pueden ver cómo semejante cosa podría haber sucedido dos veces, no obstante que Marcos y Mateo mencionan detalladamente ambos incidentes, y cada uno narra que Jesús se refería a ambos incidentes como separados. Otras distinciones, tales como el nombre de las canastas en las dos ocasiones, son conservadas. Puede uno ser demasiado preciso así como demasiado crédulo. La naturaleza obra con grande variedad pero también con maravillosa similaridad. Es notable que en cada gran región donde Jesús trabajó sucesos semejantes aconteciesen, así como en Judea, Galilea, Perea, y en menos grado en Samaria, Fenicia, Decápolis, y la región de Cesarea de Filipos. Hay mucha semejanza entre las gentes, después de todo. Cristo enseña las mismas cosas en estas regiones con modificaciones aquí y allí, y obra la misma clase de curaciones. En todas partes el pueblo se asombra. La tardanza de los discípulos en obedecer al Maestro en el caso de los cuatro mil después de su experiencia con los cinco mil no debe admirarnos demasiado. La torpeza y el olvido de los discípulos acerca de estos dos incidentes fueron distintamente condenados por Jesús. Y además de esto su tardanza aquí no es un caso aislado, sino que es una característica de toda su experiencia antes de la venida del Espíritu Santo. Las circunstancias en el caso de los cuatro mil son muy distintas y los puntos de semejanza son tales que pertenecen a la naturaleza del caso.

4. Una Visita Breve a Galilea. Un día Jesús fue con los discípulos al otro lado en Galilea. No sabemos exactamente dónde estaban las partes de Dalmanutha o Magadan, excepto que estaban en el lado occidental, posiblemente no muy lejos de Tiberias. Hace algún tiempo ya que ha estado ausente de Galilea. ¿Cómo será recibido? Inmediatamente los fariseos omnipresentes salen y comienzan a preguntarle, como si lo hubieran extrañado y se regocijaran de volver a verle. Los saduceos están con los fariseos: una combinación extraña. Los herodianos ya se habían hecho de la parte de los fariseos en contra de Jesús y ahora lo hacen los saduceos. Cristo había unido los tres partidos sobre un punto: la hostilidad a él mismo. Esta es la primera vez que se mencionan los saduceos en los evangelios y la única vez hasta la Semana de la Pasión. El último día del ministerio de Cristo en el templo, estos tres partidos se presentarán juntos contra Jesús. Aquí no tiene nada nuevo que decir. Piden una señal del cielo como prueba de lo que se decía ser, como antes lo habían hecho los fariseos.

Jesús "gimió profundamente en su espíritu. ¡De modo que ésta es su recepción en Galilea El caso es tan sin esperanzas como antes, e verdad es más aún. Jesús les contestó con reproche y negación. Podían adivinar el tiempo leyendo el cielo, pero no las señales de los tiempos. No podrían reconocer una señal del tiempo si la vieran. Repite esta respuesta a la misma demanda hecha en Capernaum. Les daré la señal de Jonás. Esta alusión enigmática quizás no hizo más que dejarles perplejos. De nada servía explicar. De modo que Jesús bruscamente los dejó y se marchó de Galilea. Se embarcó con los discípulos y volvió la proa hacia Betsaida Julias en la ribera septentrional.

En el camino, claramente amonestó a los discípulos en contra de la levadura de los fariseos, los saduceos, y Herodes. Acababa de estar en la tierra de Herodes y había sido atacado por los fariseos y saduceos. Los discípulos están completamente perplejos con esta comparación sencilla y contestan algo insípidamente, "¡No tenemos pan!" (Marcos 8:16). No tenían pan de ninguna clase y por eso Jesús no necesitaba amonestarles contra el que llevaba la marca de los fariseos, los saduceos, y Herodes. No es extraño que Jesús fuese movido a reprenderles duramente. Les preguntó si no tenían memoria, si no tenían ojos, si no tenían oídos. La torpeza de ellos le parecía incomprensible. Tal vez todo maestro tenga momentos de simpatía con este humor de Jesús manifestado aquí. Cristo explicó pacientemente acerca de los cinco mil y los cuatro mil y en seguida dijo que con levadura quería decir enseñanza. ¿Entendieron ahora? Vieron indistintamente, como el pobre ciego que al ser sanado comenzó viendo a los hombres como árboles que andaban.

5. El Examen de los Doce. Era el tiempo de los exámenes. Ya habían tenido un curso de verano especial con Jesús en adición con todo lo demás. Por esto llevó a los discípulos a las faldas del Hermón, en la región de Cesarea de Filipos. Todavía se alejaba de Galilea. Felipe era un gobernador más moderado y mejor hombre que Herodes Antipas. Había probado Galilea (Betsaida, Corazín, Capernaum, y todas las demás) y "había sido hallada falta." Pero después de todo importaba poco lo que Galilea pensara de él, con tal que estos hombres fuesen entendidos y leales. Habían sido fieles ese día en Capernaum, pero era necesaria una prueba más. Están aquí por sí mismos y Jesús había estado orando solo.

De modo que en el camino comenzó a considerar la cuestión con ellos. En primer lugar preguntó lo que pensaban de él los hombres, o qué decían que él era. Bien sabía ya todo esto, pero servía como un fondo para su propia actitud. Fue un momento decisivo cuando Jesús preguntó bruscamente: "Pero vosotros, ¿quién decís que soy?" (Mat. 16:15). Al principio lo habían tomado por el Mesías, es cierto, pero entonces sabían poco acerca de él. Tenían sus propios conceptos anticipados de cómo sería el Mesías. El no los había llenado. El descubrimiento de ese hecho había causado que el Populacho de Galilea lo abandonara disgustado. Los doce habían sido leales. Les había dicho mucho más acerca de sí mismo. ¿Qué piensan ahora, ya que saben tanto de la verdad acerca de él? ¿Piensan todavía que él sea el Mesías, el Hijo de Dios? ¿0 habían ellos sentido la fuerza de la vacilante opinión popular que está ahora muy dividida? Pocos entre el pueblo le tienen ahora por el Mesías, aunque muchos le consideraban Juan Bautista vuelto a la vida o Ellas o Jeremías o uno de los profetas.

Fue Pedro quien habló primero, como lo había hecho aquel día en la sinagoga estando en Capernaum. Se levantó a la dignidad de la ocasión. Jesús había dicho que Simón sería una Roca. "Tú eres el Cristo, el hijo del Dios vivo" (Mat. 16:16). Son palabras nobles y expresan rectamente su propia convicción y la de los demás. Por cierto no entendían todo cuanto significaban estas palabras, pero podían usarlas gustosamente como su credo acerca de Jesús. El corazón de Jesús se alegró por estas palabras y no se esforzó para ocultar el hecho. Ahora Simón era digno de su nombre. Sobre esta verdad, la fe en Jesús como el Hijo de Dios, descansaba el Reino de Dios, su gloriosa iglesia. Lo que ha hecho Pedro, harán todos los que entran en el Reino. Tomarán a Jesús como el Hijo de Dios y Salvador. En esta confesión clara Jesús ve la segura promesa de la victoria. Satanás había procurado con frecuencia vencerle, pero ahora es claro que estos hombres serán fieles y llevarán adelante la obra del Reino. Las puertas del Hades no podrán prevalecer contra la iglesia o el Reino de Cristo. Pedro y todos los demás, todos los que enseñan y predican a Cristo, tienen las llaves del Reino, todos los que proclaman la vida a los hombres bajo estos términos. Dios sostendrá la aceptación o el desechamiento que los hombres hagan de Cristo como su Hijo.

Jesús no quiere todavía que digan a otros lo que es un gran secreto. Encenderla una gran conflagración en la tierra si ahora llegara a predicarse la gran verdad. Hay mucho más que ellos mismos necesitan saber. Han hecho buen progreso sobre este punto. ¿Serán fieles cuando aprendan más? ¿Cuando sepan que ha de morir, qué harán? Así se arroja una sombra sobre la hora de gozo, pero Cristo no duda del resultado final. La situación presente ha vindicado lo que dijo Cristo. Mirad el Reino de Dios actualmente en el mundo.

6. La Nueva y Gran Lección. Parecía burlar todas sus esperanzas el hecho de que, cuando habían vuelto a hacer la gran confesión, Jesús anunciase su muerte. No era posible entender mal sus palabras. Por cierto, había usado antes un lenguaje simbólico que indicaba su muerte, pero todo estaba tan velado que hacía poca impresión. Es en verdad una época distinta en la carrera de Jesús, y Mateo dice que "desde aquel tiempo comenzó Jesús a manifestar" (Mat. 16:21), que era necesario que fuese muerto en Jerusalén. Obsérvese "era necesario" y "en Jerusalén" y a manos de "los jefes de los sacerdotes, y de los escribas." De modo que él espera que, después de todo, los saduceos y fariseos le hayan de matar. Todo esto no sólo era desconcertante para los discípulos; era absolutamente depresivo. Es verdad que Jesús dijo también que se levantarla al tercer día, pero este rayo de esperanza siempre fue obscurecido por la terrible lobreguez de su muerte, ésta sombreaba todo lo demás. Venía el eclipse y ellos estaban en la penumbra. Jesús habló de su muerte "sin reserva" y sin parábola.

Pedro sentía tan fuertemente este enfriamiento de sus esperanzas mesiánicas que hasta tomó aparte a Jesús y osó reprenderle porque hablaba así. ¡Por supuesto Pedro sabía más de lo que Jesús debía hacer que Jesús mismo! Esta audacia se basaba en la solicitud, ciertamente, pero no obstante esto era inexcusable. Además de esto ' andaba absolutamente equivocado. No entendía la filosofía de] Reino Mesiánico. No sabía que la abnegación era la ley de la vida, que el que procura salvar su vida la perderá, que todo hombre tiene que tomar su propia cruz si es su propósito seguir a Jesús. Jesús ya ve delante de él su cruz, pues ya era una figura familiar para todos los judíos en los tiempos romanos.

Todo esto va a explicar la severidad de la reprensión que dio Cristo a Pedro por su presunción. "Apártate de mi vista Satanás" (Mat. 16:23). Satanás era un nombre duro para aplicarlo a un discípulo, y especialmente a Pedro, quien tan recientemente había hablado por todos al llamar a Jesús el Hijo de Dios. Está haciendo el papel de Satanás ahora como de] mismo modo hizo el semejante a u~a roca entonces. "De tropiezo me sirves." Este era el punto. Pedro tentaba a Jesús para que hiciera la misma cosa a que el diablo le había instado que hiciera. ¡El más prominente de los discípulos realmente quería persuadirlo a que no muriera por los pecados de los hombres! ¡Una coalición extraña ésta de Pedro y Satanás! El diablo había usado una vez a Pedro y procuraba hacerlo de nuevo. Ha descubierto una manera de manejar al más prominente de los discípulos. ¡Si pudiera ganarlo completamente! Pedro estaba ateniéndose a las cosas de los hombres, y no a las de Dios. Inconscientemente había adoptado el punto de vista del diablo acerca de la carrera de Jesús. Para Jesús fue un golpe que esto viniera de Pedro. Fue un despertamiento brusco para Pedro esta agonía de Jesús, pero le era necesario. Ya era claro que los discípulos no estaban listos para la gran catástrofe. ¿Será posible prepararlos a tiempo? ¿Cómo podrán reconciliar con su muerte el hecho de que él era el Mesías? Esto era un nudo teológico difícil de desatar.

7. Luz Celestial Sobre el Asunto. Desde el punto de vista humano Jesús carecía absolutamente de simpatía en las cosas más profundas de su vida. Una vez el círculo se había hecho más amplio, pero ahora estaba muy pequeño, reducido casi a un punto. Los apóstoles le eran en verdad fieles, pero no podían comprender la naturaleza espiritual de su ministerio ni la necesidad y significación de su muerte. Ellos estaban en una condición triste para ser dejados solos en un mundo que a él le entendía mucho menos. ¿Cómo podrían pasar la hora dolorosa de su muerte` No puede uno imaginar la soledad de Jesús 'en este tiempo. El Padre era el único que simpatizaba con él. Como una semana después de la reprensión de Pedro, Jesús subió una noche a una montaña para orar. Llevó consigo a Pedro, Santiago, y Juan; el círculo interior dentro del de los doce. Jesús no guardaba ningún rencor contra Pedro. Después de todo, ¿el resto de ellos sabía más? No hay indicio de que Jesús esperaba lo que sucedió, aunque por supuesto, eso es posible. Ciertamente los tres discípulos no lo esperaban. En efecto, mientras Jesús oraba se durmieron, o de todos modos estuvieron a punto de dormirse. Si el espíritu estuvo pronto la carne estuvo muy débil, como en el Huerto de Getsemaní. La transfiguración se verificó mientras oraba. ¿Se ría ella la gloria traída del cielo por Moisés y Elía8? ¿o sería la restauración de Jesús a su estado preencarnado, mientras hablaba con estos visitantes celestiales? El milagro no consiste en la gloria, sino en la presencia de Moisés y Elías. Si era genuina, como yo la creo, tenemos plena prueba de que hay vida más allá del sepulcro, y del reconocimiento celestial.

Hubo algo inusitado en la muerte tanto de Moisés como de Elías. Dios sepultó a Moisés y llevó a Elías arriba en un carro de fuego. Pero Moisés representaba la ley y Elías la profecía. Tanto la ley como la profecía tienen representantes que hablan con Jesús, quien es el evangelio de la gracia. Hablaron de la muerte de Jesús, de su éxodo de la tierra. Ellos al menos entendieron, y el corazón de Cristo fue consolado en esta hora espantosa. No hay que dudar que el Padre envió a Moisés y a Elías para consolar al espíritu de Cristo en este tiempo de tristeza. Con la fuerza de este alimento pudo ir con firmeza, hacia la cruz. No sabemos las palabras que se dijeron, pero sin duda eran palabras de consolación.

Parecería que otro objeto de este acontecimiento sería el de ayudar a estos discípulos a mirar la muerte de Cristo desde el punto de vista del cielo, más bien que desde el del mundo o Satanás. Se les concedió aquí un destello de la visión más amplia, pero estaban tan cargados de sueño que Pedro volvió a tropezar. En efecto le gustó tanto la gloria que percibió en todo su derredor, que deseó quedarse allí para siempre. Lucas dice (9:33) que no sabía lo que decía cuando sugirió hacer las tres viviendas, pero aunque deslumbrado hablaba. Tuvieron miedo al ver que la nube les hacía sombra y los envolvía, y al oír la voz viniendo de fuera de la nube. La voz no sólo identificó a Jesús como Hijo de Dios, sino que exhortó a los discípulos a que le oyesen, que le oyesen especialmente en el asunto de su muerte.

Pero pronto se acabó, y con Jesús bajaron la montaña. Cristo rompió el silencio diciéndoles que no hablaran de lo que habían visto y oído sino hasta que el Hijo de] Hombre se levantase de entre los muertos. Entonces podrían decirlo para consolar a los otros. Entre tanto esto serviría para esforzarlos a ellos. Pero de nuevo dejaron de entender y comenzaron a preguntarse qué querría decir el levantarse de entre los muertos! Al fin se fijan ahora en que menciona la resurrección. Pero si él se refería a la resurrección al fin del mundo ésta estaba muy lejana todavía. De modo que volvieron a caer en la confusión. Ciertamente, preguntaron a Cristo acerca de la venida de Elías, pero no acerca del verdadero problema que él tenía en su corazón.

Al pie del monte hallaron a los demás discípulos acosados por los escribas porque habían fracasado en sus esfuerzos para sanar a un muchacho endemoniado. Cuando Jesús logró sanarlo, supieron que el fracaso de ellos se debía a su falta de oración.

8. De Regreso a Galilea y Nuevas Enseñanzas Acerca de su Muerte. Jesús desea que nadie sepa que está en Galilea ahora (Marcos 9: 30). Ya se acabó su verdadero trabajo en Galilea. Procura de nuevo explicar acerca de su muerte y resurrección. “Penetren estas palabras en vuestros oídos" (Lucas 9:44). Penetraron en efecto, "mas ellos no entendían." Parecía que de alguna manera estaba ocultado de ellos; y temían preguntarle más, y ellos se entristecieron en gran manera. Realmente no había esperanza y la hora se acercaba. Los galileos llegaron a saber que Jesús había vuelto, al menos lo sabía el recaudador de impuestos, porque se hizo la demanda de que pagara el medio siclo que era el impuesto del templo. Jesús pagó el impuesto por sí mismo y por Pedro, aunque de una manera algo inusitada.

9. Rivalidad entre los Doce. Seguramente la copa de Jesús estaba bastante llena sin esto. Y sin embargo, no obstante toda su enseñanza cuidadosa acerca de su muerte y resurrección, ellos siguen repartiendo entre sí mismos los puestos principales de un reino terrenal. ¡Suscita entre ellos una querella sobre la gran cuestión eclesiástica de cuál de ellos es el mayor en el Reino del Cielo! El celo eclesiástico es común, y por esto, se manifiesta entre los amigos más íntimos de Cristo y en su misma presencia. Cuando les preguntó de qué disputaban no querían decírselo. Ya le habían preguntado quién era el mayor en el Reino. No querían que él conociera la envidia de ellos. Por esto Jesús llamó hacia sí un niñito. ¿Sería el niño de Pedro? Este niñito debería enseñarlos. Se habían equivocado de nuevo y completamente, pues no sabían la ley del servicio, por la que el menor, el que se humillara más para servir, sería el mayor.

Este es un incidente patético, pero lo más triste de él es que la lección no fue aprendida esa vez, ni lo ha sido hasta ahora. Pronto Juan, el amado Juan, mostró un espíritu de mezquina intolerancia que causó una reprensión de Jesús. Juan había visto a un hombre echando fuera demonios en el nombre de Cristo. ¡Y realmente los echó fuera! ¿Cuál fue su ofensa? "No nos sigue!" Esto fue todo. ¡Juan pensó estar adelantado por su mucho celo en cuanto a la ortodoxia! Aquí tenemos una lección necesaria en la tolerancia acerca de los métodos de trabajo para Cristo. Cuán poco entendía Juan aquí el espíritu de Jesús. Pero Cristo era paciente con la mezquindad de Juan como lo es hoy día con la nuestra. Después de todo, somos miserables vasijas de barro, con nuestras disputas, celos y preocupaciones. Es una maravilla que Jesús pueda usar a cualquiera de nosotros en su servicio. Predicamos el espíritu de servicio para otros, y con demasiada frecuencia practicamos el egoísmo, buscando nuestro propio provecho. Fue lastimoso entonces, y es lamentable ahora.

Cristo cuida de los pequeños, de los que son débiles y tiernos en la fe. Es fácil obrar precipitadamente y ser indiferentes en cuanto a las consecuencias para los que aman a Jesús. A veces la piedra de molino está colgada al cuello de los que perjudican al pueblo de Dios. No es la voluntad de Dios que uno de, aquellos pequeños perezcan. El espíritu del perdón de las injurias está opuesto al de la exaltación propia. Jesús no quiere decir que un hermano, para su propio provecho, puede perjudicar a otro y luego volverse y demandar que le perdonemos. Se necesitaría mucha sangre fría para hacer esto. Pero sí quiere decir que el verdadero arrepentimiento será correspondido con el perdón. Y el verdadero perdón es "del corazón." La necesidad eterna de este espíritu se acentúa en casi todas las iglesias que hay en la tierra.

Hay quienes son muy oficiosos en el servicio de Cristo por no decir impertinentes. Jesús desanima semejantes adherentes y les recuerda las privaciones que tendrán que sufrir. En este tiempo especial Cristo no tenía en qué recostar la cabeza. Fue un proscrito en la tierra de su pueblo. Por otra parte si alguno quiere seguir a Cristo no volverá atrás después de poner la mano en el arado. No volverá atrás para quedarse aún con su padre hasta que muera. Esto es lo que significa la expresión "sepultar mi Padre." Esto era un deber piadoso, pero el padre bien podría vivir muchos años, y el servicio para Dios era imperativo.

10. Consejo Fútil de los Hermanos de Jesús. ¿Iba Jesús a la fiesta de los tabernáculos? Este tiempo ya se acercaba, pues estaban a fines de septiembre. Parece que había pasado un año y medio desde que Cristo estuvo en Jerusalén. El ir ahora ofrecía poca esperanza. Los hermanos de Jesús habían notado su larga ausencia de Jerusalén y de las fiestas públicas. Probablemente también tenían conocimiento de su ausencia larga y reciente de Galilea. Y por esto vienen y le reprochan de ser un Mesías secreto, como si tuviera vergüenza de ello. Le dicen que suba a Jerusalén y que haga su trabajo manifiestamente. Hay siempre gente que sabe manejar nuestros negocios mejor que nos otros mismos, especialmente si les somos antipáticos. Es admirable cuánta sabiduría se aplica mal. Parece a veces como si todos nosotros tuviéramos la tarea que no nos pertenece, si hemos de juzgar por el consejo que se nos da con tanta liberalidad y tanta generosidad. Pero Jesús afirma su independencia. Irá a Jerusalén cuando le plazca y conducirá los negocios del Reino como le parezca bien. Subió privadamente en lugar de hacerlo públicamente como ellos habían sugerido, y cuando le pareció bien ir.

11. Enfrentándose con Jerusalén. De modo que iba otra vez a Jerusalén. Es un evento significativo en su carrera. Ha vuelto de su exclusión, pero no para hacer nuevas campañas en Galilea. Se propone fines más altos. Irá a Jerusalén y precipitará la crisis de los asuntos. Cuando esto se haga, no estará lejos el fin. ¿Ganará a Jerusalén? Vuelve a pasar por Samaria y despierta el odio de los samaritanos porque su rostro estaba dirigido hacia Jerusalén. Cuando iba para el norte todo estaba bien.

De nuevo Santiago y Juan muestran un espíritu de amargura y una falta de moderación deseando que descendiera fuego del cielo sobre una villa Samaritana. No sabían de qué espíritu eran, y ciertamente dejaron por completo de tener el espíritu de Cristo. ¿Llevará Jesús su corazón apesadumbrado al seguir adelante hacia el tempestuoso centro del judaísmo militante y endurecido? No quieren tenerle en Galilea y ya había sido desechado en Jerusalén. Hasta ahora Cristo había estado a la defensiva en la Ciudad Santa quedándose lejos de sus enemigos no sólo en Jerusalén, sino últimamente en Galilea también. Pero ahora el Maestro se presenta osadamente en Jerusalén, no a la defensiva del todo. Su aparición, pues, es en la naturaleza de un ataque sobre el país del enemigo. ¿Tendrá éxito? Supongámonos que Jesús gana a Jerusalén para su causa. ¿Vale la pena procurar hacerlo?


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CAPITULO VI.
EL ATAQUE SOBRE JERUSALEM

«¡Oh Jerusalén, Jerusalén! tú que matas a los profetas, y apedreas a los que a ti son enviados" (Lucas 13:34).

JESUS AHORA lanzará una serie de ataques sobre Jerusalén misma. Había venido aquí al principio; acabará su carrera aquí. Por ciento, no podrá quedarse de continuo en Jerusalén, pues, haciéndolo así, el fin vendrá desde luego. Pero no hay lugar en Palestina donde Jesús pueda establecerse mientras la ciudad de Jerusalén está del todo en manos de sus enemigos. Están atrincherados trás de siglos de tradición y muros de preocupaciones y orgullo. De alguna manera se ha divulgado la idea de que Jesús podría venir esta vez a la fiesta de los tabernáculos, posiblemente se supo por sus hermanos, posiblemente por las multitudes de Galilea. Pero en los primeros días de la fiesta no está presente. Desde luego Jesús es el tópico principal de la conversación. ¿Vendrá? ¿Dónde está él? Después de todo ¿qué pensáis de él? Las multitudes de Galilea piensan de distintos modos acerca de Jesús. Antes estaban casi unánimemente de su lado, pero ahora no es así. En las murmuraciones como las de la sinagoga de Capernaum, algunos le defienden diciendo: "Es un buen hombre."-Esto, de todos modos, sea el Mesías o no. Pero otros resueltamente protestan: "No, sino engaña al pueblo." Esta controversia se conducía casi siempre en voz baja porque todos sabían que los judíos de Jerusalén odiaban a Jesús. Nadie de Galilea quería tener algo que ver con el asunto. Pero un día en medio de la discusión Jesús resolvió toda la especulación sobre este punto apareciendo en el templo y enseñando.

1. Los Conspiradores de Jerusalén Hallan Otros más Listos que Ellos. ¡Allí está! ¿Qué harán sus enemigos? Esta era su oportunidad dejan de arrestar a Jesús en la fiesta. E¡ primer efecto de su enseñanza es el asombro de los judíos hostiles porque puede hablar muy bien a pesar que no estudió en su seminario teológico en Jerusalén. Había estado en la escuela de Dios aunque ellos no lo sabían. Pero no querían admitir aquella alternativa. Jesús puso fin a las discusiones acusándolos osadamente de querer matarle. Están reducidos al silencio, pero la multitud de Galilea protesta asegurando que nadie quiere matarle. Ellos sabían poco; pero el pueblo de Jerusalén lo entendía bien y un grupo de ellos hace comentarios sobre el hecho cuando ven a Jesús (Juan 7:25) y aun hacen burla de los jefes porque no arrestan a Cristo. Su teología en cuanto al origen del Mesías es interesante y Cristo tomó nota de ello. Sus enemigos resintieron la burla del pueblo de la ciudad y realmente procuraron prenderle inmediatamente. Pero Jesús era invulnerable por lo pronto. Su hora no había llegado. Algunos de la multitud de Galilea llegan a ser campeones osados de Cristo. En esta ocasión los fariseos y los saduceos (sumos sacerdotes) mandaron a algunos alguaciles para que le arrestasen. Entretanto Jesús, en lenguaje místico anuncia su independencia de ellos, lo cual sus enemigos no logran entender, pensando que enseña a los griegos (¡Lo cual hizo en verdad!). El pueblo se excita más sobre sus palabras, tomando parte en favor y en contra, y aun otros están listos para prenderle. Pero los soldados enviados para este propósito se pararon y oyeron su maravilloso discurso y volvieron tímidamente al Sanedrín sin Jesús. El Sanedrín estalló en ira contra los oficiales y la gentuza ignorante que seguía a Cristo. Los oficiales habían sido encantados por las palabras de Jesús, que era un tributo a su carácter también. Debe decirse para el crédito de Nicodemo que, cuando Jesús estuvo acosado por el Sanedrín, él osó citar un punto de la ley en favor del mismo Jesús. Ahora tiene más valor que cuando fue a ver a Jesús de noche; pero recibió escarnio por su valor. Los gobernantes son exasperados por Cristo después de la fiesta. Las multitudes habían partido para sus hogares distantes, pero Jesús se quedó una temporada en la ciudad y siguió enseñando en el templo. Su enseñanza consistía de dichos cortos y vigorosos que llamaban la atención. Uno de estos conmovió poderosamente a los fariseos: "Yo soy la luz del mundo" (Juan 8:12), dijo él. Es un dicho asombroso, si no está uno preparado para aceptar por completo la deidad de Cristo, de otro modo es un dicho imposible. Los fariseos disputaron inmediatamente. La disputa se basó en la declaración de Jesús de que Dios era su Padre. Esto era su justificación, pero los fariseos no querían admitir esta verdad. Jesús los hirió de nuevo diciéndoles que si no creían en él, morirían en sus pecados. “¿Quién eres tú?" preguntaron. ¡Ojalá que dijera una palabra clara que le comprometiera! Pero señala a la cruz como prueba de que es lo que pretende ser (Juan 8:28), prueba que para ellos no era sino una piedra de tropiezo. Sin embargo, algunos de los fariseos fueron impresionados y dijeron que creían en él. Pero Jesús había tenido sospechas acerca de los conversos de Jerusalén desde su primera visita (Juan 2:24), y procedi6 a probar a estos nuevos creyentes. Les ofreció la libertad de la verdad, la cual desecharon; ofreció hacerles verdaderos hijos de Abraham, pero se consideraron insultados; les mostró que no eran hijos de Dios en el sentido pleno y ellos lo probaron procurando matar a Jesús, hombre que les dijo la verdad. Esta declaración sublime de que él existía antes de Abraham les era intolerable.

Los fariseos están exasperados porque un ciego había sido sanado por Jesús. Había sido un limosnero bien conocido y tenía cierto lugar en donde sentarse. El que abriera Jesús los ojos de él hizo una conmoción entre sus vecinos. No estaban satisfechos con su sencilla narración. Llevaron al hombre a los fariseos que lo sabían todo, Pero fue lastimoso el embarazo de estos presumidos de sabios. La curación fue hecha en el sábado y por esto no fue Dios quien la hizo. Pero de todos modos fue hecha, ¿y quién, además de Dios, podría haberla hecho? Algunos sostuvieron que Jesús era pecador, pues de otro modo no la habría hecho en sábado: otros, que el hombre nunca había sido ciego. ¡Procedieron a resolver los hechos del caso por medio de la lógica! Hubo una diferencia entre estos eruditos y apelaron a los padres del hombre. Estos identificaron al hombre y probaron su ceguera. De modo que los fariseos no tuvieron salida. Su lógica y su teología tenían que estar correctas, pero cómo habían de explicar este miserable hecho sin admitir la impresión natural en cuanto a Jesús- esto los tenía perplejos! Habían apelado al diablo como la explicación de la expulsión de los demonios, pero aquella falacia había sido contradicha. De todos modos era más probable que el diablo cegara los ojos que los abriera a alguien. Adoptaron este nuevo método. Admitimos el hecho, pero negamos la conclusión. ¡Tan sólo con que confieses que Jesús es pecador, nosotros confesaremos que tú puedes ver! El hombre vio lo chistoso de la situación. No era teólogo, pero podía comprender un asunto tan claro como lo era éste. ¡Abrió mis ojos, y vosotros no podéis decir de uión de es! ¡Esto es extraño, siendo que vosotros lo sabéis todo! Además de esto, nosotros sabernos que Dios no oye a los pecadores. ¡Pero mis ojos están abiertos! Volvieron contra él llenos de ira. "¡Tú naciste enteramente en pecados! ¿Y tú nos enseñas a nosotros?" Los había herido en lo vivo. Lo echaron fuera de la sinagoga, pero entonces Jesús le condujo al Reino de Dios y le dio la vista espiritual también. Los enemigos de Cristo tienen su retrato dibujado por Jesús. No posaron para él voluntariamente, sino que provocaron la caracterización preguntando a Jesús. "¿Somos nosotros también ciegos?" (Juan 9:40). Les refirió la alegoría del buen pastor que conoce sus ovejas y cuyas ovejas le conocen a él. Hay ladrones y salteadores que desean tomar las ovejas, pero que correrán al ver un lobo como corre un asalariado. Pero el buen pastor morirá por sus ovejas y el rebaño, que es único, tiene ovejas gentiles así como judías. Era un cuadro vivo y algunos de ellos exclamaron: "¡Demonio tiene, y está loco!" Pero dijeron otros, "¿Puede acaso el demonio abrir los ojos a los ciegos?"

2. Una Campaña en Judea. Había habido un ministerio judío anterior en el que tuvo demasiado éxito. Ya que Jesús tiene que partir de Jerusalén, vuelve de nuevo a las comarcas que están al derredor. Hasta ahora ninguna impresión permanente había sido hecha aquí. Judas Iscariote había venido de la población de Kerioth, y en Betania Jesús tenía un hogar que casi podía llamar propio. Lo necesitaba como un lugar en el que pudiera hallar descanso y simpatía. Lázaro, Marta y María, todos amaban a Jesús aunque tenían distintos modos de manifestarlo, y Jesús los amaba muchísimo.

Este ministerio judío es narrado sólo por Lucas quien suple en gran parte los eventos de los últimos seis meses; es su contribución distintiva a la vida de Jesús. Muchos de los eventos son semejantes a los que sucedieron en Galilea y muchas de las enseñanzas son casi idénticas. Todo esto es perfectamente natural. Había fariseos en Judea y por esto la acusación blasfema se repite. Algunos de los fariseos de aquí mostraron cortesías como otros lo habían hecho en Galilea. Pero el almuerzo con el fariseo no tuvo feliz éxito. Se le subieron los humos porque Jesús no se bañó antes de la comida y por esto él y sus convidados, que eran abogados, fueron severamente reprendidos por insistir en lo exterior descuidando lo moral y lo espiritual. Parece que el almuerzo acabó en desorden. Uno de los abogados astutos que procuraron atrapar a Jesús cayó en. el hoyo, pero le perdonamos puesto que por él se presentó la ocasión para que Cristo refiriera la Parábola del Buen Samaritano que ha bendecido tan ricamente al mundo. No es extraño que Jesús enviara a un grupo de predicadores en Galilea con instrucciones semejantes a las que se dieron a los doce. Lucas narró también el envío de los doce. Cristo siguió tras ellos también y su éxito fue para él una profecía de la destrucción de Satanás.

Algunos de los dichos de Jesús en este período (Lucas 12) son muy semejantes a partes del Sermón de la Montaña. No debemos olvidarnos de que repetía sus dichos con frecuencia y que corno maestro debió haberlo hecho. En lo abstracto es posible que Lucas narrara aquí lo que dijo Jesús en Galilea, pero no puede suponerse que Jesús no repetiría sus enseñanzas en distintas partes del país, o aun en la misma región.

Se revela el deseo ardiente de Jesús de cumplir con su destino (Lucas 12:49). Anhela ver el fuego arder, y recibir su bautismo de sangre. No podemos admirarnos de esto recordando lo que el Maestro ya ha sufrido y cuán sin esperanza parece la tarea. Cuán pocos entienden lo que él tiene que decir, y menos son los que lo llevan a la práctica. Esta explosión no es impaciencia, pero nos ayuda a vislumbrar el volcán de emoción encerrada en el corazón del salvador.

3. En Jerusalén de Nuevo. Sin sonidos de trompetas Cristo viene dc nuevo. Es invierno (la fiesta de la dedicación), como el tiempo de nuestra Navidad, y él está andando por los corredores del templo. Los judíos hostiles le rodean inmediatamente con una cuestión enojosa e impaciente. Desean saber quién es él y qué tiene que decir acerca de sí mismo. Evidentemente su última visita les hizo una impresión profunda y todavía están discutiéndola. "Si eres el Cristo, dínoslo claramente" (Juan 10:24). La pregunta era legitima, pero deseaban hacer un uso malo de su respuesta. Sabían bien quién se decía ser, pero deseaban acusarle de blasfemia. Pero Jesús no quería pronunciar la palabra Mesías, por otra razón: porque provocaría al populacho tanto que después no podría ser dominado. Por esto se mantuvo firme, y sólo repitió su declaración de ser uno con el Padre. Se fijaron en esto, y arrojaron contra él la acusación de blasfemia, por hacerse igual con el Padre. Hizo esto, pero no era blasfemia, porque ciertamente él era igual al Padre. No quiso argüir sobre el punto, sin embargo, usó un argumentum ad hominem mostrando cómo en su ley lo¡ gobernantes con la autoridad son llamados dioses. Fue un bonito giro, pero no los aplacó. Si no pudieron argüir con él, podrían matarle. Pero luego se retiró.

4. De Nuevo más allá del Jordán. La estancia de Jesús en Jerusalén había sido breve, y el choque severo y acabado pronto. No se detuvo en Judea, sino que fue primero a Betania más allá de, Jordán donde Juan el Bautista le había identificado y donde había ganado sus primeros discípulos. Qué recuerdos no tendría Jesús al pensar en el pasado. En cierto sentido es ahora fugitivo de Jerusalén. ¿Acaso se había equivocado al comenzar la lucha tan pronto con los jefes religiosos de Jerusalén y seguir tan persistentemente en ella? ¿Podría haber sido más conciliativa y más efectiva? El diablo le había ofrecido compromiso y poder. Seguirá como comenzó. Hay una circunstancia que glorifica la predicación de Juan el Bautista: esta gente conocía a Jesús por lo que Juan había dicho de él. Esta es una prueba pertinente y penetrante de la predicación moderna.

Lucas es el único que nos da la historia de este ministerio en Perea, con excepción de unos Pocos versículos dados por Juan, pero no se ha conservado mucho sobre dicho ministerio. Tenernos que pensar en lo que sabernos de la obra llevada acabo en Galilea y en Judea e imaginar semejantes escenas desarrollándose aquí. Hubo un hombre que estuvo perplejo sobre un punto teológico. Quería saber cuántos se salvarían. Jesús le dijo que haría mejor en procurar ir al cielo él mismo. Un punto que se descubre es el temor de que Jesús caiga en las manos de Herodes Antipas en cuyo territorio está ahora. Cristo entiende a "aquella zorra" muy bien y afirma que es independiente tanto de Herodes corno de los fariseos. Es difícil descubrir el modo de pensar de estos fariseos, si en realidad eran amigos de Jesús, o si eran meros instrumentos de Herodes, quien deseaba que Jesús se fuera, o si procuraban hacer que Jesús volviera a Jerusalén. Cristo vio todo cuanto abarcaba el caso y dijo que iría a Jerusalén a morir en el tiempo oportuno. Entre tanto su corazón se entristeció por Jerusalén.

Un fariseo, también en Perea, convida a Jesús a almorzar y tres parábolas fueron dichas por Jesús, una a los invitados, otra al huésped, y la tercera a un invitado que hizo una observación piadosa y común (Lucas 14:15). Aquí también hubo grandes multitudes y Jesús las probó corno lo hizo en Galilea y probablemente con el mismo resultado. Las condiciones difíciles de ser discípulos, como la de odiar al padre de uno, etc., han de ser interpretadas a esta luz. Si hay que escoger entre nuestros padres y Cristo, no debemos vacilar.

Fue en Perea también donde los fariseos y los escribas hablaron con desprecio en contra de Jesús porque recibía a los pecadores y comía con ellos como lo había hecho en Galilea. En la defensa formal que él hizo de su propia conducta al tratar de ganar a los publicanos más bien que a los fariseos, los considera conforme a la opinión que ellos tienen de sí mismos, dando a entenderles que no era correcta. Pero su respuesta fue completa. Ellos sostuvieron que eran justos. Bueno, pues, ellos no necesitaban a Cristo, mientras que los publicanos sí lo necesitaban. Por esto Cristo vino buscando a la oveja perdida, a la moneda perdida, y al hijo perdido. Ellos eran como el hermano mayor y estaban disgustados porque los publícanos y las rameras entraban en el Reino del Cielo. Cuando añadió la parábola del Mayordomo Injusto, los fariseos se burlaron de él, porque eran amantes del dinero. Pero dejaron de hacerlo cuando relató la parábola del Rico y Lázaro, aunque le odiaron más. Podemos agradecer a los fariseos una cosa. Ellos dieron ocasión para que fueran narradas las más maravillosas parábolas de todo el mundo.

5. El Sanedrín Desesperado. La resurrección de Lázaro tenía por propósito glorificar a Dios y a Jesús el Hijo de Dios (Juan 11A). Fue premeditada y por esto era una expresión deliberada del poder divino en la misma presencia de los enemigos de Jesús. El milagro ha sido atacado fieramente en los tiempos modernos, pero si Cristo es divino, el argumento en favor de esta verdad queda firme. El propósito más amplio que Cristo tenía aquí explica su aparente indiferencia a la súplica de las hermanas y también su aparente temeridad, desde el punto de vista de los discípulos y especialmente de Tomás quien se mostraba sin la esperanza de que Lázaro resucitara. Cuando llega Jesús, es Marta quien insinúa que el mismo Jesús tiene poder con Dios aun en esta ocasión. Es a Marta a quien dirige el lenguaje supremo de la deidad; "Yo soy la resurrección y la vida." Es Marta también quien hace una confesión tan noble como la de Pedro (Juan 11:27). Con María se muestra muy emocionada a pesar de sí mismo, y hasta en el sepulcro le es difícil contener su emoción. Marta se retiró por fin, pero Jesús quedó tranquilo y dominante. Fue un momento majestuoso cuando por su mandato Lázaro salió del sepulcro. El porte de Jesús nunca fue más lleno de dignidad ni de sublimidad que en este momento. Sabía que Lázaro saldría.

Los judíos habían venido de Jerusalén en grandes grupos para consolar a las hermanas, porque Lázaro era hombre de riqueza y alta categoría. Muchos de los que vieron a Lázaro salir del sepulcro creyeron en Jesús. Otros fueron y dijeron a los fariseos lo que había ocurrido, como si buscasen ayuda. Ellos también estaban a punto de creer. Era claro que algo tenía que hacerse, y esto inmediatamente, o todo se perdería, y, para siempre.

Fue en verdad afrentosa. Jesús había hecho este maravilloso milagro tan cerca de Jerusalén y sin la ayuda o el permiso de ellos. Se convocó al Sanedrín para que deliberasen sobre la situación. Cada uno preguntó a otro: “¿Qué hacemos?" La respuesta era fácil, porque no estaban haciendo nada. Predijeron la pérdida de su rango y de su nación que sería dominada por los romanos, poniendo el rango antes que el patriotismo. Caifás notó que ellos no sabían nada, en lo cual tenía razón. Sugirió que sacrificaran a Jesús por amor a la patria. Había un sentido más profundo en sus palabras que lo que él pensaba, pero el sentido de su proposición era un fracaso. En efecto sacrificaron a Jesús, pero la nación fue destruida por los romanos y, también perdieron su rango y sus puestos. Es una manera fácil y antigua la de salir de una dificultad deshaciéndose del contendiente. Por la muerte de Jesús han sido reunidos en uno los hijos de Dios en todas las partes del mundo, pero ése fue el plan de Dios, no el propósito de Caifás. Pero ahora, al menos el Sanedrín ha llegado a una decisión formal de dar muerte a Cristo lo más pronto posible. Fue intolerable que Cristo levantara un muerto casi a sus puertas. ¡Por supuesto, era un engañador! ¡Ningún poder o prueba podía cambiar este hecho!

6. En la Montaña de Efraín. Jesús se retira al desierto que está cerca de la región donde fue tentado por el diablo después de su bautismo. Fue una hora triste desde el punto de vista humano. Esto pues fue el resultado de la campaña en Jerusalén. Galilea al menos no había procurado matarle sino en Nazaret. Es verdad, que varias veces antes Jerusalén había procurado matarle, pero de una manera esporádica. Ahora tenía que defenderse de la decisión formal del Sanedrín. Parece que los saduceos están ahora más activos que los fariseos en su odio. No puede uno dudar de que en las montañas de Efraín el diablo traería a la mente de Jesús todos los puntos que hubiera en su contra. Podría recordar a Jesús cómo hubiera sido el resultado si hubiese seguido su consejo. Habría resultado exactamente como él lo había predicho.

No era tarde para remediarlo sobre los mismos términos. ¡El diablo tenía influencia con el Sanedrín y fácilmente podría hacerles cambiar su propósito de darle muerte! Pero Jesús había peleado esta batalla ya hacía mucho. Soportaría lo que le trajera su hora. Tenía a los discípulos consigo en el desierto, pero cuán poco entendían de la tragedia que se verificaba delante de sus ojos.

7. Yendo a Aceptar el Resultado. La hora ya está cerca y Jesús deja las montañas de Efraín. Al principio parece que se alejará de Jerusalén porque se vuelve hacia el norte pasando por Samaria y entra al límite de Galilea. Pero sólo piensa unirse con una de las caravanas de Galilea que van a la fiesta de la Pascua. Una vez sus hermanos le habían sugerido que fuera públicamente. Ahora lo hará. Irá a Jerusalén como un Rey, el Rey y el Mesías. En la multitud habría algunos adherentes de Jesús y muchos que serían más o menos amigos. Los fariseos que lo acompañan parecen sentir que algo va a suceder. Preguntan a Jesús cuándo ha de venir el Reino de Dios. No contesta aquella pregunta, sino que dice lo que serviría de fondo a ella, el carácter del Reino. Los hombres no lo verán con los ojos ni lo señalarán aquí o allí. Está en los corazones de los hombres, "dentro de vosotros" (Lucas 17:20). Los fariseos no contestaron, porque la respuesta hizo más ancho que nunca el abismo entre ellos. Esta no era la clase de reino que ellos deseaban. Jesús procedió a hablar de su segunda venida a los discípulos. Ese asunto se presenta insistentemente delante de su espíritu ya que su muerte está tan cerca. El Hijo del hombre será plenamente manifestado. Entre tanto hizo un cuadro inmortal del fariseo que subió al templo y dio al Señor mucha información piadosa acerca de sí mismo y la llamó oración. El publicano era "el pecador," y lo sabía, pero el fariseo tenía que esperarse hasta llegar a la otra vida para saber cuán gran pecador era. La procesión sigue por Perea. Ahora la historia es relatada por todos los Sinópticos.

Los fariseos procuran enredar a Jesús sobre la cuestión del divorcio. Ellos mismos estaban divididos acerca de ella, un partido favorecía el divorcio fácil, y el otro el divorcio difícil. En cualquier caso Jesús se perjudicaría. Pero se admiraron al verle destruir sus escrúpulos acerca del principio eterno del matrimonio y mostró que la carta de divorcio que permitió Moisés se debía a la dureza de los corazones del pueblo y fue un gran adelanto para ese tiempo. La actitud de Jesús hacia los niños se ve bien aquí. Aun los discípulos los miraban como a un estorbo. Cristo ha hecho un verdadero lugar para el niño en el mundo. No es extraño que le amen.

Jesús tenía que corregir las ideas que los discípulos tenían acerca del dinero. ¡Realmente suponían que el dinero probaba que al tenerlo uno era favorecido del cielo! ¡La tendencia es ahora pensar que la pobreza es una prueba de piedad! Un joven halló que amaba mucho más a su dinero que a Cristo. Jesús hace otro esfuerzo para enseñar a los discípulos acerca de su muerte y usa la palabra "crucificar" esta vez. Su apariencia asombró a sus discípulos y les infundió temor, pero no lo entendieron. Estuvieron aturdidos por un momento. ¡Y desde luego Santiago y Juan, con su madre, vienen y piden los dos lugares principales del Reino para ellos mismos! ¿Qué Reino? ¿Qué lugares? ¡Era lastimero, y en semejante ocasión! Jesús les ofreció la copa del martirio, el bautismo de la muerte, el cual ellos aceptaron ligeramente. ¡Cuán poco entendían la filosofía del Reino! Aun el Hijo del hombre había venido para dar su vida en rescate por muchos (Lucas 18:45). Los diez, por supuesto, se indignaron, y no porque estuvieran despojados del mismo espíritu de ambición.

8. El Reto a Jerusalén. Jesús está en Jericó y hay mucha excitación. Lo del ciego Bartimeo y Zaqueo no son sino incidentes de la historia. Estaba cerca de Jerusalén y el pueblo suponía que el Reino de Dios había de aparecer inmediatamente (Lucas 19:11). Lo sentían en el aire. El reino que ellos deseaban ya debía de aparecer. El verdadero Reino ya había venido y venía de continuo.

Jesús dijo la parábola de las minas para corregir sus falsas expectativas, y sin embargo había resuelto gratificar al pueblo hasta cierto punto. Siguió su camino hacia Jerusalén hasta Betania. Aquí con la familia de Betania puede pasar el sábado tranquilo y quietamente. Grandes acontecimientos están cerca de él y necesita una tregua. En Jerusalén misma todos estaban preguntando si Jesús vendría a la fiesta o no, ya que el Sanedrín había resuelto matarle. Habían pedido públicamente su arresto, tal vez por medio de carteles puestos en los atrios del templo. A Betania vinieron muchos para ver no sólo a Jesús, sino a Lázaro también. La excitación fue intensa en ambos lugares, en Jerusalén hubo antagonismo, en Betania simpatía. En Betania con. sus queridos amigos tenía un descanso como el del cielo, y el sol brillaba sobre el Olivete, pero las nubes arrojaban su sombra sobre Jerusalén.

Jesús sabía que, sin un lenguaje más claro del que había usado, el pueblo no podría entender la declaración que había hecho de que él mismo era el Mesías. Ahora empleará el lenguaje de la acción, sabiendo bien que su osadía le traería la muerte. Hacía mucho que sus enemigos habían deseado que dijera en términos claros que él era el Mesías. Ese deseo no será cumplido. El cuadro de Jesús, ese domingo por la mañana, al caminar sobre el pollino, como había dicho Zacarías que andaría el Rey Mesías, no era tal que infundiera terror al corazón. Era Rey de Paz, y sin embargo, cuando la multitud de la ciudad se unió con la multitud de la villa, y todos comenzaron a bajar la pendiente del Olivete hacia Jerusalén los fariseos pensaban que ya se había acabado todo. Esta demostración popular les parecía que daba a entender que Cristo había ganado. No osarían echar mano de él mientras tuviera tantos amigos. Y por esto comenzaron a culparse unos a otros de este resultado. "Ya veis que no aprovecháis nada! i He aquí que el mundo se va tras él' (Juan 12:19). Otros de los fariseos, avergonzados, procuraron hacer que Jesús reprendiera a sus discípulos por el alboroto (Lucas 19:39).

Pero están aclamando a Jesús como el hijo de David. El Reino de Dios ha venido al fin. ¡Hosana! Paz en el cielo y gloria en las alturas. Si éstos se hubieran callado ahora las mismas piedras hubieran clamado. El clamor se hizo peor, porque en el atrio del templo los mismos muchachos se unieron en las aclamaciones a la multitud, enfadando así a los jefes de los sacerdotes y a los escribas quienes hasta procuraron hacer que Jesús pusiera fin a ello. Después de mirar toda esta escena en su derredor Jesús volvió a Betania con los discípulos. ¿Qué pensaban del maestro ahora? Por el momento era en verdad el Maestro, el héroe de la hora, y esto aun en Jerusalén.

9. Prueba Anticipada de la Lucha. Jesús había cruzado el Rubicón y ahora tendría que luchar hasta el fin. La irritación de sus enemigos se aumentó cuando vino al templo al día siguiente para enseñar. Volvió a limpiar el templo como había hecho al principio, y esto indignó más aún a los jefes. La popularidad de Jesús les era intolerable. Vinieron temprano para pararse cerca del gran Maestro y escucharon atentamente todas sus palabras. Era el centro de todos los ojos. Los jefes habían llegado a saber muy bien donde estaba, pero qué habrían de hacer con él era el problema, porque temían esta multitud.

Algunos griegos estaban en la fiesta y cortésmente suplicaron a Felipe que se los presentara. Pero Felipe se sintió acortado por la súplica y consultó con Andrés, el hombre de los consejos. Pero ni Andrés podía desatar este nudo. Traen el problema, pero no a los griegos, ante Jesús para recibir su decisión. Jesús habla venido para derrumbar la pared que se interponía entre los judíos y los griegos, pero no había sino una manera de hacerlo, los Griegos, en verdad, vendrán hacia él, como lo harán todos los hombres, cuando sea levantado. La ley de la vida es la muerte, como Cristo explica refiriéndose al grano de trigo. Jesús, con palabras profundas manifiesta el principio de su muerte propiciatoria, el dar voluntariamente su vida por los hombres. Tan vivo llega a serle todo esto, al contemplar su hora, que en su agonía, en el Getsemaní, clama: ¡Padre, sálvame de esta hora! (Juan 12:27), pero con una sumisión instantánea. "Padre, glorifica tu nombre." Esta, pues, es la idea que tiene Cristo de su muerte: es la glorificación del nombre del Padre. Una vez más, la tercera vez, el Padre habla en voz audible, palabras de aprobación. El Padre sí entiende esta idea de su muerte. Nadie más, en aquella hora, entiende a él ni al Padre. La oscuridad del eclipse se acerca.

10. El Debate Victorioso. Los jefes comprendían claramente su desventaja en presencia del pueblo. Allí estaba el levantamiento de Lázaro, la entrada triunfal, el limpiamiento del templo, la maravillosa enseñanza. De alguna manera el encanto tiene que romperse. Tenía que ser refutado y ridiculizado, si es que no podía hacerse otra cosa. El martes por la mañana, mientras Jesús andaba y enseñaba en los corredores del templo rodeado de una muchedumbre de los que le escuchaban admirados, de repente se vio en frente de una compañía de los gobernantes quienes retaron su autoridad. Pero desde luego hallan que ellos mismos tienen que defenderse; con una pregunta pertinente les pidió su opinión acerca del bautismo de Juan. Juan había presentado, bautizado e identificado a Jesús como el Mesías. Sí, el bautismo de Juan era de Dios; esta sería la respuesta a su pregunta, porque él era el Mesías. Pero la pregunta de Jesús les puso en una perplejidad desesperada, y con timidez le suplicaron que los dispensara, de modo que los demás se rieron de ellos y no de Jesús. Cristo utilizó su ventaja diciendo parábolas que, según los jefes vieron, eran en contra de ellos mismos, pero que no sabían cómo contestar. Retrocedieron humillados, entristecidos pero en nada más sabios. Los fariseos y los herodianos se reanimaron y vinieron en su socorro enviando a algunos de sus estudiantes más inteligentes para hacer una pregunta acerca del tributo pagado a César. El pueblo, por supuesto, se oponía a los impuestos romanos y odiaban a los publicanos que los colectaban. Pero el oponerse públicamente a los impuestos era una traición a César. Fue con mucha palabrería piadosa con lo que estos jóvenes le presentaron lo que les parecía un dilema desesperante. Pero oyendo la respuesta de Jesús se vieron muy simples, callaron, y retrocedieron, muy admirados de hallar a otro más sabio que ellos. Los saduceos vieron con gusto la derrota de los fariseos y de los herodianos, y vieron qué podrían hacer ellos con una anécdota acerca de la resurrección que los fariseos nunca habían podido contestar. Pero Jesús mostró por la palabra de Dios a Moisés que ellos estaban en error, no sabiendo la Escritura. Ellos, también, callaron, pero los fariseos (escribas) no pudieron guardar silencio. "¡Bien has dicho Maestro!" (Lucas 20:39).

Con esto los fariseos se reunieron muy alegres y uno de los abogados ofreció sus servicios a sus amigos desconcertados. Tentó a Jesús con una pregunta que era de su propia especialidad, la ley. Sólo pudo dar su aquiescencia a la respuesta de Jesús y retirarse. Nuestro Señor entonces volvióse hacia los fariseos reunidos y les hizo una pregunta acerca de la persona de] Mesías, la misma cosa que ellos con tanta frecuencia le habían preguntado. ¿Cómo podría él ser el Señor de David y al mismo tiempo el Híjo de David? El problema era realmente el de la humanidad y la divinidad del Mesías. Habla llevado la guerra a África y había derrotado a todos. Nadie osó hacerle otra pregunta. "El populacho le oía con gusto."

Todavía se humillaban delante de Jesús, y esta vez derramó el tazón de su ira sobre sus enemigos implacables. Llama la atención al alto puesto de estos maestros y cómo habían degradado su oficio. Ellos escondieron la verdad, e hicieron a sus prosélitos peores de lo que habían sido antes, eran quisquillosos, pusieron mal el énfasis sobre las verdades, eran ceremonialistas sin el espíritu, eran religiosos por profesión, orgullosos de su ascendencia, en una palabra hipócritas, serpientes, generación de víboras, con el juicio del infierno sobre ellos. Fue terrorífico; ante esta tempestad de truenos y relámpagos sus enemigos retrocedieron y la multitud se dispersó. El corazón de Jesús rompió en un lamento sobre Jerusalén que pronto habría de ser desolada, mientras los discípulos se reunían silenciosos en un grupo. Jesús se sentó cansado y miró a la gente que ponla sus donativos en el tesoro, especialmente a una pobre viuda cuya piedad, sin duda, le dio gusto. Todo estaba quieto después de la tempestad. Salió del templo, la casa de su Padre, abandonándola para siempre. Sus enemigos eran como avispones enfurecidos.

11. La Profecía del Juicio. Al salir, Jesús señaló los magníficos edificios del templo y profetizó la destrucción de todos ellos. Sonó, como lo era en efecto, como el eco de la reciente denuncia de sus enemigos. La desolación de Jerusalén será debida a su conducta para con él. El debate se había cerrado con Cristo completamente victorioso. Pero Jesús sabía que los hombres rara vez se convencen contra su voluntad por medio del debate. Le contestarían de alguna otra manera. Detrás de la muerte de Cristo está la destrucción de Jerusalén. Más allá, en el fondo, todavía está el fin del mundo. Sentado Jesús sobre el Olivete y mirando la ciudad que había anhelado salvar de todas estas catástrofes se le presentaron y se mezclaron en un cuadro común. Después de todo, el lenguaje es pictográfico. Apenas es posible separar los detalles de cada parte de este cuadro mixto del juicio. Y Jesús expresamente negó tener conocimiento del tiempo del fin del mundo, aunque esperaba que la destrucción de aquella ciudad se verificara en aquella generación, como en efecto sucedió. La escatología no es un asunto lucido en manera alguna y en esta ocasión el tema doble la hace para nosotros extremadamente difícil. Pero el reino de Dios será quitado de los judíos y dado a los gentiles. La destrucción de la ciudad será en un sentido una venida de Jesús para juicio y simbolizará la venida final. La principal lección práctica para nosotros es la de estar listos. La misma incertidumbre demanda la diligencia, no el descuido. Es fácil decir que Jesús se equivocó porque no ha venido todavía, pero el que cree en Jesús como Señor preferirá esperar, confiar y estar listo. Dejaron la cumbre del Olivete y fueron a Betania aquella noche. ¡Qué día tan notable había sido! i Qué pensamientos estaban en los corazones de Cristo y los discípulos!
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Épocas En La Vida De Jesús

por A. T. Robertson
Prefacio
Capítulo 1: LA CONCIENCIA MESIANICA DE JESUS Mat. 3:17
Capítulo 2: LA PRIMERA INVITACION DE JESUS Juan 1:39
Capítulo 3: LA NUEVA PARTIDA Mat. 11:29
Capítulo 4: LA CAMPAÑA EN GALILEA Juan 6:67
Capítulo 5: LA ENSEÑANZA ESPECIAL DADA A LOS DOCE Mat. 16:15
Capítulo 6: EL ATAQUE SOBRE JERUSALEM Lucas 13:34
Capítulo 7: LA RESPUESTA DE JERUSALEM Lucas 23:21
Capítulo 8: EL TRIUNFO FINAL DE JESUS Lucas 24:34
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